La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Comienza el prólogo en el libro llamado
Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos
en el cual toca el autor por muy alto estilo
que tal ha de ser la intención que ha de traer el monje a ser religioso:
y que ha de ser su principal fin de entrar en el monasterio.


Nota la comparación que pone el autor

Pone me ut signaculum supra cor tuum, canticorum VIII, cap. Dice la esposa hablando con el esposo, como si dijera: O tú que saliste del mundo y viniste a servirme en el monasterio, ante todas cosas te conviene ponerme por hito, o ponerme por blanco sobre el terrero de tu corazón, ado asesten las saetas de tus pensamientos. Todos los que en el mundo corren sortija, o juegan a la ballesta, su principal intento es, enderezar las lanzas, y encaminar las saetas a dar en el blanco que tiran, y a embocar en la sortija que juegan: porque de otra manera, perderían la honra que pretendían alcanzar, y no alcanzarían la presea que querían ganar. Aquél hace de tu corazón terrero, y pone a Dios sobre el blanco, que todo lo que hace, lo hace por sólo su servicio, y no por otro interés alguno, de manera, que antes el tal perdería la vida, que contra su Dios cometiese una ofensa. San Agustín sobre San Juan dice: Sabed hermanos míos, que el mal o el bien de nuestra salvación no consiste tanto en las obras que hacemos, cuanto en el porqué las hacemos, de lo cual se sigue, que si el porqué fuere bueno, todo lo que hiciéremos será bueno: y si el porqué fuere malo, todo lo que hiciéremos será malo. Y porque no parezca que hablamos de gracia, probarse ha todo esto con ejemplo de la Sagrada Escritura.

Nota las figuras de la escritura sacra

A todos es notorio, que el gran capitán Job mató a dos caballeros del pueblo israelítico, que se llamaban Abner y Amassa: y por otra parte San Pedro mató a Ananías y a Safira su mujer, de las cuales muertes resultó, que Job fue por aquel homicidio muerto, y San Pedro fue por lo que hizo loado: porque la intención de uno fue, tomar de sus enemigos venganza: y la intención del otro fue, desarraigar de la Iglesia la avaricia. Cuando Dios prometió al viejo Abraham, que le daría en su vejez un tan esclarecido hijo, que descendiese del redentor del mundo: rióse el viejo mucho de aquella promesa, y rióse también allá su mujer Sara, y lo que se siguió de allí fue, que la risa de Abraham fue [Iv] por Dios aprobada: porque creyó lo que prometía: mas la risa de Sara fue condenada: porque burlaba de la tal promesa.

Más mira Dios la intención que no la obra.

A todos es muy notorio, cuán gran pecador fue el rey Saúl, y cuán muy mayor pecador que no él fue el rey Manases: los cuales dos príncipes, no sólo de sus yerros se arrepintieron, mas aun todos sus pecados públicamente confesaron: mas al fin de la jornada, admitió Dios la confesión de Manases, porque fue verdadera: y reprobó la de Saúl, porque fue fingida. El infeliz de Judas, y el glorioso de San Pedro, ambos tuvieron a Cristo por prelado, y ambos fueron colegiales en su sagrado colegio, y aun ambos fueron pecadores, y a su señor traidores: pues el uno le vendió, y el otro le negó: mas delante el acatamiento de Dios, porque San Pedro se arrepintió, y lloró su culpa, fue perdonado: mas Judas porque desesperó de la misericordia de Dios fue condenado. Destos tan altos ejemplos podemos colegir, que de ningún mérito son todas nuestras obras, si con alguna intención santa no están aforradas: porque no es otra cosa la buena intención, sino un tenedor con que toma el señor la fruta que le ofrecemos: y una sabrosa salsa con que come lo que le damos. Sobre aquella palabra del salmo, anima mea in manibus meis semper, dice San Jeronimo. Dice el salmista que puso Dios mi alma en mi palma, es decir, que no por más dio al hombre la libertad del libre albedrío, de para que le sirviese con él de grado: porque es el señor tan enemigo de tiranía, y tan ajeno de hacer a nadie fuerza, que quiere más carecer de nuestro servicio: que no que le sirva nadie forzado.

Figura de los dos coronados

Vere haec vidna paupercula pinsquam omnes in gazofilatio misit, dijo Cristo, Luce, XI, cap. como si dijera. En verdad os digo amigos, que han sido a Dios más aceptos dos cornados solos que echó en el cepo de la limosna aquella pobre vieja, que cuantos reales, ni ducados han ofrecido los príncipes de la sinagoga. San Jerónimo sobre estas palabras dice: Mucho es aquí de ponderar, que no reprehendió el señor a los que daban al templo mucha limosna, sino que entre todos ellos loó a esta pobre: y la causa dello fue, porque los otros ricos ofrecían de lo mucho que les sobraba, mas la pobre vieja daba de lo poco que tenía, y más falta hacían a ella dos cornados, que a cualquiera de los otros dos ducados. Hilario a este propósito dice: En la pobre ofrenda desta viuda, nos muestra el señor muy a la clara, cuánto más caudal hace el de la buena o mala intención que tenemos, que no de cuántas obras por él hacemos: pues la fría intención de los ricos hizo que sus ducados no valiesen delante de Dios, sino por cornados: y la buena intención de la vieja hizo, que sus pobres cornados valiesen delante de Dios por ducados. Crisóstomo también dice: Aunque ofrezcas a Dios tu ánima y tu cuerpo, y tu vida, y tu hacienda, qué es todo ello y con ello, sino unas miajas vendidas, y unos cornados quebrados: Ya que no tenemos otra cosa que ofrecer sino miajas vendidas, y cornados quebrados, es necesario los ofrezcamos de buena gana, para que sean aceptos [IIr] delante la misericordia divina: porque no habrá en Dios provechosa aceptación, sino hay en nosotros santa intención. Cuando el ángel tuvo al patriarca Abraham del brazo, para que no degollase a su hijo, y que en su lugar degolló el carnero, ni más ni menos le agradeció Dios, el desenvainar la espada, como si a su hijo cortara la cabeza: no porque en efecto lo hizo, sino porque de hecho lo quería hacer.

Aplícanse las figuras

Un mancebo que dijo a Cristo que le quería servir, y aun seguir, como viese el buen señor que la intención que traía de entrar en su santo colegio, no era tanto para querer ser bien doctrinado, cuanto para holgarse, y comer de las limosnas que daban a Cristo; no sólo no le admitió a su santa compañía, mas aun le dio una desabrida respuesta. Aplicando pues lo dicho a nuestro propósito decimos, que fue su primero fin de dejar el mundo, y qué intención le trajo a ser religioso: porque si no fue para ser mejor cristiano, y para servir más libremente a Cristo, él entró en mal punto en el monasterio. San Bernardo a Guillermo monje dice: Si tú hermano Fray Guillermo dejaste el mundo, y entraste en el monasterio, no por más de por comer los sudores de San Benito, y vivir como vives más regalado, y menos sin cuidado; no te llamaremos por cierto monje bendito, sino discípulo de Epicuro: pues engañaste la religión que tomaste, y quebrantaste la profesión que hiciste. San Buenaventura en su doctrina dice: Como la intención que tenemos sea el agua bendita con que nos santiguamos, y sea la marca con que todas nuestras obras marcamos, y aun sea el nombre que a todas ellas ponemos: si el fin porque tú hermano novicio, vienes al monasterio, es por más servir a Dios, llamarte hemos hijo de Dios: si es por otro algún respecto, llamarte hemos hijo del demonio. Hijo es del demonio el que no viene a la orden con intención de servir a solo Cristo: porque es de tan buen contentamiento el demonio, que se contenta con sólo que le sirvan, sin tener intención de le servir: mas el bendito Jesús, primero acepta la voluntad con que le servimos, que no las obras que por él hacemos.

Nota todo lo que sigue

Cuando el señor dice pone me ut signaculum supra cor tuum, es avisarnos que el fin de entrar nosotros en los monasterios, ha de ser principalmente por guardar los mandamientos: y después por cumplir los consejos evangélicos: porque nadie puede en la religión ser buen religioso, si primero no se esfuerza a ser buen cristiano. Ejemplo tenemos de todo esto en el décimo capítulo de San Lucas; a do como un mancebo preguntase a Cristo, que qué haría para se salvar, y Cristo le respondiese, que guardase los mandamientos: y el mancebo le respondiese, que desde su mocedad los había guardado, añadió Cristo y dijo: Una cosa te falta y es, que vendas todas tus cosas, y las des a los pobres, y te vengas en pos de mí, y me sigas: de lo cual se te seguirá que como de antes estabas puesto en la lista de los ricos, asentarte han en el catálogo de los virtuosos. Tres evangelistas [IIv] relatan esta historia, y todos tres ponen cómo Cristo mandó guardar primero los mandamientos, que no los consejos, lo cual parece claro, en que si aquel mancebo no dijera, que guardaba muy bien la ley mosaica: nunca de él se confiaran los consejos de la ley evangélica.

El mayor voto del mundo es ser uno cristiano

Deben pues los prelados avisar a sus súbditos, y los maestros enseñar a sus discípulos, a que guarden primero los mandamientos de Dios, que no los consejos evangélicos: pues voto por voto, más fuerza tiene el voto de ser uno cristiano, que no el voto de ser religioso. San Bernardo escribiendo al abad Donato dice: Aconséjote padre Abad como amigo, y mándote como prelado, que no seas con los monjes muy ceremoniático, y que de cosas ligeras no hagas gran caso, y que sobre todo hagas guardar primero el evangelio, y después lo que manda San Benito: porque ser uno monje es de voluntad, mas ser cristiano es de necesidad. Mandebant cortices arborum, decía el santo Job: como si dijera. A tanta demencia y locura vinieron estos malos que dejaban de comer las frutas maduras, y comían las cortezas duras. Entonces el religioso roe el hueso y deja la caña, amasa el salvado y deja la harina, encierra el orujo y derrama el vino, y aun come la corteza y guarda la fruta, cuando hace más caso de las constituciones que su orden ordenó en los capítulos, que no de lo que Cristo mandó en sus evangelios. Pedro Blesense escribiendo a un monje dice: Has de mirar, hermano, que primero dijo Cristo al mancebo, que con él hablaba, serva mandata, que no que le dijese, vende omnia que habes: para darnos a entender, que ante todas cosas nos conviene estar en la fe confirmados, si queremos en alguna religión ser religiosos: porque habiéndose las religiones instituido por varones santos, y para religiosos perfectos, no podrían permanecer en ella, sino los que fueren grandes cristianos. San Basilio en su regla dice: A ti monje que dejaste el mundo, y viniste al yermo, aviso y digo, que no has de emplear tanto tus fuerzas en la observancia de los consejos, como en la guarda de los mandamientos: porque el día del tremendo juicio, primero te pedirán cuenta si fuiste buen cristiano, y después te preguntarán si fuiste honesto religioso.

Noten esto los religiosos

Ibunt de virtute in virtutem: et videbitur deus in sion, decía el profeta David: y es como si dijera. Si queréis ver al Dios de los dioses, si quieres gozar del santo de los santos, y os de virtud en virtud, y caminad paso a paso por las obras virtuosos, hasta llegar al cabo con ellas, pues no consiste la perfección del monje en bien comenzar, sino en santamente acabar. Aquel va de virtud en virtud, que después de ser bautizado se va al monasterio, y puesto en el monasterio se aveza a ser recogido, y de recogido alcanza a ser devoto, y de devoto merece ser caritativo, y de caritativo sube a ser contemplativo, y de contemplativo para en ser varón perfecto: de manera, que la orden de ser perfecto: tuvo principio de ser cristiano. Casiodoro sobre los salmos dice: No vaca de misterio, no decir el profeta, que irán de unas virtudes en otras virtudes, sino de [IIIr] una virtud en otra virtud: para darnos a entender, que el hombre que deja el mundo, y se retrae a vivir en el monasterio, no ha de pensar, que en breves días ha de ser muy virtuoso, y que en poco tiempo puede ser perfecto: porque mucho más tiempo es necesario para despegar de nosotros los vicios, que para avezarnos a ser virtuosos.

Muy notable sentencia es esta

La diferencia que va del vicio a la virtud es, que la virtud naturalmente es dificultosa de aprender, y muy fácil de olvidar: mas el traidor del vicio, es muy aplazible para tomar, y muy dificultoso para dejar: porque esta nuestra carne está tan mal avezada, y es de su natural tan mal inclinada, que ni sufre trabajo, ni desecha regalo. Entonces va el siervo del señor de virtud en virtud, cuando deja atrás la soberbia y va en pos de la humildad, olvida la ira y se abraza con la paciencia, menosprecia la riqueza y ama la pobreza, y aun niega a la gula y procura la abstinencia: de manera, que cada día se va desempeorando, y cada hora mejorando.

Materia muy delicada toca aquí el autor

Sicut adipe et pingue dine repleatur anima mea, decía el salmista: y es como si dijera. Oh gran Dios de Israel, yo te ruego y suplico, que con el sebo que está en la asadura, y con la manteca que está cabe mi carne flaca, engordes y untes a mi triste anima: la cual de flaca no puede arribar, y con sus grandes males se quiere morir. Es aquí de notar que el adipe de quien habla el profeta, es lo que en el animal llamamos la riñonada, y el pingüedine, es a lo que llamamos unto, o manteca: y pedir estas dos grosuras, para engrasar su anima, es pedir al señor ayuda y sabor para guardar los mandamientos, y para cumplir consejos, con las cuales dos cosas: es el anima engrosada, y con su Dios reconciliada. Oh cuan bienaventurada es el anima que con estos dos untos es untada, y con esta manteca es enlardada: porque la guarda de los mandamientos es obligatoria a todos: mas el cumplimiento de los consejos, pertenece a solos los perfectos. Por ser cristiano te pertenece el adipe, y por ser religioso te pertenece el pinguedine: de manera, que para aprovechar en la religión, y para subir a la cumbre de la perfección, no sólo has de procurar el adipe, que es lo que Cristo manda: mas aun el pinguedine, que es lo que él aconseja. Damasceno sobre estas palabras dice. No vaca de alto misterio, que no pide el profeta a Dios el adipe, sin el pinguedine: ni el pinguedine sin el adipe: para darnos a entender, que ni ha de estar el amor de Dios sin el del prójimo, ni el del prójimo sin el de Dios: porque sobre estos dos profundos cimientos, están edificados los celestiales palacios. Aureolo sobre los salmos dice. Pedir el profeta a Dios que le dé riñonada, y que juntamente le dé con ella la manteca, es pedirle la gracia de tener santos deseos, y junto con ello tener santas obras, porque muy poco vale el adipe del desear, sino está con el pinguedine del bien obrar.

Las buenas obras han de estar hechas con los buenos deseos

La guarda de los mandamientos y consejos, y el amor de Dios y del prójimo y los buenos deseos y las buenas obras fueron significados en el espíritu doblado que pidió Eliseo a Elías, y en las dos tablas en que estaba escrita la ley, y en los dos [IIIv] palominos del sacrificio, y en las dos vacas que llenaban el arca, y en los dos querubines del tabernáculo, y en los dos cornados que ofreció la vieja, y en el adipe, y pinguedine de que habla aquí el profeta. Reliquie cogitationum diem sestum agent tibi, dice el salmista: y es como si dijera. Eres tú tan bueno y conténtaste con tan poco, oh gran Dios de Israel, que con las reliquias de buenos deseos, te hacen gran fiesta todos los santos. No dice el profeta que los santos hacen fiesta a Dios con solos los pensamientos, sino con las reliquias que quedan de aquellos pensamientos, para darnos a entender, que no abasta traer a la religión muchos propósitos santos: si después no nos esforzamos a ser virtuosos: porque en el Apocalipsis no dice San Juan hablando de buenos y malos, cogitationes eorum, sino opera eorum sequuntur illos.

Notable dicho es este

Huélgase el señor con nuestros buenos deseos, como con un día entre semana, mas con las riquezas de las buenas obras se huelga como en día de pascua: y de aquí es, que el bendito Jesús sólo tres años predicó, y treinta y tres obró.

Casiodoro sobre los salmos dice. Entonces ofreces al señor las riquezas de tus pensamientos, cuando tu pensamientos paran en ejercicios santos, pues del bien pensar, viene el bien obrar, y del bien obrar sucede el bien acabar: de manera, que de nuestras primeras cogitaciones: hemos de atesorar para el señor cada día reliquias. En el libro de la vida solitaria dice así: Entonces el monje hace fiesta al señor con las reliquias de sus pensamientos, cuando todo lo que el espíritu santo en su corazón expira, él lo pone de hecho por obra, en que si le toca el espíritu de abstinencia luego ayuna, y si de la penitencia luego se disciplina: y si el del silencio luego calla, y el de la pobreza luego se desapropria, y si el de la paciencia luego perdona: de manera, que no tiene más querer, ni no querer, de aquello que el espíritu divino le quiere mandar. San Bernardo ad fratres de monte dei dice. Así como del mal monje dice el apóstol, et thesaurizat sibi iram in die ire: así del buen monje dice el salmista , et reliquie cogitationum diem festum agent tibi: lo cual él hace y cumple, cuando cada día y cada noche, atesora reliquias de buenas y santas obras: abrazándose más con la humildad, ejercitándose más en la caridad, no quebrantando la abstinencia, ni perdiendo la paciencia, y dejándose todo a la obediencia. En las colaciones de los padres dijo el abad Sisoy.

Nota qué son las riquezas del buen monje

Las riquezas de sus pensamientos ofrece el monje al señor, cuando se acuerda de los grandes propósitos que a la religión trajo, y de la estrecha profesión que en manos del prelado hizo: de manera, que siempre tiene en pie el hervor que trajo, y siempre tiene cuenta con la profesión que hizo. Colligite fragmenta, ne pereant: et collegerunt reliquias fragmentorum, dijo Cristo a sus discípulos: como si dijera. Yo he hecho lo que es en mi mano: es a saber, que he bendecido los peces, he multiplicado los panes, y he hartado a todos estos pueblos, resta ahora que vosotros cojáis todos estos pedazos que han sobrado, y recojáis las migajas [IVr] que se han caído: porque más valen los regojos que sobran a mi mesa, que cuanto el mundo tiene en su casa.

En el mundo más tiene el demonio que no Dios

Mucho es aquí de ponderar, el cuidado que tiene el señor de que le cojan los mendrugos que sobraron, y de que no se pierdan las migajas que se cayeron: teniendo tanto pan perdido, y tanto trigo podrido: es a saber, tantos pueblos en manos de tiranos, y tantos reinos en poder de turcos, tanta hacienda en manos de avaros, y aun tantas dignidades en poder de hombres perdidos. Muy bien ve Cristo que le tienen los malos mucho robado, y que le tiene el demonio mucho ocupado: y que es tan poco lo que él tiene, que de un cabizapenas le cae una banega, y de la banega apenas le dan un celemín, y del celemín apenas le dan un pan, y de un pan no le cabe sino un regojo, y de aquel regojo, se le caen aun algunas migajas: las cuales él quiere que con gran solicitud se cojan, y entre las reliquias de sus tesoros se guarden. Cuando el buen Jesús dijo, ego sum panis vinus, qué otra cosa quiso decir, sino que él era el pan vino, él era el pan verdadero: y que él era el pan eterno. Los pedazos deste pan fueron los varones religiosos que instituyeron religiones aprobadas: y las migajas destos panes son todos los religiosos perfectos: los cuales fueron escogidos de entre todos los mundanos, y puestos en los monasterios como en unos canastillos: porque no fuesen de los malos atropellados, ni de los vicios vencidos.

San Bruno fue Padre de los Cartujos

San Benito, San Basilio, San Agustín, San Jerónimo, San Bruno, San Francisco, y Santo Domingo, y San Bernardo: qué otra cosa son sino unos pedazos de pan que Cristo bendijo: y qué son todos sus monjes, sino unas migajas de aquel pan desmoronadas: y en los canastillos de la religión guardadas: Así como anduvieron los apóstoles cogiendo una migaja de aquí, y otra de allí, hasta henchir sus canastillos, así anda el señor ahora entresacándonos de todos los estados, hasta que puebla los monasterios: para que mejor allí le firmamos, y que con más facilidad nos salvemos. Demento unde excideris, dijo Dios en el Apocalipsis: como si dijera. Acuérdate hermano religioso, que te sacó Dios del mundo, que te trajo al monasterio, que eres ramo de su árbol, que eres fruta de su honra, que eres flor de su harina, que eres migaja de su mesa: con las cuales migajas se pueblan las sillas de su gloria: ad quam nos perducat Christus Jesus. Amen.

Fin del Prólogo.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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