Filosofía en español 
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Eduardo Connolly de Pernas

Mauricio Carlavilla: el encanto de la conspiración

Quizás por Julián Mauricio Carlavilla del Barrio, pocos sepan de quién escribo esta vez, pero si digo Mauricio Karl, los aficionados a los libros polvorientos, recordarán perfectamente quién era, uno de los más genuinos representantes en España de las obras de denuncia conspirativa. Intentemos averiguar algo de este misterioso e inquietante policía-escritor y editor.

Las teorías conspirativas

Se perfectamente que hablar de conspiraciones masónicas en el año 2004 es algo cuanto menos chocante, sin embargo, si nos retrotraemos a los años 30, la interpretación masónica, o antimasónica mejor dicho, de la historia de España, así como de su devenir político, es algo que tenía seguidores, estaba en boga, en pocas palabras: «tenía público». Si a esto le añadimos que la masonería era en los años previos, durante, y posteriores de la II República, y ya desde el XIX hasta principios del XX, una fuerza política importante en nuestro país (un lobby diríamos ahora), podremos entender mejor a nuestro personaje.

Las teorías conspirativas tienen una atracción poderosa, como ya dijimos en otro artículo, permiten asomarse a la llave de la historia, permiten entenderla, predecirla, y lo más atractivo: explicarla... Si lo pensamos, las teorías del contubernio no están tan alejadas de las teorías de interpretación histórica del materialismo dialéctico marxista, sino ya en su contenido, al menos en su espíritu, al dar, o intentarlo ambas, una respuesta a todos los procesos históricos. Es el atractivo de la conspiración, el encanto conspirativo.

Biografía y testimonios personales

Me permitirán los lectores de Hibris por esta vez, que mencione los esfuerzos habidos para completar un semblante biográfico de este autor hoy en el olvido más absoluto. Datos tan sencillos como su fecha de nacimiento, se deben al recuerdo de quienes lo conocieron, pues la Dirección General de Policía, tras intentos por mi parte de recabar el expediente profesional del autor para así obtener datos directos, me lo ha denegado, por no se que ridículas trabas de fechas y plazos. Así pues he tenido que reconstruir su biografía, en base a breves, deslabazadas y dispersas notas autobiográficas de sus libros y al recuerdo y testimonio personal, muy personal a veces, de personas que lo conocieron y que me han ayudado en mi empeño, a los que cito y agradezco el tiempo dedicado: Ernesto Milà Rodríguez, Fermín Brocos, Jerez Riesco, Jorge Mota, Ramón Bau, Paradela Castro, y la familia Royuela, e intentaré citar el origen de los testimonios cuando los reproduzca. Así pues, hoy lector tienes en tus manos datos únicos sobre este autor del que no existen ni biografías, ni estudios, ni algo más que el recuerdo de los que los conocieron y eso sí... libros, muchos libros...

Reconozco, que a medida que iba adquiriendo datos sobre el autor más me atraía su persona. Si hiciéramos una película sobre su vida sería una especie de la «forja de un rebelde» sólo que en esta caso del otro bando... Es paradójico que el principal desvelador de conspiraciones de España, fuera a su vez un conspirador nato desde los servicios policiales más rocambolescos y arriesgados que podamos imaginar. Un verdadero servidor de «las alcantarillas del estado» como las llamó alguien que no recuerdo... De hecho, parte de su vida está cubierta por silencios y lagunas que creo que él mismo, por cuestiones de seguridad, nunca reveló... pero avancemos con orden.

Julian Mauricio Carlavilla del Barrio, nacido el 13-02-1896, en Castilla, lugar desconocido, posiblemente Cuenca, ingresó en el Cuerpo General de Policía el 9 de julio de 1921. Había sido pastor de ovejas, y cursó estudios primarios. Él mismo resume estos primeros años en una carta a su párroco remitida muchos años después que conserva el Sr. Jerez Riesco:

«...Yo, antimarxista y antirrevolucionario –en los párrafos precedentes hacía alusión a la revolución comunista– desde hace 33 años, guardé ovejas de niño, segué, cogí aceituna, no pude sufragarme con mi propio trabajo más que las matrículas de maestro elemental y fui soldado de segunda tres años en África, por no poder pagar cuota ni sustituto... y si llegué a ser policía, fue por no costarme más que 150 pesetas y 45 días de estudio...»

Sabemos que una vez que preparó y aprobó las oposiciones a la policía, llegó a ser comisario. Antes de la II República ya empezó a investigar, azuzar e infiltrarse en los grupos de carácter subversivo como luego reseñaremos, y fue durante esa misma República que empezó su labor literaria de denuncia de la conspiración, bajo pseudónimo, lo que años después, en 1935, cuando se supo quién era le costará la expulsión. Estaba con el gobierno de Burgos como colaborador cuando estalla la Guerra Civil, colaborando en la liberación de José Antonio. Tras la guerra, en 1940, volvió a recuperar su cargo en la policía. Andando los años y tras la guerra mundial, pide excedencia y se dedica a viajar «como un turista más» nos dice el propio Carlavilla, en unos años de los que desconocemos destinos, excepto que estuvo por Alemania y Portugal en donde al parecer sufrió un conato de atentado.

Reincorporado después en la policía, nos recuerda Santiago Royuela que

«Se traslada a Barcelona por recomendación médica, ya que tenía problemas bronquiales. Fue a vivir a la calle Caspe de Barcelona n° 95. Durante unos cuantos años impartió en la calle Diputación, entre Urgell y Borrell, en un principal, clases a falangistas y carlistas sobre el gran problema que hay en el mundo sobre la masonería y judaísmo, y comunismo. El piso de la calle Diputación era del Padre Alba, asociación Sacerdotal San Antonio María Claret. También asistían seminaristas como el padre Turú, Padre Cano y otros sacerdotes que ahora están de misioneros en hispano América. A las charlas que él daba sobre masonería, judaísmo y comunismo, el Padre Alba no dejó nunca que asistieran mujeres.
Se casó al trasladarse de nuevo a Madrid, con la enfermera y secretaria que lo cuidó hasta la hora de su muerte. Esta señora, cree mi padre, que todavía vive. Toda la documentación que Don Mauricio tenía, a la hora de su muerte, se la quedó el Padre Alba.»

Jerez Riesco recuerda de él y su estancia en Madrid:

«Como te apunté creo que tengo la obra completa de Carlavilla y además la vivencia de casi una década de colaboración en su actividad editorial y cultural. Llevaba una vida muy austera y espartana. Te puedo adelantar que todas las tardes, durante muchos años, en la década de los años 60, acudió a una tertulia que él dinamizaba y era asiduo, en la cafetería Fuyma de Madrid –curiosamente la misma que frecuentaba durante la II República Ramiro Ledesma–. Eran sus contertulios frecuentes don Eduardo Comín Colomer, Sr. Botsaris, Patricio González de Canales, Tomás Borras y su inseparable Mariano Sánchez Covisa. Yo, por aquel entonces, también ya acudía por dicha tertulia y era el alevín entre todos aquellos camaradas magistrales. La cafetería Fuyma se encontraba en la Gran Vía madrileña, en la Plaza del Callao, junto al Palacio de la Prensa.
Un buen día subieron el café sin previo aviso. Eso le molestó mucho a Carlavilla. Presencié aquella escena en la que recriminaba la subida que el consideraba excesiva y decidió aquella misma tarde trasladar la tertulia a la Peña de El Águila, una cafetería próxima y a la vuelta de Fuyma. Se comentaban todos los temas de actualidad y se debatían sustanciosos debates sobre comunismo, judaísmo y masonería. A la Peña del Águila acudían los habituales y se fueron incorporando algunos estudiantes de Derecho y Económicas. Recuerdo, entre otros a Cesar Morán, Manuel Valentín Gamazo –quien después fue Delegado Nacional de la Juventud–, Huete, &c. La tercera cafetería que ya en los últimos años frecuentaba era en la calle de Goya (California 47). Allí coincidió en alguna ocasión con su camarada Ángel Alcázar de Velasco. La persona que mejor conoció a Carlavilla fue Mariano Sánchez Covisa, que fue su brazo derecho. Personalmente puedo decirte que, a pesar de mi adolescencia, Carlavilla me distinguió con su amistad a la que siempre correspondí con admiración y afecto. Por cierto que su editorial NOS, estaba establecida en su propia casa en la Avda. de José Antonio 38, en la Pensión Sala concretamente.»

Otros detalles personales que recuerda Santiago Royuela es que

«Mauricio Carlavilla era un gran fumador de habanos, decía no poder dejar de fumar porque ello implicaría no poder escribir. Era un hombre de comer pocas cantidades pero muy goloso. Su desayuno siempre era un huevo crudo, con naranja, miel y cereales, pues le daban fuerzas. Su plato preferido era la paella, ¡sobre todo la de mi madre Catalina! Le gustaba mucho estar en su casa con sus libros y, al ser friolero, le gustaba el clima de Barcelona. Una de sus aficiones en verano era visitar la horchatería La Jijonenca en las ramblas barcelonesas y tomar horchata con ensaimadas. A mis hermanos les daba un duro de plata cada semana, y era una persona con un carácter muy pedagógico. Mi hermana le preguntó una vez… ‘si el comunismo es malo, y el capitalismo es todo lo contrario a éste… ¿cómo que el capitalismo no es bueno?’ A lo que contestó que lo contrario de lo peor no es siempre bueno.»

Ernesto Milá nos cuenta de el:

«Políticamente Carlavilla no era falangista ni carlista, sino nacional-católico y, sobre todo, antimasón de pro. Era de esos bibliófilos típicos que viven sumergidos en libros desordenados y polvorientos, sin orden ni concierto, pero que localizan cualquier libro por perdido que esté con una velocidad pasmosa. Antes de la guerra había dirigido una especie de Frente Anticomunista o algo así, creo que desde Barcelona. También publicó una revista en 1935 o 1936 de carácter anticomunista. Lo recuerdo por que hace como treinta y tantos años compré un ejemplar en el mercado de Sant Antoni y lo deposité en la Biblioteca de Catalunya. Creo que salieron media docena de números.
El padre Tusquets, un jesuita antimasón que murió centenario hace poco, era una especie de hermano espiritual de Carlavilla. Tusquets, en un momento dado, hacia mediados de los 60, por algún motivo inexplicable renunció a sus convicciones y se recluyó en sí mismo sin querer hablar con nadie de masonismo y antimasonismo. Cuando tenía 20 años (hace 30), intenté verlo sin éxito: me dijo que no quería saber nada de lo que había escrito. Carlavilla, en cambio, murió convencido de que lo suyo era la verdad.
Montó una editorial, llamada Nos, hacia finales de los 40 o principios de los 50, según creo recordar editaba sus propios libros y otros que el creía de interés. Tenía buenas amistades en el medio nacional-católico. Dicen que Carrero Blanco, lo leía con fruición.
Utilizaba varios seudónimos a parte del de Mauricio Karl. El de Julien d'Arleville, por ejemplo. Antisemita y antimasón a partes iguales, convencido de la conspiracion judeomasónica-bolchevique. Es posible que en algún momento se beneficiara de papeles confidenciales del régimen o incluso de la CIA (si, lo digo por el inopinado libro Malenkov, el sujeto que sucedió a Stalin durante unos pocos meses y al que le dedicó un grueso volumen de no menos de 500 páginas). En cuanto a su libro Borbones Masones secuestrado por el franquismo (pero que hasta hace poco estaba en el almacén de Acervo y del que se podían sacar libros) la tesis sobre que todos los borbones son masones, francamente... me parece aventurada y a pesar de que lo leí con mucho interés carece de base documental sólida. En mi opinión Carlavilla ignoraba que la masonería iba evolucionando con el tiempo y que la masonería de 1717 no era la de 1810, ni la de 1934, ni la de 1973, cuando murió. Una misma masonería pero distintas formas orgánicas y rituales y distintas obediencias y ritos. Yo he terminado creyendo que no entendía muy bien lo que era la masonería, ni lo que pretendía. Creía en los Protocolos y en la existencia de una conspiración universal en la que el centro era la Alta Masonería Luciferina, luego la sinagoga, más abajo la masonería ordinaria y luego cualquier liberal. Y este esquema ni era sostenible ayer ni anteayer ni hoy. Lo sostenía Leo Taxil y era una mistificación.»

Jorge Mota, nos recuerda su forma de trabajar:

«Cuando escribía un texto, señalaba de memoria las páginas y el libro donde se hallaban las citas que debían intercalarse, para que su secretaria las transcribiese, sistema de trabajo que me impresionó.»

De sus últimos años poco sabemos ya, imaginamos que ir viendo cómo se iba desmigajando la España en la que él creyó debió sumergirle en un estado de postración grande.

Acciones conspirativas

Si hemos de seguir un orden cronológico de las acciones de Carlavilla podemos decir que desde su ingreso en la policía se le destinó a servicios muy especiales de infiltración. Del primero del que tenemos constancia es de una en medios masónicos antimonárquicos para llevar a cabo un atentado contra los Reyes o contra Don Miguel Primo de Rivera aprovechando la exposición de Sevilla de 1928. Mauricio Carlavilla mismo nos cuenta detalles del atentado frustrado o abortado en dos de sus libros{1} de forma muy literaria en el primero, aunque se le nota siempre cierta profesionalidad policial. Más adelante se le encarga a Carlavilla por parte del general Mola, a la sazón jefe de la dirección general de seguridad, que se infiltre y elabore un informe sobre el marxismo en España, del que fue producto su primer libro (El comunismo en España). El mismo autor nos habla de su gestación{2}:

«No era un escritor profesional quien escribía. Si tomé la pluma en el año de desgracia de 1931, no fue en busca de unas pesetas o de fama. Ni dinero podían darme los libros en un país donde las celebridades vendían tres mil ejemplares, ni aplausos a quién tenía que ocultarse tras el seudónimo. Además, si se me quiere conceder que debía conocer un poco al enemigo que atacaba, por muy optimistas que fueran mis cálculos, el riesgo era demasiado grande. Saberse condenado a muerte en cuanto pusiera la palabra «Masonería» en una cuartilla, muerte que vendría por tan diversos caminos… […]
Mis primeras cuartillas para la imprenta fueron emborronadas en el mes de abril de 1931; es decir en el mismo mes que se instaura la república en España. Lejos de mí un repentino sarampión literario en aquella primavera, la verdadera causa que me impulsó a escribir es clara. Yo vi la república española como un hecho de más trascendencia que un fácil cambio de régimen político. Porque tenía razones poderosas para creerla premisa fatal y necesaria para el triunfo del comunismo en España.
Y el «comunismo en España» se tituló el primero de mis libros, escrito en el año de desgracia de 1931. Su título, que estimaría fantástico la euforia republicana del instante, tiene hoy plena y desgraciada justificación. Escribí el libro –simultaneando el trabajo literario con el conspirativo– porque me convencí muy pronto de que la prensa llamada «nacional», salvo contadas excepciones, prensa burguesa en realidad, rechazaba sistemáticamente todo aquello que pudiera significar sobresalto, alarma o roce con la cuestión revolucionaria; creyendo silenciar el peligro suponía su inexistencia. Y así pudo triunfar el comunismo en España; precisamente, porque nadie quiso creer en él.»

En otra obra posterior{3}, Don Mauricio nos amplía:

«En contacto con masón de alto grado y muy enterado desde 1918, informante a su pesar; dedicado como policía desde 1921 de lleno y en absoluto a la investigación y persecución del Anarquismo y el Comunismo; leyéndome y estudiando cuanto de sus doctrinas, organizaciones, hechos y hombres caía en mis manos, casi todo cuanto había en España público y clandestino; consiguiendo y manejando confidentes; con vocación y decisión para mezclarme disfrazado en reuniones públicas de comunistas y anarquistas como los militantes espectadores; y, por último, con preparación para ser uno de tantos y captar las reacciones espontáneas y en ‘crudo’ de sostener conversación y controversia cual un comunista o un anarquista cuando era necesario, previamente y falsamente documentado como ‘delegado’ de organización de distante localidad, y celebrar una reunión con determinado Comité directivo local o provincial… tal era mi preparación. Nadie juzgue de Comunismo y anarquismo leyendo ni escuchando a sus militantes en su literatura legal ni cuando hablan siendo escuchados por adversarios, por neutrales o por simpatizantes. Para juzgarlos hay que leerlos en su literatura ilegal, en su correspondencia secreta y en sus acuerdos revolucionarios clandestinos; pero, sobre todo, hay que escucharlos de tú a tú, siendo uno considerado por ellos como ‘camarada’ o ‘compañero’, respondiendo a su altura doctrinal, táctica, revolucionaria, en terrorista de acción…, ¡qué naturalidad, qué sencillez, qué convicción y que decisión hay en el dirigente y en el hombre de acción anarquista o comunista para el más feroz crimen o mortandad!… […] Sin tal preparación, lector, ¿cómo conseguir yo introducirme y ganar milímetro a milímetro la confianza excepcional de aquellos conspiradores terroristas –fueron luego los de Jaca– y de sus jefes hasta lograr que se decidiesen a proponerme la dirección del regicidio y magnicidio?… […] El general Mola había leído El comunismo en España, mucho antes de publicarse, porque ha de saberse que el contenido técnico de mi libro era un copioso Informe, totalmente elaborado por mí, cumpliendo las órdenes del General (que estuvo durante catorce meses al frente de la Dirección General de Seguridad), destinado a la Entente Internacional contra la III internacional, radicada en Suiza, con motivo de una reunión extraordinaria, y a la cual asistió como delegado del Gobierno el juez de Madrid señor Alarcón; no yo, destinado a ir, por dos razones: por escasez de fondos en la Dirección y, principalmente, para que no perdiese mi contacto ni unos días con los revolucionarios, pues aunque había fracasado ya lo de Jaca, los temores aumentaban. El Informe, leído y aprobado por el General Mola, fue enviado a Ginebra.»

Tras este primer libro, Mauricio Carlavilla no ceja en su labor editorial, siempre bajo el pseudónimo «Mauricio Karl», y es muy curioso que el editor de alguno de estos libros y de las propias memorias de Mola no fuera otro que el editor madrileño y ¡¡comunista por más señas!!, Juan Bergua (ver Hibris anterior). Así pues publica aún otros dos libros más en la misma línea{4}. Imaginemos cómo debieron sentar estas obras en plena II República, anunciando que esta traerá el comunismo a España y que no es más que un trampolín masónico. Paradójicamente y en estas mismas fechas, debido a sus labores policiales, será el propio Carlavilla el jefe de la escolta de Largo Caballero, salvándole la vida tras un tiroteo de un atentado organizado por facciones rivales.

La verdad es que sus libros tuvieron gran aceptación en los medios de la derecha y movimientos patrióticos durante la República, y causó gran expectación el saber quién era el que se ocultaba tras el pseudónimo de Mauricio Karl. Jorge Mota recuerda una anécdota que el propio Carlavilla le contó:

«Mientras las autoridades policiales iniciaban pesquisas para saber quién se ocultaba tras el pseudónimo, estaba paseando Don Mauricio con un compañero de profesión y vieron las obras de Maurico Karl en un kiosco de Madrid, preguntándole muy intrigado su colega al propio Carlavilla quién creía él que debía ser el autor.»

En el prólogo de su primer libro (El comunismo en España), Mauricio Karl se presenta a sí mismo como: «Mauricio Karl, alemán, y turista profesional…», en El enemigo (pág. 9) nos comenta:

«Mucha gente se ha preguntado: ‘¿Quién es este Mauricio Karl?’ Especialmente, a la aparición de mi último libro El comunismo en España. Todavía no puedo contestar a esa pregunta, aunque desde luego, aclare que no soy ningún extranjero. Español y bien Español; de lo más entrañero de Castilla; y ya es hora que deseche de mí el sambenito de alemán que me colocó mi editor anterior, guiado tan solo por la fonética del pseudónimo. Me quema en los labios el adjetivo tudesco, aunque en verdad han sido muchos los que intuyeron mi verdadera nacionalidad ibérica, a pesar del cuidado que pusimos en ocultarlo.»

Cuando las autoridades republicanas supieron por fin quien era tras cuatro años de pesquisas (ignoramos cómo lo averiguaron), lo expulsaron de la policía. Mauricio Carlavilla presentó un escrito a la propia dirección General de Seguridad defendiéndose de su expulsión, tal como nos cuenta en Antiespaña 1959 (Ediciones NOS, Madrid 1959):

«Acaso algún lector pueda dudar y, desde luego, han de negarlo mis adversarios. Pero hay constancia oficial. Yo lo he declarado y firmado en el expediente incoado por el gobierno masónico-cedista (Portela-Gil Robles) para expulsarme de la Policía en 1935, como se me expulsó, por el delito de ser Mauricio Karl. Allí consta que yo he dicho y firmado al responder al pliego de cargos:
‘Bajo el seudónimo de MAURICIO KARL se ataca al Marxismo, al Anarquismo y a la Masonería. Al Estado no puede interesarle saber quién es la persona encubierta por tal seudónimo, pues no ha delinquido. Es lógico suponer que su descubrimiento sea deseado por las fuerzas que han sufrido sus ataques. A la Masonería le sería posible obtener ese servicio, dándole carácter oficial, ya que no faltan personas con autoridad sobre la Policía vinculadas con la sociedad secreta. Y es rechazable tal enmascaramiento tras el mimetismo oficial, y razones poderosas lo hacen rechazable en este caso particular. Dar a conocer el nombre de una persona que ha atacado al Marxismo y al Anarquismo es tanto como proporcionar un blanco a sus asesinos. Y el peligro para esa persona no decrece si sólo lo sabe la Masonería, pues me consta que hay masones que asesinan a los enemigos políticos de la citada sociedad secreta’ (Folio 26 del expediente).
‘Preguntado para que concrete los nombres de las personas que pertenecen a la Masonería y le conste que han asesinado o puedan asesinar a sus enemigos políticos, manifiesta: Que lo sabe por referencia directa de un abuelo del dicente, cuyo hermano, Toribio del Barrio, sorteó (con el cura Merino por cierto, haciendo trampa los hermanos masones para que le ‘tocase’ al sacerdote ser el regicida de Isabel II), para asesinar a la Reina y ambos eran masones; esto como ejemplo de hechos pasados a que se le requiere para que conteste, y con referencia a los masones que puedan asesinar, manifiesta, a los efectos de aducir hechos en confirmación con lo dicho por él, que antes de la venida de la República, fué requerido personalmente por el diputado Juan Simeón Vidarte, el cual se presentó como Delegado de la Masonería, para lograr del firmante el asesinato del Rey Alfonso XIII y de don Miguel Primo de Rivera, cuando este ocupaba el cargo de Presidente del Consejo de Ministros y aquél el que se indica’ (Folio 27 del expediente, que obra en los archivos de la Dirección de Seguridad actual) […]
En El Enemigo yo hablo del atentado proyectado y ‘acuso’ al policía ‘organizador’; es decir, me acuso a mí mismo, con lo cual la Masonería y mis ‘cómplices’, ya triunfante la república, se hacían un pequeño lío, pues no podían imaginar que ‘Mauricio Karl’, ‘acusador’, fuera el mismo que su ‘acusado’, Carlavilla; y así estuvieron hasta 1935. Nada más; únicamente lo oficial, de lo que es episodio de la Historia; que con detalles, resultaría tan sensacional como una película de suspense…
Baste lo dicho para demostrar que a partir del movimiento de Ciudad Real y Valencia, yo vi en el horizonte de España el peligro del Terror comunista en el poder, ya que sólo tan gran catástrofe para mi Patria podía impulsarme a la empresa relatada, que yo no debo valorar. Aquella situación revolucionaria fue juzgada por todos con frivolidad, creyéndola un mero cambio de personas en el gobierno de S. M., o todo lo más, un cambio de Régimen político incruento, con la instauración de una República tipo suizo; con Obispos y todo; pero yo no la juzgué con tal frivolidad.
Yo, lectores, no por dotes excepcionales, ni mucho menos, sino por una preparación teórica y práctica de más de diez años, no podía juzgar la situación y sus fatales consecuencias con tanta ligereza y superficialidad.»

Una vez expulsado de la policía, lleva a cabo una labor de información entre las fuerzas militares y patrióticas, cosa que se concreta en una edición especial y resumida de sus tres obras anteriores{5}.

Llegada la guerra Don Mauricio aparece en Burgos, no disponemos de datos de su periplo anterior o de como llegó a la capital de la España Nacional, sabemos que al parecer, intentó un asesinato, el de Azaña, y que al ser descubierto marchó a Portugal{6}, en donde participó en la organización del golpe de estado que preparaban Mola y generales afines. Lo que sí sabemos a ciencia cierta, es que una vez empezada la guerra lo encontramos en Burgos y que participa en el intento de liberación frustrado de José Antonio Primo de Rivera. Ya que dada su experiencia policial era el enlace ideal para conseguir tal cosa.

Santiago Royuela recuerda lo que les había contado el propio Carlavilla años después a su familia sobre aquello:

«En Burgos le proponen ir a liberar a José Antonio. Le dieron un maletín con dos o cuatros millones de pesetas. Se trasladó a Sevilla porque debía coger un submarino [posible confusión pues era un torpedero alemán, no un submarino] que lo llevara a Alicante para comprar al carcelero o a personas que pudieran liberar a J. A. en Alicante, al llegar al submarino alemán que debía llevarle a Alicante, en el que tenían que ir dos o tres personas, se encontró con unos 8 o 9 falangistas junto con Agustín Aznar. Tuvo una discusión con este y el resto en el submarino, ya que Mauricio no quería ir a Alicante en aquellas condiciones, pues 9 personas consideraba que eran demasiadas para una operación así, siendo el plan original ir 2 o 3. Ante la negativa de esos 8 o 9 falangistas y del propio Agustín Aznar, Mauricio les dio el dinero, cogió su maleta y se trasladó a un hotel de Sevilla. Años después daba gracias a Dios de no haber ido en ese viaje, ya que al abrir la maleta y ordenar lo que había dentro –en el hotel– vio que le habían introducido una carta entre su ropa. Esa carta dirigida al comité revolucionario de Alicante, recomendaba a Mauricio Carlavilla como espía dentro de las líneas franquistas –la carta fue introducida por uno de los 9 falangistas–. Su negativa de ir a Alicante le salvó la vida, ya que en pleno trayecto se supone que alguien hubiese dicho que Mauricio Carlavilla era un espía dentro del gobierno franquista, y como es lógico, al descubrir la carta hubiera dado credibilidad y le hubiesen fusilado. Más chistoso es que esos 9 falangistas fueron detenidos en un bar de Alicante y el único que consiguió escapar fue Agustín Aznar por la ventana del retrete del bar donde les detuvieron. ¿Cómo podría haber escapado Aznar por esa ventana cuando éste no cabía por ésta?»

Pero esa no fue la única gestión de Carlavilla en el asunto de la liberación de José Antonio. Don Mauricio era un hombre de total confianza para el gobierno nacional, y además con experiencia policial nadie mejor que el para llevar a cabo gestiones de tal índole. Ximenez de Sandoval nos relata al respecto lo siguiente:

«Mas tarde hubo una gestión encomendada en Francia a Eugenio Montes para canjear al Jefe por el hijo de Largo Caballero –preso en el Cuartel de la Falange de Sevilla–, asunto que debía llevar a cabo Mauricio Karl. Yo vi la carta de puño y letra del hijo de Largo Caballero que debía llevar a Gibraltar o a Alicante Mauricio Karl.»

Durante la guerra también tuvo tiempo para publicar un libro denunciando la guerra civil como una maniobra más de la internacional comunista en sus planes para España: Técnica de la Komintern en España (1937).

Cuando estalla la II Guerra Mundial, son los propios nazis los que ven en él a un interlocutor válido y a un estudioso serio y riguroso en el tema masónico y judaico. Ignoramos en qué se concretaron los contactos, pero sí sabemos que visitó la Alemania Nazi y estuvo en un campo de concentración de visita como policía, como cuenta el mismo{7}:

«Los campos de trabajo recibieron millares y millares de sodomitas de todas clases sociales. Allí se les veía distinguiéndose de otras categorías de presos por el color de la estrella de tela cosida al uniforme carcelario, y también por ser sólo ellos durante todo el tiempo los que permanecían de pie y debían estar marcando el paso sobre su propio terreno, lo cual hacía doblemente trabajosa su tarea.

En nuestra visita oficial al campo de Orianemburgo preguntamos cuál era el motivo de aquella diferencia en el trato que resultaba un mayor castigo para el pederasta que para los demás presos, incluidos judíos y comunistas, los más odiados del hitlerismo.

Nuestros acompañantes nos informaron de que, reglamentariamente se les suministraba en la comida a todos los prisioneros cierta dosis de anafrodisíaco, a fin de adormecer en ellos los instintos sexuales, y para que así no se viesen empujados, careciendo de mujeres a las perversiones sexuales. Pero habiendo llegado a observar que a poco de haber establecido aquel régimen medicinal anafrodisíaco que resultaba inoperante con los pederastas, porque su tendencia era de origen cerebral, debieron recurrir a cansarlos físicamente con exceso para lograr que rendidos de fatiga, sólo tuvieran deseos de dormir en las horas de descanso y no buscasen corromper a sus compañeros de prisión.»

Sobre sus contactos de otra índole con los nazis, comenta el autor en otra obra{8}:

«(…) yo debí delatarle a Hitler que Franco no sería jamás el aliado Militar de la Alemania hitleriana.
Y que le conste, señor Ansaldo, que me sobraban medios para conseguir hacer llegar al Führer tal delación. Y cónstele también que yo tenía cierta autoridad personal para ser creído. No en vano era el primer español y el que con más denuedo me había lanzado al ataque del Marxismo, la Masonería y el Judaísmo en España en cuanto tal trinidad fue dueña de los destinos de la Patria. Y no creo dirá usted ni nadie que Marxismo, Masonería, y Judaísmo eran para Hitler y los suyos meros tópicos de propaganda.
Sólo mantuve contactos con dirigentes alemanes el corto período en el que intenté la salvación de José Antonio; pero coincidiendo con ello, consultado exclusivamente sobre lo más trascendental para la España nacional, si descontamos la victoria, mi dictamen fue creído, aceptado por Berlín, y obró en consecuencia. Y cónstele, solo por mi autoridad como enemigo de Marxismo, Masonería, y Judaísmo. Siento no poder ser más explícito; pero de ello tengo pruebas. […]
No delaté que Franco jamás sería el aliado de la Alemania hitleriana. Y no se puede probar, porque fue derrotada; pero tengo derecho a que se me crea. De triunfar Hitler, yo hubiera huido como del deshonor de hacerle saber, como le hace usted saber a Inglaterra, que Franco lo había traicionado, como para usted, ‘traicionó’ a Inglaterra. No lo hubiera hecho ni teniendo mil motivos más que usted para odiar a Franco, por el sencillo hecho de que mi delación hubiera puesto en peligro a España.»

Tras la debacle de la segunda guerra mundial, edita un durísimo opúsculo en la revista OBRA de carácter antiamericano titulado El tenebroso plan Roosevelt Stalin, después Don Mauricio permanece en silencio editorial unos años que dedica a viajar... desde el año 1942 hasta el 1952 permanece en excedencia. La índole de esos viajes permanecerán en la incógnita. Además de Alemania en el 1942 sabemos viaja a Portugal. De sus funciones o el cariz de sus viajes y gestiones no sabemos más que el Portugal salazarista le distinguió con una medalla. De estos periplos el autor nos cuenta:

«Desde finales de 1952 a principios de 1958, el autor ha prestado sus servicios en la Policía –después de diez años de excedencia voluntaria– y durante esos cinco años ha conocido más o menos de la conspiración en su calidad de funcionario; nada de todo ello puede darlo a la publicidad, por impedirlo el ‘secreto profesional’. […]
He estado en varios países extranjeros, pero siempre como turista particular, viviendo de su propio dinero y sin obedecer a nadie; sólo a su propio patriotismo, que como es natural, no dejaba jamás, como la placa y la pistola, en el puesto fronterizo español.»

Pero no será ya hasta los 1950 que Carlavilla vuelve a publicar. Ahora se inicia una etapa editorial menos interesante según mi opinión. Don Mauricio deviene en un admirador del anticomunismo americano al que considera un bastión contra el comunismo, aunque no por ello deja de señalar las ‘infiltraciones judeo-masónico-comunistas’ que sufre el imperio USA. Admirador confeso del senador Mc Carthy{9} al que dedicará incluso una obra{10}, en estos años sus obras se vuelven menos locales, y más internacionales. Él mismo{11} nos cuenta la nueva orientación:

«El tema de todas mis obras de Postguerra es el Comunismo; el Comunismo en su acción internacional, sus progenitores, Judaísmo, Masonería, sus iniquidades y hombres decisivos. Es el comunismo como peligro para la Humanidad, la Cristiandad y España el tema único de cuanto he publicado desde que finalizó la Guerra Mundial. La línea general de todas mis obras de la Postguerra, sin solución de continuidad ni siquiera flexión, es prolongación de mis cuatro primeras obras: El comunismo en España (1931), El enemigo: Marxismo- Anarquismo-Masonería (1934), Asesinos de España: Marxismo-Anarquismo-Masonería (1935), Técnica de la Komintern en España (1937). Bastan sus títulos para revelar sus temas y su propósito; su tema durante la República fue siempre el Comunismo en España, como señalan especialmente con sus títulos; [...] En una palabra, el único Antagonista en aquellas cuatro primeras obras era el Enemigo: Marxismo, Anarquismo, Masonería; pero, en primer lugar, el Enemigo indígena. Salvada España del Comunismo por el Movimiento Nacional español, pero, inmediatamente después, triunfador el Comunismo en Europa y en el mundo; invadidas y esclavizadas tantas naciones y amenazadas todas las del Planeta y, por lo tanto, también España, desde cuando la Guerra Mundial acaba, volví a tomar la pluma para mostrar de nuevo a españoles y extranjeros la universal amenaza de muerte o esclavitud comunista.»

Carlavilla deviene en lo podríamos calificar de «kremlimnólogo», redactando documentos para «centros oficiales», es decir para los servicios de información de Presidencia del Gobierno, sobre lo que acontece en la URSS y su acción proselitista exterior. Carlavilla es considerado un experto en comunismo soviético en España. Incluso una editorial, la AHR, solicita su pluma para que escriba títulos sobre el tema soviético. Posiblemente, como señala Ernesto Milà, en estas fechas Mauricio Carlavilla como miembro de los servicios de información españoles tendrá acceso a documentación de la CIA americana, lo que le permite escribir libros sobre Rusia, con una información privilegiada. Carlavilla gozaba además de un permiso especial para la consulta de libros y publicaciones prohibidos en la España franquista. También en la postguerra Carlavilla se permite descalificar al nacional socialismo que considera que había llevado a cabo una masacre injusta. Curiosamente él nunca se consideró antisemita en el sentido racista del término. Es más, edita otro libro su editorial en el año 55 titulado El dinero de Hitler, muy raro y curioso en el que se sostiene la tesis de que incluso el nacional socialismo fue apoyado por la finanza judía para que acabara con la Rusia comunista, en un remedo de lo que pasó durante la primera Guerra Mundial con la financiación alemana de Lenin. El motivo, según el libro es que el judaismo estaba perdiendo poder o lo había perdido ya en el comunismo soviético, y así se equilibraría la balanza.

También dedica en estos años Carlavilla un libro a los sodomitas, sí lector, ni más ni menos. Estos, según nuestro autor cumplen un cometido, «la sodomía tiene una función comunista a través de los siglos» pues ambas «aberraciones», aun siendo de distinto tipo son contrarias a la familia a la propiedad privada y al orden tradicional. Carlavilla cree ver un interés muto entre sodomitas y comunistas.

En esos años fue profesor en la academia de policía de los futuros miembros de la Político Social. Tras su jubilación, y aunque alternó su vida profesional con la editorial, sigue editando libros, algunos más centrados en la historia de la masonería, e incluso escribe algo sobre satanismo, así como colaborando en varias revistas.

Las relaciones con el régimen de Franco, a pesar de ser nuestro autor quien era, no fueron todo lo cordiales que cabría. Máxime cuando Carlavilla está denunciando por escrito el reblandecimiento del régimen y las traiciones de muchos «hombres del Movimiento» que se tornan monárquicos y demócratas. Contra lo que cabría suponer, y paradójicamente, se le secuestran al menos dos de sus libros. El primero fue Yo y Moscú, en el que desmantela y rebate una obra de Indalecio Prieto (este estilo era muy típico de Carlavilla, si bien a veces es un poco espeso en su literatura, dónde se crece como polemista es al debatir. Su técnica consiste en usar obras o textos de adversarios y desmenuzarlos, machacarlos y desmentirlos casi párrafo a párrafo. Como hizo con la obra de Ansaldo que sale en Antiespaña o la del propio Prieto). El franquismo y su garrula censura debieron creer que al socialista Prieto no se le podía publicar nada en España ni para rebatirle. Al final Carlavilla recurrió la medida y el libro se pudo distribuir. El otro libro censurado años después fue Borbones masones, pues la España de finales del franquismo intentaba por todos los medios que el pueblo asumiera de grado la reinstauración de la monarquía borbónica y Carlavilla, con ese don de la oportunidad que le caracterizaba, dicho sea irónicamente, lanza al mercado un libro calificando a la dinastía de masónica. El secuestro no fue más que formal y sólo sobre su distribución, de hecho el libro se podía conseguir en los almacenes de editorial Acervo (con la que también colaboraba) mientras esta existió, y tal y como nos recordaba Ernesto Milá al principio de este artículo.

Sus últimos años y proyectos nos son desconocidos, pero suponemos que ya no participa en más conspiraciones, y deja varias obras de las que había anunciado segundas partes sin terminar, así como una inconclusa e inédita Historia de la Unión Soviética.

¿Era antisemita Carlavilla?

Esta pregunta podría parecer ociosa a cualquiera que se asome a sus obras, pues la referencia a los judíos es constante, por no hablar del retrato de Hitler que, al parecer, siempre estuvo en su despacho, lo que no le impide calificar como criminal y estúpida la creencia del racismo hitleriano. Carlavilla no es un antisemita racista, en el sentido biológico, lo suyo es otra cosa, su sentido cristiano de la existencia se lo impide, como él mismo nos cuenta en repetidas ocasiones a lo largo de sus obras. Leámosle en una de ellas{12}:

«No es un libro antisemita. Para serlo deberían ser los autores de la obra y del prólogo racistas, y no lo son ellos ni lo es la editorial. La condenación totalitaria, indistinta de todo el pueblo judío –y tal es el verdadero significado del antisemitismo– sólo es lógicamente posible profesando un anticristianismo absoluto. Es decir, negando al judío, por serlo, el ser hombre redento por Cristo, el ser objeto de Gracia y, por último, creerlo determinado fatalmente al mal por su sangre y raza.
Si todo ello es absurdo fuera de cualquier filosofía panteísta, lo ha de ser en grado sumo dentro de la filosofía y teología cristiana. [...] Es faltar a una esencia del Catolicismo excluir a un hombre, raza o pueblo de la universal redención, de la Gracia Providencial y negarle su libertad para realizar el bien o el mal –reduciendo la Teología, la Filosofía, y la Historia a zoología– como hacen marxismo y nazismo. [...] Nuestro deber como cristianos es denunciar el peligro y denunciar a los autores. Nos lo impone nuestro amor indistinto, cristiano, a todos los hombres. Y, por lo tanto, a todos los judíos.
No en vano estamos convencidos de una verdad que hallamos en toda la Historia Universal, escrita con sangre israelita en todas las esquinas del planeta, la cual nos dice que la primera víctima, la eterna, de la Secta Judía Esenia, en su lucha por el Poder universal, siempre ha sido, es y será el pueblo de Israel, en quien injusta y equivocadamente hacen justicia las naciones, haciendo pagar al pueblo entero la traición permanente y los delitos que una escasa minoría, una Secta judía, cometió, comete y cometerá. Porque tal Secta es poderosa y secreta... Y cuando la hora de las justicias y venganzas llega, son los hombres de la Secta quienes se salvan y el pueblo Judío el asesinado en masa.
No es un libro éste antisemita; es un libro que intenta, señalando a los culpables, librar al pueblo judío, que como pueblo es inocente, de la fatal venganza que merecen los crímenes de unos poco esenios, que, por desgracias de Israel, son de su misma raza.
Allá tú pueblo judío si tienes vocación de suicidio al no querer expulsar de tu seno a los que quieren destruir la cristiandad... si tu tienes vocación de suicidio, sábelo: la cristiandad ni puede ni quiere suicidarse.»

Los protocolos y Carlavilla

Para Carlavilla, los judíos (o al menos una parte de ellos) pretenden dominar la humanidad, y para ello emplean a la masonería y al comunismo que no son más que sus títeres. El esquema de pensamiento es el mismo que, si recordamos otro artículo de Hibris, que se desarrolla en los famosos «Protocolos». Es curioso, pero si Carlavilla creía en la veracidad de los Protocolos de los Sabios de Sión no se entiende por qué nunca los cita en sus obras. Más curioso aún es que en 1963 su editorial, NOS, lanza al mercado una edición de los protocolos anotada y comentada. Toda una edición crítica a cargo de un tal «Charles Borough» que no es otro que el propio Carlavilla con uno de sus pseudónimos. ¿Por qué haría tal cosa?, ¿por qué no la editó comentada directamente por él? Desde el punto de vista libreril, la edición es curiosísima, y difícil de encontrar, y desde el punto de vista del autor que nos ocupa, más aún, pues ni tan sólo la incluía en sus catálogos. ¿Por qué hizo esta edición de los protocolos de «tapadillo» un hombre sin «pelos en la pluma» como Don Mauricio? Quizás nunca lo sabremos.

¿Quién era Mauricio Carlavilla?

Supongo que muchos lectores considerarán al autor que esta vez nos ocupa tan sólo una víctima de teorías conspirativas, y su indudable encanto, tal y como decíamos al principio de este artículo. Sin embargo, si nos acercamos a sus obras, podemos observar que Carlavilla realiza bastantes «profecías» que más tarde se cumplen. Por citar algunas: en 1931 anuncia que la república devendrá en experimento comunista en España y guerra civil y anuncia que Asturias podría ser un foco de rebelión armada, como así pasó; ya durante el nazismo se da cuenta de que Franco no colaborará con ellos y así fue; ya en 1946 presume que el asunto de Pearl Harbor en la declaración de guerra a Japón no fue tan inocente, como historiadores modernos nos confirman; en pleno franquismo empieza a denunciar el reblandecimiento del régimen y la infiltración que este sufre, es más, llega a afirmar que el régimen no caerá por elementos extraños si no por elementos propios como así pasó; en los 50 considera a los USA como la nueva fuerza anticomunista y empieza a advertir que el comunismo organiza una guerra, y aunque esta no se da de forma única, si se dieron en distintos frentes como Corea, Vietnam, &c... guerras que jalonan los finales del siglo XX con el comunismo de fondo hasta la caída del muro. Es decir, quizás se equivocaba en las causas, pero no en los hechos, no podemos despreciarle como analista. Era persona formada a sí misma, y de pastor de ovejas llegó a ser un policía excepcional, escritor y editor. Julián Mauricio Carlavilla del Bario fue un hombre muy interesante, su vida podría ser el argumento de una película de espías que muchos creeríamos inverosímil. Lamentablemente cuando murió se llevó a la tumba secretos y confidencias sobre su propia vida que no expresó en el papel.

La noticia sobre su deceso aparecida en El País con fecha 26-06-1982 no puede ser más sintética y elocuente:

«Mauricio Karl, escritor anticomunista. Julián Mauricio Carlavilla, autor de varios libros contra la república, el comunismo, y los masones, publicados fundamentalmente entre los años 1931 y 1937, con el pseudónimo de Mauricio Karl, por el que era conocido, falleció el pasado jueves en Madrid a los 86 años de edad.»

Me decía hace años un cliente de la librería, un señor muy mayor que lo había conocido y leído, que en sus últimos años Carlavilla estaba muy desanimado, nadie le hacía caso, ni se le reconocía mérito alguno. Pocos, o casi nadie recordaba quien era, sin embargo quedaron sus libros, y hoy en estas páginas lo recordamos, sin apasionamientos, ni críticas, ni apriorismos, para que cada cual juzgue.

Como epílogo, qué mejor que su propia definición de sí mismo{13}:

«Me da un poco de vergüenza decirlo, pero yo –queridos lectores– no soy general, ni un ‘alto jefe de la policía’, ni tampoco ningún ex de nada. Mauricio Kart no es, por cierto, ninguno de esos personajes con quienes le han querido identificar muchos. Ni soy Martínez Anido, ni Mola, ni el Duque de la Victoria, ni Bazán, ni Martín Báguena, el actual Jefe superior de Policía. Mauricio Karl no fue nada con la Monarquía, ni será nada con la República. Con ésta mucho menos, porque tendría que dejar jirones de ideal y de pundonor en las zarzas de la escalada… ¡yo no me rompo mis humildes vestiduras por un cargo cualquiera! No tengo nada que perder, porque no tengo ni blasones, ni riquezas, ni bienestar. Sólo un patrimonio: la humildad de mi origen y la limpieza de mi conducta. Entonces, ¿por qué mis temores?, dirán los que sólo se mueven por un afán egoísta. Sencillamente, porque yo creo que al servicio de España se deben poner el más encendido fervor, la más refinada astucia, la misma idéntica bravura y abnegación heroica que pone el masón al servicio de su secta, el Comunista en pro de la Revolución y el anarquista en holocausto de sus negras banderas libertarias. […]
Alguien me dijo en una ocasión que yo parecía un anarquista de España, y no se equivocaba mucho; sólo que con exactitud lo que resultaba yo era una anarquista al revés, porque un anarquista al servicio de España debe emplear la misma violencia en defenderla que los que la combaten para asesinarla.»

Eduardo Connolly
Librería Caronte

Notas

{1} Los libros en los que se menciona este atentado son: El comunismo en España, 5 años en el partido su organización y sus misterios, Mauricio Karl (del servicio secreto internacional), Madrid 1932, Imprenta Sáez hermanos, y El enemigo: Marxismo anarquismo masonería, Madrid mayo 1934, imprenta Sáez Hermanos.

{2} Prólogo de Técnica del Komintern en España, Badajoz, Grafica corporativa, 1937.

{3} Antiespaña 1959, Ediciones NOS, Madrid 1959.

{4} Estos son: El enemigo: Marxismo anarquismo masonería, Madrid, 1934, imprenta Sáez Hermanos y Asesinos de España: marxismo anarquismo masonería (II Parte de el enemigo), 1935 ediciones Bergua, Madrid.

{5} El libro en cuestión es: Asesinos de España: Marxismo, anarquismo, masonería (edición especial y resumida de sus tres obras anteriores seleccionado el texto, autorizado por su propio autor que ha renunciado a los derechos de autor), Ediciones Hispanismo s. f. 1935? La obra está dedicada al ejército que sofocó la rebelión en Asturias, en ella se dice que han sido editados 100.000 ejemplares de la misma y que se ha repartido gratuitamente en toda España, teniéndose la intención de publicar otros 100.000 ejemplares más para repartir entre los obreros ya que «según experiencia hecha, la lectura de los libros de Karl les hace romper, para siempre, con el marxismo». Por cierto, como dato curioso, en el prólogo Maurico Carlavilla usa del «Arriba España» falangista.

{6} En el libro Conspiración contra la República: un secreto a voces, por Daniel Sueiro, Biblioteca de la Guerra Civil. Editorial Folio, se nos da la clave de la marcha precipitada de Carlavilla a Portugal:

«Los periódicos de izquierda relacionan cada vez con mayor evidencia los sabotajes contra el régimen republicano y los atentados personales que constantemente se cometen o se ensayan, con el avance provocador de la conjura. Política, por ejemplo, publica un editorial dedicado a este tema en su número del domingo 3 de mayo, en primera página, en la página 3 se menciona asimismo el descubrimiento de la preparación de un atentado contra Azaña, hecho en el que aparecen como detenidos, amén de cuatro agentes de policía, el capitán de Infantería Manuel Díaz Criado y el de complemento y abogado Pardo Reina, y como involucrados, Mauricio Karl y otros miembros de la UME.»

{7} Biografía apasionada de José Antonio, Ximénez de Sandoval, Felipe (1903-1978), Madrid: Bullón [Maribel, 1963]

{8} Sodomitas, Mauricio Carlavilla del Barrio. «Mauricio Karl», Madrid: Nos, 1956.

{9} Antiespaña 1959, Ediciones NOS, Madrid 1959.

{10} Joseph Raymond McCarthy había nacido en 1908 en Grand Chute, Wisconsin. Tras estudiar en la Marquette University, ejerció la abogacía en su estado natal hasta que fue nombrado juez de un tribunal en el que prestó servicio hasta 1939. Durante la segunda guerra mundial combatió en la marina y sólo durante la posguerra se dedicó a la política, para lo que aprovechó un discurso no sólo conservador sino católico. En 1946 fue elegido por primera vez senador por el partido republicano pero hasta febrero de 1950 no adquiriría un verdadero relieve al pronunciar firmes denuncias sobre la infiltración comunista en la administración norteamericana.

{11} La obra que Carlavilla le dedica es Moscú hoy, Mauricio Karl [seud. De Carlavilla, Mauricio] Barcelona: A.H.R., 1955 (Imp. Moderna) Colección: «La cortina de hierro» y la dedicatoria dice:

«Al senador José Mc Carthy, campeón de la cristiandad militante, en su lucha contra el Comunismo antiateo, que pretende dominar cuerpos y matar almas, para imponer su esclavismo universal. Adelante, Senador; la prueba de vuestros éxitos y aciertos es la mundial tempestad de furia desencadenado contra vos por el Enemigo conocido y enmascarado. Su injurioso griterío universal debe considerarlo como el mayor y mejor aplauso que la Humanidad le puede tributar. Sea este libro, testimonio de admiración por vuestro bravo combate; con el deseo de confortarle frente a incomprensiones, errores y traiciones. El autor.»

{12} Mauricio Carlavilla, Antiespaña 1959, Ediciones NOS, Madrid 1959.

{13} El misterio del Estado de Israel (examen espectral de una política secreta), Arthur Rogers; prólogo y ampliación por Mauricio Carlavilla, Madrid, Nos, 1948.

{14} Asesinos de España: Marxismo, anarquismo, masonería, (II parte de El enemigo), Mauricio Karl [seud.] Madrid: Edición Bergua, 1935 (Imp. Sáez Hermanos)

Bibliografía

Obras propias

El Comunismo en España, Mauricio Karl [seud.] Madrid: [s. n.] 1931 (Imp. Sáez Hermanos).

El enemigo: Marxismo. Anarquismo. Masonería, Mauricio Karl. [seud.] Madrid: (Imp. Sáez Hermanos), 1934.

Asesinos de España: Marxismo, anarquismo, masonería (II parte de El enemigo), Mauricio Karl [seud.] Madrid: Edición Bergua, 1935 (Imp. Sáez Hermanos).

Asesinos de España: Marxismo, anarquismo, masonería (edición especial y resumida de sus tres obras anteriores) Ediciones Hispanismo s. f. 1935?

España y Anti-España: En perspectiva de acontecimientos decisivos, [Por Mauricio Karl y R. Blanco y Caro] seud. de Carlavilla, Mauricio y Autor Secundario: Blanco y Caro, R. Madrid: [s.n.], 1936.

Técnica del Komintern en España, Mauricio Karl (seud.), Badajoz: [s.n.], 1937 (Tip. «Gráfica Corporativa»).

El tenebroso plan Roosevelt-Stalin, Revista Obra, Revista Internacional, n° 4 de septiembre de 1946, Madrid.

Sinfonía en rojo mayor / José Landowsky... (seudónimo de Mauricio Carcavilla); Traducción de Mauricio Carlavilla, «Mauricio Karl», Madrid: Editorial Nos, 1950.

Guerra, Carlavilla, Mauricio / «Mauricio Karl» [seud.] Madrid: Nos, 1952 (se anuncia una segunda parte que resultó inédita).

En torno al XIX Congreso del Partido Comunista de la U.R.S.S., Carlavilla, Mauricio, (editado por un Centro Oficial para personalidades) 1953 [Presidencia del Gobierno. Dirección General de Marruecos y Colonias]. Boletín de Información, Especial

Beria, Carlavilla, Mauricio, (editado por un Centro Oficial para personalidades) 1953 [Presidencia del Gobierno. Dirección General de Marruecos y Colonias]. Boletín de Información, Especial.

Malenkov, Carlavilla, Mauricio «Mauricio Karl» [seud.] Madrid, Nos, 1954.

Pearl Harbor, traición de Roosevelt, Mauricio Carlavilla. «Mauricio Karl» [seud.] Madrid : Nos, 1954 (Talleres gráficos Juan Torroba).

Moscú hoy, Mauricio Karl [seud. De Carlavilla, Mauricio ] Barcelona : A.H.R., 1955 (Imp. Moderna) Colección: "La cortina de hierro".

Yalta, notas y comentario de Mauricio Karl, Barcelona : A. H. R., [1955] 2 vol. Colección «La Cortina de hierro»

Sodomitas, Mauricio Carlavilla del Barrio. «Mauricio Karl», Madrid: Nos, 1956.

El Rey : radiografía del reinado de Alfonso XIII / Mauricio Carlavilla, Madrid: Nos, 1956 (Se anunció una segunda parte no editada).

Bolsa negra [Sinopsis] Carlavilla, Mauricio, Madrid: Nos, 1956.

Satanismo, Carlavilla, Mauricio, Madrid : Nos, 1957, (epílogo de Filosofía de la Masonería y de Simbolismo de la Masonería de monseñor León Meurín, editados juntos en este volumen).

Kruschev, Carlavilla, Mauricio, Madrid: Nos, 1958 (aparece como autor un tal Rosenberg, David, posible pseudónimo pues el autor lo incluye como propio en una bibliografía).

Anti-España 1959. Autores, cómplices y encubridores del comunismo, Carlavilla, Mauricio, Madrid : Nos, 1959 (Talleres gráficos Juan Torroba)

Borbones Masones, Carlavilla, Mauricio, Barcelona: Acervo, 1967 Colección «El Libro Blanco de la Historia».

Marx ese desconocido / Arleville, Julien D' [seud. de Carlavilla, Mauricio], [Versión española de J. C. Barrio], Barcelona: Acervo, 1972 Colección «El Libro Blanco de la Historia».

Colaboraciones, prólogos, epílogos y anotaciones

Yo, jefe del servicio Secreto Militar Soviético, Gualterio G. Krivitsky; prólogo y notas Mauricio Carlavilla «Mauricio Karl» [seud.] Traducido del ruso, por M. B. Guadalajara: Sucesor de Hipólito de Pablo, 1945.

Sucedió en la U.R.S.S. Kostineff, Sergio, Prólogo de L. Ponce de León. Epílogo de Mauricio Karl. Edit. Nos. Madrid, 1945.

Stalin en el Oriente Medio, Gregor Agabekow; trad. directa del ruso por M. E. Presentación por Mauricio Carlavilla «Mauricio Karl», Madrid: [ s.n.], 1946 ([Nos]).

Stalin y sus crímenes, León Trostsky [traducción directa del ruso], prólogo, epílogo y notas de Mauricio Karl, Madrid : Nos, 1947.

El misterio del Estado de Israel (examen espectral de una política secreta), Arthur Rogers, prólogo y ampliación por Mauricio Carlavilla, Madrid: Nos, 1948.

Proceso de ‘Yo escogí la libertad’, Kravchenko contra Stalin : texto según las actas taquigráficas de las sesiones del proceso, redacción y selección de Alejandro Botzaris, prólogo de Mauricio Karl, Madrid : Nos, 1949.

Los Mariscales rojos hablan, Cyrilo D. Kalinov, prólogo Mauricio Carlavilla, Estades Artes Gráficas, Madrid: 1950.

Un siglo de atentados políticos en España, Eduardo Comín Colomer, prólogo de Mauricio Carlavilla, Madrid: [s.n.], 1951 (Selecciones Gráficas).

Historia secreta de la segunda República, Eduardo Comín Colomer, prólogo de Mauricio Carlavilla, Madrid: Editorial Nos, 1954.

Yo escogí la esclavitud, Valentín González, «El Campesino». Prólogo de Mauricio Carlavilla «Mauricio Karl», [S.l. : s.n., 1952?].

Yo, ministro de Stalin en España, Jesús Hernández... Prólogo y notas de Mauricio Carlavilla, Madrid: Nos, 1954.

Yo y Moscú, Prieto, Indalecio, prólogo biografía y notas de Mauricio Carlavilla, Madrid: Nos, 1955.

El dinero de Hitler, Warburg, Sidney, prólogo y ampliaciones históricas de Mauricio Carlavilla, «Mauricio Karl», Madrid: Nos, 1955.

Masonería española: páginas de su historia, Miguel Morayta, ampliaciones y refutaciones de Mauricio Carlavilla «Mauricio Karl», Madrid: Nos, 1956.

Filosofía de la Masonería, Meurin, Leon, Traducción y epílogo de Mauricio Carlavilla, «Mauricio Karl», Madrid: Nos, 1957.

Simbolismo de la Masonería [Continuación de Filosofía de la Masonería], Traducción y epílogo de Mauricio Carlavilla, Madrid : Nos, 1957.

Correspondencia secreta, Largo Caballero, Francisco, Prólogo y notas de Mauricio Carlavilla «Mauricio Karl», Madrid: Nos, 1961.

Protocolos de los Sabios de Sión, prólogo de Monseñor Jouin, y comentarios a cargo de Charles Borough [seud. Carlavilla del Barrio, Mauricio], Madrid: Nos, 1963.