Filosofía en español 
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Criterio de la verdad

Criterio de la verdad

El criterio de la verdad es la norma para fijar la veracidad, la certeza de nuestro conocimiento; el testimonio que confirma y atestigua la justeza de nuestras ideas; el grado de concordancia entre nuestras sensaciones y conceptos y la realidad objetiva. Para el idealismo, el criterio de la verdad no se halla fuera de la conciencia humana, en la realidad objetiva, sino en las sensaciones, en las ideas del sujeto, en la claridad y exactitud de los conceptos, &c. Desde el punto de vista del idealismo, es difícil distinguir entre lo veraz y lo falso, entre lo real y lo fantástico. El criterio de la verdad del materialismo dialéctico es, en cambio, la experiencia, la práctica, comprendida no sólo en el estrecho sentido del único acto de la comprobación, del experimento o de la experiencia individual, sino, ante todo, en el sentido de la práctica histórico-social de los hombres. “La concepción de la vida, de la práctica, debe ser la primera y fundamental concepción del conocimiento” (Lenin). El criterio de la práctica refuta al idealismo y al agnosticismo, por cuanto demuestra que nuestros conocimientos sobre las leyes que rigen la Naturaleza tienen el valor de verdades objetivas, y que no existen en el mundo cosas incognoscibles.

Diccionario filosófico marxista · 1946:59

Criterio de la verdad

Prueba de la validez de nuestros conocimientos, índice que confirma la exactitud de nuestras ideas y muestra en qué medida nuestras sensaciones, represensaciones, conceptos, corresponden a la realidad objetiva. Para el idealismo, el criterio de la verdad reside no en la concordancia entre las teorías y la realidad objetiva, sino en las sensaciones, las ideas del sujeto, en la “claridad y la nitidez” de las nociones, &c. Así los “machistas” que toman por criterio la “experiencia”, la comprenden no a la manera materialista, no como un resultado de la interacción del hombre y de la naturaleza en el curso de la transformación práctica de ésta, sino como una suma de sensaciones, como estados subjetivos del hombre. De ahí se infiere que las sensaciones tienen que ser verificadas por las propias sensaciones. Para poder salir del punto muerto del solipsismo (ver), los “machistas” declaran que el criterio de la verdad reside en la “experiencia colectivamente organizada”. Desde ese punto de vista, sólo es verdadero lo que tiene un “valor universal”, lo que es reconocido por todo el mundo. Lenin denunció este subterfugio idealista y mostró que desde el punto de vista de la “experiencia socialmente organizada”, es fácil justificar las ideas más absurdas y fantásticas, por ejemplo, la creencia en los diablos, en los lobizones, &c., puesto que estas creencias también constituyen una forma de “experiencia” humana. La religión tiene del mismo modo un “valor universal”, pues millones de personas creen en Dios, en los milagros, &c. Pero no por ello se convierte en una verdad. La concepción “machista” del “criterio de la verdad” predomina en la filosofía burguesa contemporánea.

La filosofía marxista es la única en dotar al conocimiento humano de un criterio científico para distinguir la verdad del error, para someter cada verdad a una verificación exacta y segura. Este criterio es la práctica humana, la actividad de los hombres en la producción, en la industria, la actividad revolucionaria de las masas. Al poner la práctica en la base del conocimiento y del criterio de la verdad, el marxismo ha operado una revolución en la gnoseología. El materialismo premarxista era un materialismo contemplativo que no vinculaba el conocimiento a la práctica, a la actividad de los hombres. Los pocos materialistas que proponían la práctica como un criterio de la verdad, se hacían de ella una concepción estrecha que excluía la práctica histórica, la actividad de los hombres en la producción. El marxismo fue el primero en demostrar el vínculo indisoluble entre el conocimiento y la práctica, y en ofrecer la solución justa de ese problema. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es un problema puramente escolástico” (Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en Marx/Engels, Obras escogidas, t. II, p. 376, Ed. esp., Moscú, 1952).

El marxismo ha puesto al descubierto el absurdo del agnosticismo, que niega la posibilidad de un conocimiento cierto. Si nuestros conocimientos son confirmados por la práctica, tienen valor de certidumbre y ningún agnosticismo puede refutarlos. Los vitalistas, por ejemplo, y demás enemigos de la ciencia, se entretienen en discurrir sobre su misteriosa “fuerza vital” que presidiría la vida de los organismos. Pero los hombres, conscientes de las leyes objetivas reales de la evolución orgánica, y conocedores de su aplicación, han demostrado la inconsistencia total del vitalismo. La doctrina michurinista (ver) ha abierto al hombre los caminos para modificar las plantas y los animales. Michurin (ver) ha dado la mejor confirmación práctica de su teoría al crear numerosas variedades nuevas de frutos. La práctica es la piedra de toque de la teoría. Y ella ha desenmascarado la falsa ciencia de los weismanistas-morganistas, y ha confirmado la exactitud do la doctrina michurinista. Lo mismo sucede en todos los dominios del conocimiento científico, comprendidas las ciencias sociales. Los ideólogos de la burguesía consideraban al socialismo científico como una fantasía de la imaginación. Pero la experiencia del pueblo soviético, que ha construido el socialismo, y la práctica actual de los otros pueblos que se han desgajado del sistema capitalista y edifican el socialismo, muestran la verdad sublime del socialismo científico y las mentiras de las teorías de los ideólogos burgueses al servicio de las clases decadentes. La práctica verifica y confirma las verdades científicas, y refuta las teorías erróneas.

Al hacer de la práctica el criterio de la verdad, el marxismo enseña a tener en cuenta el desarrollo de la propia práctica, lo que implica la revisión de ciertas verdades que no corresponden ya al nivel de la actividad práctica de los hombres. Esta concepción de la práctica estimula el pensamiento humano, y le impide erigir en dogmas las verdades descubiertas. Todo progreso en la práctica perfecciona nuestros conocimientos, precisa y concreta las verdades a la luz de una práctica más avanzada. (ver igualmente Teoría y práctica).

Diccionario filosófico abreviado · 1959:93-94

Criterio de la verdad

(del griego κριτήριον: medida para valorar alguna cosa.) Recurso para comprobar la veracidad o la falsedad de tal o cual aseveración, hipótesis, sistematización teórica, &c. El criterio de la verdad radica en la práctica social (Teoría y práctica). Las teorías científicas reciben su comprobación definitiva en la práctica: en la producción industrial y agrícola en la actividad revolucionaria de las masas para la reestructuracion de la sociedad. Si la teoría se aplica con éxito en la práctica, ello significa que es válida. Los procedimientos para comprobar en la práctica tal o cual pensamiento pueden ser diferente. Por ejemplo, ciertas proposiciones de las ciencias naturales reciben su confirmación en el experimento, relacionado con la observación, con la medición, con la elaboración matemática de los resultados obtenidos. A menudo, la comprobación práctica se realiza por procedimientos mediatos. Así, cuando establecemos la veracidad de una determinada proposición recurriendo a la demostración lógica, nos basamos, en última instancia, en la comprobación práctica de algunas tesis iniciales de tal o cual teoría, tesis que, en el marco de la teoría dada, no están sujetas a comprobación especial. Ahora bien, comprobar las teorías científicas en la práctica no significa convertirlas en algo absoluto; las teorías científicas se desarrollan, se enriquecen, se puntualizan, algunas de sus tesis se sustituyen por otras. (Verdad absoluta y verdad relativa). Ello se debe a que la propia práctica social y, por ende, los procedimientos para confrontar a través de ella las teorías científicas con la realidad, se desarrollan sin cesar, se perfeccionan. De ahí que sólo la práctica social en desarrollo puede confirmar plenamente o refutar las representaciones del hombre. En la teoría del conocimiento, el marxismo ha sido el primero en incluir la práctica como criterio de la verdad. La filosofía burguesa contemporánea no reconoce la práctica como criterio de la verdad o le da una interpretación tergiversada (por ejemplo el pragmatismo).

Diccionario filosófico · 1965:92-93

Criterio de la verdad

(griego kriterion: medida para valorar algo.) Medio de verificación de la veracidad o falsedad de una u otra afirmación, hipótesis, construcción teórica, &c. El criterio de la verdad es la práctica social (Teoría y práctica). Las teorías científicas se comprueban definitivamente con ayuda de la práctica: en la producción material, en la actividad revolucionaria de las masas encaminada a transformar la sociedad, &c. Si la teoría se emplea felizmente en la práctica, esto significa que es verídica. Los métodos de verificación de la teoría en la práctica son distintos. Por ejemplo, unas u otras tesis en las ciencias naturales reciben su confirmación en el experimento asociado a la observación, la medición y el tratamiento matemático de los resultados obtenidos. Sin embargo, la verificación en la práctica de las teorías científicas no significa la transformación de éstas en algo absoluto, pues siguen desarrollándose, enriqueciéndose y especificándose, algunos de sus postulados se sustituyen con los nuevos (Verdad absoluta y relativa). Esto se debe a que la práctica social misma y, por tanto, los métodos de confrontación, a través de la práctica, de las teorías científicas con la realidad no dejan de desarrollarse y perfeccionarse. Por eso, únicamente la práctica social en desarrollo puede confirmar o refutar por completo una u otra noción humana. La práctica como criterio de la verdad fue incluida por primera vez en la teoría del conocimiento por el marxismo. La filosofía burguesa contemporánea no reconoce la práctica como criterio de la verdad u ofrece una interpretación desvirtuada del mismo (por ejemplo, el pragmatismo).

Diccionario de filosofía · 1984:95-96