Filosofía en español 
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Juan Amadeo Fichte

Fichte · comentarios críticos

Juan Amadeo Fichte (1762-1814)

Idealista subjetivo, uno de los representantes del idealismo clásico alemán. Fichte aspira a superar el dualismo de Kant (ver), eliminando la “cosa en sí”, criticando a Kant desde la derecha, es decir, desde la posición del idealismo subjetivo puro. Negando la existencia de las cosas, de los objetos y de la materia, fuera del hombre, Fichte hizo del “yo absoluto” el punto de partida fundamental de su filosofía. El “Yo” absoluto, según Fichte, es diligente, activo. La fuente de esta actividad y del desarrollo del “Yo” absoluto son las contradicciones internas. Fuera del “Yo” absoluto existe el “Yo” finito, limitado, empírico. El “no-Yo”, es decir, la Naturaleza, que está enfrente del “Yo”, según Fichte no existe objetivamente, fuera de nosotros; el “no-Yo” o la Naturaleza es considerado por él como producto de la actividad del “Yo” absoluto. « El mundo es el no-Yo, creado por nuestro “Yo”, dijo Fichte» (Lenin). Tanto el “Yo” empírico, como el “no-Yo” empírico, o en otras palabras, tanto la conciencia individual como la Naturaleza, según Fichte se fusionan en la conciencia absoluta. Fichte sostenía el punto de vista de la identidad del sujeto con el objeto. Según definición de Lenin, Fichte era el “representante clásico del idealismo subjetivo”. Fichte, dice Lenin, « se imaginó que había relacionado “indisolublemente” el “yo” y el “medio”, la conciencia y la cosa, que había “resuelto” el problema, invocando el hecho de que el hombre no puede saltar fuera de sí mismo. En otras palabras, repite el argumento de Berkeley: yo percibo sólo mis sensaciones, yo no tengo derecho a suponer “objetos en sí” fuera de mi sensación. Las diversas maneras de expresión de Berkeley en 1710, de Fichte en 1801 y de Avenarius en 1892-94, no cambian en absoluto el fondo del asunto, es decir, la línea filosófica fundamental del idealismo subjetivo” (Lenin). Sin embargo, el idealismo subjetivo de Fichte contiene un elemento positivo, lo que no se puede decir del idealismo subjetivo de Berkeley y de Avenarius. En contraposición al viejo materialismo mecanicista premarxista, Fichte destacó y desarrolló el aspecto dialéctico activo, diligente, del raciocinio. Sobre su concepción del mundo ejerció una gran influencia la revolución burguesa de Francia de 1789, que expresaba los intereses de la burguesía radical. Fichte llevó una lucha activa contra el atraso feudal de Alemania, por la libertad democrática, por la república, por la unificación de Alemania. Por su radicalismo político, los reaccionarios quitáronle el derecho a ocupar su cátedra en la Universidad de Jena.

Diccionario filosófico marxista · 1946:114-115

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

Eminente filósofo alemán, idealista subjetivo y uno de los representantes de la filosofía clásica alemana. Discípulo de Kant en sus comienzos, Fichte no tardó en someter a crítica el elemento materialista del kantismo, la admisión de la existencia objetiva de la “cosa en sí”, que considera como un apéndice ilegítimo e ilógico del sistema kantiano. Partiendo de la tesis de Kant, según la cual, la conciencia sería el origen de la naturaleza, Fichte llevó al extremo las tendencias subjetivas de esa filosofía. Pero si Kant enfoca el “Yo” (la conciencia del hombre) desde el punto de vista de su relación con el objeto en el curso del conocimiento, Fichte hace del “Yo” la única realidad, la fuerza creadora omnipotente de la que derivan todas las cosas y que coincide, en fin de cuentas, con la conciencia de sí de la humanidad entera. El “Yo” de Fichte es la razón, pero también es la voluntad; es el conocimiento, pero también, la acción. Y estima que el rasgo específico de la razón es el de crear el ser y no el de contemplarlo o reproducirlo. “¡Actuar! ¡Actuar! –¡he ahí nuestra razón de ser!” Hay que hacer notar además, que si bien pone el acento en el lado activo del sujeto, la concepción de Fichte no rebasa el marco del idealismo subjetivo, pues desconoce el fundamento objetivo de la actividad humana, el mundo material exterior con sus leyes. Al hacer del “Yo” el demiurgo del mundo objetivo, Fichte llega prácticamente a afirmar que nada existe fuera del sujeto. Este sistema anticientífico, completamente refutado por la práctica humana, lleva el nombre de solipsismo (ver).

Para escapar a una conclusión semejante, Fichte concibe el “Yo puro” como una conciencia humana universal que, sin coincidir con la conciencia individual, constituye el substrato latente de ella. El “Yo puro” es un “sistema perfectamente cerrado y acabado, es perfectamente idéntico en todos”. De ese “Yo” supraindividual absoluto, Fichte deduce, de una manera totalmente escolástica y artificial, la existencia de los hombres, una multitud de “Yo” empíricos. Con su punto de partida falso, se ve obligado a recurrir a la especulación hueca para demostrar la existencia de los hombres, ilustración notable del atolladero a que se ve conducida la filosofía por el idealismo subjetivo. Otra modificación que Fichte aporta al “Yo” de Kant, consiste en la inclusión del proceso de desarrollo en la conciencia. Al no estar regido por las leyes de la propia naturaleza, afirma, el devenir se limitaría al esfuerzo creador del “Yo” absoluto que engendra perpetuamente el mundo (el “No-yo”) y se enriquece a sí mismo. Este “Yo” universal “creado a partir de nada” y que toma conciencia de sí, se convierte al mismo tiempo en el artesano de la naturaleza y de toda la historia humana. Esta doctrina idealista implica una hipótesis racional sobre el papel de la práctica en el conocimiento, en la historia en general. En suma, Fichte sostiene que al transformar la naturaleza, el hombre se transforma a sí mismo, que el objeto del conocimiento es a la vez, el objeto de la actividad humana. Oponiéndose a los materialistas metafísicos, para quienes el conocimiento es engendrado por la acción de las cosas exteriores sobre las facultades cognoscitivas del hombre, Fichte demuestra, aunque bajo una forma idealista, que el hombre sólo llega a conocer los objetos actuando sobre ellos, transformándolos, creándolos. Vale decir, que Fichte tuvo la intuición profunda del carácter dialéctico de la acción recíproca entre el sujeto y el objeto, la teoría y la práctica.

La actividad del “Yo” de Fichte representaba una tentativa de legitimar, en el plano de la abstracción idealista, las transformaciones democráticas burguesas. En su Llamamiento a los soberanos de Europa para que concedan la libertad de pensamiento oprimida por ellos hasta el presente, Fichte proclama, en un todo de acuerdo con sus principios idealistas, que todas las libertades cívicas tienen por origen la libertad de pensamiento, lo cual significa desconocer las causas materiales de la desigualdad social, de la dominación del hombre. Se pronuncia por la abolición de los privilegios jerárquicos y de la servidumbre, reivindica un régimen democrático burgués y, al fustigar la arbitrariedad de los señores y la autocracia de los reyezuelos feudales, exclama: “Si los príncipes se convirtieran en esclavos aprenderían a respetar la libertad”. Sobre la misión de un sabio es una requisitoria contra la opresión de los campesinos por los feudales: “Quienquiera se considere el amo de los demás, es, él mismo, un esclavo. Si no lo es siempre en realidad, no deja de tener un alma de esclavo, y se arrastrará cobardemente ante el primero que llegue, que demuestre ser más fuerte y que lo subyugue”. En su lucha contra la invasión napoleónica, Fichte llamaba a los alemanes a defender la soberanía nacional, pero realzaba con patriótica exageración el papel histórico de Alemania. Fue un campeón de la unificación nacional de su país.

A partir de 1802, Fichte abandona las ideas progresistas y se muestra cada vez más dispuesto a aceptar el régimen feudal. Predica la “vida bienaventurada”, afirma que el conocimiento es una “revelación divina” y que el objeto de su filosofía es el de propagar este principio: “Ofreceos a Dios, y lo hallaréis en vosotros mismos”. La mezcla de elementos avanzados y reaccionarios en la filosofía de Fichte, reflejaba las vacilaciones de la burguesía alemana de la época, en quien las aspiraciones progresistas se unían al servilismo de los feudales.

Obra capital: Doctrina de la ciencia.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:189-191

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

Filósofo alemán, segunda figura en el tiempo –después de Kant– del idealismo alemán clásico. Profesor de las Universidades de Jena (de la que fue despedido por acusación de ateísmo) y de Berlín. Fichte criticaba los privilegios estamentales, era partidario de la unificación de Alemania y de poner fin a la fragmentación feudal. Subrayó el significado de la filosofía «práctica» de las cuestiones relacionadas con la fundamentación de la moral y de la estructura jurídica del Estado, pero redujo la «práctica» a la actividad de la mera conciencia moral. Consideraba como premisa de la filosofía «práctica» un sistema teórico científicamente elaborado, una ciencia sobre la ciencia o «teoría» de la ciencia». En la base de la Teoría de la ciencia de Fichte (1794) se encuentra la concepción del idealismo subjetivo. Fichte desechó la teoría de Kant sobre la «cosa en sí» e intentó inferir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de las formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo presupone la existencia de cierto sujeto absoluto al que atribuye actividad sin fin y al que considera creador del mundo. El «Yo» inicial fichteano no sólo no es un «Yo» individual ni una substancia análoga a la substancia de Spinoza, sino la actividad moral de la conciencia. De este «Yo» místico inicial, infiere Fichte el «Yo» singular, por el que entiende no un sujeto absoluto, sino tan sólo un sujeto humano limitado o «Yo» empírico, al que se contrapone la naturaleza, también empírica. De ello saca Fichte en conclusión que la filosofía teórica, después de admitir el «Yo» y el «no-Yo» los contrapone necesariamente uno al otro en el marco del mismo «Yo» absoluto como resultado de su limitación o división. Siguiendo este original método de «admisión» «contraposición» y «síntesis», Fichte desarrolló un sistema de categorías del ser y del pensar tanto teóricas como prácticas. El método de Fichte, en el que están desarrollados algunos rasgos de la dialéctica idealista, se denomina «antitético», pues no deduce propiamente la antítesis de la tesis, sino que la coloca al lado de ella como su opuesto. Fichte tomaba como órgano del conocimiento racional la contemplación mental inmediata de la verdad, es decir, la «intuición intelectual». En la filosofía de Fichte, al lado de su doctrina fundamental: el idealismo subjetivo, se encuentran vacilaciones hacia el idealismo objetivo, que se acentuaron en los últimos años de su vida. En ética, el problema capital, para Fichte, fue el de la libertad, problema que despertaba un interés creciente en virtud de los acontecimientos de la Revolución Francesa. De modo análogo a Spinoza, Fichte no ve en la libertad un acto sin causa, sino una acción basada en el conocimiento de la necesidad ineludible. Sin embargo, a diferencia de Spinoza, Fichte no hace depender de la sabiduría individual el grado de libertad al que pueden acceder los hombres, sino de la época histórica a que el individuo pertenece. No encontrando fuerzas para superar las ilusiones engendradas por el atraso de la Alemania de su tiempo, Fichte elaboró un proyecto utópico para organizar la sociedad burguesa alemana en forma de «Estado comercial cerrado». Expresando las peculiaridades del desarrollo burgués de Alemania, dicho proyecto se distingue por una serie de caracteres reaccionarios, entre ellos el de la excepcionalidad de la nación alemana. Los clásicos del marxismo-leninismo han valorado profundamente las partes progresivas y los aspectos reaccionarios de la doctrina de Fichte. Engels citó a Fichte entre los filósofos de quienes los comunistas alemanes tienen a orgullo descender.

Diccionario filosófico · 1965:174-175

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

Filósofo alemán. Por el tiempo es el segundo, después de Kant, representante del idealismo clásico alemán. Profesor de la Universidad de Jena (fue destituido por acusación de ateísmo) y de la Universidad de Berlín. Fichte criticaba los privilegios estamentales y abogaba por la unificación de Alemania y la liquidación del fraccionamiento feudal. Subrayó la importancia de la filosofía “práctica” –cuestiones de la fundamentación de la moral y de la organización jurídico-estatal–, pero redujo la “práctica” únicamente a la actividad de la conciencia moral. Consideraba como premisa de la filosofía “práctica” un sistema teórico científicamente elaborado, a saber, la ciencia sobre la ciencia: “teoría de la ciencia”. La Teoría de la ciencia (1794) se asienta en la teoría del idealismo subjetivo. Fichte rechazó la doctrina kantiana de la “cosa en sí” y trataba de deducir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo establece un sujeto absoluto, dotándolo de una enérgica actividad infinita y considerándolo creador del mundo. El método de Fichte, en el que se desarrollan ciertos rasgos de la dialéctica idealista, se llama “antitético”, ya que la antítesis propiamente no se deduce de la tesis, sino que se coloca junto a ésta, como su contrario. Fichte sostenía que el órgano del conocimiento racional es la contemplación directa de la verdad por la razón. La principal para Fichte era la doctrina del idealismo subjetivo, pero en su filosofía se advierte la tendencia hacia el idealismo objetivo, que se acentuó en los últimos años de su vida. En ética, el problema central para Fichte es la cuestión de la libertad. Su interés por esta cuestión aumentó gracias a los acontecimientos de la revolución burguesa en Francia. Lo mismo que Spinoza, Fichte no considera la libertad como un acto inmotivado, sino como la acción basada en el conocimiento de la necesidad. Pero, a diferencia de aquel filósofo, Fichte no pone el grado de libertad accesible a los hombres en dependencia de la sabiduría individual, sino de la época histórica en que vive el individuo. Sin poder superar las ilusiones engendradas por el atraso de la Alemania de aquel entonces, Fichte traza un proyecto utópico de organización de la sociedad burguesa alemana en forma de “Estado comerciante cerrado”. Expresando las particularidades del desarrollo burgués de Alemania, dicho proyecto está marcado por varios rasgos reaccionarios, comprendido el de la excepcionalidad, propio del nacionalismo alemán. Los clásicos del marxismo-leninismo dieron una profunda valoración de los aspectos progresistas y también reaccionarios de la doctrina de Fichte.

Diccionario de filosofía · 1984:167-168