La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XXVIII
Que el siervo del señor debe huir de los convites mundanos: y que en los más convites del mundo se halló siempre el demonio.


Melius est ire ad domum luctus: quam ad domun convivii. Decía el sabio en el VII capítulo del libro Eclesiastes, y es como si dijera: Si vieres a unos llorar, y vieres a otros comer, antes elige de irte a la casa de los que lloran, que al convite de los que comen: porque con los tristes llorarás lo que has pecado, mas con los convidados añadirás más al pecar. De este santo consejo podemos colegir, cuán de mala gana nos hemos de dejar convidar: pues en el llorar nadie comete culpa, y del convite apenas sale nadie sin ella. Preguntado Chilo el filósofo, que qué haría uno si fuese de sus amigos convidado, respondió estas palabras: El que quisiere tener nombre de virtuoso, y renombre de filósofo, debe ir a los templos de buena voluntad, y debe ir a las guerras de pura necesidad: mas a las casas del convite ni ha de ir de voluntad, ni aun constreñido de necesidad. Preguntado el buen emperador Augusto, por qué había prohibido los juegos, y quitado los convites de Roma, respondió: Quité los juegos porque blasfeman allí de los dioses, y quité los convites porque murmuran allí de los vecinos. El cónsul Marco Ancio que hizo la ley ancia, prohibió a los romanos so graves penas, que nadie convidase a otro sin licencia del censor romano: si no que [LVv] si uno quisiese a otro hacer honra, le enviase la cena o comida a su casa.

En las vidas de los padres se lee, que como un noble de Alejandría se agraviase mucho, porque no quería ir a comer con el glorioso abad Arsenio, respondióle el buen viejo: Ni oso contigo comer, ni puedo dejarme de ti convidar: porque ninguno de los que moramos en estos yermos, puede comer a mesa ajena, sin que pierda mucho de su libertad, y ponga en aventura su gravedad. Y dijo más el santo Arsenio: No salgo yo del yermo y vengo a Alejandría, para haberme de recrear, sino para induciros a trabajar: ni vengo a que me convidéis a comer, sino a persuadiros a ayunar: de manera, que con nuestra abstinencia, desterremos de nuestras casas la gula. Los que curiosamente lo quisieren mirar y leer, hallarán por cierto y por verdad, que apenas se hizo convite, o banquete en el mundo: en el cual no se hallase presente el demonio: y de hallarse allí el demonio, siempre aconteció algún desastrado caso. Y porque no parezca que hablamos de gracia, contaremos aquí algunos convites o banquetes de la sagrada escritura: en los cuales acontecieron, y de los cuales sucedieron tales y tan enormes cosas, que son dignas de notar, y no menos de llorar.

El primero que inventó convites en el mundo, fue el maldito del demonio cuando convidó a nuestros primeros padres, a comer del árbol vedado: y el fruto que de aquel convite se sacó fue, la triste de Eva ser engañada, el pobre de Adán perder su inocencia, y quedar todo el mundo obligado a la pena. Ya que el santo Isaac había cegado, que no podía ver, y de puro viejo había perdido el apetito que no podía comer: acordó la buena vieja de Rebeca su mujer, de convidarle a unos manjares silvestres, que eran muy sabrosos y muy poco costosos: el cual convite se hizo en tan buen punto para él un hijo, y en tan malo para el otro, que de allí resultó, perder el triste de Esau el mayorazgo, y quedar el segundo hijo por primogénito, y hallarse el pobre viejo de todo ello burlado. El hermoso infante Absalón, hijo muy querido que era del gran rey David, acordó de convidar y hacer un solemne banquete a todos los otros infantes sus hermanos en un gran heredamiento suyo, ado a la sazón estaban sus pastores, esquilando el ganado: y lo que de aquel triste convite sucedió fue, quedar allí el infante Amón muerto, su hermana Thamar infamada, el mismo Absalón desterrado, su padre David lastimado, y todo el reino revuelto. El gran rey Assuero, señor que fue de ciento veinte provincias, queriendo mostrar la sobrada abundancia de su riqueza, y la grandeza de su potencia, acordó de hacer un superbo convite, en los huertos reales de su casa: para el cual convidó a todos los vecinos de la ciudad de Susis, ado él residía, y a todos los caballeros, y cortesanos que en su corte traía. No menos infeliz y desdichado fue este convite que los otros convites: pues de lo que resultó de él fue, ser la reina Vasti descompuesta, los más de los nobles degollados, todos los hebreos a muerte condenados, el rey Assuero airado, el su muy privado Amán ahorcado, y todo el reino alterado. El hijo mayor y primogénito del santo Job, determinóse de convidar a comer a siete hermanos y a tres hermanas que tenía: y no obstante que su buen padre los bendecía cada mañana, y rogaba a Dios por ellos cada día: en lo que paró aquel convite fue, que en un día y en una hora, y en una casa, antes que se les acabase la vianda, y se levantasen de las mesas, perdieron todos catorce [LVIr] hermanos allí las vidas. El muy esforzado príncipe Baltasar, hijo que fue del gran rey Nabucodonosor, estando cercado de Cambises, rey de los persas, acordó de convidar a comer a todos los príncipes y capitanes de su ejército, y a todas las enamoradas de su palacio: y en lo que paró aquel infeliz convite fue, que en lo más sabroso de la cena, el rey fue muerto, las concubinas presas, los tesoros robados, el campo deshecho, y el reino perdido.

A todos estos que aquí hemos contado, y a otros infinitos que dejamos aquí de contar: ¿por ventura no les fuera más sano consejo, comer en sus casas solos, y seguros, que morir en los convites acompañados? Viniendo pues al propósito, el fin para que relatamos estos ejemplos es, para avisar y aun aconsejar al siervo del señor, no ose comer fuera de su monasterio, ni que fácilmente acepte los convites del mundo: pues tan sospechoso ha de estar de él, y de los que viven en él: que no sólo ha de osar en el comer, mas aun ni quererle oír mentar. Entre los hijos del siglo suelen tener costumbre después que han reñido unos con otros irse a comer todos juntos, para tomarse a ser amigos: de manera, que no valen nada las amistades que concertaron los vecinos, sino se confirman después entre los vasos y jarros. Habiendo tú renegado del mundo cuando te hicieron cristiano, y habiendo tú renunciado el mundo cuando entraste religioso: dime yo te ruego, ¿qué otra cosa es ir a comer con los que están en el siglo, sino que quieres tornar a hacer paces con el mundo de nuevo? Si la infeliz mujer de Lot de solo volviera mirar a los de Sodoma, fue tan agramente castigada y desecha: ¿qué será de ti pobre monje, que habiéndote el señor librado de los incendios y peligros del mundo, te tornas a comer y beber en él: como profano y fementido? Castigó Dios a los israelitas, no más de porque deseaban tornar a comer ajos y cebollas a Egipto: ¿y piensas que ha de perdonar a ti, que comes y bebes con los del mundo?

El monje que presume de buena consciencia, y que se precia de tener vergüenza, no es posible que con los del mundo tenga buena comida: porque si come poco nótanle de hipócrita, y si come mucho infámanle de voraz: y aun cuéntanle las veces que bebe, y nótanle las palabras que habla. Ora nos conviden de veras, ora nos conviden de burla, creedme hermanos y no dudéis, que por más amigos y deudos que sean nuestros, todavía huelgan más de vernos en nuestros monasterios ayunar: que no en sus casas y mesas comer. Por más que tu amigo te ruegue, o que tu pariente te importune, a que vayas a su casa, o que comas a su mesa: tente por dicho, que lo hace más por contigo cumplir, que no porque lo hayas de hacer: pues comúnmente todos los seglares nos quieren más, para que les ayudemos a llorar los pecados que han cometido, que no para que les vamos a comer los manjares que han allegado. No quiso Cristo dar licencia a un mancebo que le quería servir, para tornar a enterrar a su padre proprio: ¿y piensas que la daría a ti para que fueses a comer y holgar con los que están en el mundo? Pecado por pecado, y culpa por culpa: ¿no era por ventura menos culpa y pecado, ir a enterrar los muertos, que no irse a comer y beber con los vinos? Quiso pues Cristo aquel enterramiento prohibir: para darnos en él a entender, que muchas cosas son lícitas a los que andan allá por el mundo: las cuales son prohibidas y entredichas a los que están en el [LVIv] monasterio. El monje que de su voluntad dejó los placeres del mundo, y se ofreció a ser cristiano, parece cosa de gran poquedad, y aun ayna diría de gran liviandad, acevilarse a comer con alguna persona, no por más de por gozar de una buena comida: como sea verdad que aun entre los muy vanos y mundanos se tenga por caso de menos valer, el hacer cuenta del comer.

Caso que te vengan a rogar, y te envíen a importunar, mira no te dejes de nadie vencer: porque el verdadero siervo del señor, jámas sale por las puertas de su monasterio, sino fuere a cosas que le constriña la consciencia, o le manda la obediencia. Teme pues de ser convidado, teme de comer con los que están en el mundo: pues apenas hay convite mundano, ado no se derrame la vista, ado no se desmanden en la gula, ado no se diga alguna palabra ociosa, o no se hable en perjuicio de alguna persona honrada. ¿Para qué quieres ser convidado, pues no puedes tornar a tu monasterio, sin traer contigo algún escrúpulo? ¿Y tú no sabes que a la hora que te asientas a mesa ajena, te pones en obligación, de loar todo lo que comes aunque sea malo: y de murmurar de todo lo que ellos murmuran aunque sea de alguno bueno? Si por caso me quisieres hermano decir y argüir, que no se quebrantan los mandamientos de Dios, ni los estatutos de la orden, en comer con los deudos y amigos: a esto te respondiendo digo, que tú dices verdad que no es pecado, mas no me negarás tú, que no te pones en ocasión de pecar: pues debajo de los muchos regalos, vienen enmascarados los vicios. Ab omni specie mala abstine te vos, decía el apóstol escribiendo a los de Tesalónica, y es como si dijese: Hágoos saber hermanos míos los de Tesalónica, que pues ya recibisteis el bautismo, y prometisteis de guardar el evangelio, que no sólo sois obligados a guardaros del pecado, mas aun de toda especie y ocasión de poder pecar: mayormente, que para caer somos ligeros, y para levantarnos muy pesados. Muy alta doctrina, y muy profunda palabra es esta del apóstol: pues no se contenta con que no pequemos, sino que hemos de huir de los lugares ado nos pueden convidar a pecar: en lo cual tiene el apóstol muy gran razón, pues en los lugares ocasionados es, ado peligran aun los muy virtuosos. El lugar es pecado, y el ir ado juegan es especie de pecado: el adulterar es pecado, y el conversar con adúlteros es especie de pecado: el comer demasiado es pecado, y el convidarse con voraces es especie de pecado: y de aquí es, que los que toman el consejo del buen apóstol, por no venir a caer en los pecados, huyen de la conversación de los pecadores.

Los que están en el mundo conténtanse con no pecar, mas a los que están en la religión, no les basta no pecar, sino que también deben huir de las ocasiones del pecar: lo cual no hace el monje regalado, y goloso, pues él mismo se convida, aunque no le conviden los del mundo: lo cual parece claro, en que no anda pensando en otra cosa, sino ado podrá haber una buena comida. Pues ningún siervo del señor debe dar paso que no sea por la obediencia, ni debe hablar palabra que no sea santa, ni debe tener pensamiento que no sea casto, ni debe hacer obra que no sea meritoria: dime yo te ruego, ¿para qué vas al mundo a ser convidado: pues te pones en aventura, de yendo sobrio y virtuoso, vuelvas malicioso y aun goloso? Si con los que te convidaron quieres hablar cosas de Dios no te oirán, si les hablas cosas vanas escandalízarse han, si les preguntas por nuevas tendránte por curioso, y [LVIIr] si no respondes a lo que te preguntan tendránte por necio: de manera, que a la hora que te asientas en alguna mesa ajena, pones en examen a tu vida propia. Si de tu natural eres templado y comes poco, estáte en tu monasterio quedo, y si eres voraz y goloso tampoco te aconsejo que aceptes el convite de ninguno: pues una buena comida más es para acrecentar el apetito, que no para amatarte el deseo. Comiendo en tu monasterio, comes en compañía de santos, comes manjares benditos, comes a la hora congrua, comes vianda sana, comes en la regular disciplina, comes so el mérito de la obediencia, y aun comes con lección de la escritura sacra. Si comes en el mundo, has de comer tarde, has de comer de todo, has de comer hablando, has de comer con estrépito, has de estar regocijando, haste de reír si burlaren, has de responder a lo que te preguntaren: y aun has de disimular si te motejaren. Comida tan achacosa para el cuerpo, y tan sospechosa para el ánima, ni se había de aceptar, ni aun en ella oír hablar: pues vale más el pobre ordinario del monasterio, que todos los manjares que nos pueden dar en el mundo.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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