La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro II

Capítulo XXVIII
Cómo las mugeres no menos podían ser sabias que lo son los hombres, y que, si no lo son, no es por falta de naturaleza, sino por sobra de pereza; y que antiguamente las mugeres eran muy sabias; y que por esto oy las princesas y grandes señoras no son sabias; porque el tiempo que espendían las antiguas en los libros espenden ellas en regalos. Prueva esto el auctor por muchas historias dignas de ser leýdas, en especial de las generosas señoras.


Dexando de hablar en general, razón es hablemos agora en particular y trayamos de las antiguas historias a la memoria algunas mugeres sabias, assí de Roma como de Grecia, y por lo que fueron aquéllas en el tiempo passado verán a qué son obligadas las señoras del tiempo presente. A mi parecer, la obligación que tienen los hombres de imitar el esfuerço de los antiguos para pelear, aquélla tienen las mugeres de imitar a las mugeres antiguas para bien vivir; porque no ay cosa oy tan estremada en el mundo que no se halle della exemplo en el tiempo passado. Quando acontesce algún caso rezio y inopinado suelen dezir los hombres que nunca tal acontesció en el mundo, y a la verdad ellos no dizen la verdad, ca si el caso es a ellos nuevo es porque de simples no le han buscado ni leýdo, pero no porque no aya acontecido y que qualquiera hombre doto luego no muestre otro semejante por escrito; porque ésta es la excellencia que tiene el hombre muy leýdo, que de ninguna cosa que oya ni vea toma espanto. Como agora las mugeres son tan ignorantes, en que apenas qual o qual dellas sabe leer, espantarse ha el que esto [514] leyere cómo las persuado a que ayan de aprender; pero, sabida la verdad de quáles fueron y qué es lo que supieron las mugeres antiguas, desde agora adevino que maldizirán y reprehenderán a las mugeres presentes; porque el tiempo que aquéllas espendían en los estudios, éstas le emplean agora en los regalos.

Bocacio, libro De laudibus mulierum, dize que Lelio Sila fue gran competidor del cónsul Mario desde la guerra de Jugurta; no menos fue gran émulo de Gayo César desde el primero bello civil; y que yo escriva algunas cosas de la vida de Sila no ay necessidad que se ocupe mi pluma, porque los historiadores todos no sólo le afean las crueldades que fizo con sus enemigos, pero aun le afean la poca fe que guardó a sus fieles amigos. Tuvo este cónsul Sila tres fijas, la una de las quales avía nombre Lelia Sabina, y ésta era entre sus hermanas la menos fermosa, pero era entre todas las romanas la más sabia; porque públicamente dentro de Roma de griego y de latín leýa una cáthedra. Después de la guerra de Mitrídates vínose Lelio Sila a Roma, y allí degolló a tres mil romanos, los quales le avían salido al camino a besar las manos y sobre su palabra estavan seguros, y a la verdad (y aun con razón) sobre aquel fecho Lelio Sila para siempre fuera perdido si ésta su hija no fiziera una muy elegante oración en el Senado; porque muchas vezes acontece que la cordura de los fijos buenos remedia los desatinos de los padres locos. Dizen los historiadores que esta Lelia Sabina no sólo tenía mucha gracia en el leer, pero aun tenía gran elegancia en el escrevir, ca escrevía muchas cartas y oraciones de su mano; y su padre Sila deprendíalas de coro, y después (como era agudo) sabíalas él a su propósito recitar en el Senado. Y desto no se espante alguno; porque ay unos de tan torpe juyzio, que aun lo que estudian y escriven no saben dezir, y ay otros tan vivos que sólo de lo que oyen es maravilla oýrlos hablar. De tener Sila tal y tan excellente hija en su casa fue él tenido en Roma por muy cuerdo en el aconsejar, por muy determinado en el acometer, por muy rezio en el competir y por muy elegante en el hablar; finalmente, de aquí vino a Roma aquel antiguo proverbio silano que dezía: «Lucio Sila manda a los naturales con la lengua y es señor de los estrangeros con la lança.» [515]

Quién aya sido el gran Platón y quánta autoridad aya tenido entre los suyos y entre los estraños parece muy claro en que le confiessan ser príncipe de los filósofos todos los griegos y a bozes le llaman divino Platón todos los latinos. Y no me parece que en esto injuriavan a algún filósofo; porque Platón, si en el vivir fue de gentil su vida, a lo menos en el escrevir trascendió la capacidad humana. Un historiador griego llamado Hiarcus cuenta que Lasterma y Axiothea fueron dos mugeres griegas muy doctíssimas, y entre los discípulos de Platón muy nombradas; y fue la una de tan profunda memoria y la otra de tan alto entendimiento, a que muchas vezes, estando Platón en la cáthedra, no quería començar a leer, y, preguntado por los grandes filósofos por qué no leýa, dizen que dezía estas palabras: «No quiero leer porque falta el entendimiento que lo ha de entender (y esto dezía Platón porque no estava allí Lasterma), y falta la memoria que lo ha de conservar (y esto dezía Platón porque no estava allí Axiothea).» Gran cosa devía ser la sabiduría de aquellas dos mugeres, pues Platón con toda su gravedad no quería leer palabra si ambas a dos o alguna dellas no estavan en la escuela; porque en más tenía el divino Platón la memoria y entendimiento de aquellas mugeres solas que no la filosofía de todos sus filósofos juntos.

Aristipo, filósofo, fue discípulo de Sócrates y uno de los más nombrados filósofos de Athenas, y éste tuvo una hija que se llamava Aretha, la qual era tan dota en las letras griegas y latinas, que era fama en toda la Grecia el ánima de Sócrates averse passado en ella; y la causa que les movía a dezir esto era porque la doctrina de Sócrates assí la leýa y declarava, que más parecía averla ella escrito que no aprendido. Bocacio, libro ii De laudibus mulierum, dize que esta excellente muger Aretha no sólo deprendió para sí, pero aun enseñava a otros; y no sólo enseñó, pero aun escrivió muchos libros; en especial escrivió uno de las alabanças de Sócrates, otro de la manera de criar a los niños, otro de las batallas de Athenas, otro de la fuerça tiránica, otro de la república de Sócrates, otro de las infelicidades de las mugeres, otro de la agricultura de los antiguos, otro de las maravillas del monte Olimpo, otro del [516] vano cuydado de la sepultura, otro de la providencia de las hormigas, otro del artificio de las abejas; y escrivió otros dos, uno de las vanidades de la mocedad y otro de las calamidades de la vejez. Leyó públicamente esta muger philosophía natural y moral en las academias de Athenas por espacio de xxxv años, compuso quarenta libros, tuvo ciento y diez philósophos por discípulos, murió en edad de setenta y siete años; y los atenienses pusieron sobre su sepultura estos versos: «Aquí yaze Areta, la gran greciana, lumbre que fue de toda la Grecia, la qual tuvo la fermosura de Elena, la honestidad de Thirma, la péñola de Aristipo, el ánima de Sócrates y la lengua de Omero.»

Según dize Marco Varrón, las setas de los antiguos filósofos fueron más de setenta, pero al fin redúzense todas ellas a siete; y, destas siete, las tres son más principales, conviene a saber: estoicos, peripathéticos y pithagóricos; y destos pithagóricos fue el príncipe Pithágoras. Hiarchus, y Annio Rústico, y Laercio, y Eusebio, y Bocacio dizen una cosa, a la qual yo no diera mucha fe si por tan graves auctores no fuera escripta, conviene a saber: que este philósopho Pithágoras tuvo una hermana no sólo docta, pero si fas est dicere doctíssima; y esto no es nada, sino que dizen que no ella de Pithágoras, sino Pithágoras della deprendía philosophía. Y a la verdad espántame tanto este caso, que no sé yo a quién podía tener esta muger por maestro, pues tuvo al gran philósopho Pithágoras por discípulo. El nombre desta muger era Theoclea, y a ésta su hermana escrivió Pithágoras una epístola, leyendo que leýa en Rodas philosophía, y ella estava a la sazón en Samothracia, y la epístola es ésta. [517]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

<<< Capítulo 27 / Capítulo 29 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org