Filosofía en español 
Filosofía en español

“Falsos intelectuales”

los intelectuales

1899 «Las ideas ajenas, reveladoras de particularidades interesantes, deben recogerse aunque hieran creencias, sentimientos; todo aquello que se repite con el propósito de analizarlo, o de condensarlo en forma artística (utilísima a su modo), se ennoblece. El espíritu humano jamás debe retroceder por causa de temores puramente personales, como es entre ellos, el miedo a la opinión de la mayoría indocta, o al clamor de los falsos intelectuales, gran plaga ésta.» Jacinto Grau Delgado [1877-1958], Trasuntos, Librería Española, Barcelona 1899, pág. 188.)

«Esos niños mecidos en cunas cubiertas de encajes; esos jóvenes, futuros negociantes, industriales, magistrados, banqueros, médicos, unen a su vanidad repugnante la idea de que la sangre que corre por sus venas es más noble, más preciada y más pura que la que circula bajo la piel del hombre del pueblo. No hay, pues, que asombrarse de que esos frutos de un cultivo falso intelectual y moral traigan los vicios de que adolecen. Sería extraño que hombres de esta suerte educados fueran compasivos, generosos, animados por el impulso de la solidaridad, enamorados de la igualdad social o capaces de servir una causa con desinterés y convicción.» (Sebastián Faure, «El dolor universal», El Motín, Madrid 23 de diciembre de 1899, pág. 4.)

1903 «Los hombres de genio son las circunvoluciones del gran cerebro universal y aparecen en los pueblos cuando estos han evolucionado lo suficiente para producirlos: son destellos del fuego central; de él salen y a él vuelven. Si el pueblo fuera sabio, el individuo lo sería más; así los sabios son menos de lo que parecen. He aquí por qué nuestros falsos intelectuales se convierten en pequeños centros con atracciones centrípetas que conviene señalar. En todo caso entre ellos y el vulgo preferimos a este.» (A. López Rodrigo, «En defensa del vulgo», El Porvenir del Obrero, Mahón, 4 de julio de 1903, nº 147, pág. 3.)

1905 «El nuevo drama de Gorki, dice La Nuova Antologia, ha tenido un gran éxito en el Nuevo Teatro Dramático, de San Petersburgo. Titúlase Datchniki, de veraneo, y este título es un símbolo. Gorki presenta entre sus personajes dos falsos intelectuales, que no viven la verdadera vida, sino que se encuentran como de veraneo. Toda la obra es una sátira, una terrible crítica de esos pseudo-intelectuales, tan numerosos en la sociedad rusa. Enfrente de los advenedizos, de los infatuados, de los triunfadores egoístas en la lucha por la vida, Gorki pone dos o tres personajes simpáticos, verdaderos intelectuales, que desmienten la acusación dirigida al autor por haber escrito un libro contra todos los intelectuales en masa.» (La tarde, Palma de Mallorca, sábado 11 de marzo de 1905, pág. 2.)

1906 «Reyes reina; la patria desaparece; no hay libertad adentro, ni dignidad afuera; el despotismo, ahoga la libertad dentro de las fronteras de la república y el mercantilismo vende su independencia, fuera de ellas; el misticismo clerical del General Reyes, impone adentro el Silencio, y compra afuera el Elogio; falsos intelectuales y falsos liberales, le venden ambos; los áfonos y los sonoros, se disputan la adulación; no hay mediocridad que no se venda, ni bajeza que no se pague; la llamada a la deserción suena de todos lados y la Apostasía, es declarada la más alta virtud de Estado; pillaje y deserción, tal es el lema, que escribe en sus banderas, esa tribu monetizada, de burócratas, glotones y plutócratas sórdidos, que por una ironía del Destino, despedaza y devora la República; situación hecha de cobardías y apostasías, block de traidores y de Jesuítas, es la Regeneración en pie, menos los principios: la fórmula más odiosa de la Regeneración; la Regeneración clerical.» (José María Vargas Vila, Laureles rojos, Librería Americana, París 1906, pág. 190.)

1907 «No es así como se tratan cuestiones de verdadera trascendencia. Los verdaderos intelectuales, de innegable seriedad, rectos y sinceros, ponen su mirada mas alto de lo que tal vez la ponga el Sr. Burguete, sin que por esto se permitan llamarle embaucador de formularios, de audacias guerreras y de otros valores espirituales perniciosos y falsos. Un poco más de seriedad convendría en estos asuntos. ¿Se refiere quizá el Sr. Burguete a los falsos intelectuales, a esos pequeños intelectuales de localidad, para quienes todo lo de nuestra tierra es mezquino y despreciable, y arden en odio bárbaro contra todo lo que recuerde a España?» (Baltasar Champsaur, «La ciencia del valor», Nuestro Tiempo, año VII, número 101, Madrid, 10 de junio de 1907, pág. 396.)

1910 «“Los que sostienen y propagan estas doctrinas son falsos intelectuales, alucinados, que inconscientemente contribuyen con su influjo a tan perniciosa obra”.» («Para las damas. Consejos luminosos», Los Debates, Tortosa, jueves 13 de enero de 1910, pág. 1; El Diario Palentino, Palencia, 17 enero 1910; Diario del Comercio, Tarragona, 23 enero 1910, &c.)

«Cierto que el público anhelo, o desconoce absolutamente los planes vejatorio y absolutistas del Gobierno demócrata, o protestó enérgicamente contra su realización; pero ese criterio debe ceder ante las razones de alta política arriba expuestas, ante los graznidos de algunos centenares de falsos intelectuales, declarados enemigos de la libertad, y ante el empuje de la ola anarquista y antipatriótica, desencadenada en pueblos limítrofes al nuestro y que, a manera de huracanado vendaval, amenaza trastornar y arrancar de cuajo los fundamentos de la vida nacional española.» (P. A. Blanco, «La ley del “Candado”», España y América, año VIII, tomo IV, nº 22, Madrid, 15 noviembre 1910, pág. 307.)

1913 «Entonces hemos visto en nuestros teólogos el principio de la propiedad y sus limitaciones y los fines humanos y fraternales que debe ésta realizar; hemos estudiado las consideraciones que le merecía al ángel de las escuelas, Santo Tomás de Aquino, y después al inmortal Pontífice León XIII, que señaló evidentemente la solución del problema social a la consideración del mundo. El pueblo, utilizado por esos falsos intelectuales y por sus intermediarios, ha sido lanzado a la lucha sin Dios, y vosotros, aleccionados por esa ciencia sin sello divino, venís a servir a los poderosos y luego desapareceréis como bestias sin hallar un consuelo que os indemnice de vuestros sufrimientos y martirios.» «He ahí la filosofía del pueblo. Descended a él: veréis que lo habéis convertido en fiera, a la que tenéis que destruir con los cañones, y después de tantas libertades y progresos, resulta que lo habéis esclavizado de manera peor que lo hicieron los emperadores romanos. El sabio conferenciante ridiculiza a los falsos intelectuales con dos muy celebradas ocurrencias respecto al régimen de Copérnico y algo del filósofo alemán Kant.» («En el Ateneo Científico. Elocuente conferencia del insigne sociólogo P. Gerard», El Salmantino, Salamanca, martes 22 de abril de 1913, pág. 1.)

«Pero aún más preciso que el autor de Los eruditos a la violeta [Cadalso 1772] en su condenación a los falsos intelectuales, a los que ha denominado un escritor “los simuladores del talento”, lo es el autor de La derrota de los pedantes. [Moratín 1789.]» (La Revista de América, París 1913, vol. 2, parte 1, pág. 113.)

1915 «Pero lo que no miraremos nunca en silencio, es que el Secretario en ejercicio del Patronato Obrero Católico, fundado única y exclusivamente para proporcionar al proletariado católico la protección que los desmanes y tropelías de aquella clase tolerante que como auditorio nos ceenta encontró el Sr. Faura, hizo necesaria, vaya a predicar a un “Centro” tan abiertamente sectario y anticlerical, como que, por los mismos días en que la voz educadora y sabia del conferenciante resonó entre sus paredes, fue llevada a las redacciones de los periódicos locales, suplicando la inserción, un anuncio del concurso abierto por el Centro Obrero de Corporaciones, para la provisión de la plaza vacante de maestro de la escuela laica que en dicha entidad funciona. Eso es lo que nosotros no miraremos sin protesta. El Secretario de una entidad, de donde salieron unos jóvenes propagandistas a sembrar por los campos, yermos de toda instrucción, de la masa tortosina, la semilla de la religión y de la sana educación, no puede en manera alguna perorar en un “Centro”, cuya única misión es formar falsos intelectuales para mejor hacerles instrumentos de los apetitos de los socio-listos que los dirigen; como tampoco puede el Secretario de ese “Centro” visitar y hablar, aunque fuera para educar, en el Patronato Obrero Católico.» (La Tradición. Dios, Patria, Rey, Tortosa, sábado 20 de febrero de 1915.)

«Grupo libre de cultura. Mañana viernes, a las seis y media de la tarde, celebrará su acostumbrada sesión semanal este grupo en el salón de la Económica Matritense de Amigos del País (plaza de la Villa, 2). D. Ricardo Martínez-Arboleda disertará acerca del tema “Falsos intelectuales y verdaderos intelectuales”; D. Gonzalo Latorre dará una conferencia “Sobre el periodismo”, y D. José María Platero leerá algunas poesías inéditas.» (La Correspondencia de España, año LXVI, número 20.945, Madrid, jueves 17 de junio de 1915, pág. 6.)

«Intelectuales germanófilos. La Universidad Compostelana ha contrastado de manera digna y altamente patriótica a la actitud de ese pequeño y ridículo grupo de “falsos intelectuales”, que pululan principalmente en Madrid, haciéndose notar por sus excentricidades e inconveniencias, como la realizada en el pasado curso al enviar a Francia un Mensaje de solidaridad y simpatía, que la verdadera y sólidamente cimentada intelectualidad española estaba muy lejos de sancionar y aprobar. Treinta y ocho profesores de la por tantos títulos gloriosa Universidad de Santiago de Compostela han dirigido a sus ilustres y sabios compañeros de la Universidad de Berlín un “Mensaje” de admiración, de solidaridad y de fraternal compañerismo, protesta a la vez contra las falsas imputaciones de barbarie y de incultura, que sobre el admirable pueblo alemán se vienen lanzando con motivo de la conflagración europea; y esas “treinta y ocho firmas” del Mensaje representan a la Universidad Compostelana entera, porque entre ellas se encuentran las de sus “cinco decanos” de las facultades de Derecho, Medicina, Farmacia, Ciencias y Filosofía y Letras, únicas que, en todo o en parte, tienen en ellas establecidas sus enseñanzas. (De “El Cruzado”, 16 Octubre 1915, Mondoñedo.)» (El Norte, año VI, nº 1769, Gerona, 24 de octubre de 1915, pág. 1.)

«Todo hay que esperarlo de Inglaterra, y, acaso, también los Imperios centrales accedan a una paz separada con algunos de sus enemigos; pero si Inglaterra no depone su orgullo, entonces quedará sola para luchar contra Alemania, aclarándose, al fin, los verdaderos motivos por los cuales se ha encendido esta espantosa guerra, en cuyos motivos lo de menos es la defensa de la libertad, la civilización y el derecho, como quieren hacernos creer los falsos intelectuales que pretenden dirigir el pensamiento humano.» (Leónidas, «El estado de la campaña en los Balkanes», El Siglo Futuro, Diario católico, 2ª época, año IX, número 2.658, Madrid, jueves 4 de noviembre de 1915, pág. 1.)

1919 «No hay razas malditas. Llevar sangre germana en las venas es tan honroso como llevarla americana o española: No hay razas superiores, ni razas malditas, sino una sola raza, destinada a vivir en comunicación fraternal y en cooperación civilizadora, pese a sus déspotas y a sus falsos intelectuales. Son las circunstancias y las torpezas de los gestores del Derecho público los que promueven los odios y las guerras y los que llevan a los pueblos hermanos a la depredación y al libertinaje, al aborrecimiento y la derrota.» (Antonio Zozaya, «No hay razas culpables», La Voz de Menorca, 9 de agosto de 1919, pág. 1.)

1920 «Creo que ya estamos cansados del recitado melodramático, y nuestra sensibilidad tiende a buscar emociones más sinceras y evidentes que las engendradas en el ambiente romántico de falso intelectualismo.» (Juan del Brezo, «Música y músicos. Músicos españoles, Jaime Pahissa», La Voz, año I, número 75, Madrid, 25 de septiembre de 1920, pág. 3.)

1922 «Aquí Gurdilo empezó a hablar irónicamente de la enorme influencia que unos cuantos profesores y fabricantes de versos ejercían sobre el gobierno actual. —Ha bastado –dijo el orador– que un pobre pedante que enseña en nuestra Universidad la inútil lengua de los Hombres-Montañas, la cual de nada puede servirnos; ha bastado, repito, que descubriese en un bolsillo del tal gigante un libro del tamaño de cualquiera de nosotros, con unos versos disparatados, propios de su enorme animalidad, para que todos los falsos intelectuales que dominan nuestra organizacion universitaria, y son retribuídos exageradamente por el gobierno, viesen una ocasión de afirmar su influencia protegiendo a este colosal intruso como un compañero de letras. Y los altos señores del gobierno, que antes de ocupar sus cargos no conocían otra lectura que la del diario todas las mañanas, han aprovechado la ocasión para darse una falsa importancia de intelectuales, obedeciendo las indicaciones de sus protegidos que monopolizan la Universidad.» (Vicente Blasco Ibañez, El paraíso de las mujeres (novela), Prometeo, Valencia 1922, págs. 223-224.)

1923 «Un día vendrá, de seguro, en que habrá conseguido la Ciencia asegurar la salud al pobre, la tranquilidad al humilde, la paz y la libertad al menesteroso. Entonces, de los sauces gloriosos tornarán a ser descolgadas las arpas mudas. Aquel día volverá a encontrarse la forma, el molde, la palabra, la idea, que hoy buscan en la oscuridad a tientas los vates, cuando no los suplantan con la paradoja y la futilidad, grata a los holgazanes y falsos intelectuales a sueldo. Hoy, la verdadera poesía, la de los que trabajan y sufren injusticia, la que nada tiene que ver con los viciosos con nómina y los burgueses retrógrados pedantescos, con los dislocadores de la forma y envilecedores de los ideales, que se llaman originales y exquisitos porque hurtan el cerebro al estudio y el hombro al trabajo, esa poesía, propia de hombres puros, no podría condensarse sino en un alarido, en un grito de rabia, en una inarticulada queja gutural, que lanzarían las gargantas de los campesinos expoliados, de los obreros sin faena, de la juventud llevada al matadero, de los ancianos sin hogar, de las mujeres condenadas a eterno celibato, de los padres que buscan a sus hijos enfermos aire y luz que les cure y esperanza que les consuele.» (Antonio Zozaya, «Penas y rimas», La Libertad, Madrid, viernes 27 de abril de 1923, pág. 1.)

1924 «Su repertorio moderno asusta y asombra por su valor y por su abundancia. ¿Para qué copiar aquí esa serie de nombres que serán acogidos con una sonrisa de desdén por nuestros falsos intelectuales, artistas de pega? Desde Glazunof, Fauré o Max Reger, entre los músicos “de edad”, hasta los últimos Alban Berg, Alois Haba, Auric o Poulenc. Rusia, los países germánicos, Inglaterra, Francia, Italia, Holanda y Bélgica… Todo el mapa, menos España.» («El cuarteto “Pro-Arte”, de Bruselas, y su labor de cultura», El Sol, año VIII, número 2.051, Madrid, jueves 6 de marzo de 1924, pág. 8.)

Luis Ferreiro, «El falso intelectual», Heraldo de Zamora, miércoles 9 de julio de 1924.

1925 «Habla “O Seculo” del caos financiero en que se vive desde la guerra, de la crisis de la industria, el comercio y la agricultura, de la emigración de capitales al extranjero, y de la obra funesta de políticos y falsos intelectuales en los últimos años, para venir al examen de las hazañas de la titulada “Legión Vermelha”, que mantiene en alarma constante a la nación portuguesa.» (Julio de Acevedo, «Portugal. La “Legión Velmelha”», La Época, año LXXVII, número 26.750, Madrid, viernes 18 de septiembre de 1925, pág. 3.)

1926 «El Estado, a su vez, suprimiendo exámenes de ingreso y pruebas rigurosas al final del curso, contribuye a este estado de anarquía. Lo triste es que muchos de estos falsos intelectuales son desertores de la agricultura, del comercio, de la industria; es decir, de las únicas fuentes de riqueza.» (J. Alvarez-Sierra, «Actualidad docente. La asistencia obligatoria a clase», La Voz, año VII, número 1.635, Madrid, 14 de enero de 1926, pág. 4.)

«Los comentarios de la prensa. Un artículo de “La Nación”. Todos los periódicos de la noche dedican artículos de elogio a la personalidad del ilustre Cajal, con motivo del homenaje que esta mañana se celebró en su honor. La Nación, órgano de la U. P. inserta un artículo titulado: “Maniobra evitada. Intelectuales verdaderos y falsos intelectuales”. Bajo este título copia la nota facilitada anoche por el Gobierno y la comenta diciendo que los intelectuales verdaderos están obligados a dar ejemplo de disciplina y acatamiento al poder público.» (El Orzán, La Coruña, domingo 25 de abril de 1926, pág. 2.)

«Por otra parte, es inadmisible esa teoría de que para opinar hay que estar por encima de aquello de que se opina, pues ¿quién iba, entonces, a atreverse a opinar sobre nada? Únicamente los que se creyeran seres superiores, de excepción, semidivinos; es decir, los necios. ¿No opina a diario La Nación sobre ideas, cosas, hechos y personas? ¿No está todos los días diciéndonos quiénes son los verdaderos y los falsos intelectuales; los verdaderos y los falsos patriotas; cuál es la verdadera y la falsa libertad, la verdadera y la falsa democracia?… ¿Quiere decir entonces que se cree por encima de todo eso? No podemos suponer semejante cosa. Tenemos que pensar que el órgano oficioso, al emitir esas opiniones, no aspira a lanzar fallos inapelables, a darnos criterios infalibles de verdad, sino únicamente a exponernos su juicio, tan relativo y falible como todo lo humano. Pues en el mismo caso nos encontramos los demás periodistas, Yo reconozco –repito una vez más– que mi firma es modestísima; pero ¿es que acaso los colaboradores de La Nación son glorias universales? ¿Es que los señores Sánchez Pastor, Pemartín, Capellá, Santibáñez, De Pedro… son Homero, Platón, Cervantes, Kant, Dante, Shakespeare…? ¿Y no opinan ellos a diario sobre todo lo divino y humano? Pues ¿por qué no he de poder hacer yo lo mismo?» (Mariano Benlliure Tuero, «Crónica. Puntualicemos», La Libertad, año VIII, número 2072, Madrid, viernes 12 de noviembre de 1926, pág. 1.)

1927 «—¿Qué es lo que le gusta pillar con su automóvil? —Falsos intelectuales.» (Ramón Gómez de la Serna, «Manías de los escritores, La de Ortega y Gasset», La Gaceta Literaria, año I, número 6, Madrid, 15 de marzo de 1927.)

Edmundo González Blanco, «Verdaderos y falsos intelectuales», Caras y caretas, número 1496, Buenos Aires, 4 de junio de 1927, pág. [40].

1928 «Trabajo. Obreros e intelectuales. En estos momentos de rutinario conformismo, nada más interesante y prometedor de óptimos frutos que el interés y curiosidad de los intelectuales hacia la clase trabajadora. Siglos y siglos permanecieron desunidos pensamiento y acción, brazo y cerebro. Prejuicios insanos de clase hacían al obrero desconfiar –muchas veces con razón– del intelectual, y a éste sentir por el trabajador un desprecio injustificado. La decoración –y no por arte de birlibirloque, sino por imperativo de la vida– ha cambiado. El intelecto, refugiado primero en la severa celda monástica; luego al servicio del señor feudal, más tarde al de la aristocracia y, por último, al de la burguesía, creyó siempre laborar por la verdad y justicia. Caro pagó sus errores. Las rectificaciones comienzan, y un orden nuevo de cosas proyecta su silueta en lo porvenir. No obstante, quedan aún muchos cerebros adormidos en la placidez de la vida burguesa. Son los falsos intelectuales, son los que ponen el grito en el cielo al hablar de deshumanización, confundiendo humanidad con burguesía; en el fondo no son más que niños grandes, que gritan y patalean porque presienten que les van a quitar su juguete, la mujer de lujo, la fácil comodidad, los placeres banales, la vergonzosa servidumbre… Pero los gritos infantiles nunca llegaron a inquietar a los hombres, y se hicieron callar con unos azotitos. Alégrese, pues, la juventud obrera, de las nuevas perspectivas que surgen, y risueña y generosa, mire con simpatía ese intento de comprensión entre el intelecto y el músculo, único que podría hallar la solución cordial y humana que imperiosamente exigen los tiempos actuales.» («Vida joven», La Libertad, Madrid, jueves 6 de diciembre de 1928, pág. 2.)

1930 «Con la solemnidad que el acto requería y con una concurrencia inusitada, se celebró el día de hoy en esta iglesia parroquial, una misa por el alma de aquel genial, patriótico y ferviente católico que en vida se llamó don Miguel Primo de Rivera, en cuya bandera de gobernante ondeaba incólume, glorioso y nunca traicionado, el lema: Patria, Monarquía, Religión. […] Los intelectuales, porque podían juzgar toda la grandeza de lo realizado. ¡Sí, señores intelectuales! ¿Creen acaso los falsos intelectuales de las grandes urbes que en el medio rural no los hay? ¡Vanidad humana! Aunque pocos, éstos cultivaron sus inteligencias en los mismos centros que ustedes, aprovecharon sus enseñanzas como ustedes pudieron hacerlo, y las practican en un ambiente de paz y tranquilidad tan alejado de las rastrerías, intrigas y pasiones de los grandes centros de población, que la hacen más noble, digna y generosa, haciéndoles ver y juzgar los actos ajenos con el cerebro sereno y libre de toda mácula. Acaso ustedes, los intelectuales de el autobombo y el desplante, que tan pronto se llaman sabios como salvajes, monárquicos como republicanos, españoles como rusos, olviden que la inteligencia reside en el cerebro, y fijando su cuartel general en el estómago, éste dirige cuantos insultos y nauseabundos actos realizan. El señor cura párroco, oficiante en el acto dirigió a los concurrentes una elocuente, clara y sentida plática, poniendo de relieve lo noble y heroico del corazón del caudillo, la magnanimidad de su alma, su gran espíritu patriótico y su exaltado fervor católico, cuya fe ostentaba, ejercía y defendía en todos los actos de su vida.» (Juan Bernardo Cuadrado, «Desde Ibahernando. Con motivo de unos funerales por el alma del caudillo, don Miguel Primo de Rivera», Nuevo Día, Cáceres, martes 1 abril 1930, pág. 6.)

1931 «Somos partidarios –algo de eso dice el fondo de hoy– de la intervención de todo ciudadano en los negocios públicos. […] Pero es el caso que hemos leído el manifiesto que un grupo de intelectuales de Madrid dirige al país, anunciando su deliberado propósito de ocuparse muy activamente de la política. En principio nos parece de perlas la determinación. Pero nada más que en principio. Un intelectual al frente de los negocios públicos, sería algo tan calamitoso como encargar al Caballero Audaz o al maestro Guerrero, de la dirección de Aduanas, o enviar a Lalanda a estudiar el problema militar de los Balkanes. Desde luego, no profesamos a los intelectuales la menor ojeriza. Pero discurrimos que un intelectual tiene su sitio adecuado en el Ateneo, en la Cátedra y en el laboratorio, sin que esto quiera decir que llevemos nuestra intransigencia hasta el extremo de todo contacto con la gobernación del país. […] Y hablamos de los intelectuales de verdad; porque hay otro sector de falsos intelectuales, del que Dios nos libre…» (Dick, «Los intelectuales y la política», La Voz, Córdoba, 19 enero 1931, pág. 7.)

«Luego vendrá la falange de los técnicos. En un Parlamento ha de haber técnicos. Abogados, ingenieros, catedráticos. La técnica está por encima o al margen de la política. Los técnicos van a donde los llaman, si es con provecho; a la monarquía o a los soviets. No hay política sin técnica. ¡Paso, pues, a los técnicos! Y no se olviden de algún técnico de la Cultura, con mayúscula. La Cultura es también una técnica. ¡La técnica de las técnicas! ¡Paso, asimismo, a algún corifeo de la Cultura! De la Cultura como negación de la política. Como técnica pura, siempre bastardeada por los falsos intelectuales, por Platón en Siracusa y por Sócrates en los cenáculos atenienses. Aunque éste ya pagó, con la cicuta, sus desviaciones de la Cultura a la política. Bien empleado le estuvo.» (Luis Araquistain, «Los esquiroles de la Corona», Política, Córdoba, 13 de febrero de 1931, pág. 2.)

1932 «El falso intelectual se ha forjado un intelecto a su medida, con la lectura mal cuajada y el filosofar sentado, pensando en lo que hacen este gobernante y este otro, que por mal que lo hagan siempre lo harán mejor que él.» (Segundo Serrano Poncela, «Intelectual en España», Renovación. Órgano de la Federación de Juventudes Socialistas de España, Madrid, 26 de marzo de 1932, pág. 2.)

«Acordémonos de los sangrientos episodios de las revoluciones francesa y rusa, y no olvidemos tampoco a Castilblanco, queda también allí expuesto primorosamente el primero de los argumentos en pro de la anarquía hereditaria: “Sólo un personaje elevado puede ejercer la verdadera soberanía«; el pueblo entregado a sí mismo se desmoraliza entre las disensiones de los partidos nacidos de la sed de poder, «esos falsos intelectuales (parece que se alude a algunos de nuestros contemporáneos) no han visto que el pueblo es una potencia ciega y que sus advenedizos gobernantes son igualmente ciegos en política, no han comprendido que un hombre destinado a reinar, aunque fuera un imbécil, podría gobernar, mientras que otro no educado para ese fin, aunque fuera un genio, no entendería una palabra de política”. Algunas exageraciones contiene ese párrafo…» (El Marqués de la Eliseda [Francisco Moreno y Herrera], «Le peril judeo-maçonnique. Les “Protocols” des Sages de Sion, por Mgr. Jouin», Acción Española, número 10, Madrid, 1 de mayo de 1932, pág. 436.)

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