El Adelanto Diario político de Salamanca
Salamanca, sábado 16 de diciembre de 1899
 
época 2ª, año XV
número 4458, página 1

[ Fernando Felipe Martín ]

Cuestiones sociales

El coco socialista

“Las constituciones no son hechas,
sino que se hacen ellas.”
Mackintosh.

¡Respetable público!

No soy yo, son las necesidades de los tiempos, las que han traído hasta El Adelanto las cuestiones sociales. Alguien puede creer que hablar de Socialismo en Salamanca puede ser gana de llamar la atención; pero hablando desde El Adelanto, que no pueden motejar de sectario, quizá convengan en que la idea socialista no es cosa de iniciados, sino que se trata de una manera de ver la vida, que es muy general en todas partes.

El objeto, pues, de El Adelanto, al abrir esta sección, es hablar (siempre a la ligera) de lo que hablan todos los periódicos de otras partes.{1}

Queremos hablar, no meter miedo; con que no se asusten los timoratos.

¿Saben ustedes los que meten miedo con el Socialismo? Los que no son socialistas.

Esos, los que no son socialistas, son los que hacen creer a las gentes que los socialistas son los inventores de la dinamita y que de ella esperan la redención social. Barbaridad más grande no la han oído ustedes, y lo que tiene de bárbara, tiene de mentirosa la afirmación.

Los lectores de El Adelanto ganarán mucho convenciéndose de esto y pueden hacerlo con muy pequeño esfuerzo.

Sin querer se hace socialismo a todas horas. Clarín, un literato de los más reputados en España, hace muy a menudo socialismo. Amicis, un escritor italiano, con cuyas obras se han deleitado muchos españoles, hace socialismo también; y aunque entre nosotros no está muy extendido, socialismo hacen con frecuencia Galdós, Enrique Gaspar, Cano y Masas, Dicenta, Unamuno, &c., &c. y creo que nadie puede decir de estos autores que se caracterizan por sus ideas de exterminio. ¿No hace a diario socialismo Eusebio Blasco y, sin embargo, colabora en todas las revistas aristocráticas: Blanco y Negro, Ilustración Española, &c., etcétera?

Jacinto Octavio Picón, literato que colabora en periódicos de gran circulación, dice apropósito de la influencia en la literatura en las cuestiones sociales: «En cuanto a la novela, no se puede negar que es hoy un verdadero estudio social; los principales géneros teatrales, fundados en el análisis de las pasiones y el desarrollo de los caracteres, como la tragedia y el drama propiamente dichos, se van transformando de suerte que, lo que palpita en ellos con más fuerza, es la pintura del medio social, su influencia decisiva sobre los espíritus vulgares y la lucha que con él tienen que sostener las almas superiores de los justos o las inteligencias descarriadas de los visionarios.»

Lo que es la idea socialista, es nueva, no mala; por nuevo crucificaron a Cristo, no por malo, y por nuevo, y no por malo, apedrean los charros el tren. Debemos no ser charros, es decir, no apedrear lo nuevo.

«Poco a poco (dice el ya citado Amicis), el Socialismo invade el periódico, el libro, el teatro, penetra en las academias de los doctos y en los gabinetes de los monarcas, se levanta sobre los pergaminos, asalta una tras otra las cátedras, las cuales, en más de un Estado, con mayor o menor restricción de ideas, son, en grandísima parte, ya suyas.»

Creo una tontería oponerse a un movimiento tan fuerte y tan general, y creo que, hasta los que tienen prevención contra el Socialismo, deben estudiarle si le quieren atacar con resultado.

«El Socialismo es cosa de descamisados», dicen algunos. Esto es mentira: un ministro inglés dijo, en ocasión solemne, dirigiéndose a los trabajadores: «Vosotros seréis, dentro de poco, los dueños del mundo»; el cardenal Manning, que «no se podía continuar en el camino de la venta abusiva de la fuerza y de la actividad humana, en el camino por el que se hace de los niños y de las madres máquinas vivientes, y de las esposas y padres bestias de carga». Milleraud es ministro y es socialista; Singer, uno de los caudillos del Socialismo, en Alemania, es hombre acaudalado, y el partido socialista español fue representado, en el Congreso de Londres, por un caballero de Ciudad-Rodrigo, a quien conocen aquí muchas gentes, y nunca le habrán visto con trazas de descamisado, sino todo lo contrario. El Socialismo quiere dar camisa a los que no la tienen, no quitársela a los que la llevan con justicia.

¡Quedamos en que se puede ser persona decente y socialista! ¡y tan que se puede!

Yo, antes que devoto del Socialismo, soy devoto de la verdad, y por eso quiero hacer una advertencia. Lo único que tiene de malo el Socialismo es los nombres de los que lo defienden; esto, la verdad, es para cansar a cualquiera. Amicis, bueno, se puede pronunciar y hasta hacer la c ch para darse tono de que se habla el italiano; pero ¿quién pronuncia Jaures, con lo endiablada que es la j francesa? ¿y Lavreff, que sabe Dios cómo se dirá en ruso? Pues anda que Liebknecht ¡agarra! no sé cómo hay quien se llama eso. ¿Y Tchernychewsky? ¡¡¡oh!!!

¡Por qué no harán las ciencias todos González, Hernández, Pérez, López! esto es cosa de personas, pero cuidado con los apellidos socialistas. ¿Si será esto lo que ha metido miedo a muchos?

¡Hombre! He encontrado uno que se pronuncia fácilmente: Marx. ¿Esto es fácil, verdad? pues compren ustedes las obras de éste y que aprendan a poner a las gentes nombres fáciles. Para empezar, con que lean ustedes a Marx, basta.

Señores lectores: un afectuoso saludo de su servidor,

Pepe Rey.

{1} El articulista, interpretando fielmente, en las anteriores líneas, los móviles que nos impulsan a abrir esta sección en el periódico, nos ahorra toda explicación.
Los artículos sobre Cuestiones sociales verán la luz en nuestro diario lo sábados.

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Fernando Felipe Martín
1890-1899
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