Obras de Aristóteles Metafísica 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Patricio de Azcárate

[ Aristóteles· Metafísica· libro octavo· I· II· III· IV· V· VI ]

Metafísica · libro octavo · Η · 1042a-1045b

I
Recapitulación de las observaciones relativas a la sustancia.
De las sustancias sensibles

Necesitamos ahora deducir las consecuencias de lo que hemos dicho, y resumiendo sumariamente cada punto, llegar a la conclusión. Hemos dicho que el objeto de nuestras indagaciones era averiguar las causas de las sustancias, sus principios y sus elementos. Entre las sustancias, hay unas que son universalmente admitidas; otras, por el contrario, sólo son reconocidas por algunos filósofos. Las sustancias universalmente admitidas son las físicas, como, por ejemplo, el fuego, la tierra, el agua, el aire, y los demás cuerpos simples; después las plantas y sus partes, los animales y las partes de los animales; en fin, el cielo y las partes del mismo. Las sustancias admitidas sólo por algunos filósofos, son las ideas y los seres matemáticos. Hay también, como hemos mostrado, otras sustancias, que son la forma sustancial y el sujeto. Además hemos dicho, que el género es sustancia más bien que las especies, y lo universal más que lo particular; las ideas son análogas a lo universal y al género, porque por el mismo motivo se las considera como esencias. [240]

Siendo la forma sustancial una esencia, y estando su noción encerrada en la definición, hemos debido determinar lo que era la definición, y el ser en sí. Y como la definición es la expresión de la noción del ser, y esta noción tiene partes, era necesario ocuparse de las partes, ver cuáles son partes de la sustancia, y cuáles no, y por último, si hay identidad entre las partes de la sustancia y las de la definición.

Después hemos visto, que ni lo universal ni el género eran sustancias. De las ideas y de los seres matemáticos nos ocuparemos más tarde; porque algunos hacen de ellas sustancias independientes de las sustancias sensibles. Ocupémonos ahora de las sustancias unánimemente reconocidas. Estas son las sustancias sensibles, y todas las sustancias sensibles tienen una materia: el sujeto es una sustancia, ya se le considere como materia, y por materia entiendo lo que es en potencia tal ser determinado, pero no en acto; ya se le considere como la forma y la figura del ser, es decir, esta esencia que es separable del ser, pero separable sólo por el pensamiento. En tercer lugar viene el conjunto de la materia y de la forma, único que está sometido a la producción y a la destrucción, y único que es completamente separable. Porque entre las sustancias que no hacemos más que concebir hay unas que son separables, otras que no lo son.

Es por tanto evidente, que la materia es una sustancia; porque en todos los cambios de lo contrario a lo contrario hay un sujeto sobre el cual se opera el cambio{329}: y así, en los cambios de lugar, lo que ahora está aquí, más tarde estará en otra parte; en los cambios por aumento y disminución, lo que ahora tiene tal magnitud, será más tarde menor o mayor; en los cambios por alteración, lo que hoy está sano, mañana está enfermo; y de igual modo, por lo que respecta a la sustancia, lo que ahora se produce, más tarde se destruye, el que es actualmente sujeto como ser determinado, será más tarde sujeto por privación. Todos los demás cambios acompañan siempre a este último, la producción y la destrucción; éste, por lo contrario, no se encuentra necesariamente unido a uno o algunos de los otros. Porque no hay necesidad de que porque tenga un ser una materia que ocupa un lugar, esté sujeta esta materia a producción y [241] destrucción{330}. ¿Qué diferencia hay entre la producción simple y la que no lo es? Esto es lo que hemos explicado ya en los tratados relativos a la Naturaleza{331}.

———

{329} Véase De generatione et corruptione, I, 5, Bekk., pág. 320.

{330} Los astros son, según Aristóteles, seres sensibles eternos.

{331} 'Εν τοις φυσικοις, Aristóteles designa aquí por esta expresión no sólo la Física propiamente dicha, sino también el tratado De generatione et corruptione; la cuestión se trata principalmente en esta última obra. La producción simple es el tránsito del ser de una forma inferior a una más perfecta; es el aire que se hace fuego; la destrucción simple es, por lo contrario, el tránsito de una forma más perfecta a una que lo es menos, es el fuego que se hace aire. Véase Fisic. auscult., V, 1, Bekker., páginas 224, 225, y De gener., I, 3, Bekk., pág. 317.


www.filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2005 www.filosofia.org
  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1875, tomo 10, páginas 239-241