La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XXVI
De un monstruo muy espantable que fue visto en Siçilia en tiempo del Emperador Marco, y del daño que hizo en Palermo.


En el año de la fundaçión de Roma de setecientos y veynte, y quadragésimo segundo de la edad de Marco el Emperador, dos años antes que tomase la possessión del Imperio, a veinte días andados del mes séxtilis, que agora llamamos agosto, quasi a la hora que se ponía el Sol, en el reyno de Tinacria, que agora es Çeçilia, en una ciudad por nombre Bellina la marítima, que en nuestros tiempos se nombra Palermo, puerto de mar, acontesció un caso asaz peligroso de ver a los que le vieron entonçes y no menos espantable a los que le oyeren agora.

Estando, pues, los bellinos o los de Palermo çelebrando una fiesta con gran regozijo, por alegrías que sus pyrratas avían envestido con una armada de los numidanos y avían preso diez naos y hechado a hondo treinta y dos, porque en aquellos tiempos estavan muy enemigos los unos con los otros, y por las malas obras que se hazían mostravan las grandes passiones que entre ellos andavan. Y como sea costumbre lo que los pyrratas o cossarios saquean en la mar iunctos, después a la lengua del agua repartirlo entre sí solos, salidos todos a tierra dividieron con mucha alegría lo que avían ganado con mucho trabajo. Fue cosa digna de notar, a do buenos y malos los coraçones y ojos tenían bien en qué emplear: los buenos tenían grave embidia a su triumpho y los cobdiçiosos a sus riquezas.

Y porque assí han de amar los hombres como si en breve [107] huviesen de aborresçer, y assí han de aborresçer como quien si en breve huviesen de amar, mandaron los governadores de la ciudad que todas aquellas naos y riquezas estuviesen secrestadas en los mesmos pyrratas, para que ni ellos lo osasen vender, ni los cobdiçiosos se abalançasen a lo comprar. La causa fue porque era costumbre entre los insulanos todas las cosas que se tomavan durante la guerra depositarlas hasta la fin della, o hasta tornar a la paz antigua. Y por çierto era iusta la ley, porque muchas vezes se dexan de soldar grandes quiebras entre grandes enemigos, no tanto por las enemistades antiguas quanto por no tener con qué satisfazer los daños presentes.

Retraída ya toda la gente a sus casas por ser hora de çenar, que era verano, repentinamente vino por medio de la ciudad un monstruo en esta forma. Él era al paresçer de tres codos en alto. No tenía más de un ojo. La cabeça toda pelada, que sólo el casco se le paresçía. No tenía orejas, sino un poco abierto el colodrillo por do se pensava que oýa. Tenía dos cuernos como cabra tornátiles. Los braços eran más largos el derecho que el ezquierdo. Las manos tenía como de cavallo. No tenía garganta: igualavan los hombros con la cabeça. Las espaldas le relumbravan como peçe escamado. Los pechos tenía llenos de vello. La cara toda era como de hombre, sino que en la frente no tenía más de un ojo y en las narizes no más de una ventana. De la çinta abaxo no paresçía porque yva cubierto. Yva metido en un carro de quatro ruedas, en el qual yvan unidos dos leones en la delantera y otros dos en la çaguera. El carro no se pudo determinar de qué madera era. En la hechura no defería ninguna cosa de los otros communes que usan los hombres: en medio dél yva una caldera a manera de cubeto con asas o aldavas, dentro de la qual estava aquel monstruo, y por esto no paresçía sino de la çintura arriba.

Atravesó por medio de la ciudad asaz de espaçio de puerta a puerta. Yva çentellando çentellas de fuego. Fue tanto el espanto, que muchas preñadas malparieron y otras señoras de delicados coraçones amorteçidas cayeron. Y iunctamente mayores y menores, hombres y mugeres, a los templos de Iúpiter, [108] Mars y de Februa huýan, y los çielos con sus bozes importunavan. Estavan a la sazón todos los pyrratas aposentados y combidados en el palaçio del governador, que se llamava Solino, cuya naçión era Capua, y allí tenían todas sus riquezas depositadas. Pues andada toda la ciudad, o la mayor parte della, el monstruo con su carro y sus leones y ossos fueron a las puertas de palaçio ado estavan los pyrratas, las quales estavan çerradas, y allegándose el monstruo muy çerca, cortó la oreja a uno de los leones, y con la sangre que corría escrivió estas letras en la puerta: r. a. s. p. i. p.

Fueron estas letras una prueva para todos los de alto iuyzio en dar la declaraçión dellas, y fueron más las interpretaciones que no las letras. Y finalmente una muger phetonisa, asaz tenida en reputación por sus artes, dio la verdadera declaraçión dellas, diziendo de esta manera: «En la r dize reddite; en la a, aliena; en la s, si vultis; en la p, propria; en la i, in pace; en la p, possidere; que quieren dezir todas iunctas: 'Restituid lo ageno si queréis en paz posseer lo vuestro'.» Por çierto fueron los pirratas muy espantados de tan espantable mandamiento y la muger muy loada de tan alta declaraçión.

Esto hecho, luego el monstruo aquella noche se fue a una sierra alta que entonçes se llamava Jamina, y allí estuvo por espaçio de tres días a ojo de la çiudad, en el qual tiempo los leones davan muy bravos bramidos, y de los ossos y monstruo salían muy espantables llamas. En todo este tiempo, ni paresçía ave en el ayre, ni animal en el campo; y todos los hombres offreçían grandes sacrificios a los dioses, en tanta manera, que rompían las venas de los pies y manos, e immolavan la sangre por ver si podrían aplacar sus dioses. Passados los tres días, súpitamente aparesçió una nube algo escura sobre la sierra, y luego començó a tronar y relampaguear, y fue hecho tan gran terremoto en la ciudad, que cayeron muchas casas y morieron no pocos vezinos, y lo que más es: súbitamente vino una çentella de la sierra a do estava el monstruo y quemó el palaçio con todos los pyrratas y las riquezas que estavan dentro, en tanta manera, que consumido todo lo que estava dentro, ardían las vivas piedras. Y fue el daño tan grande, [109] que cayeron más de dos mill casas y morieron bien diez mill personas. Y en aquel lugar do estuvo el monstruo ençima de la sierra por memoria de aquel hecho mandó el Emperador se edificase un templo al dios Iúpiter, el qual templo después Alexandro Emperador, teniendo guerras con los del reyno, le tornó castillo asaz fuerte. [110]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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