Filosofía en español 
Filosofía en español


Ilustración apologética Discurso XXV

Antipatía de Franceses, y Españoles

1. Número 1 se ostenta admirable Físico el Sr. Mañer. Habiendo dicho yo, que la oposición de las dos Naciones no viene de Antipatía, sino de los accidentales motivos que en los siglos pasados hubo para el encuentro de las dos Naciones: me opone, que bien pudo nacer de esos principios la oposición, y después con la costumbre hacerse natural; por consiguiente pasar a Antipatía la que en su origen no lo era.

2. Esto sí que es entender lindamente lo que es Antipatía, y lo que es Naturaleza. Sr. Mañer, cuando se dice que la costumbre es segunda naturaleza (que es lo que a V. md. le ha engañado), se habla con locución metafórica. Hablando físicamente, y con propiedad (dejando fuera el misterio de la unión hipostática), nadie tiene más que una naturaleza, que es principium motus, & quietis ejus, in quo est. Antipatía se entiende en las Escuelas una oposición natural, que proviene de causa oculta. La oposición de Franceses, y Españoles no es natural; esto es, no es radicada en la naturaleza de las dos Naciones, porque ésta siempre fue una misma. Tampoco proviene de causa oculta, sino manifiesta, [163] pues el Sr. Mañer se la señala en las vistas de Fuente-Rabía: luego por dos capítulos está excluída de ser Antipatía la oposición de las dos Naciones.

3. De aquí pasamos a deshacer su equivocación en los dos ejemplares que alega de Mulas, y Elefantes, de quienes dice, que siendo fecundas por su naturaleza primitiva, se hacen por segunda naturaleza estériles, estando domesticadas. ¿Qué es eso de naturaleza primitiva, Sr. Mañer? Por Dios no lo oiga algún Estudiantejo de la Escuela, porque sin duda tendremos carcajada. Si las Mulas, atenta su naturaleza, son fecundas, esa misma fecundidad natural y radical retendrán estando domesticadas. La potencia será la misma; pero por algún estorbo estará impedida. En sabiendo el Sr. Mañer, qué es facultad impedida, y expedida, acto primero, y segundo, potencia, y ejercicio, hablaremos más sobre el caso.

4. Si en el número 1 se muestra excelente Físico, en el 2 se manifiesta consumado Lógico. Había dicho yo, que la ojeriza con los Franceses no la heredaron los Españoles de los Alemanes, sino los Castellanos de los Aragoneses. Falla el Mañer, que esto es lo mismo que si dijera, que la heredaron los Españoles de los Españoles. Y así concluye, que en esto no se ha dicho nada. Lo que nos muestra esta sentencia, es, que en la Lógica del Sr. Mañer lo mismo es el género, que la especie; el diviso, que el dividente; el todo, que la parte. Por eso saca tan bellas consecuencias. Si lo mismo es decir Aragoneses, que decir Españoles, lo mismo será decir Aragón, que decir España: Luego como con verdad se dice que España comprehende las tres Coronas de Portugal, Castilla, y Aragón, se podrá decir que Aragón comprehende las tres Coronas de Aragón, Castilla, y Portugal. Del mismo modo, si lo mismo es decir hombres (que es la especie, o la parte), que decir animales (que es el género, o el todo), se inferirá, que hay hombres cuadrúpedos, hombres volátiles, acuátiles, reptiles, insectos, &c. ¿Vélo ahora, Sr.?

5. Número 3 para fijar el origen de la oposición de Franceses, y Españoles en las vistas de Luis Undécimo, Rey de [164] Francia, y de Enrico Cuarto de Castilla, alega la autoridad de Felipe de Comínes. Pero el mal es, que Comínes no dice lo que el Sr. Mañer quiere que diga. Lo que dice Comínes (que aquí le tengo en su antiguo Francés) es, que hubo algunos piques entre Franceses, y Españoles en aquellas vistas, y que después aquellos dos Reyes no se amaron uno a otro: Et oncques puis ces deux Rois ne s`entraimerent. Esto no es decir ni formalmente, ni illative, que aquellas vistas originaron la ojeriza que después ha reinado entre las dos Naciones: pues ni las rencillas de algunos particulares, ni la discordia de dos Reyes infieren perpetua ojeriza entre dos Reinos. Si fuese así, casi todos los Reinos de Europa estarían, no menos que Francia, y España en perpetua (como la llama el Sr. Mañer) Antipatía.

6. Si Comínes, de quien señala el lugar, no dice lo que pretende el Sr. Mañer, ¿qué esperaremos de Monsieur Turquét, a quien alega a bulto, y de los demás que vienen a sus espaldas embozados, quiero decir, suppresso nomine; como aquellos otros muchos, que en otra parte dicen que Julio César Scalígero no vivió más que veinte años? No nos detengamos en esto, pues en alegaciones de Autores ya tiene bien asentado su crédito el Sr. Mañer.

7. En el número mismo me da una mano pesada de las que suele, por aquella digresión que introduje sobre la oposición de Turcos, y Persas, y la Bula del Musti, cuyo texto puse a este intento. Dice que la Bula está larga, enfadosa, y no es del caso. Y a mí se me diera bien poco de que el Musti haya sido un maza, si de rebote no viniera a mí la pelota, porque introduje una cosa tan molesta, y despropositada. ¿Mas qué he de hacer? Supongo que el punto se votó por habas blancas, y negras entre el Sr. Mañer, y sus Contertulios, y salió decretado, que la Bula, pues no tiene que hacer en mi Discurso, se vuelva a Constantinopla. Sin embargo, entretanto que llega el caso de reimprimir mi segundo tomo, apelo al juicio del público.

8. Mas como en la invectiva presente vuelve el Sr. Mañer a su tema de condenar generalmente las digresiones, [165] quiero ver si de una vez puedo quitarle ese mal vicio, ya que no pueda lograr otra enmienda. Sepa V.md. que la digresión es parte de la Retórica, y como otra cualquiera figura, si se introduce con sobriedad, deleita; si es muy repetida, enfada. Oiga a Gerardo Vosio, lib. 5 Rhetor. cap. 6: In digressionibus peccatur bifariam, nam alii plane eas fugiunt, & alii nimis producunt. ¿Ve V.md. cómo en la sentencia de este famoso Crítico es vicio huir del todo las digresiones? Oiga a Alstedio, lib. 7, Encyclopaed. de Rhetor. cap. 15, que la digresión es una de las figuras que la Retórica usa: Figurae sententiae secundariae sunt 28, videlicet Auxesis, digressio, transitio, &c. Oiga a Quintiliano, lib. 4, cap. 3, la definición de la digresión junta con un grande ejemplo que autoriza su uso: Parechasis, seu digressio est alienae rei, sed ad utilitatem causae pertinentis, extra ordinem excurrens tractatus. Aquí el ejemplo: Sic in primo Georg. Poeta facit digressionem de morte Caesaris, & prodigiis, quae ipsius mortem denuntiaverunt, &c. Y si el ejemplo de Virgilio, por ser Poeta no le hace fuerza, vea el que alega de Cicerón el citado Gerardo Vosio lib. 5 Rhetor. cap. 6: Ita apud Ciceronem, pro L. Cornelio Parechasim (digresión) habes de laudibus Pompeii, in quas divinus ille Orator, veluti nomine ipso ducis cursus dicendi teneretur, abrupto, quem inchoaverat, sermone, divertit. Pudiera alegarle muchas más autoridades; pero si las traídas no le hacen fuerza, lo mismo sucederá con las demás.


{Benito Jerónimo Feijoo, Ilustración apologética al primero, y segundo tomo del Teatro Crítico (1729). Texto tomado de la edición de Madrid 1777 (por Pantaleón Aznar, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), páginas 162-165.}