Filosofía en español 
Filosofía en español


Expresión

Tratamos en este artículo (I) de las formas de expresión y, por lo tanto, también de exposición de las filosofías, y (II) del significado del término ‘expresión’ en la semiótica y en la lógica.

I. Formas de expresión en filosofía. Estas formas son y han sido muy variadas. He aquí algunas: el poema (Parménides, Lucrecio), el diálogo (Platón, Berkeley), el tratado o las notas magistrales (Aristóteles), la diatriba (cínicos), la exhortación y las epístolas (estoicos), las confesiones (San Agustín), las glosas, comentarios, cuestiones, disputaciones, sumas (escolásticos), la “guía” (Maimónides), la autobiografía intelectual (Descartes), el tratado more geometrico (Spinoza), el ensayo (Montaigne, Locke, Hume), los aforismos (Francis Bacon, moralistas en general, Nietzsche, Wittgenstein), los pensamientos (Pascal, aun considerando un “azar” el no haber sido desarrollados), el diario filosófico (Maine de Biran, Kierkegaard, Gabriel Marcel), la novela (Unamuno), &c., &c. La mayor parte de los autores citados han usado también otras formas de expresión y exposición (San Agustín no se limitó a las confesiones ni Descartes a la autobiografía intelectual), pero son tan características de una parte fundamental de sus respectivas filosofías que se plantea un problema: el de la relación entre contenido (idea) y forma (expresión, exposición). Puede formularse así: “¿Se halla la expresión ligada al contenido?” La mayor parte de los filósofos han contestado –implícita o explícitamente– a tal pregunta de un modo afirmativo. Si no han sostenido que a cada tipo de doctrina corresponde una determinada forma de expresión (lo cual es muy problemático y totalmente inadmisible en el caso de “formas” como la del “sistema”, que abarcan diversos modos expresivos), por lo menos es cierto que han adoptado para exponer sus pensamientos aquellos géneros que mejor encajaban con las formas generales de su pensar o con las más vigentes en su tiempo. Ello es obvio en los estoicos nuevos o en los sumistas medievales. Una filosofía exhortativa como la primera no puede adoptar el tratado magistral; una filosofía omnicomprensiva como la de los segundos no puede utilizar la diatriba. Sin embargo, algunos otros filósofos niegan que haya acuerdo entre pensamiento y forma de expresión o exposición. Entre ellos mencionamos a Bergson y a Croce. La teoría bergsoniana de las intuición filosófica supone la independencia de la expresión con respecto a la idea (o a la “intuición”), pues la primera no es más que la “cáscara accidental” de la segunda. De acuerdo con ello, una misma idea puede ser expresada de muy diversas formas. Es comprensible, pues, que para Bergson el filósofo quede en “libertad” para expresar su idea del mejor modo que pueda. En cuanto a Croce, su afirmación de que el genio artístico es un creador absoluto, que no depende de la técnica o del artificio, implica asimismo que la distancia entre idea y expresión es máxima y acaso infranqueable.

Nosotros consideramos la opinión de que hay una cierta relación entre idea y expresión como la más plausible. La historia nos muestra gran multiplicidad de formas de expresión. Nos indica, además, como señala María Zambrano, que cuando tiene lugar una crisis, ésta se extiende tanto a los pensamientos como a sus formas (de donde, según dicha autora, la necesidad de rescatar formas olvidadas, humildes, menores, sin admitir que sólo son filosóficas las ideas expresadas en forma sistemática y “académica”). Ahora bien, nuestra tesis no se limita a ello; afirma que hay una continua oscilación entre la separación completa (teoría creativo-absolutista) y la unión completa (teoría historicista) de forma y materia en la filosofía. Una y otra teoría son la expresión de dos conceptos-límites, no de dos realidades. Lo que hay, en efecto, es una realidad –la filosofía– en la cual a veces se manifiesta una separación y a veces una casi completa identificación entre forma y contenido. Lo primero suele tener lugar en épocas de crisis; lo segundo, en épocas más estables.

La cuestión de las formas de exposición filosófica no queda agotada con las indicaciones anteriores. El estudio de tales formas es asunto más complejo. No se reduce a la enumeración de las citadas –tratados, guías, epístolas, &c.–, sino que incluye el estudio de formas más generales. Como ejemplo de ellas indicamos la tesis de Hegel, según el cual la filosofía es como un círculo dentro del cual están inscritos subcírculos que constituyen sus “partes” (no, pues, como un agregado de partes, pero tampoco como un organismo que posee miembros, pues los círculos inscritos son a su vez “organismos de pensamientos”). Como señala Hermann Glockner, cada una de las “partes” es un momento necesario del todo, “de modo que el sistema de sus elementos particulares constituye la entera idea que a su vez aparece en cada uno”. Esta forma de filosofar puede ser común a varios “géneros”. De hecho, habría que distinguir entre “géneros” y “formas”. En este artículo nos referimos principalmente a los primeros. En el artículo perifilosofía (véase) tratamos sobre todo las segundas. Información complementaria sobre el problema dilucidado en el presente artículo se halla en Aforismo, Diatriba, Disputación, Suma (véanse). El artículo sobre la disputación contiene, además, referencias a otros modos de expresión y exposición (por ejemplo, las “cuestiones”). Véanse también Metáfora y Obra literaria.

II. El término ‘expresión’ en la semiótica y en la lógica. Se suele usar este término para designar una agrupación de signos de cualquier clase dentro de un lenguaje escrito. Ejemplos de expresiones son: ‘Buenos Aires es la capital federal de Argentina’, ‘Venus es un planeta que’, ‘p ⊃ q’, ‘175’, ‘Regg tiel up’. Como se puede ver, es indiferente que una expresión tenga o no significación dentro de un lenguaje dado. Solamente una condición es necesaria para que pueda hablarse de una expresión: que tenga o pueda tener una forma lineal. Así ‘341 / antes’ no es una expresión a menos que se reduzca a una forma lineal. Parece oponerse a esta condición el hecho de que ciertos signos no aparecen linealmente en algunas expresiones. Así, ‘2’ en ‘n2’ y el acento ‘’’ en ‘vendré’ no están ordenados en la forma requerida. Sin embargo, pueden reducirse a forma lineal, esto es, a una serie de signos cada uno de los cuales ocupa un lugar determinado. Es frecuente en la semiótica y en la lógica llamar ‘expresión’ a cualquier secuencia de signos en orden lineal o reducible al orden lineal cuando se quiere evitar el empleo de un vocablo más específico, tal como ‘fórmula’, proposición’, &c.

La cita de María Zambrano procede de su artículo “La ‘Guía’, forma del pensamiento”, en Hacia un saber sobre el alma (1950), 50-70. Para Bergson, véase sobre todo La pensée et le mouvant, pp. 117-142; para Croce, sus textos de estética. La cita de Glockner procede del Hegel-Lexitkon, I (1935), en Hegels Werke, XXXII, pág. xix. –Véanse también José Ferrater Mora, “De la expresión filosófica”, en Variaciones sobre el espíritu, 1945, 71-101, y Julián Marías, “El género literario en filosofía”, La Torre, 4 (1953), 11-39. –Para el uso de ‘expresión’ en el sentido (II) véanse los textos de lógica, semántica y semiótica en la bibliografía de estos artículos.