El Adelanto Diario político de Salamanca
Salamanca, sábado 6 de enero de 1900
 
época 2ª, año XVI
número 4477, páginas 1-2

[ Fernando Felipe Martín ]

El socialismo y los católicos

«Se me dice, cuándo dejarás de hablar contra los ricos;
siempre estás con los anatemas contra los ricos y yo contesto:
¡siempre subsiste vuestra dureza para con los pobres!»
San Juan Crisóstomo, Homilía in Verba David.

Es problema difícil en Salamanca, cualquiera que se plantee, relacionado con el catolicismo.

Mucho más, si se trata de hablar de lo que deben hacer los católicos y de decirles, cómo deben mirar algunas cuestiones.

Voy con miedo en el asunto porque puede creerse, que esto es gana de provocar discusiones, o de «tirar chinitas» a determinados individuos.

Aquí estamos en esto a la altura que en todo; cualquiera que habla o escribe, lo hace sólo por rencillas con alguno y no hay media docena que se expliquen, cómo puede ser que un artículo resulte poco lisonjero, para muchos que ni siquiera conoce el autor.

En fin, allá ustedes, ni voy a «provocar», que dicen los chulos, ni escribo (hoy) para mortificar a nadie.

Aunque el título de este artículo, sorprenda a algunos, no es cosa nueva lo de socialista y católico juntos, sino que hace ya mucho tiempo que existe un partido, que se llama de socialistas-católicos.

Sin embargo, parece que en Salamanca no ven muy bien los católicos que se hable de Socialismo, cosa fácilmente explicable, dado el concepto que del Socialismo se tiene.

Socialismo es la revolución de «la masa ignorante y famélica», el triunfo de la anarquía más irracional, la fuerza dominando como soberana indiscutible, y catolicismo, es amor, abnegación, caridad, dulzura y, para colmo, dichas y placeres eternos, en la otra vida, que es la verdadera, la perdurable. Esto se dice y hasta se escribe.

¡Que ignorancia revelan estas cosas! Y en boca de personas que pasan por inteligentes y quizá lo son, ¡qué fondo de ambiciones desmedidas!

La idea socialista ha llegado a todas partes y en todas partes ha encontrado partidarios; sacerdotes, canónigos y arzobispos católicos alzan su voz, en defensa de las teorías socialistas.

En algunos países el partido socialista-católico, lleva mucho tiempo de existencia; en Alemania quizá más de 30 años. Y el Papa (autoridad suprema de la Iglesia católica), hace muy poco tiempo, recomendó al colegio de cardenales que estudiara el Socialismo cristiano.

Por aquí debían empezar católicos y no católicos, si quieren hablar del Socialismo, por estudiarle.

A pesar de esto, los obreros (para quienes principalmente escribo) me hablan de que los católicos de aquí, no ven con buenos ojos el Socialismo.

Conste que en este artículo, no voy a defender ni atacar el Socialismo católico, voy a decir únicamente que me extraña, que los católicos hablen mal del Socialismo.

Sin rellenar esto de citas y más citas, que puede parecer deseo de eruditear, citaré algunos textos de católicos ilustres, para que se vea que no todos los católicos son enemigos del Socialismo.

El Eclesiastés dice: «El que paga mal al trabajador y el que le quita a un hombre el pan que gana con el sudor de su frente, es lo mismo, que un hombre que asesina a otro.»

No puede un escritor, por muy socialista que sea, censurar más duramente que lo hace El Eclesiastés, al que paga mal al trabajador, es decir, al que teniendo un obrero en su casa, de cuyo trabajo vive, le entrega 3 por lo que vale 5. Esto en concreto, no es más que lo que los socialistas han dicho siempre que se habla del salario, régimen de producción, contra el que van todos los ataques del Socialismo.

La sociedad actual, organizada sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción, obliga al que de ellos carece, a trabajar para el que los posee y de aquí nace, el que el patrón (dueño de los medios de producir) no pague al obrero todas las utilidades que recibe de su trabajo.

San Pablo en su Epístola a los Tesalonicenses dice: «El que no trabaje que no coma».

En este principio, puede compendiarse todo el programa socialista. Solo el que trabaja, el que crea utilidad (ya que ésta sólo se crea por el trabajo) debe participar de esa utilidad. Sólo el que trabaja debe comer, es la condenación del régimen capitalista, en que muchos de los que más comen y derrochan, nada producen; y el que trabaja mucho y produce mucho, es por regla general, el que peor come y a veces el que no come ni bien ni mal.

Y hay que contar que San Pablo no conocía esas terribles crisis de hiperproducción, de la época moderna, en que millares y millares de obreros, mueren de hambre ¡por haber trabajado más de lo debido!

¿Puede darse mejor condenación de la sociedad actual que estas crisis, en que hombres que han producido con exceso, carecen de esos productos?

San Ambrosio dice: «La naturaleza ha puesto en común todas las cosas para el uso de todos; la usurpación ha hecho el derecho privado».

San Jerónimo: «La opulencia es siempre el producto del hurto; si éste no ha sido cometido por los propietarios actuales, ha sido cometido seguramente por sus antecesores».

Y de San Juan Crisóstomo, a quien copio al empezar, son estas valientes acusaciones a los ricos: «Decís que los pobres no trabajan; pero ¿trabajáis vosotros? ¿No gozáis en la ociosidad, de los bienes malamente heredados? ¿No sois explotadores del trabajo ajeno, ociosos que gozáis de la miseria de los otros?»

Por hoy basta; creo que todo lo copiado lo firmarían con gusto los socialistas más reputados.

Para que no se crea que esta opinión de la Iglesia Católica, es sólo de tiempos antiguos, copio lo siguiente, entresacado del «Sermón sobre la dignidad de los pobres en la iglesia», del gran Bossuet, católico de grandísimo prestigio: «Si los pobres lloran y protestan contra la Providencia Divina (señor, permitid que lo diga), es con cierto tono de justicia; ya que estando todos formados de la misma masa y no pudiendo haber gran diferencia entre el barro de unos y el de otros, no se explica por qué vemos de un lado la alegría, el favor, la abundancia y de otro la tristeza, la desesperación, la extrema necesidad, y a más de esto el desprecio y la servidumbre.» ¡Oh! y dije que no iba a abusar de las citas. Ustedes disimulen.

No es posible, por falta de espacio y por no abusar de la reunión, detenerme, siquiera fuera poco tiempo, a comentar estas palabras. Lo que sí quiero decir es que hay entre los católicos que hablan mal del Socialismo, muchos, los más, que no lo han estudiado, y que si de veras se dedicaran a su estudio, harían lo mismo que hacen los católicos de otros sitios.

Conque, cuidado con lo que se dice, porque a lo mejor cree uno desacreditar la doctrina socialista y se está desacreditando a sí mismo.

* * *

Notas semanales

Los albañiles

A los pocos días de aparecer la convocatoria en El Adelanto, vi en muchas esquinas anuncios que, con letras gordas, decían: «A los Albañiles». Esto va bien. Efectivamente, el día 3, al comenzar la reunión, estaba lleno el salón de Germinal.

Todos los reunidos se inscribieron como socios. Se nombró Junta interina, encargada de confeccionar el reglamento y presentarlo a la agrupación, y se advirtió a los asociados que a la mayor brevedad se les citaría para leerlo.

Y nada más… Dentro de unos días se presentará el reglamento y ya están los albañiles unidos para cuanto necesiten. Animo, señores, que no van a valer menos los albañiles que otros trabajadores.

Los carpinteros

Ya ha aprobado el reglamento el Gobernador y ya tienen domicilio social. El día 2 se reunió la Junta directiva, para ocuparse de la conducta de un asociado que abandonó el trabajo, por exigirle el maestro que trabajara en condiciones que no consiente el reglamento.

Abierta la sesión, y a petición de un compañero, el presidente concedió la palabra al interesado, que explicó lo que con el maestro le había ocurrido.

Aunque la situación de la sociedad es anormal, por no poder dar todavía socorros a los parados, todos los que asistieron a la Junta aplaudieron al que con tanta razón había dejado el trabajo. Enseguida se acordó hacer unos bancos que la sociedad necesita y ser preferido para esto, entre los parados, el que dejó el trabajo voluntariamente antes que faltar a los estatutos de la agrupación. No solo esto, sino que muchos se ofrecieron a hacer una subscripción si era necesario.

Entre los carpinteros hay muy buenas cabezas y, lo que vale más, mucho amor a la clase y mucho entusiasmo, sin embargo, deben mirar con calma, con mucha calma, cuanto hagan ahora que están empezando.

Ya ha encontrado trabajo el obrero de quien se trataba.

Los zapateros

Celebraron Junta general el 1.º de año. Después de presentar las cuentas, se acordó, a propuesta del presidente, que se celebrara mensualmente Junta general, con objeto de estrechar los vínculos de amistad entre los agrupados. Por unanimidad se acordó hacer fiesta el 1.º de Mayo y con esto terminó la sesión.

Señor Gobernador: Carpinteros y albañiles están muy agradecidos a las deferencias que usted ha tenido para con ellos; como usted ha dicho que está dispuesto a ayudar a los trabajadores cuanto pueda; en nombre de la clase trabajadora le envío unas gracias muy expresivas, confiado en que cumplirá usted lo prometido.

Los periódicos que son de oposición, se quejan constantemente de usted, señor Gobernador, y yo me alegro de poderle felicitar, por lo mismo que no soy de adhesión.

Pepe Rey.

Imprima esta pagina Informa de esta pagina por correo

filosofia.org
Proyecto Filosofía en español
© 2014 filosofia.org
Fernando Felipe Martín
1900-1909
Hemeroteca