La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XIII
En el qual Marco Emperador amonesta a los padres que tienen hijos examinen mucho al yerno o a la nuera antes que los traigan a casa.


Veniendo, pues, a más particulares cosas, vosotros me avéis loado a este mançebo, y si tales son sus obras como vuestras palabras, no digo yo que sólo meresce ser mi yerno, pero meresce ser único heredero en el Imperio. Pero pregúntohos: ¿de qué me podéis loar a este vuestro pariente que no aya contrariedad entre vuestras palabras y sus obras? Si es rústico, será muy abatido; si es de alta sangre, será presumptuoso; si es rico, será vicioso; si es pobre, será cobdicioso; si es esforçado, será atrevido; si es covarde, será infame; si es muy callado, será neçio; si es muy hablado, será mentiroso; si es hermoso, será deseado; si es feo, será zeloso. Pues si destas cosas él está libre, yo hos iuro de darle la infanta Macrina, mi hija, de balde.

Esto digo, no porque creo en vuestro pariente aya algún mal, sino porque penséis que, según naturaleza, le puede aver. Y pues yo no contradigo vuestro crédito por el cognosçimiento que tenéis dél, vosotros no reprehendáis mi sospecha, pues de la vida deste moço de todo en todo yo tengo ignorançia. Y no quiero tampoco que penséis la infanta mi hija, pues ha sido criada con tanta cordura en mi palacio, la tengo de casar por sola la fama que ay dese mançebo en el pueblo. ¡O, quántos hemos visto en nuestro siglo y hemos leído de los siglos passados, los quales agora por los dioses lo mandar, agora por sus obras malas lo merescer, agora por sus tristes hados lo permittir, pensando llevar a su casa yernos, [65] llevaron infiernos; y en lugar de nueras cobraron culebras; y buscando hijos hallaron basiliscos; y comprando sangre, diéronles podre; y buscando amigos, hallaron enemigos; y pidiendo honra, diéronles infamia; y finalmente, casados sus hijos, pensando ya tener buena vida, los tristes padres huvieron mala vida y peor muerte. Y por cierto, caso que a los tales se les deva la compassión que los alegres suelen tener de los tristes, pero también hemos de approbar el iusto castigo de los iustos dioses por las iniustas obras hecho a los iniustos hombres. Porque aquél meresce muy largo castigo el qual con temeraria osadía como loco en cosas muy arduas se determinó con súbito consejo.

Y mirad, amigos, que si sois cuerdos, no hos espantaréis de lo que digo, ni hos escandalizaréis del examen que hago. A este mançebo yo le tengo de tomar por hijo, Faustina mi muger por yerno, Macrina mi hija por marido, Cómmodo el príncipe por hermano, todos los del Senado por compañero, mis deudos por pariente y mis criados por señor. Razón es nos dexéis mirar muy bien esta ropa, pues tantas personas se han de vestir con ella. La vestidura que a muchos á de cobrir, a contentamiento de todos se ha de cortar. Muchas cosas vemos en lo natural sernos muy noçivas de cerca, y ninguna cosa dellas sernos dañosa de lexos. El sol con sus rayos refulgentes a sus vezinos los de Ethiopía quema las carnes porque los tiene açerca, y por contrario a los que están en fin de Europa no empeçe sus personas, porque los tiene lexos. Muchos hijos tuvo Roma de los quales, teniéndolos en tierras estrañas, se le siguió gran provecho en su república y no menor fama en todo el mundo, y después traídos a su casa derramaron tanta sangre de innocentes, como avían antes derramado de bárbaros. Y que esto sea verdad, pregúntenlo a Julio y a Pompeyo, a Sylla y a Mario, a Bruto y a Casio, a Catilina y a Lípullo, a Octavio y a Marco Antonio, a Calígula y a Nero, a Otho y a Domiciano, y como digo destos pocos hijos espurios que tuvo Roma, podría dezir de otros infinitos tyrannos que crió Italia.

Creedme una cosa, que no todos los que nos agradan en la plaça nos agradarán si los metemos en casa, porque mucho [66] va tractar al hombre en palabras a conversarle largo tiempo en obras. Poco ha menester la ignorançia humana para engañar a otros, y muy menos para ser ella engañada de qualquiera. Con una serenidad en el rostro, dulçes palabras en la lengua, buen reposo en la persona, mucha templança en la plática, puede quien quiera engañar a otro oy, y él con lo mesmo ser engañado mañana. No estaré sin dezirhos que siendo mançebo cognoscí al famoso orador Taurino muchas vezes orar en el Senado, y acontesció que una vez él orava por una matrona romana, a la qual mandavan casar una hija suya asaz honesta con un maestro de cavalleros, y al parescer era romano no muy conçertado, y entre otras dixo estas palabras:

¡O, Padres Conscriptos!, ¡o, Pueblo venturoso!, parad mientes no mandéis lo que después no querríades aver mandado. El mal casamiento es como al que tiran con un terrón, que al que açiertan lastiman, a los propinquos ciega y al cabo él mesmo se desmorona.

Fueron por cierto altas palabras, y la comparación bien entendida ençierra en sí graves sentencias. Manifiesto es a todos que el mal yerno no es sino muerte para la muger que le cobra, es infamia de los parientes que le procuraron, y al fin es mal fin para sí y para sus padres que le offreçieron. Pues por estas cosas todas que he dicho podréis entender qué es lo que en este casamiento siento.

Acabado este razonamiento, el Senado, que aý estava, quedó muy edificado, y los cavalleros parientes del moço muy espantados, y Faustina la Emperatriz asaz confusa, porque por induzimiento della se avía movido esta plática. En qué paró este casamiento no lo ponen los historiadores a los quales en esta obra seguimos. [67]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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