Filosofía en español 
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La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle

María Carbonell Sánchez

Contestación al cuestionario sobre la moral del Cinematógrafo

A. Es evidente que el cinematógrafo tal y como se ofrece como espectáculo para todos, sin selección de películas, es perturbador, casi siempre antiestético y muchas veces inmoral.

No obstante, yo opino que puede tener valor educativo y emplearse como recreo en las escuelas, si se eligen las cintas o se crea un cine con esta denominación: Cine para niños.

Modificando de esta manera el cine, lo creo aceptable; tal y como existe opino que debe alejarse a los niños de este espectáculo.

Creo muy conveniente ensenar a los niños a divertirse y no me parecería mal sustituir el cine con las tertulias o soirées de ninos, tal como se practica en Inglaterra y Alemania.

Los niños son recibidos por condiscípulos de las clases más adelantadas, o por antiguos alumnos de las escuelas en un local amplio, espacioso, alegre, bien ventilado y si el tiempo lo permite en un patio o jardín, al aire libre.

Una música sirve de introducción a la fiesta infantil y luego comienzan los juegos realizados por grupos y con entera libertad. Unos dibujan, otros edifican, en un grupo oyen contar o leer una historieta interesante, en otro se entregan a juegos bulliciosos, cada uno elige lo que más le recrea.

A poco de encontrarse juntos los pequeños contertulios, se observa brillantez en sus ojos, color en sus labios y mejillas y alegría en sus rostros. La expansión y la confianza reinan por doquier.

Unos comités especiales dirigen y aportan los ingresos necesarios para estos pequeños gastos. Los amigos de la infancia, que abundan bastante, adicionan como grata sorpresa, en ocasiones dadas, una función dramática, un juego de prestidigitación, una linterna mágica, una merienda, un te, unos dulces, &c.

Esta obra educativa y meritoria llevaría como un rayo de sol a la vida sombría de los niños pobres.

B. Considero de urgente necesidad poner algún dique a la inmoralidad de la calle. La defensa moral del país se impone por medios más bien educativos que represivos.

No está en las cárceles el remedio del mal que lamentamos, sino en la previsión, buscando la manera de sustraer a los niños del contagio.

Las Juntas de Protección a la Infancia, legalmente establecidas en todas las capitales, pueden hacer mucho en este sentido si cumplen fielmente lo que les prescriben los reglamentos vigentes.

Para la mayor intensidad de la acción moralizadora podían organizarse Comités de patronato que actuarán en un radio relativamente pequeño y estuvieran formados por los maestros del distrito, algunos padres de familia y el Juez municipal.

Por medios suaves unas veces y coercitivos otras, (interviniendo el Juez) podría imponerse el respeto al niño apartando de su vista y oído cuanto pueda corromperle.

María Carbonell Sánchez

Valencia, 13 de Noviembre de 1911.