La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Carta XIV
Embiada por Marco Emperador a Bohemia, amiga suya antigua, porque le embió a dezir que se quería con él ir a la guerra.


Marco, pretor romano, puesto en las guerras y trabajos de Daçia, embía salud a ti, su amiga Bohemia, que estás en los plazeres de Roma.

Escapando de una batalla muy cruda, los pocos ringlones de tu mano leý y una larga informaçión de tu parte oý. Dígote que me has puesto más espanto que los enemigos temor. En tomando la carta en la mano, luego prendió la yerva de su maliçia en el coraçón. Quando desentrampé mi cuerpo de tus deleites, pensé que mi coraçón estava libre del veneno de tus amores. Quando yo por mi voluntad, y tú por más no poder, nos dimos por libres de nuestros plazeres, pensé yo también se hazía divorçio de nuestros enojos; mas sois tales las tales, que hazéis destierro de amores y thesoro de passiones. El amor de todas vosotras digirirse ha con una píldora, y la passión de una no la desopilará todo el ruibarbo de Alexandría. Mostráishos muy graves en perdonar un enemigo y muy livianas en mudar cada día amigos. Curiosamente lo he mirado: mientras los deleites tuvieron presa a mi iuventud, que nunca vi en muger conçierto, ni razón en el amar, ni fin en el aborreçimiento.

Tu liviandad presente se querella de mi moçedad passada, y es porque no vees en mí el querer antiguo, ni el serviçio presente. Y por çierto, oyendo tu accusaçión, y no mi desculpa, tan iustamente tú me pagarías con la muerte como yo te pago con olvido, el qual olvido tan ageno ha de ser en el que [304] sirve, como la ingratitud en la dama servida. ¿Piensas tengo olvidada la ley de Venus donde manda que los curiosos amadores sus fuerças exerçiten en armas y sus coraçones occupen en amores? Y más han de hazer, que su ropa ande muy limpia, sus pies muy a compás, su cuerpo muy reposado, su voz muy baxa y su persona muy grave ha de andar, sus ojos despegados por ventanas y sus coraçones muy remotados por los ayres han de volar.

Por çierto, amiga Bohemia, bocal enamorado es el que tiene el querer captivo y el iuyzio libre. Allí su iuizio se ha de perder donde su querer se dexó captivar. Esto digo porque sepas que, si mi edad dexó el exerçiçio, mi juizio no olvidó el arte.

Quéxaste que a mí he dado mucha holgança y en ti he puesto mucho olvido. No quiero negarte la verdad: en el día del olvido hizieron alarde mis pensamientos y la razón por veedora declaró que ni a mi gravedad permitten que ame, ni en tu edad se suffre ser amada. ¿Agora sabes que muchas cosas dissimula el mundo en los moços en las quales tomados meresçen grave castigo los viejos? Las moçedades hechas en la moçedad proçeden de ignorançia, mas las vilezas en la vejez nasçen de maliçia. Quando yo aguardava cantones, ruava calles, pintava motes, ogeava ventanas, tañía guitarras, escalava paredes, despertava livianos en mi tierna edad, ¿piensas sabía lo que hazía? Quando me veo privado de aquellos mis antiguos plazeres y me veo encoroçado de tantas canas y envestido de tantos dolores, o pienso que no fui entonçes o que lo sueño agora. No sabiendo el camino, erré; no viendo los pedregales, tropeçé; sin reçelo de los lazos, me enredé; en las verdes espadañas, entrampé; no atinando el vado, me engolfé; en las bovedades de mi loçanía, me perdí; y por eso merezco perdón. Mas agora que salgo de las breñas, ¿me quieres tornar a enriscar?; aún regüeldo a la purga, ¿y offrésçesme nuevos xaropes?; he velado toda la noche, ¿y picas de nuevo al arma? Por la amistad antigua te ruego y por los dioses te coniuro que, pues está rebellado contra tu querer el tu quererme dubdoso, dexe al mi no quererte sin dubda. Mas porque tú a mis canas blancas no arguyas de ingratitud, como yo [305] tu cara arrugada de lascivia, yo quiero que entremos en cuenta de lo que hemos ganado y esperamos ganar. Dime qué se sacan de estos plazeres: el tiempo mal espendido, la fama ensuziada, el patrimonio gastado, el crédito perdido, los dioses enojados, los virtuosos escandalizados, adonde alcançamos nosotros nombres de brutos y sobrenombres de infames y vosotras de tales y quales.

Dizes en tu carta que quieres dexar a Roma y venirme a ver aquí a la guerra de Daçia. Viendo tu locura, ríome; conosçiendo tu osadía, créote. Quando llegué a este passo, torné a mirar la firma, dubdando si era tuya la carta y alteráronse los pulsos del coraçón y demudáronse los colores de la cara, imaginando o que en ti sobrava la desvergüença o en mí faltava la gravedad, porque tales liviandades no se confían sino de semejantes livianos. Ya sabes tú que el que haze mal meresçe pena y delante quien se haze infamia. Pregúntote: ¿adónde quieres ir? ¿Dexástete cortar en agraz y quiéreste agora vender por vino? ¿Veniste temprana con las cerezas y quiéreste detener como membrillo? ¿Comímoste en pámpanos y quieres paresçer razimo? Las uvas fueron dulçes, mas el rampojo está ya duro. A poder de pulgadas te maduraron siendo moça y veniste temprana como breva, ¿y piensas que estás madura? Que no estás sino podrida, y si podrida, aborresçida. No te contentas que de quarenta años que has, los veinte y çinco se te han passado en gustaduras, como vino de pregonero, como melones calados y estragados. ¿Tú no eres Bohemia, la que tienes dos dientes menos, los ojos hundidos, los cabellos blancos, la cara arrugada, una mano enclavada de gota y un lado tomado de yjada? ¿Adónde quieres ir, pues, aunque te metas en pipotes y te heches en escaveche, vernás toda molida? ¿Comimos allá el pescado fresco y quiéresme traer las espinas en adobo? ¡O, Bohemia, Bohemia!, agora conosco que en este caso ni ay que fiar de moços ni esperar de viejos, porque debaxo de fría çeniza está rescoldo muy rojo.

Quéxaste ya nada tener. Querella vieja es en las enamorads romanas que, tomando de todos, tenéis menos que ninguno, y esto se causa que lo que hos falta de crédito queréis supplir con fausto. Pues créeme, amiga, que el loco estado [306] que proçede de iniusta ganançia poca seguridad y menos fama puede dar a la persona. Yo no sé por qué estás tan gastada, que si a ti sacavas las çejas con una mano, desatavas mi bolsa con la otra; y más guerra tenías tú con mis arcas entonçes que yo agora con los enemigos. Nunca tuve joya buena que no me pidieses, ni cosa me pediste que yo te negase. ¡O, cuitado de mí, agora que despierto en la senectud, hallo el daño de mi moçedad!

De trabajos y pobreza te quexas. Yo soy el que he menester el socroçio para esa opilaçión, y las estopas para esa herida, y el agua muy fría en tan gran calentura. ¿No te acuerdas que, desterrada mi necessidad en la tierra del olvido y puesta tu voluntad por reqüesta de mi serviçio, en el invierno andava desnudo y en el verano cargado de ropa; por los lodos yva a pie, por el polvo cavalgando; quando triste me reýa, quando alegre yo llorava; del temor sacava fuerças, de las fuerças covardía; las noches en sospirar y los días en ruar passava? Pues si tú alguna cosa avías menester, a mi padre lo avía de hurtar. Dime, Bohemia, ¿con qué complías tú tus locuras públicas sino con mis malos recaudos secretos? ¿Sabes qué me paresçe de vosotras, las enamoradas romanas?: que sois en la corte polilla de viejos, passatiempo de livianos, thesoreras de neçios y sepulchros de viçiosos. Lo que a mí me paresce es que en tu moçedad todos davan a ti porque tú te dieses a todos; agora tú des a todos porque todos se den a ti.

Dízesme que tienes dos hijos y te falta remedio para ellos. Da graçias a los dioses de la piedad que usaron contigo: a quinze hijos de Fabriçio, mi vezino, no dieron más de un padre, y a solos dos tuyos dieron çinqüenta padres. Pues repártelos por sus padres, que aun no les cabrá a dedo. Luçía, hija tuya de hecho y mía por sospecha, acuérdate que yo lo hize mejor en su casamiento que tú en su nasçimiento, porque al engendrarla llamaste muchos y al casamiento dexásteme solo.

Muy poco te escrivo en respecto de lo que te quisiera escrevir. Butrio Cornelio me habló largo de tu parte. Él mesmo te hablará largo de la mía. Días ha que te conosco por mal suffrida: bien sé que no estarás sin embiarme alguna carta, y [307] aun bien maliçiosa. Ruégote, pues yo te escrivo secreto, tú no me disfames en público; y quando leyeres esta carta, acuérdate quántas occasiones me has dado para escrevírtela. Porque estemos enojados, no por eso dexaré de embiarte dineros. Aý te embío unas ropas y un libramiento para que cogas mis gajas. Los dioses sean contigo, Bohemia, y a mí saquen con paz de esta guerra. Marco, pretor en Daçia, a Bohemia, la su antigua amiga. [308]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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