Filosofía en español 
Filosofía en español


Lengua griega

La lengua griega pertenece al grupo lingüístico indoeuropeo, y a pesar de sus varios dialectos y de las transformaciones sufridas a través de los siglos, se observan unas características de unidad que permiten dar a las distintas variantes el título general de este artículo. Los documentos más antiguos que poseemos de la lengua griega revelan ya una variedad de formas dialectales, a las cuales debemos añadir el influjo del substrato lingüístico prehelénico. Una de las divisiones de los dialectos griegos es la siguiente: dórico, acádico, élido, grupo dialectal del NO., eólico, arcadio-chipriota, panfilio y jónico ático. A estos dialectos debemos añadir las llamadas lenguas literarias, formadas con varios elementos dialectales, pero con una unidad que varía según el género literario al que se dedican. La jefatura espiritual y cultural de Atenas impone el dialecto ático, el cual resulta modificado con esta expansión. El Imperio de Alejandro y el helenismo completaron la difusión oriental de este dialecto modificado, que recibió el nombre de lengua común, en griego, koinée diálektos. Esta “koiné” fue modificándose en los últimos siglos anteriores a la Era cristiana y en los primeros de nuestra Era, evolucionando hacia las formas bizantinas y hacia el neogriego.

El griego y la Biblia

El griego bíblico, está compuesto por varios elementos, el principal de los cuales es, sin duda, la lengua griega hablada en la época de la traducción o composición de las distintas partes de la Biblia, al que hemos de añadir el elemento hebraizante y, en el Nuevo Testamento, el elemento cristiano. Desde la época alejandrina, los contactos entre griegos y judíos son frecuentes, y cada día son más numerosos los judíos helenizantes. El griego de estos judíos era una variante hebraizada de la “koiné”. Alejandría fue durante el período helenístico la cuna de la literatura judeogriega. Para la numerosa colonia judía que habitaba dicha ciudad, se realizó la traducción griega del Antiguo Testamento, llamada de los Setenta. A pesar de no pertenecer todos los libros traducidos al mismo traductor o grupo de traductores, se nota una unidad de lengua bien caracterizada. Junto a los elementos coetáneos de la “koiné”, encontramos una fuerte influencia hebrea, tanto en la sintaxis y exposición de las ideas, como en ciertas formas lexicales y semánticas.

En el siglo I de nuestra Era, a pesar de la dominación romana, el griego era la lengua común de la parte oriental del Imperio, y además la lengua sabia y culta del Occidente latino. La predicación cristiana en el mundo romano –principalmente en el oriental– se realizó en griego, pero en el griego hebraizante, que además incorpora los nuevos elementos cristianos y ciertas formas latinas. El griego del Nuevo Testamento es más fluido que el griego de la versión de los Setenta, pues ésta se muestra más dependiente del original hebreo. El griego de los apóstoles es reflejo de la lengua familiar de las primeras comunidades cristianas. Ello no impide la inclusión de los elementos señalados anteriormente y en algunos escritores (principalmente san Pablo y san Lucas, ambos con profunda formación helenística), de cierto aspecto literario, tanto en el uso de los vocablos como en la sintaxis, sin perder con ello su inteligibilidad ni su carácter popular. Con los textos del Nuevo Testamento inicia la Iglesia la creación de una lengua propia y apta para expresar su contenido ideológico. Esta lengua evolucionará para dar origen a la lengua griega cristiana propiamente dicha. Es ésta, que además recibirá posteriormente la influencia de la evolución bizantina, la lengua en que se escribirán los primeros textos cristianos no bíblicos; la que harán progresar, dándole un carácter más literario, los Padres de la Iglesia griega en sus obras apologéticas y en sus homilías, y la usada en la liturgia de la Iglesia griega.