El Estudiante. Revista de la juventud escolar española
Salamanca, 1º mayo 1925
 
número 1
página 4

[ Carta a los estudiantes ]

A los estudiantes de EL ESTUDIANTE

Os habla un estudiante de setenta y cuatro años; que también ha sido en tiempos ya muy pretéritos –en los tiempos de la breve y desgraciada República española, digna por las virtudes de sus hombres de Estado y por la brutal saña con que fue combatida, de piadosa memoria– estudiante de Salamanca. ¿Y qué os puede decir un pobre viejo, universitario, si, hasta la médula de los huesos, y también desde el fondo de su alma, poseído del valor de la cultura que irradia la escuela, la santa escuela en todos sus grados y modos?

Tenéis las esencias de vida, la juventud, primavera de la vida, que como la de la tierra está plena de gérmenes, de donde seguramente han de brotar frutos sazonados, robustos, valientes, que nutrirán, reviviéndola, esta patria, hoy mortecina.

Y con la juventud lleváis en vuestra alma la salvadora inquietud, que implica necesariamente libertad, igualdad, fraternidad; porque la inquietud es anhelo irresistible de sentir, de pensar, de querer, de amplitud de existencia, de desbordamiento de energías, de ansia de comunicación y de proselitismo y con ello de saludable rebeldía contra todo lo cristalizado, lo pretendido perdurable, lo limitado, lo iliberal, y por consiguiente, de sacrosanto amor a cuanto significa superproducción, exuberancia vital, o sea actualización de lo porvenir (progreso).

¡Con qué íntima, inenarrable, emoción os contemplo, oh jóvenes estudiantes, impregnados del alto y católico sentimiento de amor a la Humanidad, a toda la Humanidad, libres de los prejuicios de raza, de casta, de clase, de religión, de política, y mucho más de nacionalidad; con el único elevado propósito de alcanzar el bien de todos, mediante la cultura!

Para lograr esta nobilísima aspiración, es preciso trabajar recio, laborar hondo en la preparación de las jóvenes generaciones para la vida. Si en vuestra instrucción, en vuestra educación, debe participar la escuela --toda la escuela-- desde la infantil a la universitaria, tanto o más habréis de contribuir vosotros mismos, colectivizando el esfuerzo, mediante la comunicación que establece a través del espacio y del tiempo la publicidad que intentáis. Vuestra revista, acogida, como es de esperar, con el entusiasmo, tesoro de la juventud, por los estudiantes españoles y americanos, será, a no dudar, fiel expresión de vuestras necesidades insatisfechas, de vuestras ansias de mejoramiento, de vuestros propósitos de reforma. Abriréis al gran aire la Escuela, el Instituto, la Normal, la Academia, la Universidad; comunalizareis los problemas, los arduos y trascendentales problemas de la instrucción y la educación; obligareis a los maestros a ejercer su profesión como un genuino sacerdocio –el primero de los sacerdocios– pondréis al Estado en el ineludible deber de atender a la cultura, como a su misión más característica.

Habréis de luchar enormemente; los tiempos no son, desgraciadamente, propicios a vuestra grandiosa obra, pero os acompaña la Justicia, y no olvidéis que esta es constante y perpetua voluntad y que con constancia, con tenacidad, con perseverancia, se logra siempre la victoria.

Adolfo A. Buylla.

Imprima esta pagina Informa de esta pagina por correo

filosofia.org
Proyecto Filosofía en español
© 2014 filosofia.org
El Estudiante 1925-1926
1920-1929
Hemeroteca