La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XXXII
Que el siervo del señor de tal manera se haya con su cuerpo que le castigue, mas no que le mate.


Ignis domini consumpsit extremam partem castrorum: dice la sacra escritura en el libro de los Jueces en el XI Capítulo. Y es como si dijera: Murmuraron los hijos de Israel en el desierto de Achor, a causa que les faltaban los manjares, y les fatigaban los calores: y como el señor desto se enojase, y airase, envió sobre ellos un fuego de súbito: el cual fuego no quemo, ni abrasó a los que estaban en medio de los reales sino a los que estaban en los extremos de los ejércitos. Mucho es aquí de ponderar y altamente considerar, no querer el señor quemar a los que estaban en medio del campo, sino a los que estaban en el extremo del ejército: en lo cual se nos da claramente a entender, en cuánto el señor tiene a los que con sus hermanos viven y residen: y cómo hiere y castiga a los que de vivir con otros se extreman: y de aquí es, que Cristo nuestro Dios nunca se asentaba a comer, ni se ponía a platicar con sus discípulos al cabo del banco, sino en el asiento del medio. San Agustín en un sermón a los ermitaños dice: No debe el siervo del señor apartarse de la compañía de sus hermanos, ni vivir sino como vivieron los monjes antiguos: porque de otra manera, como es el demonio tan sutil, so color de llevarle por el camino de perfección, le traerá a desesperación. Fratres objecto vos utex hibeatis corpora vestra hostiam viventem, sanctam, deo placentem: et rationabile sit obsequium vestrum, decía el apóstol escribiendo a los romanos en el capítulo XII. Y es como si dijera: Mucho os ruego hermanos míos romanos, que pues ya por la gracia de Cristo sois bautizados, y a la santa fe católica traídos, que tengáis vuestros corazones tan limpios, y a vuestros cuerpos tan guardados, que los ofrecáis con la hostia viva, digna de ser al señor presentada: y esto ha de ser, con que los trabajos y disciplinas que diéreis a vuestros cuerpos mortales los puedan buenamente llevar, y no con ellos en el suelo caer.

Mucho es aquí de ponderar, que hablando el apóstol de la manera que nos habemos de haber con nuestro cuerpo dice hostiam viventem: es a saber, que le ofrezcamos [LXIIIr] al señor vivo y no muerto: en la cual palabra se nos da a entender, que si por caso el triste de nuestro cuerpo es descomedido en lo que le rogamos, y es atrevido en lo que le mandamos, tenemos licencia de disciplinarle, mas no del todo matarle. Decir el apóstol, et rationale sit obsequium vestrum: y que nuestros sacrificios sean de hombres vivos, y no de cristianos muertos: es querernos avisar y amonestar, que todo lo que mandáremos hacer a nuestra carne flaca, y a nuestra humanidad mísera, sea conforme a razón y no guiada por opinión: porque las fuerzas corporales que el señor nos dio, ha de pensar el siervo del señor que no consiste su perfección en debilitarlas, sino en cuerdamente emplearlas. Hostiam viventem ofrece el religioso a Dios: cuando los deseos de su ánima, y las fuerzas de su cuerpo las emplea todas en ir al coro, servir a los enfermos, barrer la casa, hacer la cocina, y cumplir lo que le manda la obediencia: ninguna de las cuales cosas puede hacer, el que en abstinencias desaforadas se quiere andar.

San Jerónimo escribiendo a rústico monje dice: Si de tí fuese yo creído hermano mío rústico, ni andarías tan enfermo, ni aun serías a tu monasterio tan penoso: porque a un abad del yermo de Tebas oí decir, que el verdadero monje había de tener el cuerpo vivo y el corazón muerto: pues desta manera tendría fuerzas para trabajar, y no apetitos para se perder. Oh a cuántos monjes he yo conocido, así en Palestina como en Tebaida: los cuales por querer inhumanamente debilitar sus fuerzas, y por atreverse a hacer penitencias no acostumbradas, vinieron después a ser tan enfermos, y a tener necesidad de tantos regalos: que no sólo no podían ayunar los ayunos de su devoción, mas aun ni los de su profesión. Lo de suso es de Jerónimo.

Tornando pues a la autoridad del apóstol, entonces padres míos est rationabile obsequium vestrum, y entonces ofrecéis al señor hostiam vivam y no muerta: cuando de tal manera moderáis vuestros ayunos, y tan cuerdamente hacéis vuestras disciplinas, que todos los que lo ven dicen que lo hacéis conforme a razón, y aun a vuestra complexión. San Buenaventura en el libro de la doctrina de los novicios dice: Ante todas cosas debe el buen religioso emplear sus fuerzas en los ayunos a que de regla es obligado: y después en los ayunos de que él es devoto: mayormente, que no podemos decir, que es fraile de poca abstinencia, el que ayuna bien lo que su regla le manda. Y dice más adelante: El demonio como es enemigo nuestro mortal, de que no osa a los varones perfectos tentarlos a que no ayunen, engáñalos en la manera del ayunar: es a saber, a que tengan en más el menor ayuno de su devoción, que todos los obligatorios de su religión. No es por aventura engaño del demonio, que ose el religioso ayunar todo lo que a él se le antoja, y se atreva a quebrantar lo que su regla le manda: Parécete ora bien, que en el día que ayunas por tu devoción no osas hacer colación aun con una pera, y en el día que ayunas por tu regla haces colación romana: El monje a quien el señor diere más fuerzas para poder trabajar, y más espíritu para orar, debe detenerse un poco más en el oratorio, anticiparse en los mártires, madrugar con tiempo a prima, no dormir hasta hartar, ni comer hasta regoldar: por manera, que podamos del tal monje decir que ejercita la virtud sin perjuicio de la salud: y conserva la salud, sin perjuicio de la virtud.

A este propósito dice Hugo de Santo Victore: El monje que estando malo no se quiere acostar, y teniendo necesidad no se [LXIIIv] quiere vestir, y estando debilitado no quiere comer, y hablándole su hermano no le quiere responder, y viviendo todos juntos a nadie se quiere allegar: no osare yo decir del tal, que hace de su persona sacrificio racional sino bestial: pues condesciende a lo que le persuade su voluntad, y no a lo que demanda su necesidad. San Agustín en su regla dice: Bien es que los monjes se abstengan alguna ves de no beber vino, y de que no coman carne en todo tiempo, y de no salir muchas veces fuera del monasterio, y de no tener su cuerpo muy regalado: mas esto ha de ser con mucho moderamiento y cordura: de manera que le castiguen, mas no le maten. También dice San Jerónimo sobre Isaías: No hago caso que en poco tiempo, o en mucho tiempo te acabes de consumir, o de matar: porque te hago saber hermano mío en Jesucristo, que todo hombre que con demasiada abstinencia, y con inconsiderada penitencia, se vino a acabar, o debilitar, es como el ladrón y salteador, que ofrece a Dios algún particular sacrilegio, de lo que a otros ha hurtado. Palabras son de mucho peso estas que dice aquí el glorioso Jerónimo: pues en ellas se nos da a entender, que esta nuestra mísera carne, si no es justo que la regalemos, tampoco es justo que la acabemos: porque todo monje que quita a su cuerpo lo necesario, ofrece sacrificio de lo que no es suyo.

Ni por esto que aquí decimos es nuestra intención de reprehender ni lastimar a los que en algún monasterio son más honestos, más recogidos, más devotos, y mejor ocupados: porque así como en la Iglesia habrá unas sillas más altas que otras, así acá en la Iglesia ha de haber unos varones más perfectos que otros. A los que aquí reprehendemos, y contra los que nuestra pluma se encruelece son, los que en la religión son muy voraces en el comer, y muy destemplados en el beber, y contra los que son inconsiderados en el ayunar, y extremados en el vestir: de manera, que ni a los unos hay quien pueda imitar, ni a los otros hay quien pueda contentar. No obstante todo lo dicho, no deben los mancebos aflojar en sus ayunos, ni refrenarse de sus santos propósitos: pues aquí no hablamos de los penitentes cuerdos, sino de los abstinentes locos. Si en el monasterio hubiese algún monje que fuese además goloso, y en extremo regalado, y por el contrario hubiese otro monje que fuese además abstinente, y en extremo apartado: de manera, que el uno no comiese aun apenas yerbas cocidas, y el otro no viviese sino con golosinas, y delicadezas: todavía es más tolerable el que en la virtud se extrema, que no el que en los vicios se ensancha. En las colaciones de los padres dijo el abad Serapio: Así como el animal que anda recio muy presto se cansa, y el que está quedo muchas veces de holgarse manca: por semejante manera, el monje que mucho come se avicia, y el que poco come enflaquece: a cuya causa debe el siervo del señor de en ninguna cosa ser extremado, y de no confiarse de su propio seso: porque tanto cuanto más se aparta la virtud del medio, tanto más se allega a vicio.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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