Filosofía en español 
Filosofía en español

«Estado de malestar»

“Malestar”, término presente en el español de la primera mitad del siglo XIII, pues lo utiliza Berceo, pasa sin embargo desapercibido durante más de un siglo entre los autonombrados académicos de la lengua, que hasta 1843 no lo sepultan en la novena edición de su Diccionario (“Malestar. m. Desazón, incomodidad indefinible”), en fórmula que todavía no han retocado en 2019.

“Bienestar”, término también presente en el español del siglo XIII, había sido incorporado en 1817 por los académicos a la quinta edición de su Diccionario, un cuarto de siglo antes que “malestar”. Sin embargo “estado de malestar” es rótulo que cuaja en español una década antes que “estado de bienestar”, como dejó constancia por vez primera la pluma del filósofo Jaime Balmes, mientras no aparezca otro precedente.

1844 «Dañoso en extremo fuera que las ideas, sentimientos y costumbres de la sociedad española se opusiesen de tal modo a la verdadera monarquía, pues que desde luego sería menester renunciar a toda esperanza de establecer un gobierno sólido, y resignarse por tiempo indefinido a ese estado de malestar y agitaciones que tantos años há nos lleva inquietos y revueltos.» (Jaime Balmes, “La monarquía y la unidad gubernativa en la sociedad española”, El Pensamiento de la Nación, nº 4, miércoles 28 de febrero de 1844, pág. 49.)

1846 «Inglaterra. Cámara de los comunes. Sesión del 5 de febrero, M. O'Connell anuncia que mañana, cuando la cámara se forme en comisiones de subsidios, llamará la atención de la cámara sobre el estado de malestar y de hambre de Irlanda.» (El Español, Madrid, 14 febrero 1846, pág. 1.)

1847 «Mañana veremos si con más calma podemos decir algo acerca de lo que en nuestro concepto es indispensable, urgente, muy urgente hacer para sacar al pobre de ese estado de malestar creciente y para evitar catástrofes que todos tendríamos que deplorar.» (“Aumento de la carestía”, Eco del Comercio, Madrid, sábado 29 de mayo de 1847, pág. 3.)

1849 «Los pueblos de la provincia de Teruel se hallan en un estado de malestar indefinible por efecto de la dureza cruel con que en ellos se procede a la exacción de contribuciones. Los comisionados de apremio pululan por aquel desgraciado país, donde la intendencia y la mala cosecha siembran de consuno una horrorosa miseria. El sistema tributario del inolvidable señor Mon anuncia aniquilar todos los elementos de riqueza y convertir en uno de los países más miserables de Europa al más rico quizá de todos ellos. Espantosa perspectiva ofrece a la citada provincia el próximo invierno, si el gobierno no conjura los males de toda especie que la amenazan.» (El Observador, Madrid, 27 de septiembre de 1849, pág. 2.)

1851 «Después se distribuyeron por todo Paris las siguientes proclamas del Presidente de la República [Luis Napoleón Bonaparte]: ¡Llamamiento al pueblo! Franceses: La situación actual no puede durar mucho tiempo. Cada día que pasa agrava los peligros del país. La Asamblea, que debía ser el mas firme apoyo del orden, se ha convertido en un centro de conspiración. […] los hombres que han perdido ya a dos monarquías, quieren atarme las manos para destruir la República, mi deber era desbaratar sus pérfidos proyectos, mantener la República y salvar al país invocando el juicio solemne del único soberano que reconozco en Francia; el pueblo. Yo hago, pues, un llamamiento leal a la Nación entera, y os digo; si queréis continuar en este estado de malestar que nos degrada y que compromete nuestro porvenir, elegid otro que ocupe mi puesto, porque no quiero conservar un poder que sea impotente para hacer el bien; me hace responsable de actos que no puedo impedir, y me encadena el timón, cuando veo que el buque se precipita hacia el abismo.» (El Clamor Público, periódico del partido liberal, Madrid, domingo 7 de diciembre de 1851, pág. 4.)

gbs