La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XXXIIII
Ado se comienza a tratar del oficio divino, y que el loar al señor es oficio de ángeles del cielo.


[LXVIr] Cantate domino canticum novum: quia mirabilia fecit, decía el serenísimo rey David en el salmo XCVII. Y es como si dijese: Oh hijos de Israel, oh descendientes de Abraham, por el amor que os tengo, y por el deudo que os he, os aviso y amonesto, no echéis atrás en olvido, el haberos Dios sacado de Egipto, y el haberos sacado del mar Bermejo: en cuya remuneración y servicio, deberíais de levantar y cantar al señor algún cantar nuevo, que otro ninguno no le hubiese cantado. Mucho es aquí de ponderar, que cuando el rey David compuso este salmo, y dio al pueblo este consejo, ya en la sinagoga sabían cantar, y aun quienes supiesen cantares componer: lo cual parece claro en el cántico que compuso Moisés, y en el de Delbora, y en el de la buena Ana, y en el del rey Ezequías, y aun en los cantares de cantares que compuso Salomón: ninguno de los cuales quiere ahora Dios que le canten, sino que de nuevo otros cantares le busquen. Gran turbación nos da, y en gran confusión nos pone, mandarnos el profeta que cantemos, y no señalarnos lo que hemos de cantar, sino que solamente dice, que lo que cantaremos sean cosas nuevas, y no viejas: pues son nuevas las mercedes que él siempre nos concede, y muy grandes las maravillas que nuestro Dios por nosotros hace. Oh cuánta razón nuestro señor Dios tiene, en querer que le inventemos algunos cantares nuevos, pues ha hecho por nosotros tantas novedades: lo cual parece claro: pues trocó al criador por la criatura, al hijo por el siervo, al justo por el condenado, al inocente por el culpado, y al redentor por el pecador. Dime yo te ruego, tantas maravillas, y tan ilustres mercedes como son éstas, ¿tú no ves que apenas hay lengua que las pueda contar, cuanto más servicios para poderse pagar? No vaca de alto misterio, mandarnos nuestro señor Dios que le loemos, y no nos señalar las palabras con que le hemos de alabar: porque el beneficio de que usó en querernos criar, y la largueza que mostró en venirnos a redimir, y la providencia que tiene en también nos gobernar, y la misericordia de que usa en querernos sustentar: obras son tan altas y tan heroicas, que trascienden la capacidad humana, y aunque sobrepujan a la natura angélica. Oh cómo fue obra muy nueva, y aun obra nunca oída, Dios tornarse hombre, la virgen ser virgen y madre, ser hijo y no tener padre, la sinagoga tornarse Iglesia, la circuncisión tornarse bautismo, a los profetas suceder apóstoles, los sacrificios tornarse en sacramentos, y las figuras parar en verdades: y por eso es mucha razón, que tan nuevos misterios no se engrandezcan sino con nuevos cantares.

Dejar Dios a nuestro libre albedrío lo que hemos de cantar, y cuándo lo hemos de cantar: es darnos a entender, que pues no somos bastantes para le loar y servir como debemos, a lo menos que hagamos por él lo que podemos: porque él es tan bueno, y de tan buen contentamiento, que nos toma también en cuenta el deseo que tenemos de servirle, como si de hecho le sirviésemos. Oh si supiésemos conocer cuán buen Dios tenemos, y cuán a buen señor servimos: por tantos bienes que cada día nos hace, y por tantos pecados que cada hora nos disimula, no [LXVIv] nos manda peregrinar a la tierra santa, ni nos pide nuestra hacienda, ni nos toma nuestra honra, ni aun nos roba a nuestra vida: sino que solamente lo que de nosotros quiere es, que con el corazón le creamos como buenos cristianos, y con la lengua le alabemos como sus siervos. Lo que Dios por nosotros hizo, es cosa muy difícil, que fue querer morir: y lo que él a nosotros pide es cosa muy fácil, que es no más de que se lo hayamos de agradecer: y este agradecimiento no le pide él que sea de obras muy arduas, sino que le demos alabanzas muy continuas: el cual oficio es de poco trabajo, y de gran merecimiento. Muy gran razón tiene el profeta en decir, cantate domino canticum novum: es a saber, que cantemos al señor algunas alabanzas nuevas: pues por todo el bien que nos hace, y por las mercedes que nos concede, no nos pide y demanda que se lo paguemos, sino que se lo alabemos. Oh cuán buena vida debe ser, vivir con Dios, servir a Dios, y seguir a Dios: pues todos los que moran en su casa, y todos los que andan en su compañía, no los dejan llorar, sino que los avezan a cantar: que como dice San Juan en el Apocalipsis, los santos que vio ir de acá allá, luego les enjugaban las lágrimas de los ojos, y les enseñaban a cantar unos cantares nuevos.

Cantate dominum de terra dracones et omnes abyssi, ignis, grando, nix, glacies, et spiritus procellarum, decía el serenísimo rey David, y es como si más claro dijese: A todas las jerarquías celestiales cito, y a todas las criaturas mortales convido, se junten a loar al señor conmigo: es a saber a los dragones bravos, a los profundos abismos, al fuego que quema, al granizo que descalabra, a la nieve que se congela, al carámbano que enfría, a la mar que espanta, a las bestias que braman, a las serpientes que silban: y aun a las aves que vuelan. Para mi creído tengo, que por eso comete el profeta las alabanzas de Dios a los brutos animales, por motejar a los hombres de hombres bestiales: lo cual nosotros somos todas las veces que conforme a la razón no vivimos: porque hablando la verdad, y con libertad, si quitamos al hombre el conocimiento que tiene de lo bueno y de lo malo, nadie le juzgará, sino por un animal bruto. Oh cuán grande afrenta es a nuestra humanidad, y aun en gran perjuicio de nuestra libertad, ver que loan a su Dios y criador el dragón, y el león, y el granizo, y el hielo: y que por otra parte se queja el señor del hombre, que no sólo no es de él loado, sino que es de él injuriado y blasfemado: lo cual parece claro: pues apenas hace obra con que no le injurie, ni dice palabra con que no le blasfeme.

A este propósito dice el egregio Augustino en el libro de sus confesiones: De todas las criaturas que Dios crió en la tierra, y de todas las que él plasmó en el mundo, ninguna dellas tiene menos razón de le blasfemar, y más obligación de le loar que es el hombre: porque todas las otras criaturas deben a Dios la creación y la conservación, mas el hombre débele la creación y la conservación, y la redención. Oh buen Jesús, oh amores de mi alma, ¿qué tengo yo que tú no me hayas dado? ¿Qué sé yo que tú no me hayas enseñado? ¿Qué puedo yo si tú no estás a mi lado? ¿Qué valgo yo si de mí quitas lo que es tuyo? ¿Qué merezco yo si a ti no soy acepto? Alúmbrame señor si estoy engañado enséñame el camino si voy perdido, tórname a tu gracia si te he errado, [LXVIIr] perdóname los yerros que contra ti he hecho: pues me criaste sin que te lo rogase, y me redimiste sin que te lo mereciese. Mucho hiciste en criarme, y mucho hiciste en redimirme, y no harás menos en perdonarme: pues tu acérrima muerte que padeciste, y la mucha sangre que derramaste: no fue por los ángeles que te loan, sino por muy por los otros pecadores que te ofenden. Pues te he negado déjame reconocerte, pues te he perdido déjame buscarte, pues te he ofendido déjame servirte, y pues te he blasfemado déjame alabarte: pues es más muerte que vida, la vida que en tu servicio no está empleada. Todo lo sobredicho es de San Agustín.

Lauda anima mea dominum: laudabo dominum in vita mea, decía el serenísimo rey David, y es como si dijera: A vos, oh ánima mía conjuro, y a vos, oh cuerpo mío requiero y mando, que no dejéis de al señor loar, y ni paréis de a mi Dios servir: y esto no ha de ser cada día, sino cada hora, ni aun ha de ser cada hora sino cada momento: pues mi ser procede de su poder, y mi valer depende de su querer. Mucho es de notar, y aun a la memoria de encomendar, que siendo como era el santo profeta David rey de doce tribus, señor de muchos pueblos, caudillo de muchos ejércitos, y ocupado en grandes negocios, protesta de siempre a su Dios servir, y no pone excusa de no le poder loar: del cual documento podemos colegir, que todo cristiano que bien vive, siempre a su Dios alaba. Cuanto la araña come torna ponzoña, y cuanto la abeja gusta torna en miel: queremos por lo dicho decir, que el malo y el perverso cristiano, con todas sus obras de Dios blasfema, y el que es bueno y virtuoso, con todos sus hechos le alaba: de manera, que lo que obramos en gracia es a Dios todo grato y gracioso: y lo que hacemos sin gracia, le es desgraciado y enojoso. Canodoro sobre los salmos dice: Todo lo que pensamos y todo lo que hablamos, y todo lo que obramos, si con caridad lo hacemos, y con humildad lo ofrecemos, con todo ello al señor loamos y alabamos: y por el contrario todo lo que en pecado cometemos, y todo lo que como malos inventamos, con todo ello del señor blasfemamos y de él regañamos: porque si es mala la blasfemia de la lengua, muy peor es la de la obra. San Jerónimo a este propósito sobre la epístola a los de Corinto dice: No en vano, y aun no sin alto misterio dice el apóstol, escribiendo a la Iglesia de Corinto, que todo lo que comiere, y todo lo que bebiere, sea más para al señor loar, que no para a sí mismos recrear: de las cuales palabras podemos colegir, que nunca cesa de a su Dios loar, el que nunca para de bien hacer. Dicite cum bene, decía Dios por Isaías, y es como si dijese: Decid de mi parte al justo, que no esté triste ni alterado: pues todo lo que piensa es a mí grato, todo lo que hace es a mí acepto, todo lo que elige es conforme a mi gusto, y todo lo que quiere es como yo lo quiero: porque desde la hora que a un hombre recibo por mío, le tengo de mi mano para que no sea malo.

Oh qué palabra es esta tan consolativa para los buenos, y tan espantable para los malos: porque si el hombre es justo, en ninguna cosa puede errar, y si es injusto ninguna cosa puede acertar: la cual justificación y perfección, son muchos los que por ella suspiran, y muy poquitos los que del señor la alcanzan. Acerca pues de alabar y loar al señor, hay hombres que siempre callan, otros que continuo [LXVIIv] blasfeman, otros que cada día lloran, otros que cada momento ríen, otros que como viejos cantan, otros que cantares muchos inventan, otros que cantan con el corazón, otros que no sino con la lengua, y otros que con la lengua y con el corazón. Si decimos de cada uno destos una palabra, por ella se conocerá cuánto va de una condición a otra: pues son entre sí las inclinaciones de los hombres tan diversas, y aun tan adversas, que nadie se inclina a lo que en otro ve, ni quiere hacer lo que otro hace. Los que siempre callan y nunca hablan podemos decir que son los paganos y gentiles, de quienes dice el salmo, et os habent et non loquentur: es a saber, que tienen boca y no saben hablar, y tienen pies y no saben andar, y tienen orejas y no saben oír: lo cual dice el profeta, porque no podemos decir que sabe hablar, el que a Dios no sabe loar, ni sabe andar el que a Dios no sabe buscar, ni sabe oír el que a Dios no quiere creer, ni aun sabe ver, el que a Dios no sabe conocer.

Hay otro género de hombres que no saben sino blasfemar, y estos tales son a los que la Iglesia llama herejes: los cuales tienen por oficio de hacer obras perniciosas, y de levantar doctrinas escandalosas: y esto no para más, de para afamar por todo el mundo a sus personas, y de destruir las doctrinas santas y antiguas. Deste género de blasfemos decía Dios en el Levítico: Educ blasphemum extra castra: et lapidet eum omnis populus. Y es como si dijera: Al que hallaren ser hereje notorio, o ser blasfemo público, mando que le saquen luego de mi Iglesia, y que le apedreen todos los de la república: porque más justo es que perezca una oveja sarnosa, que no que con ella se inficione toda la cabaña. Hay otro género de hombres que siempre lloran, y nunca se ríen: y estos son los que de ninguna cosa que Dios hace se contentan, sino que siempre gruñen, y murmuran: por manera, que lo que ellos querrían es, que hiciese Dios nuestro señor todas las cosas que a ellos tocan, no como a él le place, sino como a ellos cumple. Hay otro género de hombres que siempre ríen y que nunca lloran: y éstos son los que llamamos vanos, y tenemos por profanos, que no entienden sino en cómo se han de regalar, y no tienen otro oficio, sino reír y tomar placer: de los cuales podremos decir, que son hombres bestiales, más que criaturas racionales: pues viven no según lo que la razón les dicta, sino lo que la sensualidad les demanda. Hay otro género de hombres, que si cantan no cantan sino cantares viejos: y éstos son los que por espacio de largos tiempos están en sus pecados envejecidos y obstinados: y lo que es peor de todo, que no sólo no hacen enmienda de las culpas pasadas, sino que las cantan y cuentan como si fuesen hazañas famosas. Hay otro género de hombres que olvidados los cantares viejos, no cantan sino cantares nuevos: y éstos son los que en el tiempo de su juventud fueron grandes pecadores, y después a la vejez viven muy corregidos, y hacen gran enmienda de sus pecados: por manera, que habiendo dado al mundo la harina, dan ya siquiera los salvados a Dios. Hay otro género de hombres, los cuales no cantan con las lenguas de fuera, sino con el corazón de dentro: y éstos son los que sobre todas las cosas a su criador aman, y qu con todas sus fuerzas y voluntad le sirven: por manera, que con sólo su Dios y señor tienen cuenta, sin que de sí [LXVIIIr] mismos hagan cuenta y memoria. Hay otro género de hombres que callan con el corazón de dentro, y solamente cantan con la lengua de fuera: y éstos son los hipócritas malditos y descomulgados: los cuales en las palabras que dicen parecer ser unos santos, y en las obras que hacen son unos demonios: por manera, que podremos a los tales comparar a las píldoras que están doradas: las cuales para mirar son muy alegres, y para gustar muy amargas. Hay otro género de hombres que juntamente con la lengua cantan, y con el corazón al señor loan: y éstos a la verdad son los buenos y santos religiosos, que residen en sus monasterios retraídos, y en los santos oficios ocupados: el oficio principal de los cuales es, andarse por los rincones contemplando, y estarse en los coros cantando. Oh oficio bienaventurado, oh oficio glorioso, oh oficio no humano sino angélico: es a saber, irse el monje al coro a cantar, y poderse retraer a su celda a contemplar: porque si profundamente quisieren mirar, no es otra cosa cantar salmos en la Iglesia, y meterse a contemplar en la celda, sino remedar e imitar a los santos que están en la gloria.

El glorioso San Juan Evangelista vio en su Apocalipsis la pena que tenían los dañados, y la gloria que gozaban los bienaventurados: mas no vio allí arar, ni sembrar, ni tejer, ni labrar, ni gobernar, ni mandar, sino solamente cantar, y al señor todos a una loar: de lo cual podemos colegir, que todos los oficios que sabemos, y todos los ejercicios que tenemos, tendrán en la bienaventuranza fin, sino será el cantar y el contemplar, que durarán sin fin. Elegi abjectus ese in domo dei mei, decía el serenísimo rey David, y es como si dijera: Oh buen Dios de Israel, aunque me hiciste en naturaleza hombre, en condición libre, en linaje generoso, en oficio profeta, y en dignidad rey: en más tengo ser el menor de los que te loan en tu templo, que si me hicieras señor de todo el mundo. Decir el profeta que escogió ser abjecto y menospreciado en la casa del señor: es darnos a entender, que la mayor merced que Dios hace en esta vida a un cristiano es, ponerle ado no se emplee sino en servirle, y no se ocupe sino en loarle: de manera, que al tal si por ser de carne y sangre le llamaren hombre, por el oficio que tiene de alabar al señor le llaman ángel. La diferencia que va de los infernales a los celestiales hombres es, que en el infierno no saben sino blasfemar de nuestro señor Dios y de su justicia, y en el cielo no saben sino loar al señor y a su gran misericordia: y de aquí es: que por el oficio de que usa cada uno en esta vida, podrá ver si se salvará, o se condenará en la otra.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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