La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XVII
Del peligro que tienen los que procuran prelacías: y de cómo también pecan los que no quieren aceptarlas teniendo habilidad para ellas: pruébase todo esto con notables figuras.


Tu pasces populum meum Israel: et dux eius eris: dijo Dios al rey David, en el segundo libro de los reyes, en el capítulo quinto, y es como si dijera: Bien sabes tú David, que entre doce tribus elegí el tu tribu para que fuese tribu real, y entre siete hermanos elegí a ti solo, para que fueses rey en Israel: y para lo que yo te elegí en señor, y te señalé por pastor de mis ovejas es para que me las guardes, no me las coman los lobos. Lo que muchos en muchos escritos escribieron, y lo que muchos en muchas palabras pusieron, pone aquí en dos palabras la escritura sacra: es a saber, que el oficio del buen prelado y pastor es, administrar a sus ovejas lo necesario para vivir, y apartarlas de los lugares adonde puedan peligrar. Ante todas cosas es aquí de saber, que para ser uno buen prelado y pastor, le conviene tener buenas yerbas para las apacentar, saber bien el camino para las guiar, conocer muy bien los lobos para las guardar, tener muy buenas fuerzas para las defender: y aun tener muy grande aviso para cuando han de venir. El que en alguna destas cosas se hallare ser defectuoso, mire y no se engañe del pastoral oficio: pues sería gran liviandad obligarse a lo que no puede, y aun sería gran temeridad encomendarlo al que no sabe. Mucho es de ponderar, que no dijo Dios a Moisés, tu pasces te ipsum: sino que le dijo tu pasces populum meum: en lo cual se nos da a entender, cuán gran cuidado ha de tener el prelado de su familia, y cuán no ninguno de su persona: porque siendo como es el oficio del prelado oficio tan público, menos el que los otros ha de tener parte en sí mismo. San Bernardo escribiendo a un abad regalado dice: Conjuro te padre abad Mauro, pues te encargaste de mí, no tengas tanto cargo de ti: porque yo siendo súbdito, no soy sino sólo tuyo, mas tú por ser prelado, eres de todo el convento. Sobre aquella palabra, Simon diligis me dice San Crisóstomo: No dijo Cristo a San Pedro, si deseaba el mejor obispado, o si procuraba la mejor abadía, o si solicitaba el más rico priorato: sino si le amaba más que todos, pues había de ser prelado de todos: porque Dios nunca da prelacía de su mano al que más presume, sino al que mejor vive.

El glorioso San Bernardo, hablando a la larga sobre aquella palabra de pasce oves meas dice: ¿Cómo, creeré yo que pascit oves Christi, el que no quiere ser obispo sino de generoso obispado, y no quiere ser abad sino de algún monasterio rico, y no quiere residir sino en lugar muy populoso: y aun no quiere por prelado, sino al que es su familiar amigo? ¿Quién creerá que pascit oves Christi: el que no quiere aceptar ninguna prelacía, si no hay en el monasterio dineros que expender, provisiones que gastar, buenas bestias en que andar, ricos huertos en que pasear, mucho trigo que comer, y buenos vinos que beber? ¿Quién podrá creer que pascit oves Christi, el que no quiere la prelacía para más trabajar, sino para más se holgar: ni la quiere para ayudar a que los otros se salven, sino para buscar adonde mejor se recree? ¿Quien [XXXVIv] podrá creer, que pascit oves Christi, el que de los bienes de los pobres, hace el costo sus convites: y el que a costa del monasterio cobra para sí amigos en el mundo: y el que quita a los monjes su ordinario para sustentar en honra algún sobrino? A semejantes bestias que estas, no quiere Cristo que encomienden sus ovejas: porque el fin del pastor y prelado ha de ser, tener ocasión para salvar más su ánima, y de ayudar a salvar a los que están en su república. Lo de suso es de Bernardo. El glorioso San Bernardo sobre aquella palabra del apóstol, que escribe a Tito en el quinto capítulo: es a saber, qui episco patum desiderat, bonum opus desiderat: dice así. Palabra es para aquellos tiempos y no para estos, decir el apóstol, que buen trabajo desea, el que prelacía desea: porque en la primitiva Iglesia, el que se asentaba en el lugar primero, iba primero al martirio: de manera, que el que deseaba ser entonces prelado, deseaba ser martirizado.

Desde que Cristo murió hasta que el gran Constantino imperó, pasaron sobre más de trescientos veinte años: en los cuales no hubo pontífice en la Iglesia de Dios, que no fuese de algún malo perseguido, o que con corona de martirio no fuese muerto: de manera, que la más cierta renta que tenía el prelado era saber, que había de morir a cuchillo. Como en la primitiva Iglesia no tenían los prelados otras haciendas que granjear, sino eran sus ovejas de apacentar, ocupábanse en doctrinarlas, y morían por defenderlas: mas ¡ay dolor! que desde la hora que Constantino comenzó a enriquecer a los prelados, luego se acabaron los mártires, y cesaron los martirios. Bonum opus desiderat, qui episcopatum desiderat: es a saber, cuando toma la prelacía para trabajar, y no para se libertar: mas si la toma para se libertar y no para trabajar, él por cierto vive muy engañado, pues vive más esclavo, que todos los esclavos del mundo: porque muy mayor cautiverio es tener el corazón cargado de cuidados, que no los pies llenos de hierros. Opus en latín quiere decir trabajo en romance: y decir el apóstol que bonum opus desea, el que prelacía desea: es darnos a entender, que toma sobre sí muy gran carga, el que de gobernar ánimas se encarga: porque de tantas muertes es el prelado digno, de cuantos pecados cometieren por su mal ejemplo. Por esta palabra de bonum opus desea el que prelacía desea, obliga el apóstol al que quiere ser prelado, de continuamente trabajar, y no le da licencia para descansar: porque algunas recreaciones se permiten en los súbditos, que sería grande escándalo si las tomasen los prelados. Así como el santo Moisés, y el gran sacerdote Aarón no salían jamás fuera del tabernáculo, así el buen prelado ha de salir tarde o nunca de su monasterio: porque si lo quiere él bien entender, el día que entra en la casa de la prelacía, es como quien entra en una cárcel religiosa y honesta.

En la Iglesia de Dios dos maneras hallo yo de prelados, unos que saben serlo y pueden serlo, mas no quieren serlo: de los cuales podemos decir, que si lo dejan por humildad, en ello merecen, y si lo dejan por sola pereza también pecan: porque en la viña del señor, como sean todos obligados a trabajar, no cumple con trabajar una hora el que tiene fuerzas para trabajar todo el día. Aquel a quien dio el señor fuerzas para trabajar, y talento para gobernar, no menos peca si le hacen prelado y no lo acepta, que si siendo inhábil para ello lo procura: porque [XXXVIIr] así como en el cuerpo humano no se sufre que los ojos sirvan de pies, ni que los pies sirvan de ojos, así en la Iglesia de Cristo no se sufre, que al que es para súbdito le hagan prelado, ni al que es para prelado le consientan ser súbdito. Ejemplo teníamos de todo esto en el cuarto capítulo del Éxodo, ado se cuenta muy por extenso, en cómo Moisés se excusaba de la prelacía que Dios le daba sobre la sinagoga diciendo, que era inhábil y tartamudo, y que ni sabría, ni podría hacerlo: mas después de muchas altercaciones, como Dios vio en Moisés habilidad, y Moisés conoció de Dios que era su voluntad, como se lo mandó lo aceptó. San Gregorio en el pastoral dice: Aquel a quien el señor dio que fuese humilde de corazón, penitente en el cuerpo, paciente en los trabajos, sobrio en los manjares, cauto en los peligros, piadoso con los flacos, y severo con los indómitos: y que con todas estas gracias no quiere aceptar prelacía, por tener la vida holgada: tan culpado será en el divino juicio, como el que tiene mucho trigo, y deja morir de hambre a los de su pueblo. Y dice más este doctor. Decir Cristo a San Pedro, si diligis me pasce oves meas, era como si le dijera: Dar yo gracia a uno que me tenga singular amor, es obligarle a que sea mi vicario y pastor: y el que lo puede hacer, y dello no se quiere encargar, señal es que no me ama: pues holgando y no trabajando come el fruto de mi viña.

En el XXV capítulo del Deuteronomio mandó Dios por su ley, que si un hermano quisiese casarse con la mujer de su hermano que quedó sin hijos y viuda, que en tal caso le descalzasen un zapato, y llamasen a su casa, la casa del descalzo. Bien acertaríamos en decir, que Cristo es el nuestro hermano, y que la viuda es la madre santa Iglesia: con la cual somos obligados a nos casar, y de su gobernación nos encargar: y el que del tal trabajo se excusa, no por escrúpulo de consciencia, sino porque no le dan otra mayor prelacía, o por tener la vida más descansada: justamente trae el tal no más de un zapato calzado, pues no vive más de para sí solo. El pie izquierdo trae calzado, el que no tiene cuidado más de sí mismo: y el pie derecho trae calzado, el que procura la salvación de su prójimo: y por eso el apóstol manda a los de Efeso, que traigan ambos los pies calzados: para que procuremos la salvación de nuestros prójimos, como procuramos la de nosotros mismos. Otro género de hombres para prelados hay, que llegados a probar, ni pueden serlo, ni saben serlo, mas querrían serlo: el cual apetito les viene de ser muy locos, o sobradamente ambiciosos: pues emprenden con lo que no pueden salir, y toman a cuestas carga que no pueden llevar. Que desee uno de pobre tornarse rico, de abatido verse honrado, y de labrador subir a ser caballero aun pasa, mas procurar de ser prelado, el que no tiene habilidad para ello: ni basta paciencia que lo sufra, ni aun lengua que lo calle: pues de buena razón, todas las veces que se hubiese de elegir prelado, habían de elegir al mejor hombre del mundo. Otra y otra vez tornamos a decir, que el que han de elegir en prelado, conviene que sea el mejor de los mejores del mundo: porque siendo como somos todos un cuerpo místico de Cristo, nadie representa más de un miembro deste cuerpo, excepto el prelado, que representa a todo Cristo. A todo Cristo representa el prelado: pues que predica su ley, defiende su fe, manda en su nombre, y se asienta en su cátedra: de lo cual podremos inferir, que pues el prelado es el alcaide, y teniente de Dios, no se debería fiar aquel oficio sino [XXXVIIv] del mayor amigo de Dios. Ego sum pastor bonus: et bonus pastor animam suam ponit pro omnibus suis, decía Cristo, y es como si dijera: Yo soy pastor, y soy buen pastor, y hago obras de buen pastor: y las obras que hago a mis ovejas son, que no hay oveja en el mundo tan sarnosa, por quien no ponga yo mi vida. San Crisóstomo sobre estas palabras dice: No dijo Cristo, yo soy príncipe que mando, yo soy capitán que peleo, yo soy caballero que valgo, yo soy escudero que sirvo, yo soy oficial que labro, sino solamente dijo yo soy pastor que guardo ganado: para darnos a entender, que de todos los estados de la Iglesia de Dios debe ser este estado el más alto: pues de él y no de otro echó Cristo la mano.

Si Cristo no nos obligara a más de ser pastores pasara, mas como nos obligó a conocer las ovejas, y a ser conocidos dellas, y a pacentarlas, y a poner las vidas por ellas: verdaderamente él es oficio más para poner espanto, que no para tomar del deseo. San Bernardo en una epístola dice: Oh a cuánto se obliga, el que a ser buen pastor se obliga: pues pone en condición su honra, pone en peligro su vida, pone en condición su ánima, y aun pone a riesgo su hacienda: de manera, que el día que acepta uno una prelacía, pone en condición cuanto tiene en esta vida. Pone el tal en condición su honra, pues han de él de murmurar: pone en peligro su vida, pues la ha por sus súbditos de perder: pone a riesgo su hacienda, pues ha a los pobres de sustentar, y pone en condición su ánima, pues si es malo se ha de condenar: de manera, que si el tal supiese bien lo que procura, aun dándoselo no lo recibiría. San Gregorio en el pastoral dice así: Entonces el pastor pone por sus ovejas el alma, cuando las ama como a su alma, las defiende como a su vida, las trata como a su persona, y que nunca las pierde de su vista. San Agustín sobre San Juan dice: Por sus ovejas pone con Cristo el ánima, el que en los peligros es el primero, el que en los enojos es medianero, el que de lisonjas no hace caso, el que de los pobres tiene cuidado, el que de los buenos es un escudo, y el que de los malos es un flagelo. Hugo de claustro monachorum dice: Por sus ovejas pone el ánima el prelado, que esfuerza los tímidos, sobrelleva a los flacos, soporta a los furiosos, disimula con los elatos, ayuda a los laboriosos, trabaja por los enfermos, corrige a los indómitos: y es humano con sus súbditos.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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