Obras de Aristóteles Metafísica 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Patricio de Azcárate

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Metafísica · libro quinto · Δ · 1013b-1025a

VII
Ser

El Ser{201} se entiende de lo que es accidentalmente o de lo que es en sí. Hay, por ejemplo, ser accidental, cuando decimos: el justo es músico; el hombre es músico; el músico es hombre. Lo mismo, poco más o menos, que cuando decimos, que el músico construye, es porque es accidental que el arquitecto sea músico o el músico arquitecto; porque, cuando se dice: una cosa es esto o aquello, significa que esto o aquello es el accidente de esta cosa; lo mismo que, volviendo a nuestro asunto, si se dice: el hombre es músico o el músico es hombre, o bien: [163] el músico es blanco o el blanco es músico, es, en el último caso, porque uno y otro son accidentes del mismo ser; y, en el primero, porque músico es el accidente del ser. El músico no es hombre, sino porque el hombre es accidentalmente músico. En igual forma no se dice, que el no-blanco es, sino porque el objeto del cual es accidente, es.

El ser toma el nombre de accidental, bien cuando el sujeto del accidente y el accidente son ambos accidentes de un mismo ser{202}; bien cuando el accidente se da en un ser{203}; o bien, por último, cuando el ser, en que se encuentra el accidente, es tomado como atributo del accidente{204}.

El ser en sí tiene acepciones como categorías hay{205}, porque tantas cuantas se distingan, otras tantas son las significaciones dadas al ser. Ahora bien, entre las cosas que abrazan las categorías, unas son esencias, otras cualidades, otras designan la cantidad, otras la relación, otras la acción o la pasión, otras el lugar, otras el tiempo: el ser se toma en el mismo sentido que cada uno de estos modos. En efecto, no hay ninguna diferencia entre estas expresiones: el hombre es convaleciente y el hombre convalece; o entre estas: el hombre es andante y el hombre anda. Lo mismo sucede en todos los demás casos.

Ser, esto es, significan que una cosa es verdadera; no-ser, que no es verdadera, que es falsa, y esto se verifica en el caso de la afirmación como en el de la negación. Decimos: Sócrates es músico, porque esto es verdadero; o bien, Sócrates es no-blanco, porque esto también es cierto. Pero decimos, que la relación de la diagonal con el lado del cuadrado no es conmensurable, porque es falso que lo sea.

Finalmente, ser y siendo expresan tan pronto la potencia [164] como el acto de estas cosas de que hemos hablado. Saber, es a la vez poderse servir de la ciencia y servirse de ella; y la inercia se dice de lo que está en reposo y de lo que puede estarlo; y lo mismo pasa con las esencias. Decimos en efecto: el Hermes está en la piedra; la mitad de la línea está en la línea; y lo mismo: he aquí el trigo, cuando aún no está maduro. Pero, ¿en qué caso el ser existe en acto, y en qué caso existe en potencia? Esto lo diremos más adelante{206}.

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{201} Το ον.

{202} Tomemos por ejemplo: Corisco, músico blanco.

{203} Corisco músico.

{204} El músico es hombre. Este último caso entra en el precedente. En el fondo no difiere de él. Sólo hay inversión en los términos: el adjetivo ha tomado el lugar del sustantivo, y el sustantivo el del adjetivo.

{205} No necesitamos explicar el sentido de la palabra en la tecnología de Aristóteles. Lo que sigue lo muestra suficientemente. Recordaremos tan sólo que Aristóteles enumera diez categorías: la esencia, la cantidad, la cualidad, la relación, el lugar, el tiempo, la situación, la posesión, la acción y la pasión. Véase el tratado de las Categorías. Muchas veces, en la Metafísica, Aristóteles menciona las categorías, y enumera, como aquí, cierto número de ellas, pero jamás da la lista completa, ni se sujeta en la enumeración a un orden determinado.

{206} Se dice de la piedra que es el Hermes en potencia, pero la tierra y el agua, que son los elementos de la piedra, jamás han sido llamado un Hermes en potencia...; el perro recién nacido tiene la vista en potencia, pero no el que está aún en el vientre de su madre. Alej. Schol., página 701. Sepúlv., pág. 159.


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  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1875, tomo 10, páginas 162-164