La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Inocencio María Riesco Le-Grand

Tratado de Embriología Sagrada
Parte Segunda
/ Capítulo primero

§. II
Del aborto


Al definir el aborto los autores, andan bastante [193] discordes. Unos quieren que se aplique esta palabra a la expulsión del producto de la concepción antes del tiempo prefijado por la naturaleza, comprendiendo todos los partos prematuros. Otros cuando el feto es expelido antes de ser viable. Los jurisconsultos llaman aborto al uso voluntario de los medios para conseguir un malparto, a fin de que perezca el feto. Los médico-legistas definen el aborto diciendo que es la expulsión violenta del feto, y sus anejos en cualquiera época del embarazo.

Nosotros fundados en la filosofía, y en el dogma, prescindimos de las opiniones que sobre esto pueda haber, por lo que no dudamos definir el aborto voluntario diciendo; que es toda expulsión prematura del producto de la concepción procurada por medios artificiales, ya esté el feto animado, ya inanimado, ya sea viable, ya no lo sea; con un objeto cualquiera.

El aborto además de lo dicho, puede ser voluntario, o involuntario, por lo cual examinaremos algunas de sus causas. Las causas del aborto involuntario son muchas, unas son predisponentes, y otras determinantes; no obstante no existen entre estas dos causas límites bastante marcados, porque las que predisponen al aborto no determinan frecuentemente este accidente, si obran con fuerza y de una manera continua.

Las causas predisponentes del aborto son un temperamento nervioso, una exquisita sensibilidad, la plétora sanguínea, general o local, una debilidad extrema, habitar en parajes húmedos, bajos y pantanosos, habitar en hospitales mal aireados, y llenos de enfermos, [194] las emanaciones mal sanas, la compresión del vientre por vestidos estrechos y sobre todo por las armillas, corsés, &c., según hemos dicho en otra parte. Los alimentos muy jugosos y propios para producir la plétora, los guisados, las viandas pasadas, la dieta severa, el ayuno, las vigilias prolongadas, la diarrea, la constipación o estreñimiento, los flujos blancos, el miedo, los sustos, la alegría, el abuso de los placeres del amor sobre todo en los primeros meses del embarazo, y en la época que correspondía los días periódicos, de la menstruación.

Las causas determinantes del aborto son: la impresión súbita de un aire frío y vivo, la inmersión del cuerpo en agua fría, los golpes violentos sobre el vientre, o sobre los vacíos, las caídas sobre estas partes, los purgantes acres, las lociones irritantes, los emenagogos o remedios propios para excitar los órganos genitales y determina el aflujo de la sangre y reproducir las reglas el movimiento o conmoción ocasionado por el baile, las carreras, o la equitación, los cierzos, las sacudidas de un carruaje duro y mal montado, el levantamiento de los brazos, ya para elevar un peso, ya para alegar alguna cosa alta, la cólera, el temor, la sorpresa, el anuncio de una nueva aflictiva o imprevista, en fin, debe tenerse presente cuanto dejamos dicho en el capitulo tercero, parte primera de esta obra.

Además de encausa, hay otras que dependen del estado morboso del útero, como la rigidez de la fibra de este órgano o su atonía, los escirros y cáncer [195] uterinos: otras se originan del estado del feto y de sus envolturas, como enfermedades, o muerte del feto, rotura del cordón umbilical que es muy corto, callosidad u osificación de la placenta, su inserción sobre el cuello uterino, extrema delicadeza de sus membranas, pequeña cantidad de agua en el amnion.

Los signos del aborto son, dolores en los hijares y en el bajo vientre, que son sospechosos, si se dirigen a terminarse al ano o a la vulva, hemorragia uterina más o menos considerable, aplanamiento súbito de los pechos y del vientre, ausencia de los movimientos del feto, sentimiento de pesadez en los vacíos, ganas frecuentes de orinar, &c.

Para evitar que una mujer aborte es menester atender a las causas predisponentes, porque basta que se presente una causa determinante cualquiera para que se vea expuesto a este peligro. Generalmente en la clase acomodada de la sociedad son más frecuentes los abortos que en la clase menesterosa, sin duda la molicie engendra un temperamento tan extremadamente nervioso, y una susceptibilidad tan marcada que basta una ligera causa para que el aborto se verifique. Así pues tanto la mujer como el médico deben principiar por separar las causas determinantes. Una alimentación moderada, el ejercicio rural, las ocupaciones, el recreo, el esmero en los movimientos; evitando sacudidas violentas, y la sustracción al imperio de las pasiones.

Presentándose síntomas de aborto debemos emplear todos los medios que estén a nuestro alcance para contenerle, se hace acostar a la enferma de espaldas en [196] una cama ni muy caliente ni muy blanda, se coloca bajo su cabeza una almohada de paja de avena, con cubiertas espesas, a fin de que esté tanto o más elevada que el pecho; se recomienda una gran tranquilidad de espíritu. Si hay plétora sanguínea general, se le hace una sangría del brazo. En el caso de plétora local, se aplican quince o veinte sanguijuelas en el hipogastrio, o debajo del pubis: cuando hay constipación, se dan lociones emolientes, o laxativos; si hay diarrea o disentería, se aplican aun sanguijuelas como hemos dicho, y se la dan baños emolientes, sea con agua de almidón, u otra sustancia equivalente, y se procura que la enferma los resista todo el tiempo que le sea posible. En el caso en que los nervios estén muy irritados, será muy conveniente una bebida calmante compuesta del agua de flor de naranja, y el éter sulfúrico. En casi todos los casos la sangría es útil, y solamente una excesiva debilidad podrá contraindicarla. Las bebidas aciduladas, como el agua de grosella, o de limón, si hay tos catarral, el agua de tila engomada, el agua de cebada, y el agua de grama son muy excelentes.

Cuando estos medios se han empleado a tiempo se llegan las más de las veces a contener estos accidentes, y a prevenir el aborto; mas si las causas del aborto dependen de las lesiones del útero, o si son comunes al feto, y a sus dependencias, es casi imposible remediarlas.

Siempre que se haya acudido tarde, y siempre que las causas del aborto no pueden ser contrariadas, ni [197] destruidas, es necesario abandonar a la naturaleza, la expulsión del feto, y de la placenta, como en el parto natural, si sobrevienen accidentes se remedia según las circunstancias, mas entonces es necesaria la presencia del comadrón o de una matrona.

El aborto voluntario, es según dejamos dicho, el resultado de maniobras empleadas con la intención culpable de provocar la expulsión del feto antes del momento señalado por la naturaleza para la salida del útero, del que hablaremos en el párrafo siguiente.


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Inocencio María Riesco Le-Grand, Tratado de Embriología Sagrada (1848)
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