Alma Española
Madrid, 17 de enero de 1904
Año II, número 11
página 9

  

González Serrano

Todas las tardes lo veíamos en la biblioteca del Ateneo, inclinado sobre su pupitre, rodeado de libros, tomando notas, incansable, con su letrita firme y apretada. Ya no lo veremos más. De cuando en cuando, en un respiro de sus lecturas, hablábamos con él rápidamente de un libro nuevo o de los asuntos del día: él discurría con su palabra mesurada, reflexiva, sobándose y resobándose la barba, sonriendo a nuestros entusiasmos o a nuestras detracciones. Ya no le hablaremos más. No queremos saber lo que era ni lo que había sido González Serrano: no nos importan a la hora presente ni sus libros ni sus doctrinas. Una filosofía –se ha dicho–, es un acto personal; es decir, es la persona misma, con sus gustos peculiarísimos, sus modalidades, sus decisiones, sus amores, sus odios... Y la persona de González Serrano es la que queremos evocar en estos instantes, y es la que quedará en nuestros espíritus. González Serrano, digno, íntegro, escrupuloso, leal, infatigable en el trabajo, lealísimo en la amistad.

  
<<< >>>

www.filosofia.org Proyecto filosofía en español
© 2001 www.filosofia.org
Alma Española
Urbano González Serrano
1900-1909
Hemeroteca