Filosofía en español 
Filosofía en español


Breve relación histórica del origen de la filosofía

Omito el hablar del origen de la filosofía, antes del Diluvio; pues aunque no faltan Autores, que patrocinen esta opinión, haciéndola venir, cuando menos, desde el primer hombre del Mundo Adán; y que hay también Críticos modernos, que afirman nació la filosofía con el Mundo; y contra el común uso de las producciones humanas, sola la filosofía tuvo una cuna, nada vil, ni grosera, pues desde su primer principio, y aun cuando tartamudeaba en su infancia, se hallan en ella rasgos varoniles, atrevidos, y en un cierto modo perfectos. Sin embargo de haber bastantes, y robustos apoyos a que poder afianzar un principio tan antiguo, y noble de la filosofía, con todo, me contentaré, considerando el origen de la filosofía después del Diluvio, repartiéndolo, según los varios intervalos en que es tomado por las gentes principales, y mas civilizadas de aquel tiempo.

Lo primero se ha de poner la atención en la Cuna, y propagación de la filosofía entre los Hebreos, después entre los Caldeos, Egipcios, Fenicios, Germanos, Galos, Celtas, Persas, Indios, Griegos, Romanos, y por último, entre los Cristianos.

Nadie puede dudar, sin proceder impolítico con la razón, que a los Hebreos se deben las primeras luces de las Ciencias, y no siendo estas otra cosa, que partes de las que se compone la filosofía, deberemos decir, esto supuesto, que a los Hebreos debe el Mundo el primer cultivo de nuestra razón; y por consiguiente, todos aquellos auxilios que han felicitado, y facilitado los progresos de nuestro conocimiento. Esta afortunada gloria del ser humano, que podemos decir ha producido la filosofía, amable madre, y sabia directora del hombre, se debió a Noé, a su hijo Sem, y después de estos a Abraham, que fue el que enseñó los preceptos de la Astronomía a los Egipcios, y Fenicios, según el dictamen de Filón, aquel sabio Patriarca enseñó, como nadie ignora, la misma ciencia de la Astronomía a los Caldeos, después de estos, a los Fenicios; y por último, a los Egipcios, entre los que acostumbraba decir Abraham, que todas sus luces, y conocimientos, los había logrado de los sucesores de Enoch, inventor de la Astronomía, y conocido entre los antiguos con el sobrenombre de Atlas. La filosofía de Abraham se propagó en Isaac, Jacob, y José: en el primero se dejó ver cultivada la Economía; en el segundo la Pastoricia; y en el tercero la Astronomía, y Política, las que lograron tan felices progresos en Egipto, que se consideraban como el más importante, y precioso comercio, pues en el cultivo de las bellas letras contemplaban su mayor felicidad, y gloria. Esto se deduce, de que Moisés se instruyó en todas las Artes, y Ciencias que entre los Egipcios se cultivaban; mérito, por el cual parece le escogió el Señor de todo lo criado, por Capitán, y Legislador de su Pueblo. ¡Oh si los hombres supieran la gloria que resulta de cultivar las ciencias, qué enamorados se harían ver de su hermosura! ¡Y qué dificultosamente pagarían tributo a la ociosidad, una vez atraídos del poderoso hechizo de aquellas luces, que además de perfeccionar el conocimiento, le dan casi un ser divino al hombre! El adagio dice, más vale saber, que haber; y ¿por qué así?, porque la sabiduría no está sujeta a las veleidades de la fortuna; y los bienes de esta, como son las riquezas, pagan siempre doloroso tributo a extravagancias de la suerte. El que es rico, no niego que tiene gustos; pero tampoco se puede negar le inquietan los sobresaltos, ya de la conservación de su patrimonio, y ya de las ansias, y fatigas con que procura recrecerlo; y lo que es más, el continuo afán de ver expuesta su felicidad, considerada en su riqueza, al engaño, al incendio, a la casualidad, y al robo. ¿Qué diremos del sabio? Este, si es rico de conocimientos, posee un caudal, que siempre es suyo; un caudal, que a donde quiera que vaya, le lleva consigo; una riqueza, que aunque trastorne los Reinos la fortuna, siempre vive, y vale; y aun me atrevo a decir, sin que se me pueda oponer réplica alguna, que no sólo vive, y vale, sino que manda, y domina. Conociendo las ventajas que logra el hombre por medio de la Sabiduría, la tributaron tanto honor las primeras Naciones del Mundo, que como despreciando la riqueza, y el oro, se entregaron a su obsequio, y cultivo; y viendo que aquellas pobres Reliquias, que habían quedado de los Hebreos, después del tirano dominio de Nembrod, prevalecían con la Sabiduría, a los groseros esfuerzos con que aspiraba a destruirlos la violencia, hicieron como propósito constante de adorarla como a tutelar, y patrocinio del Hombre; y así, los primeros que franquearon su corazón a la filosofía, después de los Hebreos, (que sin embargo de sus miserias, e infelicidades, tuvieron tantos sabios, que merecieron el renombre de Héroes) fueron los Caldeos. Esto, con lo que falta del progreso, que entre los Hebreos tuvo la filosofía, se verá mañana.

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Prólogo, o Introducción a la Historia de la Amable Maestra, y Directora del Hombre la Filosofía