Alma Española
Madrid, 17 de enero de 1904
Año II, número 11
páginas 7-8

Silverio Lanza
El paletismo

Algún día dirán así los futuros historiadores:

Al comenzar el año de 1904, un hombre insigne (servidor de ustedes) inició el PALETISMO. Hoy los paletos informan la Gobernación del Estado, y el país vive próspero. ¡Loor al primer paletista, al grande hombre (servidor de ustedes) que murió apedreado y coceado por los paletos!

El socialismo ha descubierto admirables virtudes en los trabajadores; el anarquismo ha descubierto admirables ideales de los desesperados; el paletismo descubrirá que el sentido común reside en los paletos.

El premio que ofrece en concurso el Colegio de Peritos Mercantiles lo ganaría cualquier recovero, el dueño de la abacería más pobre o el infeliz cajero (bucero francés) que nunca es de Auvergnac, porque recuerda la popular canción:

Nous ne sommes ni homme ni femme;
nous sommes touts deux d'Auvergnac.

Tengo prometido a mi amigo D. Rafael Heredia un libro con título de Cálculos rústicos, y allí hablo de la contabilidad campesina, que es superior a la contabilidad del Banco de España. De esta obra saco los párrafos que transcribo a continuación.

Pedro presta a Juan diez duros sin interés. Llega la recolección, y

—Ya sabes que me debes diez duros.
—No lo niego.
—¿A cómo esta la cebada?
—A diez reales.
—Pues me debes veinte fanegas.
—Es verdad.
—Y me harás un papelito.
—Lo haré.

Llega Enero, y sigue el tiempo seco.

—A cómo esta la cebada?
—A cuarenta reales.
—Pues me debes cuarenta duros.
—Es verdad.
—Me harás un papel.
—Lo haré.

Llega la recolección; la cebada está a diez reales, y Juan debe ochenta fanegas. Llega Enero; la cebada está a diez pesetas, y Juan debe ciento sesenta duros.

Al año siguiente, Pedro embarga a Juan la casa, las mulas y la tierra, y se queda con todo ello.

Préstamo sin interés.

Otro caso: Varios amigos nos reunimos a merendar; yo me encargo de todo el gasto, y Pedro de facilitar el vino. El día siguiente nos reunimos para ajustar cuentas, y digo yo:

—Se han gastado diez duros, y somos diez; conque tocamos a cinco pesetas.

Todos me van entregando su cuota, y Pedro me dice:

—Bueno. Yo tengo que dar veinte reales; pero como he pagado catorce de vino, toma seis, y en paz.

Y así, quien paga el vino es el pobre Juan. No idean tanto esos bolsistas que calculan primas y doblas.

Otro caso: Compro en un pueblo una instalación de luz eléctrica con la rebaja del 10 por 100.

—Mira, Pedro, que aquí faltan las bombillas.
—Bien, Juan; las desquitaremos al ajustar la cuenta.
—Conforme.
—Pues ya ves; son diez luces que me costaron a diez pesetas, que hacen cien pesetas; te rebajo diez, y quedan en noventa.
—¿Y las bombillas?
—Eran diez. A peseta cada una, son diez pesetas. Rebaja el 10 por 100, y quedan en nueve. pesetas. Desquita de noventa, y me das ochenta y una, y en paz.
—Pero entonces no me rebajas el 10 por 100 de las bombillas, que forman parte de la instalación que te compro.
—Ya ves que lo rebajo.
—No, hombre; tú me das por noventa, pesetas la instalación que tienes, y además diez bombillas que me cuesten nueve pesetas; y como en la tienda cuestan diez, me tienes que dar esas diez pesetas para que yo las compre, y una peseta más para que las compre con el 10 por 100 de ventaja. De modo que de noventa pesetas te desquito once.
—Pues mira, Juan; lo pensaré, porque no lo entiendo.

Yo sí que lo entiendo, queridos lectores, e insisto en que el paletisno está sin estudiar, y pudiera ser la salvación de España.

Y si ustedes se aficionan a esos estudios, les contaré otras cositas, pero reservadamente, para que los paletos no me ajusten las cuentas, porque me las ajustarían a coces o pedradas, calumniando o zahiriendo.

Cuando no engañan a Esaú con un plato de lentejas, matan a Abel con la quijada de cualquier funcionario.

¡Oh! ¡El PALETISMO!

Silverio Lanza.

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