Filosofía en español 
Filosofía en español


Tomo segundo

Dedicatoria
que hizo el Autor al Ill.mo y R.mo Sr. D. Fr. Antonio Sarmiento de Sotomayor, Maestro General, y Definidor Mayor de la Religión de S. Benito, Abad exento del Real Monasterio de S. Julián de Samos en Galicia, Dignísimo General de toda la Congregación Benedictina de España, e Inglaterra, Teólogo de S. M. Católica en su Real Junta de la Concepción, y nuevamente electo Obispo de Jaca, del Consejo de S. M. &c.

Ill.mo Señor

No busco en V. S. I. Patrono a este Libro, porque sin buscarle le tengo: así el obsequio de esta Dedicatoria tiene mucho de gratitud, y nada de interés. La generosa [IV] inclinación de V. S. I. a favorecer mis escritos, se ha anticipado a mucho más de lo que pudiera granjear mi solicitud. La benignidad de mi estrella ha negociado en V. S. I. un Mecenas tan propiamente tal, que sólo la Religión que profesa, y el tiempo en que florece, pueden distinguirle de aquel grande amigo de Octaviano Augusto, que hizo su nombre glorioso, comunicándole a todos los Patronos de las Letras.

En aquel Ilustre Prócer (C. Cilnio Mecenas) sobre las dos excelentes cualidades de Sabio, y Protector de Sabios, que atestiguan todos los Escritores de aquel tiempo, nos descubrió Horacio la de descendiente de Reyes: Moecenas atavis edite Regibus; y según Propercio, no menos que de los más antiguos de Europa, como fueron los de Etruria, o Toscana: Eques Hetrusco de sanguine Regum. Este concurso de señas, trasladado al presente siglo, tan individualmente caracterizan la persona de V. S. I. que no habrá quien no la distinga por ellas. De la primera, y segunda dan testimonio cuantos hombres [V] doctos hay en nuestra Congregación Benedictina de España; y de la tercera los monumentos más firmes de la Historia. Es V. S. I. hijo de los nobilísimos señores de Petan, Deba, Alcabra, Corzanes, y fortaleza de Trasdeza, Casa segunda de Salvatierra, y Soberoso; y por consiguiente XV nieto de D. Garci Fernández, señor de Villamayor, Aza, y Celada; de quien fue VI abuelo el Rey D. Ramiro el III de León; y III abuela de la infanta doña Urraca de Navarra, hija del Rey D. García VI del nombre, y de la Reina doña Estefanía de Barcelona; como lo testifican muchas Escrituras, y lo refieren con el Padre Moret varios Autores.

Y si es timbre grande de la nobilísima Familia de V. S. I. el descender ella de Reyes, no lo es menor el que también Reyes, y tales Reyes como los de Francia, y España, desciendan de ella. D. Pedro Ruiz Sarmiento, Adelantado Mayor de Galicia, y IX abuelo de V. S. I. (según prueba la consumada erudición de D. Luis de Salazar en el memorial por la grandeza de Salvatierra) logra [VI] el Regio blasón de ser XI abuelo de nuestro Católico monarca Felipe V y XIII del Cristianísimo Luis XV que felizmente reinan en estas dos grandes Monarquías. Porque su hija doña Constanza Sarmiento fue mujer de Garci Álvarez de Toledo, y madre de D. Fernán Alvarez de Toledo, primer Conde de Alba de Tormes; y por consiguiente IV abuela de doña Leonor de Toledo, mujer del gran Duque de Etruria, o Toscana Cosme I de Médicis, de quien fue nieta (como se podrá ver en el grande Diccionario Histórico de Moreri, y en otros muchos Autores, así propios, como extraños) María de Médicis, Reina de Francia, y mujer de Enrico IV, el Grande: Hetrusco de sanguine Regum. No son estas glorias genealógicas, y otras muchas que omito, de aquellas que tal vez fabrica la fantasía, para que en las Dedicatorias las estampe la lisonja; sino hechos constantes, acreditados por los más fidedignos instrumentos impresos, y manuscritos. Mas no se contentó V. S. I. con la herencia de tantos blasones antiguos de sus mayores, pues [VII] noblemente ambicioso les añadió un nuevo esplendor en las heroicas acciones, que costeó el grande erario de su prudencia, y su virtud, que es lo que admiraba Tíbulo en su Mesala.

Non tua majorum contenta est gloria fama,
Nec quaeris quid, quaque Index sub imagine dicat;
Sed generis priscos contendis vincere honores:
Quam tibi majores, majus decus ipse futurus.

Pero yo, arrebatado en celebrar lo menos de V. S. I. me olvidé de que ofendo lo más, que es su religiosísima modestia. Sirva de disculpa el paralelo instituido entre uno, y otro Mecenas, que no sólo me llevó sin violencia, más aún con precisión, al asunto de la Regia Estirpe de los SARMIENTOS, honor grande de Galicia mi patria. Me olvidé también de otro muy específico paralelo. Al partirse el César a campaña el año de 722 de la fundación de Roma, encargó a Mecenas el gobierno absoluto de Italia, durando aún las centellas de la facción, y la discordia; y en otro año de 722 veneró nuestra Congregación a V. S. I. por su General, y Prelado. En su último trienio (si creemos a Plinio) no dormía [VIII] Mecenas: Trienio supremo nullo horae momento contigit somnus; o como se explica Patérculo: Urbis custodis praepositus C. Moecenas Equestri ac splendido genere natus; vir, ubi res vigiliam exigeret, sane insomnis, providens, atque agendi sciens. V. S. I. en su último trienio tampoco perdonó afán que no aplicase al mayor lustre de la Congregación, y acierto de su Prelacía. Este desvelo en otros parecería enfermedad; en V. S. I. fue cuidado. Las sabias máximas que produjo ésta continua tarea, se ven acreditadas por los efectos que experimenta el buen régimen de nuestra República.

Gobernó V. S. I. felizmente solo; porque quien en sus propios talentos tiene sobra de caudal, no necesita ajenos sufragios. Ni aun los Mitológicos supieron fingir que Atlas pudiese sostener solo el peso de la esfera; y así le pusieron por auxiliar a Hércules. Ni César fue capaz de gobernar por sí el Imperio, si no le dividía con Mecenas. En esto salió V. S. I. del paralelo, verificándose mejor el vaticinio de Horacio: Quum tot [IX] sustineas, & tanta negotia solus. Carácter es del Sol no mendigar ajenos rayos para lucir: Sol quia solus. Por luminar mayor le aclama la Escritura, pues aún no bien nacido, ya salía a lucir, y a presidir a toda la congregación de los Astros. Todos admiraron a V. S. I. Sol del Hemisferio Benedictino por cuatro años. Corto lustro fue éste tiempo para nuestros deseos; pero mucho más corto para tantos aciertos. Desde su juventud empezó a mostrar el desempeño de nuestras esperanzas: Cor gerens senile ::: aetatem moribus transiens. Discretamente satirizaba Juvenal a los antiguos, que pesaban las excelencias del mérito por cuatro años más de ancianidad: Venerabile erat praecedere quatuor annis. Error común, en todos tiempos convencido de falso; pues a V. S. I. le sobraron más años para los aciertos, que otros desean para las veneraciones.

Logre, pues, y admita V. S. I. los merecidos aplausos, que justamente agradecida le tributa nuestra Congregación; pues no son estas glorias de aquellas que V. S. I. ha renunciado por caducas. Su perpetuidad se afianza en la [X] duración de esta Benedictina República; y no menos en la debida gratitud de mi reconocimiento, en que perpetuamente brillará la fortuna del singular agrado que merezco de V. S. I. debiendo siempre repetir lo que Horacio decía a Mecenas: Magnum hoc ego duco, quod placui tibi. Y por no lastimar más la delicada modestia de V. S. I. concluyo implorando la continuación de su patrocinio; para que recuerdo a V. S. I. las cláusulas conque solicito el favor de su Mecenas el mayor de los Poetas y el mayor de los amigos.

Tuque ades, inceptumque una decurre laborem:
O decus, o famae merito pars maxima nostrae
Moecenas.

Nuestro Señor guarde a V. S. I. muchos años para lustre de España, gloria de la Religión Benedictina, y protección de Sabios. De este Colegio de San Vicente de Oviedo, y Febrero 18 de 1728.

De V. S. Ill.ma su más rendido Siervo, y Capellán, que B. S. P.
Fr. Benito Feijoo.


{Feijoo, Teatro crítico universal, tomo segundo (1728). Texto según la edición de Madrid 1779 (por D. Joaquín Ibarra, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo segundo (nueva impresión, en la cual van puestas las adiciones del Suplemento en sus lugares), páginas III-X.}