Filosofía en español 
Filosofía en español

“Paz perpetua”

1377 «En el siguient verano en el mes de julio Adoloald encara infant, biuiendo el padre et present en Milan, fue criado rey de los longobartes, presentes los legados de Theodeperto, rey de Francia, qui auia esposada la fija del dicto rey a Odoloando. Et firmaron paz perpetua con los longobartes.» (Juan Fernández de Heredia, Traducción de Breviarium ab urbe condita, de Eutropio, 1377-1399. corde.)

1400 «Esta cosa fecha asy por los latinos fue muy agradable e muy agradescido del senado e de los padres de Roma: e por gracias dello enviaron a los latinos seys mill cativos que tenían de los suyos; otrosí la aliança que avían con ellos, que era como manera de tregua, fue fablado delante los nuevos maestros (que quiere dezir, los cónsules e tribunos de aquel año) que fuese paz perpetua.» (Pero López de Ayala, Traducción de las Décadas de Tito Livio, c1400, corde.)

1424 «E asy non solamente treguas a tienpo, mas paz perpetua fue entre ellos, con grandes çertenidades fecha, jurada e fyrmada.» (Cancionero de Juan Fernández de Íxar, a1424-1520, corde.)

1430 «E asy non sola mente treguas a tienpo. mas paz perpetua fue entre ellos con grandes çertinjdades fecha. jurada. & firmada.» (Cancionero de Salvá, c1430-a1480, corde.)

1431 «El rey Richarte de Yngalaterra casó con fija del rey Charles de Françia, e fue en los tratos del casamiento que el rey de Ynglaterra dexase los títulos que avía en Françia, ansí de Normandía como de Guiana. E fizieron paz perpetua. Quando los yngleses supieron de aquella paz, los más dellos ovieron grand pesar por ello, ca ellos non querían aver paz con ninguna naçión, porque con la paz les va a ellos mal, ca son tanta gente que non caben en su tierra, e muchos dellos en tienpo de paz non se pueden mantener. E si su rey en algund tienpo faze paz con algunas gentes, que le faze menester dar salvocondut [a] algunos navíos de mercadores, pocas vezes lo guardan.» «Quando vieron cómo el rey Richarte avía fecho paz perpetua con Françia, buscaron cómo le matasen, e pusiéronle muchas malas cosas que en él non avía.» (Gutierre Díaz de Games, El Victorial, 1431-1449, corde.)

1436 «…por ende vos mando que fagades el dicho juramento e guardedes, e cumplades e fagades guardar e complir e tener bien, e fiel, leal e verdaderamente a los dichos reyes de Aragón e de Navarra, mis muy caros e muy amados, e a la dicha reina doña Blanca de Navarra, mi muy cara e muy amada tía, e a sus regnos, e tierras e señoríos, e al dicho infante don Enrique, mi muy caro e muy amado primo, e a la dicha infanta doña Catalina, mi muy cara e muy amada hermana, e al dicho infante don Pedro, mi muy caro e muy amado primo, la dicha paz perpetua que les yo di e otorgué, e que non vayades nin consintades ir nin venir nin pasar contra ella directe nin indirecte, pública nin ascondidamente, agora nin en algund tiempo por alguna manera so las penas establecidas en los fueros e derechos, e por las leyes e ordenamientos de los mis regnos e señoríos contra aquellos que quebrantan e pasan paz perpetua fecha e otorgada por su rey e señor natural e son violadores e quebrantadores d'ella.» (Carta de juramento, 1436, corde.)

«& asi non sola mente treguas a tienpo mas paz perpetua fue entre ellos con grandes çertenjdades fecha jurada & firmada.» (Cancionero de París, c1436.a1470, corde.)

1440 «No dubdo yo, sy tú no vienes en condiçión, que hazes con él perpetua paz, syn más contender.» (Juan Rodríguez del Padrón, Siervo libre de amor, 1440, corde.)

«Capitulo 44. Los fazedores de las leys mas paran mientes a la amiçiçia que a la justiçia & si podiesse star paz perpetua en la çibdad non farian leys.» (El Tostado –Alonso Fernández de Madrigal–, Libro de amor e amicicia, 1440-1455, corde.)

1441 «Pues para dar tranquilidad e sossiego e paz perpetua en vuestros reinos, según mi opinión, quatro cosas son necessarias, sin las quales o falleciendo alguna dellas, yo no veo vía ni camino por dónde, nin cómo esperarla devamos, conviene saber: entera concordia de vos e del Príncipe, restitución de los cavalleros ausentes, e deliberación de los presos; de los culpados general perdón.» (Diego de Valera, Tratado de las epístolas enviadas por mosén Diego de Valera en diversos tienpos e a diversas personas, 1441-1486, corde.)

1448 «E assí non solamente treguas a tiempo, mas paz perpetua fue entr'ellos con grandes certinidades fecha, jurada e firmada. Testifica assí mesmo Valerio * que, dimittidas e dexadas las armas por este Bías, tanto se dio a la sçiencia moral que todas las otras cosas aborresçió, e las hovo assí commo en hodio, por tal que, non sin causa, uno de los siete sabios fue llamado e uno assí mesmo de aquellos que, renunçiada la tabla o mesa de oro, la offresçieron con grand liberalidad al oráculo de Apolo.» (Marqués de Santillana –Íñigo López de Mendoza–, Bías contra Fortuna, 1448-1453, corde.)

1481 «Y esto savido por el rey, acordose que se diese seguro a Abdilbar para que viniesse fablar con el rey, para conçertar lo que en esto se deviesse façer. Y este moro Abdilbar vino a fablar con el rey, e vinieron con el fasta dos mill de cavallo, los mas en punto que avia en el reyno de Granada, e salieron con el rey a la fabla el almirante don Fadrique e los marqueses de Santillana e Villena, y el maestre de Calatrava e los condes de Benavente e Plasençia e Alva e Paredes, e todos los otros prinçipales cavalleros que en el real estavan, e las batallas del rey estavan todas en el canpo, puestas en el horden que devian; e los moros mostravan grande alegria creyendo, que se concluyria perpetua paz entre estos reynos.» «Tomado mi camino, yo me fui derecho para Calahorra, donde el conde de Fox, prínçipe de Navarra, e la prinçesa, su muger, estavan, e después de ser bien rresçebido de sus cavalleros, vine delante de ellos, e dadas las cartas del rrey, les dixe: “Ylustre señor y señora, el rrey de Castilla, mi soberano señor, por suplicaçión de un enbaxador, que a su alteza enbiastes con cartas de creençia, para que acá enbiase alguno suyo, su rreal çelsytud, queriendo hazer lo que ansí en nonbre vuestro le fue pedido, me enbía a vuestras señorías, a dos prinçipales cosas: primera, que vos dixese que él no puede saber que él sea la cabsa que vos aya movido a tanto atrevimiento y osadía de entrar ansí en sus rreynos con mano armada a tomar e ocupar aquesta su çibdad, mas por la trayçión de algunos çibdadanos que vos la dieron, que no por fuerça de armas, estando en hermandad e confederaçión de perpetua paz con el rrey e con el rreyno de Françia, e que su alteza no tiene tanto sentimiento de la pérdida de esta çibdad, que sin cabsa le avés usurpado, quanto de la nesçesidad en que está por la trayçión de sus súbditos; porque sabida cosa es, que si fuera de ella estuviera, ni vosotros señor e señora osárades enprender de tomalla, ni vuestro atrevimiento se quedara syn vergüença, pero como las cosas de los rreyes sean juyzios de Dios e todas proçedan de su divinal providençia, a lo querido tolerar con paçiençia, esperando en su ynfinita bondad que muy presto aquellas suçederan en próspero aumento de su rreal estado, e lo que agora está enfermo, será convertido en salud, e se tomará la enmienda que las tales osadías meresçen. Segunda, para saber qué es lo que a la señoría de vosotros plaze e qué cabsa vos movió a pedir mi venida, vuestras exçelençias”.» (Crónica de Enrique IV de Castilla 1454-1474, c1481-1482, corde.)

1528 «Por çierto, palabras fueron dignas de notar, por las quales Licurguio, el Rey, meresçió eterna memoria para su persona y aquel fortunado reyno paz perpetua para su república.» (Antonio de Guevara, Libro áureo de Marco Aurelio, capítulo XXIII: Cómo Marco Emperador llamó un día a todos los offiçiales de su corte.)

«Pues do se commuta la enojosa compañía de los hombres por la dulçe de los dioses, y el estado seguro por la fortuna dubdosa, y el temor continuo por la paz perpetua, y la vida mala por fama buena, no me paresçe que es mal troque.» (Antonio de Guevara, Libro áureo de Marco Aurelio, capítulo XLIII: De lo que Marco el Emperador dixo a los ayos de su hijo y governadores del Imperio.)

1529 «Fue este fecho tan loado entre los griegos y fue en tanto tenido de sus enemigos, que luego los metinenses embiaron embaxadores a pedir paz a los perinenses, y ordenaron entre sí paz perpetua con tal condición que al filósofo Bías fiziessen una immortal estatua, pues por sus manos y más por sus virtudes avía entre ellos cessado aquella guerra.» (Antonio de Guevara, Reloj de Príncipes, capítulo XXI: Quién fue el philósopho Bías, y de la constancia que tuvo quando perdió todo lo que tenía.)

«A esto respondemos que el Senado de Athenas no tiene costumbre de otorgar tregua para después tornar a la guerra; porque tenemos por ley muy antigua los athenienses que liberalmente acetamos la guerra cruda y liberalmente otorgamos la paz perpetua. […] El filósofo Heuxino, vuestro embaxador, nos ha hablado tan alta y tan eloqüentemente en este Senado, a que nos parece que negarle alguna cosa de lo que pide sería muy injusto; porque muy más honesto es otorgar la paz al que la pide por palabra que no al que la pide con la lança. Sea, pues, el caso que el Senado, y los sabios, y el pueblo de Athenas al Senado y a los sabios y al pueblo de los lacedemonios de todo coraçón alça dellos la guerra y concédeles la paz perpetua, y esto se haze porque sepa todo el mundo que Athenas es tan animosa para los atrevidos, y es tan amiga de los sabios, que sabe castigar a los capitanes locos y se dexa mandar de philósophos cuerdos. […] Y, pues ya de enemigos tan antiguos nos declaramos por vuestros amigos verdaderos, no sólo queremos alçaros la guerra y embiaros la paz perpetua, pero aun queremos daros un consejo para conservarla; porque de mayor excellencia es la medicina que conserva la salud que no la purga que alança la enfermedad. […] No más, sino que a los dioses immortales (assí vuestros como nuestros) pedimos sean en vuestra y en nuestra guarda, y a ellos plega de conservarnos en esta paz perpetua; porque sólo aquello será perpetuo que por voluntad de los dioses fuere confirmado.» (Antonio de Guevara, Reloj de Príncipes, libro II, capítulo XXVI: De una carta que escrivieron los athenienses a los lacedemonios.)

1539 «Sabido por los bárbaros que moravan de la otra parte del Danubio las victorias que Trajano avía avido y los muy ricos hedificios que avía hecho, y las grandes dádivas que avía dado, y la clemencia que con los prisioneros avía usado, embiaron sus embaxadores a Trajano, los quales de muy buena voluntad assentaron con él paz perpetua y se obligaron a guardarle el reyno de Dacia.» (Antonio de Guevara, Una década de Césares, capítulo XIV: De la segunda vez que Trajano entró en Roma, y de las notables cosas que hizo en ella.)

1543 «Comienza el año de XXIX. Cap. CX. De como estando el rey en Valladolid se trataron y afirmaron confederaciones y alianzas y paz perpetua entre los reyes de Castilla y Aragón y Navarra.» (Comienza la Crónica del serenísimo rey don Juan el segundo deste nombre. Fue impresa por mandato del católico rey don Carlos su bisnieto, En Sevilla, año de MDXLIII, folio cxxxii, recto.)

1586 «Mas que fin, ya que es hecho, le daremos, | Que fruto puede dar tan gran contienda. | No vale mas que en paz perpetua estemos, | y que en casar a aquestos dos se entiendan.» (La Eneida de Virgilio, príncipe de los poetas latinos, traducida en octava rima y verso castellano, Zaragoza MDLXXXVI, libro cuarto, pág. 72v.)

1634 Las continuas victorias que ha tenido el serenissimo y potentissimo Vlasdilao Quarto Rey de Polonia, Suecia, &c. Y las capitulaciones que admitió para la paz perpetua entre los Moscovitas, y su Reyno de Polonia en este año de 1634, Viuda de Alonso Martín, Madrid 1634, 4 págs. (BNM VE/185/5, VC/226/79, VC/248/2)

1635 Concordia y confederacion de perpetua paz y amistad entre las sagradas religiones de la Compañia de Iesus, y Carmen Descalço, Madrid, 17 febrero 1635, 3 páginas. (BNM R/23909-39)

1777 «Tratado de límites. Artículo I. Habrá una paz perpetua y constante, así por mar como por tierra, en cualquier parte del mundo, entre las dos naciones Española y Portuguesa, con olvido total de lo pasado, y de cuanto hubieren obrado las dos en ofensa recíproca. […] Fecho en San Ildefonso a primero de Octubre de mil setecientos setenta y siete. El Conde de Floridablanca. D. Francisco Inocencio de Souza Coutinho.» Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata, Imprenta del Estado, Buenos Aires 1836, tomo cuarto, págs. 3 y 15.)

1786 «En el nombre de Dios Todopoderoso. El presente Tratado de paz perpetua se ha concluido hoy día la fecha entre la España y la Regencia de Argél, deseando que sea a gusto y admitido del Poderosísimo Rey Don Carlos Tercero (que Dios guarde y prospere) como lo está al del magnífico Dey Mahamet Baxá (que Dios guarde y prospere) con el consentimiento general del Diván, del Mufti de los dos Cadies, los Sabios, Gente buena, y del Supremo Agá, debiendose firmar y sellar tres originales en idioma Español y Turco por ambas partes, uno para S. M. Católica, otro para el magnífico Baxá Dey, Diván y Milicia de Argél, y otro que ha de quedar en poder del Cónsul que resida en esta Plaza. Publicado y dado en nuestro Palacio el día 17 de la Luna de Chaván 1200, y de la Era de los que siguen la Ley de Jesús el 14 de Junio de 1786. Mahamet Baxá.» (Colección de pragmáticas, cédulas, provisiones, autos acordados, y otras providencias generales expedidas por el Consejo Real en el reinado del señor don Carlos III, tercera edición, Madrid 1803, pág. 581.)

1790 «Establecióse por él la paz perpetua acostumbrada, Cónsules españoles en todas las escalas de Levante, comercio recíproco pagando los derechos que las demás potencias amigas y protección especial en las peregrinaciones que hiciesen los españoles a Jerusalén.» (Conde de Fernán Núñez –Carlos Gutiérrez de los Ríos–, Vida de Carlos III, c1790, corde.)

1837 «De la paz perpetua. I. La sola paz perpetua que puede establecerse entre los hombres es la tolerancia, la paz imaginada por un Francés llamado el abate Saint-Pierre es una quimera que subsistirá entre los príncipes tan dificilmente, como entre los elefantes y los rinocerontes, y como entre los lobos y los perros. Los animales carniceros se despedazarán siempre a la primera ocasión (1). (1) El proyecto de una paz perpetua es absurdo, no en sí mismo pero si del modo que ha sido propuesto. No habrá más guerras de ambición o de capricho, cuando todos los hombres sepan que nada hay que ganar en las guerras más dichosas, que sólo favorecen a un corto número de generales y de ministros; pues entonces un hombre que emprendiese la guerra por ambición o por capricho, sería mirado como el enemigo de todas las naciones; y en lugar de alterar su tranquilidad cada pueblo emplearía sus fuerzas para arreglar las disensiones que se hubiesen fomentado; cuando todos los pueblos estén convencidos de que el interés de cada uno es de que el comercio sea absolutamente libre, no habrá más guerra de comercio; cuando todos estén de acuerdo en que, si la sucesión de un príncipe está en disputa, son los habitantes de sus Estados los que deben juzgar el pleito entre los competidores, no habrá más guerras por causa de sucesiones o por antiguas pretensiones. Siendo entonces las guerras extremadamente raras, y sus autores ordinariamente castigados se podrá decir: Los hombres gozan de una paz perpetua como se ha dicho que gozan de seguridad en los Estados civilizados sin embargo de que algunas veces se cometan asesinatos.» (“De la paz perpetua, por el doctpr Goodheart, traducción de M. Chambon. Escrito por Voltaire. Se halla en el tomo 29 de sus obras, edición de Kelh”, en Filosofía de Voltaire, traducida al español, Imprenta del Diario, Coruña 1837, págs. 199-200.)

1843 «Cuestión fue que se examinó en Francia a principios de siglo próximo pasado, y recién muerto Luis XIV, si valía más llevar adelante el gobierno por medio de ministros o de consejos, y sobre ello escribió el famoso soñador, el clérigo Saint Pierre, célebre por su proyecto para establecer la paz perpetua, proponiendo con el nombre sacado del griego de Polisynodia los consejos, y queriendo desacreditar la autoridad hasta de los ministros, con calificarla de visirato o semivisirato.» (Antonio Alcalá Galiano, Lecciones de Derecho Político, 1843-1844, corde.)

Plácido Jove Hevia, teórico pacifista kantiano en 1848

Plácido Jove Hevia (1823-1909), de los primeros que utiliza en lengua española el rótulo “alma nacional” (en su soneto “El alma nacional”, publicado el 22 de octubre de 1845 en el madrileño periódico monárquico La Esperanza), fue también pionero en glosar la paz perpetua exaltando a Kant, como realización, al fin y al cabo, de la doctrina de Jesucristo, en De la confederación de los pueblos, como único medio de realizar su derecho natural, “Discurso leído en la Universidad Central, por Plácido Jove y Hevia, Abogado del Ilustre Colegio de esta Corte, e individuo de la Sociedad Económica Matritense, en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Jurisprudencia” (Madrid 1848, 16 páginas), en ceremonia realizada el domingo 2 de julio de 1848 (tres meses después del inicio de la difusión desde Londres del Manifiesto del Partido Comunista, y de que Francia proclamase su Segunda República; y cuando comenzaban a llegar a Madrid las noticias de la represión de la nueva revolución francesa, “subversión de la sociedad burguesa”, tras las parisinas jornadas de junio dirigidas “por la fracción republicana de la burguesía”, que supusieron incluso la muerte del arzobispo Dionisio Augusto Affre del disparo recibido mientras andaba mediando entre barricadas). Como es natural Plácido Jove no se mueve a la escala de Las luchas de clases en Francia de Marx, sino de la buscada armonía entre Naciones. (En septiembre de 1845 había sido nombrado Lorenzo Arrazola primer catedrático de derecho internacional de la universidad española, para cumplir el Plan General de estudios de Pedro José Pidal, que centralizaba en España el doctorado en la Universidad de Madrid y establecía además que, para graduarse de doctor en Jurisprudencia, debía cursarse un año de Derecho internacional, la nueva disciplina recién institucionalizada.)

«Grado de doctor. El domingo último recibió en la universidad central de esta Corte el distinguido joven don Plácido Jove y Hevia la investidura de doctor en jurisprudencia. La memoria que con este motivo leyó Sobre la confederación de los pueblos, y que hemos tenido el gusto de leer después, llamó justamente la atención del auditorio, no solo por la elevación de su estilo, sino por su elegancia y pureza. También agradó sobremanera el elocuente discurso con que terminó el acto.» (El Clamor Público, periódico del partido liberal, Madrid, martes 4 de julio de 1848, pág. 3.)

«Ayer recibió la investidura de doctor en jurisprudencia un joven conocido ya por su laboriosidad y su talento, don Plácido Jove y Hevia; y en verdad que pocos se habrán acercado con mayores merecimientos a recibir el bautismo de la ciencia. «De la confederación de los pueblos, como medio de realizar su derecho material»: tal fue el tema sobre que versó su discurso. Este, escrito, como todos los trabajos del señor Jove, con un estilo elegante y correcto, y nutrido de juiciosas ideas, llenó cumplidamente las esperanzas de todos. El candidato respondió también con facilidad y acierto a las oportunas observaciones que le hicieron los doctores Baquer y Pinuaga. Por último, las palabras que pronunció para dar gracias por la honra que acababa de obtener, hallaron vivas simpatías en cuantos se hallaban presentes a tan solemne acto. He aquí algunos párrafos de la disertación del señor Jove: «¿Cuál es, pues, la verdadera noción del derecho? Nuestras hermanas las universidades de Alemania nos lo han dicho en estos últimos tiempos. Sobre las contiendas de las escuelas exclusivas y por lo tanto falsas, aparece la gran figura de Kant, abrazando todos los elementos que hasta entonces se habían creído encontrados y coordinando todas las verdades para formar la gran verdad. Kant y las escuelas de él derivadas han dado cima al estudio de la noción del derecho, si bien son demasiado abstractas y hasta ininteligibles a veces a nuestra compresión meridional, en lo que respecta a los principios puramente filosóficos.» «Todos los atributos esenciales y todos los fines de la naturaleza humana en sus relaciones obligatorias: he aquí el derecho. El es uno mismo en cualquier esfera de actividad en que obre: en la familia como en las pequeñas comunidades, en las naciones como en la gran asociación universal, es siempre el mismo en su esencia; solo varía en atención a las individualidades a que se le aplica: es como una expresión matemática en que solo hay que sustituir los términos.» «El poder internacional acabaría con las conquistas evitando el escándalo de que miles de hombres, convertidos en máquinas, marchen a morir porque su señor cuente con una ciudad más en su imperio. El poder internacional realizaría la paz perpetua, tan deseada por muchos filósofos y que el gran Enrique IV ha tratado de establecer.» «Hemos llegado a la prometida consecuencia de nuestra doctrina: la paz perpetua entre las naciones, la realización de la doctrina de J. C. que se anunció al mundo con himnos de paz y que no cesó de predicarla, continuando su Iglesia con tan santa amonestación, pues según una reciente expresión del gran Pontífice actual: “Siempre se estremece con las discordias de los hombres.” La paz perpetua realizaría el gran pensamiento de fraternidad que conmueve el corazón de las naciones adelantadas. La paz perpetua disminuiría esos innumerables ejércitos permanentes que agotan la riqueza de las naciones, que ponen las familias a contribución robándolas sus individuos, y que dan una excesiva influencia al poder militar; porque si es preciso reconocer su importancia, cuando se limita a ser la salvaguardia de la ley, forzoso es ya también que tenga efecto el cedant arma togae del grande orador.» (La Esperanza, periódico monárquico, Madrid, martes 4 de julio de 1848, pág. 4.)

1849 «Los trabajos que hasta ahora se han publicado bajo el nombre de Kant, son ordenados según el tiempo, los siguientes: […] 1795. Para la paz perpétua: proyecto filosófico. Konisberg: 154 ts. […] 1796. Anuncio de la conclusión de un tratado para la paz perpétua en filosofía. Berlín: 19 ts.» (Julián Sanz del Río, “Kant. Noticia biográfica (conclusión)” [firmado en Illescas el 21 de octubre de 1849], La Ilustración, periódico universal, Madrid 22 diciembre 1849, pág. 338.)

Alvaro Gil Sanz historia en 1851 la idea de la Paz perpetua

Alvaro Gil Sanz (1813-1891), influyente abogado en su natal Salamanca, empezó su carrera política cuando el alzamiento de Espartero de 1840 “siendo elegido miembro de la Junta de gobierno de Salamanca, con motivo del pronunciamiento de Setiembre; presentóse después como candidato en las elecciones de 1841, en cuyas Cortes figuró alistándose en las filas de la mayoría progresista. En el levantamiento de 1843 volvió a pertenecer a la Junta de gobierno de aquella provincia, siendo nombrado después jefe político de la misma, cuyo destino desempeñó hasta Diciembre de aquel año, en que le dejó cesante el ministerio González Brabo. No eran sus antecedentes los más a propósito para inspirar confianza a los moderados, que le hicieron víctima de continuas persecuciones y le desterraron cuando los acontecimientos de Galicia. De regreso a su país, vivió dedicado exclusivamente a su profesión literaria hasta los sucesos de 1854…” (Los Diputados pintados por sus hechos, Madrid 1869, vol. 1, págs. 341-342). En esos años “dedicado exclusivamente” a su profesión literaria, de nuevo en Salamanca tras el exilio en Portugal de 1846, firma en agosto de 1851 un articulito, «La paz perpétua. Historia de esta idea», que publica dos meses después el Semanario Pintoresco Español (Madrid 5 de octubre de 1851, nº 40, páginas 318-319).

Pero mientras que Plácido Jove Hevia era un mero apologeta teórico en 1848 del pacifismo kantiano desde posiciones católicas, Alvaro Gil Sanz historia en 1851 la idea de la paz perpetua teniendo como referencia política concreta el extravagante Congreso de los amigos de la paz universal, reunido en Bruselas en septiembre de 1848 (presidido por el norteamericano Elihu Burritt –fundador en 1846 de la Liga de la Fraternidad Universal– e impulsado por los activistas londinenses de la Sociedad de la Paz –miembros de la secta de los cuáqueros–, al que asistió un solo español, Ramón de la Sagra, que inútilmente intentó mostrarles el ridículo que suponía reclamar que se licenciase a todos los ejércitos permanentes), en París en agosto de 1849 (presidido por Victor Hugo –que lanzó entonces la especie de los “Estados Unidos de Europa”– y dirigido por José Garnier, director del periódico de los Economistas –con la entusiasta presencia del nuevo arzobispo de París–), en Francfort en agosto de 1850 (en la iglesia de San Pablo) y en Londres, coincidiendo con la Gran Exposición de Crystal Palace, por los días de 1851 en los que Gil Sanz escribía su artículo «La paz perpétua. Historia de esta idea».

1852 «Declárome, pues, defensor de la proposición que sustento, y paso a exponer las razones en que me fundo, no sin enumerar primero los proyectos de paz perpetua concebidos por varios publicistas.» «El abate Saint-Pierre publicó en 1729 su compendio del proyecto de paz perpetua, que descansa en el estado de posesión establecido por los tratados de Utrech, donde propone los medios de perpetuarle y los de conservar el equilibrio de las fuerzas entre las diversas potencias europeas por medios pacíficos.» «Rousseau escribió en 1761 un proyecto de paz perpetua, fundado en una confederación de naciones, donde todas quedasen hasta cierto punto en un estado de dependencia tal, que una sola no pudiese resistir a las demás unidas, ni formar alianzas capaces de contrabalancear a la liga general.» «El proyecto de paz perpetua que Bentham dejó en sus manuscritos de 1786 y 1789, está basado en estas dos proposiciones fundamentales: disminución de las fuerzas militares y navales de las diversas potencias que forman la comunidad europea, y emancipación de las colonias de cada estado.» «Poco después de la paz de Basilea propuso Kant una liga de las naciones de Europa, representada por un congreso permanente; pero el filósofo alemán estableció como fundamento de la paz perpetua, que la constitución de cada estado fuese republicana: quería una forma de gobierno en que cada ciudadano concurriese por medio de sus representantes a la formación de las leyes, para decidir si debía o no hacerse la guerra. Dos años después, en su Metafísica de la jurisprudencia, volvió a insistir en las mismas ideas. “La paz perpetua, dice, que debe considerarse como la última consecuencia del derecho internacional, puede creerse en cierto modo impracticable; pero los principios que deben conspirar a aquel fin, formando entre los diversos estados alianzas cada vez más estrechas, no lo son ciertamente... Un congreso, una liga que tuviera por objeto practicar las máximas del verdadero derecho público, concluiría las desavenencias entre las naciones, como los tribunales terminan los pleitos civiles, sin necesidad de recurrir a la guerra”.» (Felipe Picón García, ¿Es realizable el proyecto de una paz general y estable entre las naciones civilizadas? Discurso leído en la Universidad Central por el licenciado D. D. Felipe Picón y García, en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Jurisprudencia el día 29 de noviembre de 1852, Madrid 1852, págs. 8, 9 y 10.)

1853 «14. De la obligación de cultivar la paz. Progresos que ha hecho la Europa en su organización internacional, para la conservación de la paz : examen de sus principios prácticos y de sus combinaciones políticas en esta materia; examen de las grandes cuestiones y casos notables de intervención y congresos ; examen y juicio crítico de las teorías y proyectos de paz perpetua de algunos filósofos célebres de fines del siglo anterior y principios del actual.» (Pedro Sabau Larroya, Programa de Derecho Internacional, asignatura del año octavo de la Facultad de Jurisprudencia, Universidad Central de España, Madrid 1853, pág. 12.)

1857 «¿La paz perpetua no es más que una utopía, una ilusión de un hombre de bien, o debe realizarse algún día, cuando los progresos de la civilización y el enlace de los intereses de los pueblos hagan la guerra más nociva para todos, y más respetable por consiguiente, el derecho de cada uno a intervenir en las diferencias de los demás para evitarla? […] Resumiendo, Excmo. Sr. La idea de establecer una Dieta europea para garantir la paz del mundo, se remonta a los principios del siglo XVII y es atribuida por Sully a Enrique IV de Francia; el abate Saint-Pierre la resucita y difunde: Kant y Bentham la reproducen y comentan: las Sociedades de los amigos de la paz intentan allanar el camino para la práctica por medio de la asociación y del asentimiento de la opinión pública; Molinari la examina con el criterio de los principios económicos, y llama la atención de los gobiernos, hacia el enlace progresivo de los intereses de todas las naciones, de cuyo fenómeno deduce el perjuicio que se sigue a cada una de ellas de la guerra, y su derecho a intervenir para evitarla. Así, pues, la idea de la paz perpetua, que no puede ser considerada más que como una utopía en los escritores de los siglos XVII y XVIII en que no era posible establecer una confederación de Estados con aquel objeto, no lo es tanto hoy, en que el influjo del elemento civil va preponderando sobre el militar, y los intereses de las naciones se cruzan y enlazan; en que el progreso de las vías de comunicación y de los medios de publicidad van dificultando cada vez más los conflictos entre los pueblos civilizados. He dicho.» (Joaquín Maldonado y Macanaz, De la Paz universal. Discurso leído en la Universidad Central por el licenciado en administración don Joaquín Maldonado y Macanaz en el acto solemne de recibir la investidura de doctor en la Facultad de Filosofía, Madrid 1857, págs. 5 y 15-16.)

1862 «La obra de Hugo Grocio es ya el edificio levantado, después no se ha hecho sino perfeccionarle hasta Emero Vastel, suizo, que en 1714 le dio la última mano sin que desde entonces haya recibido grandes adelantamientos la ciencia del derecho. Bentham, Saint Pierre y Rousseau, bajo distintos puntos de vista, han tratado de dar al derecho otra nueva fuente para conseguir la paz perpetua por medio de un consejo supremo de todas las naciones, árbitro de cada una. Si han sido sueños de poeta o verdades filosóficas que se realizarán en el porvenir, los siglos decidirán; por lo que a nuestra generación toca, cumple con su deber con apelar a la guerra en último extremo, suavizando sus males cuanto sea dado, más bien cediendo algo del derecho que traspasándole.» (Francisco Villamartín, Nociones del arte militar, 1862, corde.)

1881 «La Iglesia ganaría mucho en que los obispados fuesen regidos por jesuitas, y lo mismo la Sede Apostólica, sobre todo si el Papa se hiciese príncipe temporal de todos los bienes, por lo que paulatinamente, y con prudencia y recelo, hay que extender lo temporal de la Sociedad, y no hay duda de que, cuando esto suceda, se alcanzará el siglo de oro, y gozaremos entonces paz perpetua y universal, y por consiguiente, la bendición divina acompañará a la Iglesia.» (Monita Secreta o Instrucciones Reservadas de los Jesuitas, Capítulo XVIII. De los medios de hacer prosperar la Sociedad; edición de Fernando Garrido en ¡Pobres Jesuitas!.)

1904 «Ateneo de Madrid. La conferencia de extensión universitaria explicada anteayer en este centro, estuvo a cargo del escritor militar D. Genaro Alas. Las galerías y el salón de actos se veían casi por completo ocupados por trabajadores. Discurrió el Sr. Alas acerca de “La evolución de la guerra”, tema vastísimo que no pudo desarrollar en toda su integridad a causa de la escasez del tiempo de que disponía, viéndose obligado a detenerse en las luchas prehistóricas de los pueblos pastores. Habló de la opinión de la guerra sustentada por algunos filósofos de la antigüedad griega, Heráclito, entre otros, y también del parecer de Darvvin, cuyas doctrinas sobre las luchas entre las sociedades humanas dejan muy pocas esperanzas a los partidarios de pacíficos arbitrajes, extendiéndose luego en consideraciones sobre los que han predicado la necesidad de acabar con las guerras, desde Kant, en su libro de La paz perpetua hasta el czar Nicolás II, y la conferencia de La Haya. Como el Sr. Alas no acabó con el tema que iniciara, acaso, concluya de explicarlo en otra u otras conferencias sucesivas.» (El Imparcial, diario liberal, Madrid, martes 22 noviembre 1904, pág. 3.)

Algunas versiones y ediciones en español, desde 1905, de Zum ewigen Frieden (1795) de Kant

año título traductor edición
1905Por la paz perpetuaRafael Montestruc RubioBiblioteca de Sociología 3, Casa Editorial Sopena, Barcelona [1905], 125 p
1994Por la paz perpetuaRafael Montestruc RubioMinisterio de Justicia e Interior, Madrid 1994, 34+114 [Sopena 1905]
1919La paz perpetua. Ensayo filosóficoFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Calpe, Colección Universal 7, Madrid 1919, 86 p
1922La paz perpetua. Ensayo filosóficoFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Calpe, Colección Universal 7, Madrid 1922, 2ª, 86 p
1933La paz perpetua. Ensayo filosóficoFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe, Colección Universal 7, Madrid 1933, 79 p
1943Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Ediciones La Barca, Buenos Aires 1943
1946Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Buenos Aires 1946, 1ª, 159 p
1946Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Buenos Aires 1946, 2ª, 159 p
1957Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Madrid 1957, 3ª, 159 p
1964Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Madrid 1964, 4ª, 159 p
1972Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Madrid 1972, 5ª, 159 p
1979Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Madrid 1979, 6ª, 159 p
1982Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Madrid 1982, 7ª, 159 p
1984Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), Madrid 1984, 8ª, 159 p
1985Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Austral 612), México 1985, 9ª, 159 p
1997Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Optima), Madrid 1997, 9ª, 159 p
1999Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Centenario II), Madrid 1999, 159 p
2003Lo bello y lo sublime + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Espasa-Calpe (Grandes clásicos), Madrid 2003, 159 p
1972Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1972, 1ª 29+252 p [Francisco Larroyo]
1983Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1983, 5ª [Francisco Larroyo]
1986Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1986, 6ª, 254 p [Francisco Larroyo]
1990Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1990, 7ª, 241 p [Francisco Larroyo]
1995Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1995, 8ª, 29+254 p [Francisco Larroyo]
1996Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1996, 9ª, 29+254 p [Francisco Larroyo]
1998Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1998, 10ª, 29+254 p [Francisco Larroyo]
1998Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 1998, 11ª, 27+254 p [Francisco Larroyo]
2000Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 2000, 12ª, 27+254 p [Francisco Larroyo]
2003Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 2003, 13ª, 29+290 p [Francisco Larroyo]
2004Fundamentación... + La paz perpetuaFrancisco Rivera Pastor 1878-1936Porrúa (Sepan cuantos 212), México 2004, 14ª, 29+290 p [Francisco Larroyo]
1938La paz perpetua. Tratado político-filosóficoR. I. SuhrEditorial Araujo (Colección nueva 1), Buenos Aires 1938, 110 p
1939La paz perpetua. Tratado político-filosóficoR. I. SuhrEditorial Araujo (Colección nueva 1), Buenos Aires 1939, 2ª
2000La paz perpetua. Tratado político-filosófico-Bureau Editor, Buenos Aires 2000, 150 p
1940La paz perpetua-Editorial Tor (Nueva Biblioteca Filosófica 66), Buenos Aires 1940, 163 p
1959La paz perpetua-Editorial Tor (Revista de Ideas y Cultura 13), Buenos Aires 1959, 46 p
1966La paz perpetuaBaltasar Espinosa 1937Aguilar, BIH, Madrid 1966, 123 p [Juan Martín Ruiz-Werner]
1967La paz perpetuaBaltasar Espinosa 1937Aguilar, BIH, Madrid 1967, 124 p [Juan Martín Ruiz-Werner]
1985Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 1985, 36+69 p - Antonio Truyol
1991Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 1991, 3ª, 36+69 p - Antonio Truyol
1998Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 1998, 36+69 p - Antonio Truyol
2001Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 2001, 6ª, 36+69 p - Antonio Truyol
2003Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 2003, 6ª 3ªr, 36+69 p - Antonio Truyol
2005Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 2005, 7ª, 36+69 p - Antonio Truyol
2008Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (Clásicos pensamiento 7), Madrid 2008, 7ªr., 36+69 p - Antonio Truyol
2013La paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Tecnos (CP Tercer milenio 8), Madrid 2013, 8ª amp, 63+84 p - Antonio Truyol
2002Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Alianza (LB 4432), Madrid 2002, 109 p
2012Sobre la paz perpetuaJoaquín Abellán García 1947Alianza (H 4432), Madrid 2012, 109 p
1999Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosóficoJacobo Muñoz Veiga 1942Biblioteca Nueva (Clásicos del Pensamiento 1), Madrid 1999, 134 p
2005Hacia la paz perpetuaJacobo Muñoz Veiga 1942Biblioteca El Mundo (Los clásicos del pensamiento libre), 89 p
2011Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosóficoJacobo Muñoz Veiga 1942Biblioteca El Mundo, 89 p [prólogo de Pedro García Cuartango]
2014Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosóficoJacobo Muñoz Veiga 1942RBA, Grandes Pensadores, Kant 2, Madrid 2014
2001La paz perpetuaSusana AguiarEditorial Longseller, Buenos Aires 2001, 150 p
2007Hacia la paz perpetua. Un proyecto filosófico-Prometeo, Argentina 2007, 117 p
2007Ensayo sobre la paz perpetuaJosé Loya MateosMestas (Biblioteca Filosofía 18), Madrid 2007, 89 p
2011Por la paz perpetuaFrancisco Luis Cardona CastroBrontes SL (Colección Fontana 69), Barcelona 2011, 128 p
2012Sobre la paz perpetuaKimana Zulueta FülscherAkal (Básica de bolsillo 253), Madrid 2012, 122 p

[ Las columnas de esta tabla se pueden reordenar en sentido directo e inverso ]

El escrito de Kant de 1796, Verkündigung des nahen Abschlusses eines Tractats zum ewigen Frieden in der Philosophie, fue publicado en español en 2004 por Ediciones Encuentro de Madrid, empresa presidida por José Miguel Oriol López-Montenegro, responsable en España del movimiento católico Comunión y Liberación, en su colección Opuscula philosophica, en traducción realizada por Rogelio Rovira Madrid (1956), como Anuncio de la próxima conclusión de un tratado de paz perpetua en la filosofía (48 páginas).

1965 «Capítulo XVI: La revolución social como cambio regido por leyes, de unas formaciones económico-sociales por otras. […] 11. La guerra como fenómeno social. La lucha por conjurar y excluir las guerras mundiales de la vida de la sociedad en la época actual. El establecimiento de una paz perpetua como misión histórica del comunismo, 550.» (Fedor Vasilievich Konstantinov, Los fundamentos de la filosofía marxista, índice de materias de la segunda edición en español [ese epígrafe no aparece en la primera edición en español de 1959], Editorial Grijalbo, México 1965.)

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