La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XXVI
De las palabras christianíssimas que dixo el Emperador Graciano al tiempo de dar una batalla.


«Cavalleros y mis comilitones: en muy señalado servicio os tengo aver vendido vuestras haziendas y venir con vuestras mismas personas acompañarme en esta guerra. Y en esto hazéys lo que devéys; porque posponer la hazienda y poner en peligro la vida sólo se ha de hazer por la defensión de la patria. Pero, si os agradezco la compañía, mucho más os agradezco el buen consejo que me days en esta hora; porque en los grandes conflitos pocas vezes se hallan juntos consejo sano y coraçón esforçado. Si yo començara esta guerra con esperança de la potencia umana, vosotros terníades razón que no diéssemos la batalla según lo mucho que a ellos sobra y lo mucho que a nosotros falta; porque, según dexistes, las cosas de la honra no fácilmente se han de cometer a la sospechosa fortuna.

Yo emprendí esta guerra tan enojosa y tan peligrosa con informarme primero que de mi parte era la justicia, y, pues Dios es la misma justicia, espero en Él que Él me sacará victorioso della; porque en las crudas guerras más aprovecha a los príncipes la justicia que tienen que no la gente armada que traen. Pues yo tengo justificada mi causa, yo tengo puesto a solo Dios por juez della. Paréceme que, si por temor umano dexasse de dar la batalla, a mí infamaría ser príncipe de poca fe y a Dios levantaría ser juez de poca justicia; porque muchas vezes allí muestra Dios más su potencia do la flaqueza humana más desconfía. Pues yo hago la guerra, y por mí se levantó la guerra, y por mí venistes a [191] la guerra, tengo determinado de entrar en la batalla; y, si muriere en ella, soy cierto que muero en defensa de mi justicia, y esto será para mejor honrra y salvación de mi ánima; porque no es morir morir por la justicia, sino dar y trocar la muerte por la vida. E, si haziendo esto perdiere la vida, a lo menos no perderé mi honrra y, junto con esto, cumplo con lo que soy obligado a la república; porque en un príncipe sería muy gran infamia siendo la guerra propria hazerla con sangre ajena. Yo quiero provar oy en esta batalla si la electión de mi imperio fue de la voluntad divina, que si acaso en ella Dios me mata, es señal que tiene guardado otro mejor emperador para su república; y, si por su misericordia me guarda la vida, es señal que me guarda para otra mejor cosa; porque al fin al fin el cuchillo del enemigo no es sino verdugo del pecado proprio.

Lo que a mí me paresce en este caso es que hasta el tercero día no se dé la batalla, sino que todos nos confessemos esta noche y nos comulguemos mañana, y junto con esto perdone cada uno a su hermano si ha sido dél injuriado; porque muchas vezes, aunque la demanda de la guerra es justa, por pecados de los que la administran se reciben muchos reveses en ella. Después que los tres días uvieren passado, y nos uviéremos confesado, y comulgado, y unos a otros perdonado, haga Dios lo que fuere servido, que yo determinado estoy de entrar en la batalla. Y en esto no pongáys, mis comilitones, duda, porque a mí me conviene oy vencer o morir; y si venço, alcanço lo que quiero; y si muero, cumplo con lo que devo. No quiero más deziros, sino que cada uno vea y haga lo que es obligado, acordándose que es cavallero romano y pelea por la libertad de su pueblo; que ya en tan grande estrecho estamos, que más nos aprovecharán pocas obras que muchas palabras; porque la paz hase de conservar con la lengua, pero la guerra hase de despachar con la lança.»

Dichas estas palabras, y passados los tres días, el Emperador Graciano dio la batalla hallándose él mesmo en ella, y fue por ambas partes crudamente herida y ensangrentada. [192] Finalmente el Emperador Graciano de sus enemigos uvo victoria, en que más de treynta mil franceses y alemanes fueron muertos, y no peligraron cinco mil de los romanos, porque a la verdad sólo aquel exército es guardado que a la voluntad divina es acepto.

Tomen, pues, agora exemplo deste príncipe todos los príncipes, mirando quánto les va ser buenos christianos, y que en los grandes conflitos y guerras han de tener en poco verse con exército gruesso, y han de tener en mucho ver a su Dios aplacado, porque más desmayan al coraçón los peccados ocultos que no los enemigos manifiestos. [193]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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