José Luis Mora García Introducción a la edición de Blas Zambrano

 

Obra de Blas Zambrano

No pretendo ser exhaustivo en la interpretación de sus textos que quedan a disposición de los estudiosos del pensamiento zambraniano. Tan sólo ofrecer una breve guía que permita, primero, una valoración de los mismos como obra de Blas Zambrano, maestro y hombre del 98; y, segundo, indicar algunos puntos de encuentro con la obra de María Zambrano, lo que permite estudiar coincidencias o fuentes del pensamiento de la filósofa veleña.

Su obra la componen cuatro Manuales, {51} de los cuales sólo se publicó el Tratado elemental de Lengua Castellana. Está elaborado según el modelo de La arquitectura de las lenguas de Benot al que sigue básicamente aunque disienta de él en cuestiones muy puntuales. Es un texto en la línea de la filosofía del lenguaje con influencia de la Lógica de Rey Pastor, el pensamiento de Ceferino González y Julio Cejador. {52}

Se conserva íntegro y manuscrito un segundo manual que títuló Historia del pueblo griego, {53} «el país que más ha hecho por la humana cultura», nos dice. Ya hemos indicado que se conservan parcialmente, dos apartados, el I y el III de la Psicología contemporánea, {54} que debieron ser apuntes de clase o base de un futuro manual que, posiblemente, quedó inacabado.

Más largos son los fragmentos conservados de una Historia de España. {55} Entendida la Historia como progreso de la Humanidad a través del tiempo, ofrece una visión cálida donde sobresale la idea de la universalidad de España, para ser enseñanza de los jóvenes. Es esta una idea –la universalización de España– que ya estaba presente en la generación de 1868 y que subyace a los Episodios Nacionales de Galdós. Baste recordar los propósitos de Trafalgar y el sueño europeísta de su joven narrador. La orientación de Zambrano está más en esta línea –ético-pedagógica, quizá– sin caer en la ontologización del problema de España a que condujeron otros noventayochistas y que no buenas consecuencias ha traído.

Esta notable cantidad de hojas nos dan idea del esfuerzo intelectual de D. Blas en sus últimos años y merecen un estudio detallado. Principalmente el Prólogo donde expone sus puntos de vista sobre el papel de la mirada en la historia frente a lo que denomina «Deus ex machina» del sentido económico; la importancia conferida a la Historia «pues conocer es saber la trabazón lógica de los hechos y las relaciones entre las cosas; lo pasado, la Historia, es el soporte ineludible y, en cierta medida, la causa, el porqué de lo presente.» Y la Historia como expresión del progreso de la Humanidad a través del tiempo.

Hay, además, muchos juicios sobre cuestiones más concretas que pueden resultar relevantes para conocer su pensamiento hacia 1933. Así p.e. la valoración de figuras como Erasmo, su punto de vista sobre la experiencia de la Guerra de 1914 que percibieron como de crisis de identidad de la cultura europea, &c.

Tiene interés, igualmente, el capítulo dedicado al carácter de los españoles y las palabras con que terminaba este Manual que adquieren relevancia para entender lo que creo que fue un gran intento de reconstrucción de la razón clásica, superando sus reductivismos, para incorporarla a la altura de los tiempos:

«Y es que cuando el mundo está en crisis y el horizonte que la inteligencia otea aparece ennegrecido de inminentes peligros. Cuando la razón estéril se retira reseca de luchar sin resultado, y la sensibilidad quebrada, sólo recoge el fragmento, el detalle, nos queda sólo una vía de esperanza: el sentimiento, el amor que repitiendo el milagro vuelva a recrear el mundo.»

El resto de su producción podemos clasificarlo en cinco apartados:

  • a) Diálogos y pequeños ensayos de carácter filosófico;
  • b) Artículos y conferencias sobre la educación;
  • c) Comentarios y análisis sobre asuntos sociales, morales o políticos;
  • d) Un bloque de breves textos, la mayoría de los años veinte, tras su contacto con Machado y el grupo de la tertulia segoviana, donde reseña libros de poesía o, bien, medita acerca de la distancia entre los ideales y la realidad desde una prosa poética que anticipa claramente el lenguaje de su hija. El papel conferido al lenguaje y al arte (experiencia estética en el sentido de Croce) concretado en la poesía como lenguaje originario y creador, no sólo anticipa sino que deja orientado lo que será la Razón poética de María Zambrano, cruce del pensamiento clásico y el mediterráneo del Quijote y Cervantes; cruce, pues, de la razón trágica unamuniana y de la razón vital e histórica orteguiana. Así pues, las palabras citadas más arriba me parecen claves para entender su propósito, que se prolonga en su hija, y que permanece alejadísimo de cualquier lectura posmoderna o similar. Se trata, justamente, de lo contrario.
  • e) Finalmente, se conservan tres relatos breves, dos de su época granadina publicados en El Heraldo Granadino y en X; y uno sin fecha que permanece inédito e incompleto, Columnas Rotas que probablemente es al que se refiere María Zambrano cuando afirma que a su padre «le atraía escribir; dejó una novela y otros inéditos». Su protagonista, Álvaro Venegas, que es uno de interlocutores del Diálogo I que se incluye en esta edición, tiene bastante de autobiográfico en mi opinión.
  • a) Fue D. Blas un filósofo por libre y así era tenido por algunos de sus amigos. De su pensamiento filosófico, expuesto en forma de diálogos, {56} diré tan sólo que se sitúa en el plano de la admiración del pensamiento clásico –del divino Platón, como le gustaba decir– tal como ha llegado hasta Hegel, quien habría aportado el sentido histórico del progreso. En este sentido, la Filosofía sería la culminación de la Cultura, la Cultura misma como síntesis del conocimiento, la moral y la belleza. Es decir, la culminación de los tres universales platónicos: La Verdad, el Bien y la Belleza, expresados para él en la filosofía y el arte griegos, la escultura principalmente (como para Hegel). Si es kantiano lo será sólo de la Crítica de la Razón práctica que no de la Crítica de la Razón Pura, en su opinión camino abierto al positivismo que rechaza.

    Por debajo, los saberes científicos y la técnica, es decir, lo que para él constituye la Civilización.

    La Iglesia Católica habría sido la depositaria de ese caudal, de ahí su superioridad sobre las demás religiones; y, como país, Alemania sería el receptor de la cultura clásica. En la recuperación de esta cultura clásica le va el destino a Europa.

    Zambrano se sitúa así en la tesis sostenida por Hegel y Heidegger a este respecto. Es, pues, como este último, antiamericano. Por decirlo gráficamente, Rorty le hubiera hecho poca gracia.

    En su opinión, este ideal estaba en peligro por dos razones: Una: porque los finales del XIX y las primeras décadas del XX muestran la ruptura de ese ideal: el racionalismo tras la muerte de Hegel, ocurrida en 1831 había sido sustituido por el positivismo y luego por una diversidad de filosofías al hilo de Schopenhauer, Nietzsche, &c. Dos: El sistema capitalista impide la igualdad social, a pesar de las democracias liberales; buena parte de la sociedad vive en la miseria económica y en la ignorancia. La heterogeneidad de filosofías impide los deseos de educación integral.

    Si la existencia del ideal griego es motivo de optimismo, la situación presente, pensará Blas Zambrano, induce al pesimismo. Nos movemos entre la Edad de Oro y la Nada. Mas este pesimismo deberá ser aprovechado como motor que nos devuelva a la Cultura con mayúsculas, al ideal del Hombre.

    Pero, ¿cómo podemos participar los españoles en este proyecto? Un pueblo que no es ni muy latino ni muy germánico, que tiene mezcla de elementos múltiples; un pueblo mediterráneo, como dirá Ortega.

    En cierta manera su sensibilidad andaluza, mostrada ya en una temprana reseña de un libro de poesía titulado Al pie de la Alhambra le puso en disposición de encontrar en la filosofía de Croce y en su concepción del arte un elemento determinante: el arte cumple para el filósofo italiano la más perfecta manifestación de la cultura y la actividad humana. Es un acto estructuralmente único e irrepetible. Se trata de un conocimiento intuitivo y anterior al conceptual. Poesía y Filosofía, pues. La poesía es la expresión de la palabra creadora, lo primero que hubo en el inicio de los tiempos, como en el Génesis. Sin esa palabra nada hubiera existido. Si no hemos tenido sistemas filosóficos, sí tenemos una tradición mística, INTUICION y EXPERIENCIA directa, no mediada. De ahí la necesidad de recuperar nuestro siglo XVI. Razón poética en definitiva como María Zambrano dejaría explicado en los textos de 1939.

    Es, pues, un proyecto estético que conduce directamente a un proyecto moral y político de carácter nacional y europeo: España y Europa. Y todo ello hace de la pedagogía la actividad radical. El centro: la escuela y el agente, el maestro. Su filosofía conduce, pues, a una pedagogía como base de la reconstitución nacional y europea. La propuesta: reconstruir la alianza de Atenas y Jerusalén.

    b) Su pensamiento pedagógico se aleja del positivismo y se ancla en el modelo filosófico tal como lo dejara definido Gentile hacia 1923: basado en la autoridad intelectual y moral del maestro frente a la dispersión social, el poder del Estado y la ignorancia del ámbito familiar.

    Así lo desarrolla desde artículos de su época granadina pero, sobre todo de Vélez-Málaga. Concretamente en 1905 publicó tres y de ellos La instrucción pública como una de las bases de la reconstitución nacional nos da bastantes pistas de su posición al respecto. El contenido de estos artículos fue resumido y ampliado en la conferencia que pronunció ya en Segovia, Algo de crítica sobre Educación. {57} Pero es en torno a 1927-1929, primeros años madrileños, con dos conferencias, tituladas La religión escolar y La formación cultural del maestro, a las que deben añadirse el Prólogo al libro de Anguita Valdivia, ya citado, y el comentario al libro El maestro, la escuela y la aldea de su discípulo y amigo Pablo de Andrés Cobos donde sus ideas pedagógicas quedan perfiladas.

    Si la educación es la religión de la cultura; si el maestro es su sacerdote oficiante, constructor de un Humanismo que encuentra en la familia y la escuela sus primeras iglesias, no menos se considera pesimista cuando las compara con la influencia social que los jóvenes comienzan a recibir una vez que finaliza su período escolar. El pluralismo y la diversidad de filosofías, las condiciones de vida, el sentido utilitario de la vida, &c. son concebidas por D. Blas como inconvenientes para la realización de una educación integral.

    Esta sólo es posible si el hombre se orienta hacia su ideal y si el discurrir histórico constituye un progreso en el mismo sentido. El esquema de su Pedagogía responde a sus planteamientos filosóficos: ¿cuál es ese ideal? Pues el que ya quedó definido por los clásicos griegos y tal como se ha trasmitido por parte de la iglesia cuyo gran valor, como decíamos, es haber sido la heredera del pensamiento clásico.

    ¿Cuáles son los riesgos, los impedimentos? Pues el positivismo práctico que lleva a la moral del éxito y el positivismo teórico en cuanto propaga el anterior; las modas que olvidan lo ideal y lo perenne, y se refugian en el culto a la novedad; la dispersión; la mediocridad del señoritismo, el espíritu práctico; el no-saber; el reglamentismo y la concepción burocrática del saber, &c.

    ¿Y cuáles son los medios para superar estos riesgos y hacer que la Humanidad camine hacia su realización y plenitud?

    La educación escolar (frente a la social que es disolvente) entendida como Religión de la Cultura que integre la Ciencia, la Moral, el Arte y la Filosofía. Aparece así la Religión como el cierre, por arriba, de un proyecto soteriológico que nace de un proyecto amoroso (sentimiento intelectualizado) de la realidad tal como los grandes filósofos, santos y héroes han realizado.

    Concibe así Blas Zambrano la educación como un gran proyecto de realización, de salvación, en el cual, a través de la afirmación positiva (saberes), y también a través de la negación (pesimismo constructivo) y el sacrificio (frente a las pedagogías hedonistas) se consigue reconstruir la unidad, fin del proceso religioso y religión misma. El maestro es el oficiante en el ámbito de la Cultura, depositaria de los ideales a diferencia de la Civilización que atiende a la satisfacción exclusiva de las cosas prácticas.

    Lejos de ideas instrumentales sobre la educación: educación como animación o motivación y otras de carácter utilitarista, Zambrano se sitúa en la tradición racionalista donde Educación= Cultura = Moral = Humanidad. El hombre íntegro es su ideal. Desde ahí se explican sus reivindicaciones sobre la escuela como lugar que debe ser amojonado y sobre el maestro por cuya dignidad luchó toda su vida. También ahí deben incluirse sus dudas acerca de la completa cientificidad de la Pedagogía, primero porque considera ciencia primera de la educación a la Psicología y, segundo, porque la acción de educar siempre requiere un cierto arte.

    Esta orientación, al menos aparentemente contraria al socialismo profesado por D. Blas, deriva hacia el aristocratismo. La educación es la acción de los que saben –los más próximos al ideal de hombre íntegro– sobre los que no saben. Si en la escuela esto se traduce en situar al maestro como único agente, a nivel social –la pedagogía es social– apuesta por el papel de hombres como Rafael María de Labra, «el político que más ha pensado y ha dicho sobre educación»; González Serrano, «filósofo y demócrata, autor de libros magistrales sobre estos asuntos»;Azcárate, Pedro Dorado, Altamira, Unamuno, «sapientes catedráticos, fustigadores de la enseñanza oficial»; Alcántara García, Giner de los Ríos, &c. A estos nombres citados en 1900 hubiera añadido el de Ortega cuyas coincidencias con lo sostenido en La España invertebrada o La rebelión de las masas es evidente.

    La meta, un programa de regeneración: concebir la educación como un gran proyecto global de ámbito nacional: «¡Educación por amor a la patria; por muy escépticos, por muy pesimistas, por muy misántropos que seamos, a la patria la adoramos todos, y más, cuanto más abatida, cuanto más envilecida y escarnecida la contemplamos; esto es, cuanto más necesita de nuestro amor.» Así se expresaba en 1915 ante los asistentes a la conferencia pronunciada en la Sociedad Económica segoviana.

    c) En la época central de su vida, principalmente el período pasado en Segovia quedan más patentes las preocupaciones de tipo social y político como una parte de su sentido moral. En esta línea, hay lógicamente bastantes referencias a estos problemas en los artículos o conferencias sobre educación. Pero, además, constituyen el núcleo de los artículos publicados en el semanario Castilla y el periódico La Tierra de Segovia. Incluso de un texto titulado A vosotros que envió desde Segovia a Vélez-Málaga en 1912 y otro de 1916 titulado Juventud para el primer número de una revista de estudiantes de la Normal de Segovia. No hay apenas referencias explícitas a la religión ni siquiera en los términos expresados con anterioridad y ésta queda reducida a moral en el sentido de aspiración al ideal, a la perfección desconfiada de haberla alcanzado en algún instante.

    Ahí podemos comprobar su fuerte sentido patriótico y regeneracionista. {58} Expresiones como «sed jóvenes para España», «España tiene que dejar de ser una nación vieja», &c. son permanentes. «Españoles sí, y europeos y viceversa» había dicho ya en un artículo de 1899. Y casi todos sus textos incluyen un último párrafo como expresión del sentido del progreso y frente a la indiferencia.

    Desde un punto de vista político Zambrano fue republicano pues consideraba que la República es la forma más racional de gobierno y, por consiguiente, creía digno de mérito, un «valor probado» –decía–, serlo en ciudades pequeñas dominadas por el caciquismo.

    Su pensamiento humanista le llevó a profesar un socialismo no marxista, tal como señalábamos de su época granadina. Así queda claro el rechazo del marxismo por materialista ya en sus conferencias sobre historia dictadas en la Universidad Popular segoviana, y por el triunfo de la doctrina social se manifestó en la conferencia que pronunció en el Círculo Obrero de Segovia el 10 de mayo de 1920. Los artículos de 1917 ya mostraban su idea contra el darwinismo social, a favor de la solidaridad y no por la lucha. Su combate se dirige contra el sistema de propiedad impuesto por las clases conservadoras a las que considera inmorales pues van contra la naturaleza humana que consiste básicamente en progresar.

    Ahora bien, siendo, para Zambrano, las facultades más importantes la Razón como portadora de sentido, el sentimiento como mediación con la realidad, y la voluntad a la que se orientan las dos anteriores (esta idea aparece en 1921), deja el problema más que en una cuestión ideológica o sociológica en un enfoque psicosocial. Es decir, piensa que lo que tiene que cambiar es el sentimiento de apego por lo existente y el rechazo a lo nuevo por parte de la clase conservadora. El método parecen ser la educación, la sugestión y la convicción.

    De gran interés me parecen sus análisis sobre el «realismo español», sobre el llamado «carácter práctico» de nuestro pensamiento y nuestra forma de ser llevados a cabo en tres artículos de 1919 con el título genérico de Lo práctico para lo que se apoya en una serie de referencias históricas entre las que incluye la lírica y, más concretamente, en una interpretación sugerente que acentúa la reciprocidad de los protagonistas de la novela cervantina.

    Completan este apartado los artículos en que rechaza la figura del señorito al que considera heredero degenerado del caballero antiguo. En una referencia que parece tomada de El caballero encantado (1909) de Galdós, Zambrano piensa que la raza española, si despierta de su ociosidad, luchará por la desaparición de esa plaga. Artículos sobre La mujer del porvenir {59} donde expone sus ideas sobre el papel que la mujer debe desempeñar; también sobre El hombre del porvenir (ambos contrapunto del señoritismo) del que señala que habrá de tener benevolencia con los demás y severidad consigo mismo. Concretamente en este artículo de 1919 aparece, y al hilo de estas ideas morales, su concepción del amor como forma de conocimiento. Una idea bien importante en el pensamiento de María Zambrano.

    En este conjunto de artículos pueden encontrarse, además, muchas referencias a costumbres, formas de ser, &c. que muestran su gran capacidad de observación y de saber mirar.

    d) A los años que transcurren entre 1916-17 y 1925 pertenecen una serie de textos cuyo objeto es precisamente la palabra: la palabra poética como palabra amorosa, creadora de conocimiento y, por tanto, de realidad.

    Se trata de una serie de artículos que si son anticipaciones de la «razón poética» responden a la lógica interna del propio pensamiento blasiano. En este sentido, la poesía pertenece a una razón superior, próxima al sentimiento religioso en cuanto permite anticipar la plenitud, es decir, la vida no vivida pero sí soñada.

    La palabra adquiere así una dimensión religiosa, y la palabra poética, que es la palabra por excelencia, se convierte en una forma de conocimiento que auna intelección, sentido moral y gusto estético. Es un elemento de cohesión social desde la propia tierra con el resto de las regiones y con todos los pueblos de la tierra. Es el máximo de honradez pues al ser su alma el sentimiento, lleva al amor, objeto de la vida. «Por sus palabras, no por sus hechos, les conoceréis», solía decir Blas Zambrano.

    Ese sentimiento intelectualizado que es la palabra poética busca comprender, busca, en verdad, integrar, integrarse, alcanzar la plenitud tal como bellamente lo expresa en su Crepúsculo en Segovia (1923).

    Pero la plenitud, que es lo no-vivido, acrecienta el pesimismo de lo vivido. Y este pesimismo, termina por expresar que radicalmente sólo en la otra vida será posible realizar la identidad entre Belleza, Bondad y la Verdad, puesto que esta consiste en la identidad de la existencia física de las cosas con su ideal. Pero lejos de conducir al esteticismo o al nihilismo, esta concepción ontológica explica la necesidad de la acción moral y la política para acercarnos lo más posible a ese ideal. Se trata de un pensamiento del compromiso político por razones morales, es decir, del ser mismo de las cosas.

    Hablamos de una religiosidad no confesional sino cultural. Podríamos definirla como una actitud entre psicosocial y metafísica: sentimiento intelectualizado de que se pertenece a la Humanidad cuyo ser consiste en el progreso moral. El motor de ese progreso es la Razón superior, constructora del Arte; la Filosofía y la Religión y la Palabra, su vínculo de cohesión.

    e) Sus relatos: Proyecto de novela. Román y Julia, La voz de la sangre y Columnas Rotas, de un fuerte sabor naturalista, abordan esta dialéctica entre el deber y el ser para dejarnos ver la distancia entre la base del optimismo y las razones del pesimismo. Son un ejercicio narrativo que si muestra la escisión nos dejan ver su fuerte aspiración a la unidad.

    Pues todo en el pensamiento de Zambrano conduce a la unidad. Y más que nada la Palabra, el lenguaje, la lengua. Basten estas palabras del final de su Gramática como conclusión:

    «El estudio de la lengua y de las lenguas –no puede estudiarse a fondo una sola– es el estudio del hombre y de su historia, y es un estudio donde todas las facultades tienen amplio ejercicio: razón, memoria, fantasía, inducciones y deducciones, poder analítico y fuerza sintetizadora; y estudio tal, partiendo del castellano para volver al castellano, después de haber conocido a la humanidad, por su lenguaje,en todo el tiempo ó merece ser emprendido; ya que nuestra lengua, y extranjeros eminentes lo reconocen, es quizá la más rica, sonora y noble de las lenguas hoy habladas; lengua, además de eso, que ha hablado un pueblo «que durante diez siglos, desde el 6º al 16º, ha sido el primero de Europa; igual a Grecia por la epopeya, a Italia por el arte y a Francia por la Filosofía» (V. Hugo) (...); lengua que acaso sea, al despertar de nuestra raza, por tres continentes esparcida, y al realizarse lo que hoy es ensueño generoso, la unidad de todos los hombres en una gran familia y de todos los pueblos en una gigante confederación de Estados, el habla definitiva de la Humanidad». {60}


    {51} Algunas personas me han hablado de un Manuel de Aritmética pero no he encontrado ningún ejemplar.

    {52} Para un estudio del significado de esta obra me remito a la introducción de Ramón Sarmiento a El arte de hablar. Gramática filosófica de la lengua castellana de Benot, Barcelona, Anthropos, 1991. Blas Zambrano escribió su Gramática con anterioridad a la publicación de esta obra póstuma de Benot pero la concepción del lenguaje como sistema de comunicación de unos seres con otros, su vinculación con el modo de pensar y el espíritu su capacidad para establecer la base de la universalidad de la naturaleza humana. Esta vinculación del habla al fenómeno humano. «En el hombre –dirá– se da el pensamiento y el lenguaje, se dan sus facultades o funciones, se da él entero en la existencia, antes de saber de esas realidades de una manera reflexiva...» (p. 20).

    {53} Está fechado en Segovia, 1919.

    {54} Corresponde a la parte tercera y no lleva fecha. Debió ser escrito con motivo de algunas clases de Psicología explicadas en la Normal de Maestros de Segovia. Este Centro permaneció abierto entre 1914 y 1924. Estas apenas ocho páginas muestran que Blas Zambrano apreciaba mucho esta ciencia a la que consideraba la base de las ciencias educativas y estaba al día de su producción. La literatura psicológica y pedagógica era muy abundante y asequible durante estos años.

    {55} Fragmentos desordenados de este extenso manual se conservan en la Fundación sin que me haya sido posible encontrar la fecha en que fueron escritos. Al menos se conserva el Prólogo y lo que él denomina «El criterio histórico» que nos permite conocer su orientación.

    {56} Publicados la mayor parte en los periódicos de Granada y tres muy largos que permanecen inéditos. El primero mecanografiado y completo; los dos restantes, desgraciadamente con hojas que por ahora no han aparecido. Estos últimos pertenecen ya a los últimos años de su vida.

    {57} Segovia, Imp. del Diario de Avisos, 1915.

    {58} Ya López Casimiro en el artículo citado con anterioridad hablaba de Zambrano como «un pedagogo regeneracionista».

    {59} Título que recuerda el de Concepción Arenal. «La Tierra de Segovia», 12-6-1919.

    {60} Tratado elemental de Lengua Castellana, Segovia, Alma Castellana, 1910, pp. 302-3. Además estos fueron los años de consolidación del proyecto manjoniano de las Escuelas del «Ave María». De 1900 existe una postal que envió a Unamuno donde le agradece el envío de los «Tres ensayos» que muestran un temprano conocimiento del autor de «Adentro».

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      Edición de José Luis Mora
    Badajoz 1998, páginas 22-32