Filosofía en español 
Filosofía en español


Inmaculada concepción

I. Es el privilegio sobrenatural en virtud del cual la Santísima Virgen María fue preservada del pecado original desde el instante mismo en que se verificó la unión de su alma racional con su cuerpo, mientras que en aquel mismo momento todos los descendientes de Adán son marcados con esta mancha. (Véase Pecado original.) La Virgen María, descendiendo asimismo de Adán, en virtud de las leyes ordinarias de la naturaleza hubiera debido nacer sin la gracia santificante perdida por el primer hombre para él y toda su raza; hubiera debido nacer por consecuencia en el pecado original, que es la privación de esta gracia. Pero en vista del excelso papel que desempeñaba la Madre del Hijo de Dios encarnado, y en vista de los méritos que debía adquirir como Redentor del mundo, fue exceptuada de la mancha común a todos los hombres (salvo el Redentor); fue concebida con la gracia santificante, en la que hubieran sido asimismo concebidos sin la falta de Adán, y a la que han vuelto otra vez por medio del bautismo. El bautismo, y cualquier otro medio para devolver sus hijos al estado primitivo de gracia, hubieran sido inútiles e ineficaces para ella. No obstante, María fue rescatada, y es el fruto más perfecto de la redención operada por su divino Hijo; sin esta redención, efectivamente, y sin la aplicación superabundante y anticipada que de ella se le hizo, es indudable que hubiera nacido en pecado original.

II. El protoevangelio (Gen., III, 15) anunciaba un triunfo brillante de la mujer y de su fruto sobre el demonio y sus allegados; la Tradición fijó el sentido de esta profecía, y en él ha visto, justo es confesarlo, la verdadera victoria de María, Madre de Jesús, sobre el demonio y el pecado; es decir, su inmaculada concepción. El ángel Gabriel ha saludado a María llamándola llena de gracia (Luc., I, 28), lo que la misma Tradición ha interpretado legítimamente en el propio sentido. La Iglesia ha creído siempre que la Madre del Salvador debió poseer un grado excepcional de santidad, y que en este grado se había comprendido realmente el privilegio de la exención del pecado original, como de todo pecado actual. El Papa Pío IX, en su definición dogmática de 8 de Diciembre de 1854, no ha introducido una nueva creencia, sino que ha hecho constar que esta creencia, tan antigua como la Iglesia, estaba fundada en la Revelación, y declaró que nadie podía negarla ni dispensarse de adherirse a ella por un acto de fe.

III. Objetase sobre esto:

1.º Que todos los hombres han sido condenados en Adán y redimidos por Jesucristo.

2.º Que, según los Padres, fue Jesucristo el único que estuvo exento del pecado original por virtud de su milagroso nacimiento.

3.º Que la Iglesia primitiva ha ignorado este dogma.

4.º Que San Bernardo, Santo Tomás de Aquino y toda la escuela dominicana lo han combatido.

5.º Que un dogma nuevo es un dogma falso.

IV. Respuestas:

1.ª La condenación universal pesó sobre María, pero no tuvo efecto en ella por una excepción milagrosa y un privilegio moralmente debido a la Madre del Redentor; por esto ha sido redimida como todos los hombres, e incomparablemente mejor que todos.

2.ª El modo sobrenatural y virginal del nacimiento de Jesucristo, independientemente de otras razones, debía preservarle del pecado de Adán, puesto que no descendía naturalmente de este primer hombre. Han observado los Padres, y con razón, que esto sólo es propio del Salvador. Pero de ninguna manera han negado que otro privilegio, el de una exención milagrosa, haya producido un resultado análogo en María.

3.ª La Iglesia jamás ha ignorado esta concepción inmaculada de María: más o menos explícitamente, más o menos directamente, la ha enseñado siempre: pero siempre la ha admitido por la autoridad de la revelación escrita tradicional. Cuando lo ha exigido la ocasión, la creencia en este privilegio se ha manifestado claramente.

4.ª San Bernardo se queja, sobre todo, de la solemnización litúrgica de este dogma por las Iglesias particulares, por creer que tomaban una iniciativa reservada sólo a Roma. Parece también que no comprendió bien el objeto propio de esta solemnidad o que combatió interpretaciones de ella. Otros muchos célebres doctores se han preocupado también de estas falsas nociones, más o menos esparcidas en su época. Santo Tomás se toma este trabajo, y en el fondo mismo de la cuestión cambia de opinión, aunque admitiendo la autenticidad absoluta de los textos sobre este asunto. En cuanto a nosotros, tenemos graves razones para creer que hubo interpolaciones contra estos principios, que han quedado muy claros y muy favorables a la creencia común. La oposición que halló entre los dominicos se explica fácilmente, y de tal modo que en nada podía afectar a la solidez del dogma.

5.ª Un dogma nuevo es necesariamente falso cuando aparece de repente en la historia de las creencias religiosas sin estar de modo alguno ligado con la fe de la Iglesia apostólica. Pero lejos de serlo, por el contrario, es verdadero cuando el infalible intérprete de la revelación, haciendo constar que existe en la creencia universal sucesivamente implícita y explícita, práctica y teórica, directa y reflejo, proclama esta justificación y la obligación que de ella se deriva para todos los fieles de acomodar a ella su propia creencia. Cf. Cassaglia, De Inmaculato Conceptu B. M. V.; Cardenal Gousset, L'Immaculé Conception; Mgr. Malon, La Croyance á l’ Immaculé Conception; Ballerini, Sylloge monumentorum; R. P. Hilaire, Notre Dame de Lourdes et l'Immaculé Conception; Hurter, Mazella, Palmieri, en su Curso de Teología dogmática, &c.