Filosofía en español 
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Base y superestructura

Base y superestructura · comentarios críticos

Base y superestructura

El modo de producción, es decir, las fuerzas productivas y sus correspondientes relaciones de producción, forman la base (la estructura) económica de la sociedad sobre la que se levanta el sistema de superestructuras: el régimen y las instituciones políticas, así como las formas de la conciencia social: moral, ciencia, religión, filosofía, &c. “Según sean las condiciones de existencia de la sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas” (Stalin). Las superestructuras están vinculadas con la base ya directamente (por ejemplo, las superestructuras políticas), o por una serie de eslabones intermedios (como las superestructuras ideológicas: la moral, la ciencia, la religión, &c.). Por surgir de una determinada base económica, las superestructuras adquieren con relación a ella una relativa autonomía. Así, por ejemplo, cada sabio, escritor, artista, al crear sus obras, refleja en ellas las condiciones de su época. Pero toma como punto de partida el material ideológico acumulado por sus predecesores y continúa desarrollándolo, en virtud de lo cual se crea también la sucesión en el desarrollo de la ciencia, del arte, de la filosofía, &c. Con el cambio de la base económica se transforman también, más o menos rápidamente, todas las superestructuras. En la lucha política e ideológica se reflejan las condiciones económicas de la vida social. Pero las superestructuras, determinadas directa o indirectamente por la base económica, no son, como piensan los economistas vulgares, un resultado pasivo de la economía, ni ésta constituye, ni mucho menos, la única fuerza activa en la evolución de la sociedad. Las superestructuras ejercen una influencia sobre la base, aceleran o frenan el desarrollo de la sociedad. Así, la burguesía emplea su Estado para la lucha contra la revolución proletaria, retardando el desarrollo revolucionario de la sociedad. Por consiguiente, la superestructura política desempeña en este caso un papel reaccionario activo. Al conquistar el Poder político, el proletariado suprime la propiedad privada burguesa –que impide el desarrollo de las fuerzas productivas– y encamina las pequeñas economías campesinas por la senda de la economía colectiva, socialista. En lugar de la propiedad privada, se establece la propiedad colectiva sobre los medios de producción. El Estado proletario crea de esta manera una posibilidad ilimitada para el desenvolvimiento de las fuerzas productivas, dando un claro ejemplo del papel revolucionario activo que la superestructura política está desempeñando en el desarrollo de la sociedad, de su economía y de sus fuerzas productivas. La consolidación del Estado socialista de los obreros y campesinos, la posesión de la teoría marxista leninista y la educación comunista de los trabajadores, constituyen en la Unión Soviética las condiciones más importantes para el éxito del tránsito paulatino ya iniciado hacia la fase superior del comunismo.

Diccionario filosófico marxista · 1946:24-25

Base y superestructura

La base es el conjunto de las relaciones de producción que corresponden a un estadio determinado del desarrollo de las fuerzas productivas. La superestructura está constituida por las instituciones políticas y jurídicas y por determinadas formas de la conciencia social, que corresponden a la base dada.

La ciencia marxista de la sociedad concede una gran importancia al problema de la base y de la superestructura. Cuando se tiene una noción justa de la base y de la superestructura, de sus relaciones recíprocas y de los vínculos que las unen a la producción y a las fuerzas productivas, es posible descubrir las leyes objetivas del desarrollo social y superar el subjetivismo en el estudio de la historia de la sociedad.

El marxismo entiende por base el conjunto de las relaciones de producción cuyo carácter está determinado por la forma de la propiedad. Las relaciones de producción indican en qué manos se encuentran los medios de producción (ver), los cuales pertenecen a la sociedad entera, o bien a individuos aislados, a grupos o clases que se sirven de ellos para explotar a otros individuos, grupos o clases. En su prólogo a la Contribución a la crítica de la Economía Política, Marx dice: “El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social” (Marx/Engels, Obras escogidas, t. I, pp. 332 y 333. Ed. esp., Moscú, 1951).

La base no debe ser identificada con la producción, ni tampoco debe ser separada de ella. Si se confunde la base con la producción, se corre el riesgo de llegar a la conclusión errónea de que la producción determina la superestructura directamente, cuando en realidad, sólo la determina en forma indirecta, por intermedio de la base económica. A su vez, si la base se separa de la producción, se cae en el idealismo, se comete el error de creer en la independencia de las relaciones de producción (ver) con respecto a las fuerzas productivas (ver).

La base no constituye algo inmutable, sino que se modifica en el curso de la historia, y representa la estructura económica de la sociedad en una etapa determinada de su desarrollo. Así, la base de la sociedad socialista difiere fundamentalmente de la base capitalista. La primera se caracteriza por la propiedad colectiva de los medios de producción y la ausencia de explotación del hombre por el hombre. La segunda implica la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado.

La base tiene carácter económico, mientras que la superestructura pone al servicio de la sociedad ideas políticas, jurídicas, estéticas y demás, y crea las instituciones correspondientes. La base está directamente determinada por las fuerzas productivas de la sociedad; la superestructura sólo se liga a la producción, a las fuerzas productivas, de una manera indirecta, por intermedio de la economía, por intermedio de la base, y en eso reside una de sus particularidades. La superestructura refleja los cambios acaecidos en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas no de una manera inmediata, sino a continuación de los cambios de la base, y por medio de esos cambios. Esta tesis del marxismo es de una gran importancia para la lucha contra toda clase de vulgarizadores que deducen las ideas jurídicas, estéticas y demás, directamente de la producción, desnaturalizando así las leyes reales del nacimiento y desarrollo de la superestructura, su papel y su alcance en la vida social.

Cuando la base económica se modifica, la superestructura, que depende estrechamente de aquélla, se modifica a su vez. La historia de la sociedad ofrece numerosos ejemplos de esta correlación que permite comprender por qué las ideas políticas, jurídicas, estéticas y demás, difieren según las épocas históricas. La superestructura es el producto de la época en la que funciona una base económica determinada, razón por la cual, no dura relativamente mucho tiempo. Por estar vinculada a una base determinada, la superestructura desaparece con aquélla.

Aunque engendrada por una base económica determinada, la superestructura está lejos de ser pasiva como lo pretenden numerosos vulgarizadores; la base está lejos de ser la única fuerza activa del desarrollo social. Entre esos vulgarizadores que negaban el papel activo de la superestructura, se alineaban los “economistas” (ver Economismo) y los mencheviques con su “teoría de la espontaneidad”, su negación de la necesidad de la dictadura del proletariado para la edificación del socialismo. Con pleno conocimiento de causa los dirigentes socialistas de derecha actuales recurren a la misma idea del papel pasivo de la superestructura para predicar la teoría antimarxista de la integración del socialismo en el capitalismo sin lucha revolucionaria, sin derrocamiento del poder de la burguesía. El marxismo-leninismo ha derrotado esas “teorías” oportunistas, contrarrevolucionarias, que tienden a perpetuar el régimen reaccionario que toca a su fin. Es preciso tener en cuenta el papel considerable de la superestructura –el Estado, el derecho, las ideas políticas, filosóficas y demás– en el desarrollo y reforzamiento de la base correspondiente. Y no puede ser de otra manera: si la base produce su superestructura, es para afirmarse y robustecerse más. En una sociedad dividida en clases, la superestructura reviste un carácter de clase: no puede ser indiferente con relación a su base, o tener la misma actitud hacia todas las clases, sin dejar de ser una superestructura. Por la influencia que ella ejerce sobre la base, acelera o, al contrario, modera el desarrollo social. Así, la burguesía contemporánea moviliza su Estado en la lucha contra la revolución proletaria, para cerrar el camino al progreso social. Pone en juego todos los medios de presión política e ideológica del Estado burgués para adormecer la conciencia política de las masas, para hacer de éstas un instrumento dócil de las clases dominantes. La superestructura política desempeña aquí, pues, un papel reaccionario activo. Después de la conquista del poder, y apoyándose en la ley objetiva de correspondencia necesaria entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas (ver), el proletariado decreta la abolición de la propiedad privada que traba el desarrollo de las fuerzas productivas, y crea las condiciones que permiten a las pequeñas explotaciones campesinas pasar a la gran agricultura socialista; la propiedad privada es reemplazada por la propiedad colectiva, socialista, de los medios de producción. La superestructura política desempeña entonces un papel revolucionario activo en el desarrollo de la sociedad, de la economía y de las fuerzas productivas de la sociedad.

Bajo el socialismo, el papel de la superestructura se convierte en algo particularmente importante: contrariamente a la sociedad capitalista donde la economía se desarrolla espontáneamente, en la sociedad socialista soviética la economía nacional se desarrolla de acuerdo a planes establecidos científicamente que reflejan las leyes económicas objetivas del socialismo y están en armonía con ellas. Jamás en la historia de la humanidad, el Estado ha llenado una función económica, cultural y educativa en una escala tan vasta como el Estado de los Soviets. La inmensa acción que ejerce la política del Partido Comunista y del Estado Soviético sobre el desarrollo de la base económica, se debe al hecho de que esa política está de acuerdo con las leyes económicas objetivas del socialismo, que responde a las necesidades históricas. Pertrechado con el conocimiento de las leyes del desarrollo social, el Partido Comunista prevé los procesos fundamentales de la evolución económica y, conforme a esas leyes, traza el programa de actividad del Estado, moviliza a las masas populares para ponerlo en marcha. Así pues, al mismo tiempo que reconoce la dependencia de la superestructura con relación a la base, el marxismo subraya con fuerza el inmenso papel activo de la superestructura en el desarrollo de la base económica. En la hora presente, el pueblo soviético, guiado por el Partido Comunista, realiza tareas grandiosas con vistas a culminar la construcción del socialismo y pasar gradualmente al comunismo. El reforzamiento del Estado Soviético, la educación de las masas en el espíritu del comunismo y del patriotismo soviético, el trabajo ideológico y la lucha contra la supervivencia del capitalismo en la conciencia de los hombres, constituyen una condición importante en la marcha hacia adelante.

La doctrina marxista-leninista de la base y de la superestructura constituye una eficaz guía de acción en la lucha para pasar del capitalismo al comunismo. El Estado burgués, el derecho burgués, ayudan activamente al mantenimiento de la base económica del capitalismo, a conservar intacto el régimen económico de explotación y de opresión; y es imposible liberar a la clase obrera y a los trabajadores y, por lo tanto, construir el socialismo, sin haber abolido antes el poder de la burguesía. Sólo la revolución socialista, que establece la dictadura del proletariado, asegura el pasaje del capitalismo al socialismo, crea las condiciones para instaurar la sociedad socialista, y más tarde, la sociedad comunista: tal es la conclusión que fluye de la doctrina marxista-leninista de la base y de la superestructura.

Superestructura

Ver Base y superestructura.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:39-41 y 486

Base y superestructuras

El modo de producción, es decir, las fuerzas productivas y las relaciones de producción constituyen la base económica (el fundamento) de la sociedad, sobre la cual elévase un sistema de superestructuras: el régimen político y las instituciones, como también las formas de la conciencia social: moral, ciencia, religión, filosofía y otras. Con los cambios de la base cambian, más o menos rápidamente, todas las superestructuras. En la lucha política e ideológica se reflejan las condiciones económicas de la vida social. Pero las superestructuras, directa o indirectamente determinadas por la base económica, no son, como lo piensan los economistas vulgares, pasiva consecuencia de la economía; ni la economía, de modo alguno, representa la única fuerza activa en el desarrollo de la sociedad. Las superestructuras ejercen su influencia sobre la base y, a su vez, aceleran o retardan el desarrollo de la sociedad. Así, la burguesía emplea su Estado en la lucha con la revolución proletaria, retardando de tal manera el desarrollo revolucionario de la sociedad. La superestructura política, de consiguiente, juega aquí un activo papel reaccionario. El proletariado, habiendo conquistado el poder político, suprime la propiedad privada burguesa, que traba el desarrollo de las fuerzas productivas, y dirige la pequeña economía socialista colectiva. En cambio de la propiedad privada, se establece la propiedad social socialista sobre los medios de producción. Con ello, el Estado proletario proporciona posibilidades ilimitadas para el desarrollo de las fuerzas productivas. Esto es un claro ejemplo del activo papel revolucionario de la superestructura política, en el desarrollo de la sociedad, de su economía y de sus fuerzas productivas.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1965:11-12

Base y superestructura

La teoría de la base y de la superestructura pone de manifiesto el nexo que existe entre las relaciones económicas de una sociedad y todas las demás relaciones de la misma. Se da el nombre de base al conjunto de las relaciones de producción que constituyen la estructura económica de la sociedad. Los conceptos de «base» y de «relaciones de producción» son equivalentes, pero no idénticos. El concepto de «relaciones de producción» está ligado al de «fuerzas productivas». El concepto de «base», en cambio, está ligado al de «superestructura». Forman parte de ésta las ideas, organizaciones e instituciones. Entran en las ideas de la superestructura las concepciones políticas, jurídicas, morales, estéticas, religiosas y filosóficas, también denominadas formas de la conciencia social. Todas las formas de la conciencia social reflejan de uno u otro modo las relaciones económicas, la estructura económica de la sociedad: unas, de manera inmediata, como por ejemplo las formas de la conciencia política y jurídica; otras, de manera mediata, como por ejemplo el arte y la filosofía. Estas últimas se hallan vinculadas a la base económica a través de eslabones como la política, &c. Las relaciones de superestructura incluyen en sí mismas las relaciones ideológicas (Ideología). A diferencia de las relaciones de producción, que se forman independientemente de la conciencia de las personas, las relaciones ideológicas pasan por la conciencia antes de constituirse como tales. Los fenómenos de la superestructura determinados por la base, poseen una relativa independencia en su desarrollo. Cada forma de conciencia social lleva consigo determinadas organizaciones e instituciones: con las ideas políticas se hallan relacionados los partidos políticos; con las ideas políticas y jurídicas, las instituciones estatales; con las ideas religiosas, la Iglesia y las organizaciones eclesiásticas, &c. Cada formación económico-social tiene una base determinada y su correspondiente superestructura. Históricamente, se diferencian las bases y superestructuras de las sociedades esclavista, feudal, capitalista y comunista. Los cambios de base y superestructura se producen como resultado del cambio de una formación político-social por otra. La superestructura experimenta también cierta evolución dentro de la formación dada. Por ejemplo, al pasar al imperialismo, el cambio de la superestructura se caracteriza por un robustecimiento de la reacción. En el régimen socialista, la superestructura política desarrolla formas cada vez más democráticas de organización. De ello puede servir de ejemplo la transformación del Estado de la dictadura del proletariado en Estado de todo el pueblo durante el periodo de la amplia edificación del comunismo. La superestructura, que es fruto y reflejo de la base económica, no se reduce a constituir algo pasivo e inoperante, sino que desempeña un activo papel en el proceso histórico e influye en todos los aspectos del mismo, incluso sobre la economía que la engendra. En la sociedad basada en la propiedad privada, la base y la superestructura poseen una estructura antagónica. En la sociedad capitalista, por ejemplo, se sostiene una encarnizada lucha ideológica entre la burguesía y el proletariado, entre las concepciones políticas, morales, filosóficas &c., de estas dos clases enemigas entre sí. La naturaleza antagónica de la superestructura en la sociedad dividida en clases, condiciona asimismo el papel contradictorio que desempeñan las ideologías de las distintas clases en su relación con la base económica. Mientras que, en la sociedad capitalista, la superestructura. política burguesa con ideas burguesas sobre la libertad, la igualdad, &c., se halla orientada al servicio activo de la base económica del capitalismo, la ideología y organizaciones proletarias se hallan dirigidas hacia el derrocamiento revolucionario del capitalismo y hacia la liquidación de sus bases económicas. Únicamente en la sociedad socialista, donde las relaciones de producción están libres de antagonismos, la superestructura se va haciendo cada vez más homogénea en el sentido social y se encuentra al servicio de un fin común: el perfeccionamiento progresivo y el desarrollo de la base económica del socialismo.

Diccionario filosófico · 1965:39-40

Base y superestructura

Categorías del materialismo histórico, elaboradas para caracterizar los principales elementos estructurales de cada formación socio-económica. Con ayuda de estas categorías se especifica el problema fundamental de la filosofía aplicado a la sociedad. El marxismo-leninismo demuestra que el fundamento de las ideas, instituciones y organizaciones dominantes en toda sociedad es la base, es decir, el conjunto de las relaciones de producción, que se forma necesariamente en correspondencia con un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. La superestructura es un sistema interconectado de fenómenos sociales que son engendrados por la base económica e influyen activamente sobre la misma. Forman parte de la superestructura: a) el conjunto de formaciones espirituales (pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, ideas, teorías, doctrinas), que, al analizarlas posteriormente, se dividen en políticas, jurídicas, morales, religiosas, estéticas y filosófico-conceptuales; b) el conjunto de relaciones entre los individuos, que, a diferencia de las relaciones de base, de producción material, se forman independientemente de la voluntad y la conciencia de los hombres y se denominan ideológicas, pues se crean en consonancia con las mencionadas formas de la conciencia ideológica, interviniendo como relaciones sociales políticas, jurídicas, morales, &c.; e) el conjunto de instituciones y organizaciones políticas (el Estado, los partidos), jurídicas (los tribunales), religiosas (la Iglesia), &c. La base y la superestructura son conceptos correlativos. La base determina la especificidad cualitativa de una formación concreta, delimitándola de esta manera de las demás, mientras que la superestructura, engendrada por la base, caracteriza la originalidad de la vida social y espiritual de cada formación. Tomadas fuera del nexo con el concepto de formación, la base y la superestructura se convierten en algo muerto, al igual que los órganos separados del organismo. La base y la superestructura son características obligatorias para todas las formaciones y específicas para cada una de ellas. Viviendo en una sociedad y sometiéndose a las exigencias de las leyes objetivas, los hombres se ven obligados a establecer relaciones materiales, las cuales forman la base de toda su vida social. Al mismo tiempo, los hombres, como seres conscientes, realizan las demandas de las leyes, pues estas demandas se reflejan de una u otra manera en su conciencia, estimulando su actividad. Por eso, sobre la base de las relaciones materiales, surgen necesariamente una determinada ideología y las relaciones, instituciones y organizaciones que corresponden a ella, las cuales constituyen la superestructura de una formación concreta y sirven a la defensa y al fortalecimiento de su base. Al surgir la sociedad de clases, el Estado pasa a ser una institución de la superestructura, que asegura a la clase económicamente dominante la dominación en todo el sistema de la superestructura. En el curso del desarrollo de una formación dada y de la agudización de sus contradicciones, las clases interesadas en su supresión crean nuevas ideas, instituciones y organizaciones. Estos elementos superestructurales no forman parte de la superestructura dominante, que trata de aplastarlos o, por lo menos, de limitar la esfera de su influencia. En las sociedades antagónicas, la superestructura, con todas sus ideas, relaciones ideológicas, instituciones y organizaciones, constituye un producto, un resultado y un instrumento de la lucha de clases. Los fenómenos superestructurales poseen una relativa independencia, que les asegura la posibilidad de ejercer una influencia activa sobre todos los aspectos de la vida social, comprendida la base. La transición revolucionaria de una formación a otra está enlazada, ante todo, con la sustitución de una base por otra, conforme a lo cual transcurre con una rapidez mayor o menor la transformación de toda la superestructura. La base y la superestructura evolucionan también de determinada manera en el marco de una formación, por ejemplo, en el curso de la entrada de la sociedad socialista en la fase del socialismo maduro, &c. El desarrollo del capitalismo conduce al reforzamiento del papel reaccionario de la superestructura. Únicamente en la sociedad socialista, en la que la base económica carece de antagonismos, la superestructura se hace cada vez más homogénea en el sentido social, sirviendo al desarrollo progresivo de la sociedad y de su base.

Diccionario de filosofía · 1984:38-39