Filosofía en español 
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Julio Briga - Fray Junípero

La doctrina ante todo
Con motivo de unas conferencias “non natas” en la Asociación de Estudiantes Católicos

La doctrina ante todo

A pique estábamos de quebrar la péñola, pensando que el oficio de periodistas no nos compete, o mejor, que no somos competentes para semejante menester. ¿Seremos nosotros, por triste ventura, del número de los que «nada saben pensar seriamente», porque, tomando el rábano por las hojas, siempre nos andamos por las ramas, «mariposeando» acá y acullá, dedicados a la «grave cuestión de haberse apartado de una organización católica de catorce mil individuos diez y siete de ellos», y aparte de estos transcendentales temas, otras mil cosas que Fulano dijo, o no dijo, o debió decir?

La alusión que hace El Debate –periódico de quien tomamos los conceptos entrecomados de este artículo–, a lo que escribimos comentando unas proyectadas conferencias sobre el teatro, en la Asociación de Estudiantes Católicos, es tan clara como falsa la referencia, pues ni nos cuidamos del número, ni de él sabíamos ni decíamos nada: tan sólo comentábamos el que hubiera podido organizarse un curso de conferencias en aquella Asociación, encomendándolo a escritores, muchos de ellos, manifiestamente hostiles al catolicismo.

Hoy más que nunca podremos repetir con el Apóstol:

«In timore multo fui apud vos»; pues, si siempre nuestra pluma fue pobre y sencilla, sin flores humanas ni joyas de retórica, aunque nunca quiso desdecir del cristiano y honrado corazón, debe hoy columbar problemas ilusorios del lado de nuestro campo, tomando por verdaderas entidades «espectros y míseras ficciones».

Mas, dichosamente, es el mismo Apóstol quien nos saca de vacilación, diciendo de un modo terminante: «Argue, obsecra, increpa, in omni patientia et doctrina».

Y meditando el consejo de San Pablo, nuestro espíritu se aquieta y tranquiliza, porque estamos seguros de cumplir exactamente nuestra misión en la Prensa. Manifiesto es el ejemplar del divino Salvador, pues de todos sus sermones y razonamientos apenas habrá alguno que no sea característicamente «una doctrina». A los Santos Apóstoles les envió a enseñar por todo el orbe, para que fuesen luz del mundo y sal de la Tierra. Y en cuanto a los Santos Padres, en sus obras y en sus homilías, principalmente, es donde se encierra la explicación de todas las dogmas cristianas.

«In omni patientia et doctrina»; pero además el periodista católico ha de tener en cuenta el «argüe, obsecra, increpa»… del Apóstol.

Hoy hace falta más que nunca la enseñanza apostólica «oppotune et importuna», a todas las horas, en todos los sitios, en todas ocasiones, de todos modos. Por desgracia hoy no estamos en tiempos de San Antonio de Padua, ni de Juan de Vicenzia, en los que apenas hay lucha o cuestión clerical o religiosa; sino que las actuales calendas más se parecen a la época de San Crisóstomo o San Agustín, en las que es preciso ilustrar y combatir a enemigos de fuera y de dentro. Hay que predicar a todas horas la verdad católica, y cuando las enseñanzas no bastan, será preciso mezclar en las disertaciones rayos fugaces de exhortación vehemente y apasionada.

Que «está planteado hoy un grave conflicto bajo los términos de socialismo y cristianismo», ya lo sabemos. Pero sabemos también que estos, no son los términos del dilema; sino estos otros: liberalismo, catolicismo. Y si a nosotros se nos achaca gratuitamente el no saber dar solución a semejante conflicto, nosotros vamos más allá diciendo que «ellos» ni siquiera aciertan a plantear el problema. Porque pretenden armonizar la religión de Cristo con las corrientes del siglo, contemporizando con modas y modos que los tiempos imponen, es, a nuestro juicio, desplazar el verdadero espíritu de Cristo del corazón de la sociedad.

«La ilustración agrícola, la económica, la política, &c.», no han de ser obstáculo, a la verdad, para la cristiana formación de la sociedad, siempre que no cometamos una petición de principio, dejando a esa sociedad que se forme sola en cristiano, así, espontáneamente, como al acercarse la primavera, brota naturalmente el fruto de la planta.

Pero si ponemos en cuarentena la eficacia de esos medios meramente «naturalistas», para que la sociedad se forme según el espíritu de Cristo, ¿qué habrá que decir de esas otras manifestaciones espurias de la vida moderna, como son los «cines», teatros y demás banalidades, que han venido a destruir la austeridad y «violencia» que imponen el Evangelio a los que quieren conquistar el Reino de Dios?

Justo es reconocer que en esto el mundo camina hacia atrás. Hoy, por lo visto, se puedo ser católico, sin perjuicio de simpatizar con kantianos, hegelianos, krausistas o prudonianos; ni sentir escrúpulos de ir del brazo con Lamennais, con Döllinger o Frohschammer; ni dársele a uno un ardite en repetir errores galicanistas, socialistas o teosóficos, con tal de gallear y aparecer más doctor que la Iglesia Católica. Y lo peor del caso es que no se sienten liberales únicamente en el terreno de la metafísica o de la pura disquisición, sino que se ha descendido a la práctica, en el peligroso terreno de la moralidad, tomando lo inaceptable con la mayor naturalidad del mundo, hasta el punto de creerse algunos en ciertas materias enteramente «curados de espanto».

–¿La comedia tal?… –¡Psh! Se puede ver… Dice «el periódico» que «nada hay que oponer a la moralidad de la obra, la cual sería intachable si no fuese por algún chiste y alguna frase malsonante».

«–¿Y tal película?… –No vaya usted, obscenísima. –Pero, ¿cómo es posible, si la he visto anunciada en «el periódico»?–. De todos modos, no vaya usted; es muy obscena, se lo aseguro.»

Estos y otros diálogos semejantes, traen a la memoria aquellas lamentaciones de la Encíclica «Communium rerum», referidas al Modernismo, y que bien pueden aplicarse en esta ocasión también: «Late esta ponzoña en las venas y en las entrañas de la sociedad, separada de Cristo y de su Esposa», y, que «es producida por el aura pestilencial que se respira».

¡Pretenderán decir aún que no hay hoy «Cuestión clerical o religiosa», desenfocando la cuestión y soslayando por inconsciencia o por malicia la verdadera obligación del periodista católico, como es enseñar «opportune et importune» la doctrina de Cristo, añadiendo a estas enseñanzas la exhortación afectuosa y ardiente, y cuando esto no baste, mezclando también la pasión y la vehemencia! ¡Ciegos, que no quieren ver!

Hay, sí, verdadera cuestión religiosa (lo demostramos en otra ocasión ya, y sobre ello volveremos en un artículo próximo), que existe hoy más acentuada que en otros tiempos, porque también es mayor que nunca la ignorancia en materia de religión. Y no olvidemos que la Iglesia tiene muchos enemigos sistemáticos, es cierto; pero, también hay muchos que no la aman porque no la conocen; son hambrientos que no tienen quien les parta el pan de la Verdad.

Por eso, los escritores católicos deben aceptar como lema: «In omni patientia et doctrine».

Julio Briga


Mesa revuelta

Los señores Guastavino y Gómez Puente, directivos dimisionarios de los Estudiantes Católicos de Filosofía y Letras, publicaron ayer en El Sol (nada más natural y lógico, tratándose de católicos) una carta intentando rebatir los comentarios apasionados y erróneos de un “Mirabal” y las agudezas (!!) de un “Fray Junípero”, a quien nos lo imaginamos crepuscular y rubicundo.

La carta de los señores Gómez Puente y Guastavino lleva por título: La última palabra sobre un cursillo teatral nonato, y termina con este párrafo:

«Y hemos de terminar manifestando que no volveremos a tratar este asunto, aunque se hagan más comentarios acerca de él por las “donosas” plumas de “Mirabel” y “Fray Junípero”.»

Ante esta tremenda amenaza y, sobre todo, después de aquello de crepuscular y rubicundo (¡oh, manes de El Motín!) “Fray Junípero” estaba por rompr su “donosa” pluma.

Pero, ¿por qué no ha de decir también su última o sus últimas palabras?

Porque los autores de la cartita (una columna íntegra de El Sol) dan a entender que “Fray Junípero” los ha llamado “perros rabiosos”; y esto es… faltar a la verdad.

“Fray Junípero”, el humorístico (¡¡!!) “Fray Junípero”, será todo lo crepuscular y rubicundo que los jóvenes directivos dimisionarios de la Asociación &c., &c., quieran: pero los años no le han hecho perder la educación.

“Fray Junípero” dijo, y sigue diciendo, que la Asociación de Estudiantes Católicos, si ha de ser lo que debe ser, respondiendo a su nombre, debe extirpar de su campo la cizaña.

Y cizaña es en el campo católico llamar criterio a una disposición de la autoridad eclesiástica, para afirmar que no lo comparten y mostrar su indisciplina diciendo:

«No obstante este contratiempo (la prohibición del eminentísimo Cardenal Primado), si hallásemos forma de realizar el proyectado cursillo, seguimos contando con la valiosa cooperación de usted» (que es s uno de los incluidos en la prohibición).

Esto dijeron los señores Guastavino y Puente en su carta al Heraldo, añadiendo:

«ANTE ESTE CRITERIO, QUE RESPETAMOS, PERO NO COMPARTIMOS, NOS HEMOS VISTO EN EL TRANCE DE DARNOS DE BAJA EN LA ASOCIACIÓN DE EE. CC. DE FILOSOFÍA Y LETRAS, determinación en la cual nos han seguido numerosos amigos.»

Y, sin, embargo, en la publicada ayer en El Sol, dicen:

«No nos rebelamos contra el Episcopado, señor “Mirabal”; lo que ocurre es que, al suprimirse el cursillo, nos retiramos de la vida activa de la Asociación, pero sin rebelarnos ni desacatar las órdenes superiores.»

¡Oh, jóvenes imberbes!…

¿Es sólo retirarse de la vida activa de la Asociación el darse de baja de la misma?

¿Es acatar las órdenes superiores el substraerse a su obediencia, abandonando el campo precisamente por no compartir el CRITERIO de la autoridad?

Bien se conoce que no son ustedes crepusculares, pues, ni siquiera han llegado a la madurez, cuando tan fácilmente mezclan y confunden el acatamiento y la indisciplina, sin que se rubicundeen.

Les ha molestado que un periódico católico censure lo censurable, y arremeten contra él: sienten que su carta haya servido de motivo para una campaña de las izquierdas… ¡y se arriman a El Sol!

¡Oh, jóvenes imberbes!… Habéis hecho bien en retiraros de la vida activa de la Asociación, y haréis mejor en dedicaros a los libros (¡cuidado con el criterio!), porque como directivos de una Asociación de Estudiantes Católicos, la verdad, lo hacíais bastante mal.

Esa retirada es la mejor prueba.

Fray Junípero


Con motivo de unas conferencias “non natas” en la Asociación de Estudiantes Católicos

Una carta y unas apostillas

Antecedentes

Publicó el Heraldo de Madrid en su número del 31 de enero último, y copió El Sol del siguiente día, una carta suscrita por tres señores que, respectivamente, se titulaban a sí mismos ex-presidente de la Asociación de Estudiantes Católicos de Filosofía y Letras, ex-presidente del Círculo de Estudios de dicha Asociación y ex-bibliotecario general, dirigida a un redactor del Heraldo, dándole cuenta de que habiendo organizado ellos un cursillo de conferencias acerca del “Teatro Contemporáneo” para las que contaban con el concurso del destinatario de la carta y de otros autores, harto conocidos muchos de ellos por su criterio nada conforme con los principios y normas católicos, habían recibido orden del Eminentísimo Cardenal Primado prohibiendo que desfilaran por la tribuna de la Asociación los escritores y autores dramáticos alejados del campo católico. Los tres señores aludidos, que, ciertamente, no pecan de modestos, dicen con un desenfado tan censurable como ridículo, que ante ese criterio que respetan, pero no comparten, se dieron de baja en la Asociación de Estudiantes católicos, y añaden, para terminar, que si hallaren forma de organizar el cursillo seguirían contando con la cooperación del destinatario de la carta.

La comentó, como merecía ser comentada, nuestro querido compañero “Mirabal” en el número del viernes 1 de febrero, y para que los lectores conociesen lo que fue objeto del comentario, publicamos en el mismo número la referida carta, de la cual, en verdad, se desprenden muy tristes y muy provechosas enseñanzas, porque triste es que hayan podido formar parte de la Asociación de Estudiantes católicos, y no como quiera, sino ocupando puestos directivos, quienes han demostrado carecer del más elemental criterio católico y de la debida sumisión a la autoridad que con tanto acierto corregía sus yerros: y triste es también que ese cursillo, y con tales elementos, haya podido organizarse por quienes pertenecían a la Asociación, sin que esta misma, por medio de sus elementos directores, cerrara el paso a tan descabellada empresa.

La carta

El sábado, a la una y media de la tarde, recibimos la cortés visita del presidente y dos compañeros suyos de la Asociación de Estudiantes Católicos, quienes nos entregaron, rogándonos su publicación, la siguiente carta, que insertamos cumpliendo el ofrecimiento que hicimos a nuestros amables visitantes.

Dice así:

«Sr. Don Manuel Senante,

Director de EL SIGLO FUTURO.

Muy respetado señor mío: En el número de ayer, día 1 de febrero, del periódico de su digna dirección, hemos visto, con extrañeza y pena, recogida una información, referente a los Estudiantes Católicos, publicada por prensa enemiga de la Iglesia. Para que su buena fe no sea sorprendida, me permito poner en su conocimiento la verdad de lo ocurrido.

Primero. A comienzos del pasado mes de enero, dimitieron algunos miembros de la Junta de la Asociación de Estudiantes Católicos de Filosofía y Letras de Madrid, que es una de las 81 Asociaciones que componen la Confederación de Estudiantes Católicos de España. Y se dieron de baja en dicha Asociación, 17 socios de los 14.000 en números redondos, que forman en las filas de los Estudiantes Católicos españoles.

Segundo. Un periódico sectario, bien conocido en sus deseos de hacer campañas contra la Iglesia y de dañar y dividir a los católicos, ha dado a la publicidad, ahora, al creerlo oportuno para sus intentos, una carta privada, escrita por personas que no figuran en las listas de los Estudiantes Católicos. Un hecho ya viejo y olvidado, y de ninguna importancia en el continuo batallar de nuestras asociaciones, han querido interpretarlo malévolamente y considerarlo como la dimisión de la Junta directiva de los Estudiantes Católicos Universitarios y casi como la desaparición total de nuestra Obra.

Tercero. Tan pasado está este pequeño incidente que la Asociación de Estudiantes Católicos de Filosofía y Letras de Madrid, prosigue su vida normal en el desarrollo del programa que para este curso se señaló. En los días 20 al 23 de enero ha colaborado en la IV Asamblea Regional de la Federación de Estudiantes Católicos de Madrid, a la cual pertenece. Asamblea que ha registrado de manera indudable la prosperidad de esta Federación y que ha descollado por el espíritu y acierto que presidió sus sesiones. A dicha Asamblea envió su adhesión el excelentísimo Sr. Cardenal Primado bendiciendo sus trabajos y alentando a los Estudiantes Católicos a proseguir en su labor.

Puesta en su lugar la verdad de los hechos, creo no tendrá inconveniente en rectificar su información de ayer y los comentarios que hacían en ella.

Dándole las gracias anticipadas por su amabilidad en atendernos y en el deseo de poder servirle en algo, queda suyo affmo. s. s. q. e. s. m.

El Presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos de España. José Martín-Sánchez y Juliá

Nuestras apostillas

Si los lectores cotejan esta carta y lo que el viernes dijimos, verán que nada tenemos que rectificar sino es el título que pusimos a la carta dirigida a un redactor del Heraldo, pues donde dijimos «Dimiten el presidente de la Asociación de Estudiantes católicos y otros miembros directivos», debimos decir: «Dimiten el presidente de la Asociación de Estudiantes Católicos DE FILOSOFÍA Y LETRAS y otros miembros directivos»; con lo cual queda restablecida la verdad de lo ocurrido.

En todo lo demás los hechos son rigurosamente exactos, y nuestros comentarios, tan justos, que en ellos nos ratificamos, añadiéndoles lo que nos sugiere la atenta carta del señor Martín-Sánchez.

Dice este señor que han visto con extrañeza y pena recogida en nuestras columnas una información referente a los Estudiantes católicos publicada por prensa enemiga de la Iglesia.

No parece sino que EL SIGLO FUTURO, en daño de la Iglesia, quiera dar aire a campañas de la prensa enemiga de la misma Iglesia. No; no se apene por ello nuestro comunicante, que nuestro propósito con notoria claridad va precisamente contra quienes no se atienen a lo que la Iglesia enseña. Por eso lo que realmente da pena y tristeza es que quienes han escrito la carta para el Heraldo, con tan poco criterio católico y con tal insumisión a la autoridad, hayan podido figurar entre los elementos directores de la Asociación de Estudiantes católicos.

En el número primero de la carta antes transcrita se habla de dimisiones de algunos miembros de la Junta y de bajas de algunos socios, pero no se dice las causas de esas bajas y dimisiones, punto en el cual hubiera sido de desear mayor claridad, tanto más cuanto que es cierto que se organizó el cursillo con todo lo demás que queda expuesto y no hay por qué repetir.

Atribuye el señor Martín-Sánchez en el número segundo la publicación en el Heraldo de la carta de marras, escrita por personas (dice) que no figuran en las listas de los estudiantes católicos (pero que en ellas figuraron hasta hace poco y figuraban cuando organizaron el consabido cursillo, debió añadir), al deseo de un periódico sectario de hacer campaña contra la Iglesia y de dañar y dividir a los católicos. Podrá ser ese el propósito del periódico sectario, pero, ciertamente, lo que divide a los católicos no son tales propósitos, sino los criterios laxos minimistas que, por desgracia, se extienden e imperan en muchas partes.

Por lo demás, ni el hecho es viejo, si ocurrió en enero último, ni es para olvidarlo, ni carece de importancia (sino la tiene, y mucha, aunque sólo sea para que se tomen medidas que eviten el que se reproduzcan hechos de tal naturaleza), ni nosotros lo hemos presentado como la dimisión de la Junta directiva de los Estudiantes católicos, ni como la desaparición de esa obra por afirmar lo cual se ha corrido un poco nuestro comunicante.

Por último, celebramos los triunfos y bienandanzas de la Asociación que se cantan en el número tercero de la carta anteriormente transcrita; y lo que deseamos es que vayan en aumento, y sobre todo que la Asociación de Estudiantes Católicos sea lo que debe ser.

Una postdata

¿Asociación de estudiantes católicos o círculo político?

Nos sugiere esta pregunta la conferencia que el mismo sábado, después de haber recibido la visita de nuestro amable comunicante y de sus compañeros, dio en la Asociación de Estudiantes católicos el señor marqués de Lema, sobre el tema «Cánovas en su aspecto político filosófico».

Dejando aparte el empeño que repugna a muchos católicos, estudiantes y no estudiantes, de vindicar a un político liberal, cuya obra han juzgado funesta grandes autoridades católicas, no parece lo más propio de una Asociación de Estudiantes católicos ir a tratar temas políticos impropios de la Asociación y de sus fines.

¿O es que ensalzando y vindicando las grandes figuras del liberalismo contemporáneo, y poniéndolas por modelo de la juventud se han de lograr los fines universitarios que la Asociación se propone? ¿O, acaso, estiman que ensalzando a Cánovas y a su obra se hace un gran servicio a la Iglesia? ¿No ven que esto sí que ha de dividir a estudiantes y no estudiantes?

Bien merecen ser meditadas estas cuestiones, que no sólo causan, sino que justifican los recelos de que hablábamos en nuestro número del viernes.

Y no crean los simpáticos jóvenes que a nosotros se dirigieron que al hablar así nos anima la menor hostilidad hacia su Asociación. Lejos de ello deseamos verla próspera, y siendo lo que debe ser: auxiliar eficaz de la acción católica en el campo universitario; pero nunca en lugar donde se ensalce y se ponga por modelo a políticos liberales.