Filosofía en español 
Filosofía en español

“Verdaderos intelectuales”

los intelectuales

1896 «Pero, en todas partes, y este es el premio único de los espíritus como el suyo, sepa que tendrá el aplauso sincero de los que saben reconocer a los verdaderos intelectuales, y aplaudir a los honrados y bravos trabajadores. Rubén Darío. Buenos Aires, Junio de 1896.» (Rubén Darío, «Artistas argentinos. De la Cárcova», Almanaque Sud-americano para el año 1897, El Siglo Ilustrado, Buenos Aires 1896, pág. 263.)

1898 «Es que la golfería en libertad ha obligado a los verdaderos intelectuales a recogerse en sus casas. Realmente la vida intelectual necesita para normalizarse un reglamento de policía urbana que señale horas determinadas a los golfos, y aun sitios a propósito; claro es que en las afueras de la ciudad de Minerva, para que se entreguen a sus fechorías. Mientras se les consienta parapetarse en Academias y Ateneos, y hasta en las columnas de los periódicos, darán mucho que sentir.» (José Verdes Montenegro, «La golfería intelectual», Vida Nueva, Madrid, 19 junio 1898, nº 2, pág. 2.)

1900 «No hay que desmayar. Junto a ellos hay una falange de espíritus superiores, verdaderos intelectuales, que ven la salvación de Francia… precisamente en todo lo contrario.» (Fray Candil, «Baturrillo» –París, Febrero 1900–, Madrid Cómico, tercera época, año XX, número 20, 17 de febrero de 1900, pág. 3.)

1901 «El abyecto materialismo, que estaba en boga en la aurora del siglo, ha hecho bancarrota; la filosofía ha sido impotente para construir por sí misma, no desdeña los datos de la ciencia cristiana; la apología tiene un gran puesto en sus trabajos, haciendo desaparecer muchos y grandes perjuicios, reduciendo a la nada los decantados sofismas de Voltaire, hasta el punto de que no se atreven a repetirlos, los que saben respetarse, mientras los verdaderos intelectuales se convierten en prosélitos inesperados, como los Brunetiére, los Copée y los Paul Bourget. Así que el renacimiento religioso, a pesar de cuanto se ha hecho para detenerlo, se revela bajo todas las formas; irritando o aturdiendo a sus adversarios.» (Mariano Soler, Arzobispo de Montevideo, El legado del siglo XIX. Temores y esperanzas respecto de la sociedad moderna, Tip. Uruguaya de Marcos Martínez, Montevideo 1901, pág. 86.)

«Existe una causa concurrente que contribuye a hacer más perniciosos aún los efectos de esta ausencia de verdaderos intelectuales, –gentes que viven del libro para el libro.» (Estudios, Coni Hermanos, Buenos Aires 1901, vol. 2, pág. 290.)

1902 «Estos con frecuencia incurrieron en arcaicas altisonancias, vicio ingénito en ellos, al cantar a la patria, y degeneraron en lo ramplón al tocar las cuerdas de la fe y del amor. Los verdaderos intelectuales veían con malos ojos tales amaneramientos, anejos a la pobreza de inteligencia o a la falta de cultura, y los pseudo-intelectuales, a su vez, empezaron a mirar con soberano desdén la que llamaron poesía floralesca, para la cual, y para la institución que la mantenía, pareció iniciarse una etapa lánguida y trabajosa. De pronto, entre los jóvenes, apareció un verdadero poeta dando una nota vibrante con La Sardana, composición genuinamente popular, pero que por su originalidad y por el atrevimiento de su estructura revelaba a un artista personalísimo. La Sardana vino a ser la nota nueva, y Maragall el artista que, rompiendo moldes, surgía como apóstol de una poesía original, sana y redentora.» (Rafael Altamira, «La literatura durante la Regencia», Nuestro Tiempo, Madrid, julio 1902, año II, nº 19, pág. 30.)

1905 «El nuevo drama de Gorki, dice La Nuova Antologia, ha tenido un gran éxito en el Nuevo Teatro Dramático, de San Petersburgo. Titúlase Datchniki, de veraneo, y este título es un símbolo. Gorki presenta entre sus personajes dos falsos intelectuales, que no viven la verdadera vida, sino que se encuentran como de veraneo. Toda la obra es una sátira, una terrible crítica de esos pseudo-intelectuales, tan numerosos en la sociedad rusa. Enfrente de los advenedizos, de los infatuados, de los triunfadores egoístas en la lucha por la vida, Gorki pone dos o tres personajes simpáticos, verdaderos intelectuales, que desmienten la acusación dirigida al autor por haber escrito un libro contra todos los intelectuales en masa.» (La Tarde, Palma de Mallorca, sábado 11 de marzo de 1905, pág. 2.)

1907 «No es así como se tratan cuestiones de verdadera trascendencia. Los verdaderos intelectuales, de innegable seriedad, rectos y sinceros, ponen su mirada mas alto de lo que tal vez la ponga el Sr. Burguete, sin que por esto se permitan llamarle embaucador de formularios, de audacias guerreras y de otros valores espirituales perniciosos y falsos. Un poco más de seriedad convendría en estos asuntos. ¿Se refiere quizá el Sr. Burguete a los falsos intelectuales, a esos pequeños intelectuales de localidad, para quienes todo lo de nuestra tierra es mezquino y despreciable, y arden en odio bárbaro contra todo lo que recuerde a España?» (Baltasar Champsaur, «La ciencia del valor», Nuestro Tiempo, año VII, número 101, Madrid, 10 de junio de 1907, pág. 396.)

1910 «La fuerza no es lo mismo que la fuerza bruta. El calificativo restringe enormemente la extensión de la idea. Casi la convierte en debilidad. El lenguaje internacional ser fuerte es ser inteligente, ser moral, ser pueblo artista. Dar una organizacron a las masas capaz de llevarlas a la muerte en bien de los demás, no es problema de torpes. Ha de resolverlo una selección de verdaderos intelectuales. La palabra que predique al recluta la muerte en bien de la Nación ha de salir de un hombre noble, elevado, creyente, moral. Sólo un alma exquisita engendra el sentir grande, lo comunica a los demás y hace que la masa produzca un máximum de fuerza.» (Barbero-Seguí [Abilio Barbero & Juan Seguí], «Cultura y Ejército», Nuestro Tiempo, Madrid, julio 1910, año X, nº 139, pág. 57.)

1915 «Grupo libre de cultura. Mañana viernes, a las seis y media de la tarde, celebrará su acostumbrada sesión semanal este grupo en el salón de la Económica Matritense de Amigos del País (plaza de la Villa, 2). D. Ricardo Martínez-Arboleda disertará acerca del tema “Falsos intelectuales y verdaderos intelectuales”; D. Gonzalo Latorre dará una conferencia “Sobre el periodismo”, y D. José María Platero leerá algunas poesías inéditas.» (La Correspondencia de España, año LXVI, número 20.945, Madrid, jueves 17 de junio de 1915, pág. 6.)

1926 «Los comentarios de la prensa. Un artículo de “La Nación”. Todos los periódicos de la noche dedican artículos de elogio a la personalidad del ilustre Cajal, con motivo del homenaje que esta mañana se celebró en su honor. La Nación, órgano de la U. P. inserta un artículo titulado: “Maniobra evitada. Intelectuales verdaderos y falsos intelectuales”. Bajo este título copia la nota facilitada anoche por el Gobierno y la comenta diciendo que los intelectuales verdaderos están obligados a dar ejemplo de disciplina y acatamiento al poder público.» (El Orzán, La Coruña, domingo 25 de abril de 1926, pág. 2.)

«Por otra parte, es inadmisible esa teoría de que para opinar hay que estar por encima de aquello de que se opina, pues ¿quién iba, entonces, a atreverse a opinar sobre nada? Únicamente los que se creyeran seres superiores, de excepción, semidivinos; es decir, los necios. ¿No opina a diario La Nación sobre ideas, cosas, hechos y personas? ¿No está todos los días diciéndonos quiénes son los verdaderos y los falsos intelectuales; los verdaderos y los falsos patriotas; cuál es la verdadera y la falsa libertad, la verdadera y la falsa democracia?… ¿Quiere decir entonces que se cree por encima de todo eso? No podemos suponer semejante cosa. Tenemos que pensar que el órgano oficioso, al emitir esas opiniones, no aspira a lanzar fallos inapelables, a darnos criterios infalibles de verdad, sino únicamente a exponernos su juicio, tan relativo y falible como todo lo humano. Pues en el mismo caso nos encontramos los demás periodistas, Yo reconozco –repito una vez más– que mi firma es modestísima; pero ¿es que acaso los colaboradores de La Nación son glorias universales? ¿Es que los señores Sánchez Pastor, Pemartín, Capellá, Santibáñez, De Pedro… son Homero, Platón, Cervantes, Kant, Dante, Shakespeare…? ¿Y no opinan ellos a diario sobre todo lo divino y humano? Pues ¿por qué no he de poder hacer yo lo mismo?» (Mariano Benlliure Tuero, «Crónica. Puntualicemos», La Libertad, año VIII, número 2072, Madrid, viernes 12 de noviembre de 1926, pág. 1.)

1927 Edmundo González Blanco, «Verdaderos y falsos intelectuales», Caras y caretas, número 1496, Buenos Aires, 4 de junio de 1927, pág. [40].

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