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Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XXIV
De cómo el Emperador Valente por ser mal christiano en un día perdió la vida y el imperio, porque en una choça le quemaron los godos vivo.


En los tiempos que imperava Juliano Apóstata, mandó aquel maldito Emperador conquistar el reyno de Panonia, que por otro nombre agora se llama Ungría, y la conquista fue no por más de por ganar aquel reyno y después anexarle al Imperio Romano; porque los príncipes tyranos ponen muchas fuerças en ganar mucha tierra y ponen muy poca diligencia en ver si la ganan con justicia. Allende que el Imperio Romano hazía las huestes gruessas, Juliano, el Emperador, como era ambicioso, tenía en aquella conquista un poderoso exército y superbo, el qual hazía en la tierra muy gran estrago; porque el fruto de la guerra es quitar a los enemigos las vidas y quitar a los innocentes las haziendas. Aconteció que, como un día en el campo anduviessen cinco escuderos a robar, según que en las guerras lo suelen hazer, toparon con un mancebo, el qual llevava una soga en la mano, y como ge la quisiessen tomar para atar y echar sus cavallos a pacer, todos cinco pusieron sus fuerças para tomársela, y el moço no fue covarde en defendérsela. Finalmente pudo más él solo que todos cinco ellos juntos. Espantados los cavalleros romanos de ver que aquel moço a sí y a su soga avía defendido dellos, rogáronle con mucha instancia tuviesse por bien de yrse con ellos al campo romano, y allí le harían dar muy largo sueldo; porque eran tan curiales los romanos, que ninguna cosa estremada dexavan por dineros.

Llamávase este moço Graciano y era natural, como diximos, del reyno de Panonia, y nacido en una tierra que se [180] llamava Cibala, y su linaje era ni de muy baxos plebeyos, ni de muy estimados ciudadanos, sino de hombres que vivían del sudor de su cara y vivían con honra en la república. Y a la verdad no es pequeño beneficio averle Dios hecho de mediano estado; porque nacer de baxo suelo haze a los hombres ser menospreciados y descender de muy alta sangre cría a los hombres superbos. Llevado aquel mancebo a los reales de los romanos, derramóse la fama entre todos cómo él solo avía vencido cinco escuderos. Fue el esfuerço del moço Graciano en tanto estimado, que en breves días le hizieron pretor del exército; porque los romanos no según el favor, sino según la abilidad de las personas repartían los oficios de honra en las guerras. Dando, pues, muchas bueltas los tiempos y, como suele, padeciendo eclipsi muchos estados, después de hecho pretor del exército y aviendo en las guerras muy bien aprovado; la fortuna (que muchas vezes haze en breves días lo que no haría la malicia umana en muchos años) en muy breve tiempo vino este Graciano a mandar el Imperio Romano, porque a la verdad más vale una hora de buen hado que todo el favor del mundo. No sólo este Graciano fue singular en las fuerças, y animoso en las batallas, y dichoso en los oficios, mas aun sobre todo fue venturoso en los hijos, conviene a saber: que tuvo dos hijos, y entrambos fueron emperadores, y llamáronse el uno el Emperador Valente y el otro el Emperador Valentiniano. En este caso puédense gloriar los hijos de aver tenido tan esforçado padre, pero mayor es la gloria del padre en aver tenido tan generosos hijos; porque no ay otra bienaventurança mundana sino alcançar honra y hazienda en esta vida, y después tener buenos hijos a quien dexarla en la muerte.

El mayor de los dos hermanos fue Valente el Emperador, el qual imperó en Oriente por espacio de quatro años y fue xxxix Emperador de Roma, començando desde Julio César la línea (aunque algunos quieren començar la línea desde Octavio, diziendo que fue virtuoso, porque a Julio César levántanle que usurpó el Imperio como tyrano). Fue este Valente muy dotado de gracias, pero muy pobre de virtudes, por manera que fue más fermoso que virtuoso, más esforçado que [181] piadoso, más rico que limosnero, más animoso que justiciero; porque ay muchos príncipes que en ordenar premáticas de la república son muy diestros y en la execución dellas son muy remissos. En aquellos tiempos prevalecía mucho la seta de Arrio, erege maldito, y este emperador Valente fue della muy tocado, en que no sólo favoreció a los erejes arrianos, pero aun persiguió a los limpios christianos. Y mostrólo en que matava por esta ocasión a muchos legos, prendía a muchos clérigos, desterrava a muchos obispos, derrocava muchas iglesias, tomava a muchos christianos sus haziendas; porque el príncipe que se daña de eregía y pierde la vergüença a la Iglesia no ay mal ni trayción que no haga. En los desiertos de Egypto, y en las montañas de Armenia, y en las ciudades de Alexandría, avía gran muchedumbre de monjes y religiosos, entre los quales avía varones muy dotados de sciencia, y muy probados en vida, y en la defensión de la Iglesia varones de mucha constancia; porque aquél sólo es verdadero religioso que en el tiempo de la paz tiene caridad para dotrinar a los ignorantes y en el tiempo de la persecución tiene constancia para resistir a los erejes. El Emperador Valente no sólo fue amigo de los arrianos y enemigo de los christianos, pero aun fue perseguidor de los monjes y religiosos, en que mandó pregonar en todo el Imperio que todos los monjes que fuessen moços en la edad, sanos en los cuerpos, en los coraçones animosos, luego desnudassen los hábitos y tomassen las armas, y, dexado cada uno su monesterio, se fuesse a tomar sueldo de guerra al campo; porque dezía él que no se avían inventado los monesterios sino para retraerse en ellos los que eran feos, ciegos, coxos y mancos. Sobre este caso hiziéronse grandes tyranías, despobláronse muchos monesterios, desfiziéronse muy notables cenobios, martyrizaron a muchos hermitaños, açotaron a muchos monges, desterraron a muchos varones notables; porque los varones señalados más aman los rigores y asperezas del monesterio que no las libertades y regalos del mundo. No contento con esto, como un día acaso su muger deste emperador Valente le loasse la hermosura de una romana que se llamava Justina, sin más ni más casóse con ella, no dexando a la muger primera, y fizo luego una ley general en todo el [182] Imperio que sin incurrir en pena alguna cada christiano pudiesse tener dos mugeres y casarse con ellas en fe de matrimonio; porque los príncipes tiranos por encubrir sus vicios fazen leyes de vicios. Grande fue la desvergüença que tuvo Valente el Emperador en casarse dos vezes contra el mandamiento de la Iglesia, pero muy mayor maldad fue ponerlo por obra y ponerlo por ley en toda su tierra; porque un vicio particular corrompe a uno, pero una ley general estraga a todos.

Estavan en aquellos tiempos en las partes de Oriente los godos muy poderosos, los quales en las cosas de la guerra eran animosos y diestros, pero en las cosas de la fe christiana estavan muy mal instructos, caso que todos o los más dellos estavan baptizados; porque en aquel tiempo estava la Iglesia muy pobre de prelados, aunque de verdad los que tenía eran muy buenos. Después que los godos fueron baptizados y de los bullicios de la guerra estuvieron algo quitos, embiaron al Emperador Valente sus embaxadores, rogándole mucho que luego a la hora les embiasse obispos muy cathólicos y sanctos, con cuya dotrina fuessen en las cosas de la fe christiana instruidos; porque los emperadores romanos no podían tener en sus cortes sino a obispos muy virtuosos. Este malaventurado de emperador, como ya de la eregía estava dañado y la costumbre de traer cabe sí buenos obispos avía pervertido, embióles a un obispo que se llamava Endoxio, el qual era muy de coraçón arriano, y llevó consigo a otros obispos heréticos, los quales fueron ocasión que los reyes y príncipes de los godos fuessen más de dozientos años arrianos. Muy gran vigilancia deven tener los príncipes cathólicos, para que en sus tiempos no sean sus reynos y súbditos de erejes contaminados; porque la pestilencia de los erejes y eregía muy tarde sale de la tierra do una vez se apodera.

Emos dicho de la poca fe que tuvo este emperador con Christo y de los muchos daños que hizo en la Iglesia; veamos agora qué tal fue el fin de su vida, porque el hombre de mala vida pocas vezes alcança la muerte buena. Fue el caso que, como los godos fuessen alançados por los hunnos del reyno de Panonia, vinieron luego al reyno de Thracia, el qual a la sazón era subjeto a Roma, y el Emperador Valente sin fazer [183] ningún pacto ni conveniencia recibiólos en su tierra, la qual cosa le fue tenida a mucha locura y a muy poca prudencia; porque regla general es que la gente bulliciosa y estrangera siempre destruye el reyno y la tierra do mora. Estuvieron en el reyno de Thracia algunos años los godos que no nacieron enojos entre ellos y los romanos, y después por la gran avaricia de Máximo, capitán de los romanos, el qual negó los bastimentos a los godos aviendo sido tan grandes amigos, levantóse entre ellos tan grande guerra, que aquella guerra fue ocasión de perderse Roma y Italia; porque a la verdad no ay enemistad que faga más daño que es la de los amigos quando vienen en enojo. Encendida ya la guerra, derramáronse los godos por todo el reyno de Thracia, en que no dexavan fuerça que no derribavan; no tomavan ciudad que no saqueavan; no prendían hombre que no matavan; no cativavan muger que no forçavan; no entravan en casa que no la robavan; finalmente mostraron muy bien por sus obras los godos la mala voluntad que tenían a los romanos. Y no se maraville ninguno que hiziessen aquellos daños los bárbaros, pues por nuestros pecados los hazen oy tan grandes y mayores los christianos; porque común error es en la gente bulliciosa que lo que roban muchos en la guerra dizen que no es obligado a restituyrlo ninguno en la paz.

Estava a la sazón que esto passava el Emperador Valente en la ciudad de Antiochía; y, como allí juntasse poderoso exército y le viniesse muy gran socorro de Italia, acordó de poner en el campo de los romanos a su persona y personalmente dar a los godos la batalla, en la qual cosa se mostró más esforçado que prudente; porque un príncipe en una batalla no puede más de por uno pelear, y si muere es ocasión que todos ayan de perescer. Juntos los dos muy poderosos exércitos de godos y romanos, travósse entre ellos una muy prolixa y cruda batalla, en que en el primero ímpetu mostráronse tan fuertes los godos, que hizieron huyr a todos los cavalleros romanos, por manera que dexaron a todos los de pie solos, los quales en breve fueron desbaratados y sin quedar uno solo todos fueron muertos; porque avían jurado los bárbaros que o aquel día avían de ser todos los godos muertos, o aquel día [184] para siempre avían de aniquilar el nombre de los romanos. Después que el Emperador Valente estava mortalmente herido, visto que era perdida la batalla, acordó de ponerse en huyda y salvar su persona; mas (la fortuna que, de que comiença perseguir a uno, no le dexa hasta verle muerto o abatido) como el triste emperador se acogiesse a una cabaña de pastores y siguiessen el alcance los enemigos, finalmente pusieron allí fuego, y allí lo quemaron vivo y herido; y assí en un día perdió la persona y la vida y la honra y el Imperio. Razón es que abran los ojos leyendo esto los príncipes y grandes señores, para que no osen desfavorescer las iglesias, irreverenciar a los sacerdotes y dissimular con los malos erejes; que, pues Valente el Emperador fue castigado, no piensen ellos ser perdonados; porque infalible regla es que los príncipes que fueren malos christianos han de ser traýdos en manos de sus enemigos. [185]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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