Filosofía en español 
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Declaraciones del presidente del Instituto de Cultura Fascista

Universalidad de la cultura latina

Camillo Pellizzi

A los lectores de EL ESPAÑOL, la figura y personalidad de Camillo Pellizzi, presidente del Instituto de Cultura Fascista y uno de los colaboradores más inmediatos y eficaces de Mussolini en el terreno cultural, les es suficientemente conocida. Ahora hemos tenido ocasión de verle en Madrid, a donde ha llegado, procedente de Portugal, para hablar de tema tan interesante y sugestivo como “Orientaciones de la cultura italiana contemporánea”.

¿Qué hace, qué piensa esa Italia, crisol de todo una civilización multisecular, en la hora presente? ¿Qué nuevos rumbos trazan para ella, como una incitación al futuro, sus hombres representativos?

A Pellizzi nos lo imaginábamos más viejo; aún le faltan unos años para cincuenta. Habla bajo, medita al hablar, procurando hallar siempre la expresión italiana que fije con absoluta exactitud el curso fluido de su pensamiento agudo y complejo. En este sentido, él –tan italiano– deja traslucir su larga permanencia en países nórdicos, demostrando de modo elocuente esa gran verdad de que para una personalidad robusta el trato con culturas extrañas no es en manera alguna perjudicial, aniquilador, sino, por el contrario, contraste vivo y tónico y fuente de imaginaciones y sugerencias, siempre fecundas.

—Usted, representante tan calificado de la cultura italiana de hoy, ¿cómo va en su conjunto esta cultura? –le hemos preguntado.

—Su pregunta es demasiado amplia, demasiado ambiciosa, para haberla de contestar sin desmenuzar previamente. Pero así, “grosso modo”, puedo decirle que nuestra cultura, en muchos aspectos –no en todos–, está en auge. Por lo que se refiere a las ciencias de laboratorio, y sobre toda la alta Física, hoy, con la guerra, ni en Italia ni en parte ninguna en Europa se puede hacer gran cosa. Sólo los americanos del Norte están en condiciones, por su posición geográfica y sus posibilidades económicas, de cultivarlas sostenidamente. Italia, sí, tenía grandes estudiosos en este campo, pero no basta con cerebros; hacen falta instrumentos, aparatos enormemente complicados y enormemente caros; hace falta sosiego, el sosiego que en nuestro continente no existe hoy…

—¿ … ?

—En Electricidad y en Medicina, en cambio, se observa una vitalidad notable. Lo mismo ocurre en ciertas ramos aplicados de la Química. Y esto, principalmente, por una razón política; la “autarquía”. Recuerde usted que esta palabra y la idea que a ella corresponde fueron inventadas por Mussolini. La autarquía, que, en último término, no es más que el arma y la fuerza de los pobres contra los ricos, ha promovido extraordinariamente también los estudios agrícolas; los métodos de cultivo se han perfeccionado muchísimo, llevándose o cabo multitud de experimentos originales. Y en lo que se refiere a las Ciencias Morales y Políticas, de tanta tradición en Italia, siguen florecientes aun durante la guerra, y puede decirse que no vamos a la zaga de nadie. Esto mismo se da en Filosofía, Literatura y Crítica de Arte, Arqueología…

—Del genio italiano tenemos, los que lo admirarnos, la idea de algo muy claro y muy lúcido, con un sentido, por decirlo así, arquitectural. ¿Es ello exacto?

—El genio italiano es, en primer lugar, muy poco dado a lo fantástico; constructivo, arquitectural, sintético, realista. Sus campos de elección son la Filosofía política, el Derecho y la Técnica; esto último cuando puede contarse con medios apropiados…

—¿Y la actitud espiritual de Italia frente a lo extranjero?

—Los dos últimos siglos han sido de estudio, de asimilación de lo extranjero, en ciencias y artes; sobre todo de los países del norte de Europa, que en tal época mantenían en muchos terrenos la iniciativa del pensamiento, como tenían la iniciativa en la política. Pero esta servidumbre espiritual ha acabado ya para Italia.

—¿ … ?

—Nunca agradeceremos bastante la labor de acercamiento entre nuestros países llevada a cabo por el doctor De Zuani, presidente del Instituto Italiano de Cultura en Madrid. Su conocimiento y simpatía por todo lo español, y en primer lugar por su literatura, es realmente admirable. Entre sus colaboradores inmediatos, de labor más fecunda, no podemos pasar por alto al doctor Consiglio, vicepresidente del Instituto y especialista en estudios sobre el Dante.

—¿Ve usted la cultura latina como algo unitario?

—No, podría responderle, con absoluta seguridad, ni sí, ni no. La cultura, por su misma naturaleza, tiende siempre a lo universal; y más que ninguna otra, la latina. El espíritu nórdico, admirable en muchos respectos, es siempre particularista, mientras que el latino es “católico” en el sentido etimológico de la palabra. Esta universalidad fundamental es, para mí, la característica esencial de los pueblos latinos. Entiéndase bien, cuando trabajan.

—¿Relaciones entre España e Italia?

—Todavía, en mi entender, estamos demasiado lejos, y no por falta de voluntad en unos y en otros. Hace falta colaboración, colaboración activa y eficaz, sin retórica. En Italia el espíritu español no está lo suficientemente representado.

—Y esta colaboración, ¿habrá de ser también política?

—España debe llevar su política independiente. Cada país tiene sus problemas, que nadie puede resolver desde fuera. Por eso, no se puede pensar, como sistema, en ir juntos a todas partes. Ahora bien, hay cuestiones, las más grandes de nuestro tiempo, que no son de este o el otro país, y que es necesario siempre estudiar y plantear juntos. Por otra parte, la hermandad de España e Italia es un hecho, y los hechos hay que respetarlos, pues de lo contrario se vengan de uno.

—Díganos, para terminar, algo de la labor del Instituto de Cultura Fascista.

—El Instituto fue fundado en 1925, siendo su primer presidente el insigne filósofo y escritor Giovanni Gentile. A Gentile le sucedió en la dirección De Francisci, uno de los más grandes romanistas de nuestro país y aun del mundo. Más tarde, e inmerecidamente, sé pensó en mí. Y yo he procurado seguir camino tan brillantemente iniciado por mis predecesores.

—¿ … ?

—El Instituto hace, principalmente, estudios de divulgación. Trata de ser, y lo es de hecho ya, centro de ideas y de corrientes del pensamiento, sobre todo en ideas “generales”. Sus actividades, que responden a órdenes directas del Duce, se concretan en los que llamamos “grupos científicos”, que existen en todas las ciudades de Italia. Estos grupos científicos invitan a los intelectuales, aun a los no fascistas, y les sugieren argumentos, temas: unos de carácter más particular, por ejemplo, “programas económicos provinciales”; otros, por el contrario, de tan profundo alcance filosófico como “la personalidad del hombre en el Estado moderno”, “la idea de Europa” o “economía dirigida”. Temas, como usted ve, de interés amplio e inmediato, de cuyo enfoque depende la actitud que hayamos de adoptar frente a una serie de cuestiones de cada día.

Al margen ya de la entrevista, seguimos hablando y hablando.

Y Pellizzi, con el más comprensivo de los gestos, enciende su pipa y echa una bocanada de humo.

Agustín Torreduero