La Época
Madrid, lunes 15 de febrero de 1932
 
año 84, número 28.765
página 6

Organización y misterios
del comunismo en España

Con el título de El comunismo en España (cinco años en el partido: su organización y sus misterios) y con la firma de Mauricio Karl, miembro del Servicio Secreto Internacional, acaba de aparecer en las librerías españolas un libro sensacional que, si en todo momento sería interesante para cuantos de preocupan por la suerte de nuestro país, lo es mucho más en la hora presente, en que la ofensiva comunista está produciendo graves daños a la riqueza y a la paz de España.

Afirma el autor en las primeras páginas de su libro que no podía pasar inadvertido para la entidad internacional a la que sirve, el hecho político-social español, dejando sin estudiar de cerca los movimientos que le engendran. Y la característica más acusada de esos movimientos reside en la entronización en España del comunismo y de las tendencias extremas afines –como sindicalismo y anarquismo– que obran paralelamente a él y a veces de común acuerdo.

Mauricio Karl, obediente al dictado de la oficina secreta extranjera en que actúa, vino a buscar ávidamente la razón de los hechos y a estudiar el desarrollo y las intimidades de la política social de los Gobiernos que permitían su existencia y acción.

Comienza el libro con una breve reseña de la historia del comunismo español. Algunos de los datos que incluye eran conocidos; otros –la mayoría– permanecían ignorados para la generalidad, y su revelación documentada de forma incontestable resulta de preciosa utilidad. Unos y otros, por otra parte, sirven de elocuente contestación a los republicanos de buena fe que después del 14 de abril afirmaban que el comunismo no significaba peligro alguno para España.

No se limita Mauricio Karl a tratar del movimiento comunista, sino que trata con amplitud e importancia documental lo que se refiere al sindicalismo y al anarquismo. Y empieza por afirmar que tan pronto como se proclamó la República, la Confederación Nacional del Trabajo, organizadora de varias de las huelgas revolucionarias a que el Poder público había de hacer frente, desencadenó sus energías en continuos alardes que produjeron tantas convulsiones para la nación.

No es ocioso referirse al sindicalismo cuando del comunismo se trata, pues la Confederación Nacional del Trabajo se había adherido a la Internacional Comunista en el Congreso celebrado en el teatro de la Comedia de Madrid en 1919. Y más recientemente, como para nadie es un secreto, la Federación Anarquista Ibérica se introdujo en los elementos dirigentes de la C. N. T. y vino a ser casi su verdadera y suprema inspiradora.

Mauricio Karl consigna no sólo las actitudes y los trabajos de los comunistas españoles, sino también sus nombres y filiación completa. Y esclarece sin lugar a dudas la nebulosa que aún existía respecto del verdadero carácter de la sublevación de Jaca en diciembre de 1930. Cuenta el autor cómo el comunista Pinillos, jefe civil del movimiento insurreccional, fue quien empujó al capitán Galán para que anticipara el levantamiento, tendiendo a producir un verdadero Estado comunista.

De extraordinaria actualidad resulta en estos momentos el capítulo dedicado a la Confederación Nacional del Trabajo. En un principio, ésta, no concedió gran importancia al hecho político. Empleaba todo su vigor en la llamada acción directa –verdadero origen del pistolerismo que aterró a Cataluña y aun a otras regiones industriales de España– y en la declaración de huelgas generales, arma favorita de sus propósitos, de la que usó y abusó, introduciendo en tierra nacional la gangrena que podía dar al traste con toda la economía del país. La última etapa de esta trayectoria consiste en la era del terror agrario, singularmente en Andalucía.

Entre las páginas sangrientas de la historia de la Confederación Nacional del Trabajo, reveladas por Mauricio Karl en su libro, es preciso recordar los gravísimos movimientos de 1902 (como el de Morón, secundado por treinta mil obreros y en el que tomaron parte hasta las amas de cría) y las huelgas mensuales e incluso semanales de Bilbao, Asturias, Zaragoza, Barcelona, Sevilla y cuantas otras regiones o capitales poseían fuertes empresas industriales.

En 1909 se produce en Barcelona, originada por elementos sindicalistas y anarquistas, la inolvidable Semana Trágica, que puso un borrón de angustia en todas las conciencias y que destacó la figura anarquista de Francisco Ferrer Guardia.

A los colores cárdenos de este cuadro, añade Mauricio Karl los tres atentados que privaron de la existencia a otros tantos presidentes del Consejo de Ministros, así como los preparados contra Don Alfonso de Borbón, uno de los cuales dejó tras de su carroza un montón de víctimas.

La Confederación Nacional del Trabajo, según sigue diciendo el autor del libro que comentamos en estas notas, ha escrito un abecedario rojo con las balas de sus pistolas. Todas las esquinas de Barcelona, de Valencia, de Zaragoza, tienen sangre de burgueses pegadas a sus muros.

España es la única nación en la que aun se permite la existencia de una Asociación que tiende a la desaparición del Estado, de la propiedad y de la religión. Una Asociación, además, que cuando carece de fondos para sus actuaciones, dispone –según cuenta Mauricio Karl– que sus adeptos realicen golpes como el asalto al Banco de Gijón.

Estudia luego Mauricio Karl la marcha interior de la C. N. T. con los resultados de la influencia anarquista que suplanta a los antiguos dirigentes del sindicalismo. Y vuelve luego al tema fundamental de la obra: a la cuestión comunista, analizando con gran caudal de documentos y de hechos de sensacional importancia, las divisiones del comunismo en España, la organización de la sección española de la Tercera Internacional, la técnica de la acción por medio de células, de comités de fábrica y de empresa, los piquetes de huelga, la Guardia Roja, &c. Queda al desnudo en las páginas interesantísimas de Mauricio Karl, el aparato ilegal y el aparato revolucionario propiamente dicho de la organización comunista en nuestro país, quedando rotundamente expuesta la gravísima amenaza que constituye para la seguridad del Estado español.

Pero Mauricio Karl no se limita al estudio del aspecto externo, de simple organización de las tendencias comunistas y anarquistas, sino que penetra en ellas, ahonda en sus raíces y destruye la falsedad de sus argumentos. ¿Será posible que llegue un día próximo, en que, como el autor se pregunta al final de su obra, el genio de Don Quijote sepa y logre imponer su verdad sobre todos los sofismas?

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Mauricio Karl / Mauricio Carlavilla
1930-1939
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