Filosofía en español 
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5 de enero

Jovellanos

Uno de los hombres más eminentes de la España moderna, y que tiene más títulos a la gratitud y reconocimiento de la Patria, es D. Gaspar Melchor de Jovellanos, que vio la primera luz en Gijón, a 5 de Enero de 1744. Siguió la carrera del Foro con grande aprovechamiento: sirvió a los 24 años una plaza de alcalde en Sevilla y luego otra en Madrid, llegando en 1794 a ocupar un puesto en el Consejo de Castilla; y al propio tiempo que alcanzaba reputación de gran jurisconsulto, escribía para el teatro su famoso drama El delincuente honrado, que le conquistó un nombre en la república de las letras, y sus Ocios juveniles, colección de poesías líricas que mostraron sus felices disposiciones para el cultivo de la gaya ciencia, y con especialidad para la sátira culta, en la que siempre será citado como excelente modelo.

Por tales merecimientos fue nombrado en 1797 embajador en Rusia, y poco después ministro de Gracia y Justicia; pero la corte de Carlos IV era un hervidero de intrigas en que no podía sostenerse un carácter digno y elevado. Así fue que Jovellanos, como el conde de Aranda y el de Floridablanca, cayó por los indignos manojos de Godoy, que ejercía en palacio una influencia avasalladora; y no solo perdió el mando, sino también la libertad; pues fue conducido al castillo de Belver en Mallorca, bajo pretexto de haber hecho una traducción del famoso Contrato social de Rousseau, libro que se tenía entonces por execrable y vitando, a causa de haber sido como el verbo de la Revolución francesa.

En dicha prisión estuvo hasta el advenimiento de Fernando VII al trono; y, aunque el intruso rey francés José I, llamado Pepe Botella por los españoles, le ofreció el ministerio del interior o de la Gobernación, él, no solo rehusó aceptarle, sino que fue uno de los miembros más activos de aquella gloriosa Junta Central que organizó la resistencia contra los franceses. Por los servicios que entonces prestó, fue declarado por las Cortes de Cádiz benemérito de la Patria.

Mas no tuvo la fortuna de ver terminada aquella inmortal epopeya, pues murió de pulmonía fulminante al atravesar el puerto de Vega (Asturias), el 27 de Noviembre de 1811, y a los 66 años de edad.

A más de las obras ya citadas, escritas en su juventud, dejó otras muchas que, a falta de mejores títulos, harían su nombre imperecedero. Entre las mas notables descuellan: el célebre Informe sobre la ley agraria; el Panegírico de Carlos III; la Memoria sobre el establecimiento de los Montes de Piedad; Cartas sobre los vanos deseos y estudios de los hombres; Memorias políticas; y se le atribuye también el famoso opúsculo titulado Pan y Toros. En todas ellas campea una dicción tan selecta, un lenguaje tan castizo y una construcción tan clásica, bella y armoniosa, que hacen de este escritor uno de los prosistas que deben proponerse por modelo cuantos aspiren a manejar bien la rica habla castellana. Sus obras completas, que forman ochos tomos, se publicaron por primera vez en Madrid en el año 1832. Obra suya es también, no menos importante, la fundación del Instituto Asturiano, que se honra con su nombre y que aún conserva Gijón con orgullo y gratitud.