Citius Altius Fortius
Madrid, 1959
 
tomo I, fascículo 1
páginas 87-89

Bibliografía

[ Miguel Piernavieja del Pozo ]
 

Rudolf Ortner: Construcciones deportivas. Barcelona, Editorial AHR, 1957. Trad. del alemán por Miguel Piernavieja. Un vol. en folio de 302 pp., 550 ptas.

La Editorial AHR ha prestado un magnífico servicio al deporte traduciendo una obra de esta importancia. Considerada en Alemania como la mejor publicación de envergadura sobre arquitectura deportiva, es indudable que, en adelante, nuestros proyectistas tendrán a su alcance, con este espléndido manual, las firmes bases necesarias para cumplir los requisitos deportivos más exigentes. El formato, ya impresionante en sí, permite la inclusión de más de un millar de planos y diseños, alguno a doble página, y más de 400 ilustraciones de todas clases.

La obra está dividida en tres partes, prologadas por el doctor Carl Diem, el primer investigador del deporte antiguo de la actualidad, quien hace unas bellas consideraciones sobre la misión cultural de la construcción deportiva del futuro. El deporte –dice Diem– es un esfuerzo del hombre por conservar su equilibrio; es un afán de auténtica cultura y en él se cumple el ansia de perfección del hombre. Para lograr ese equilibrio, en una época de especialización profesional y hasta deportiva, hay que dar al hombre, conocida la fuerza formativa del ambiente, un centro de entrenamiento que fomente aquel perfeccionamiento y cumpla, al mismo tiempo, las exigencias del deporte. Hacen falta centros deportivos técnicamente perfectos, artísticamente concebidos y bellamente enmarcados en el paisaje. La construcción deportiva no es un lujo; debe ser sencilla, práctica, sincera y hermosa. Entresacamos algunos mandamientos del decálogo arquitectónico-deportivo: «Construye primero centros de entrenamiento y después pistas de competición», «La construcción de campos de juegos es un deber; su cultivo es motivo de orgullo para el municipio», «El centro deportivo es un ornamento»...

Punto importante de la primera parte es la planificación de construcciones deportivas municipales. [88] La Comisión Deportiva Municipal alemana aprobó una ley por la cual se establecen los coeficientes de centros deportivos necesarios en relación con el número de habitantes. Según dicha ley, corresponden de 3,5 a 4,5 m² por habitante mayor de diez años, y 0,5 m² por cada niño menor de esa edad. Inglaterra, por su parte, ha estipulado 20 m², y Suiza, 6 m². Si aplicásemos ese canon a Madrid, calculando 1.200.000 mayores de diez años y 4 m² por cada uno, la capital de España necesitaría casi 5.000.000 m². Este cálculo no incluye las instalaciones auxiliares. Es evidente que nuestras Autoridades, tan preocupadas por el progreso y modernización de la capital, deben concentrar su atención en este importantísimo aspecto de la planificación urbanística del futuro. Siempre, según la mencionada Ley Municipal, la zona de influencia de una instalación deportiva de distrito se extiende, como máximo, a un diámetro de dos kilómetros, o sea, veinte minutos de camino. Los centros de juegos infantiles se calculan con un radio de 250 m. o cinco minutos de camino. ¿Tiene Madrid previsto algo semejante? Y lo dicho se refiere sólo a campos. Hay que tener en cuenta, además, las piscinas y salas. Aquí hemos comenzado al revés, construyendo grandes piscinas olímpicas, cuando las verdaderas necesidades aconsejan el montaje de muchas pequeñas, una en cada distrito si fuera posible. ¿Qué significa, en la planificación de una ciudad, una manzana en cada distrito enteramente dedicada al deporte? A pesar de la carestía de los terrenos, ese «sacrificio» resultaría económico con el tiempo. Es más barato un metro cuadrado de tierra, rindiendo salud y alegría, que una cama de hospital. Construyendo muchos pequeños campos deportivos, amortizaremos su valor y ahorraremos sanatorios costosos.

Pero estas consideraciones nos apartan del análisis de la importante obra que nos ocupa. A las premisas de la planificación urbana sigue una amplia y detallada descripción de los centros de entrenamiento y competición, con un preciso estudio sobre su emplazamiento, paisaje, accesos y comunicaciones, &c. Gimnasios, piscinas, salas, instalaciones para deportes de invierno, ciclismo, motorismo, parques deportivos, estadios, etcétera, &c., desfilan ante el lector, junto con las instalaciones auxiliares: vestuarios, almacenes, duchas, baños, administración, riego, drenaje, iluminación, calefacción, ventilación, acústica, &c., &c., en completísimo estudio de cada detalle y exigencia.

En la parte II se presentan las necesidades funcionales y técnicas y un extenso léxico gráfico y de materias que resuelve cualquier duda que pueda surgir al proyectista en cuanto a la ejecución técnica. Nada parece quedar olvidado en esta meticulosa descripción.

Finalmente, en 180 páginas de ilustraciones, escogidas entre un fabuloso material fotográfico, se explican, junto a los correspondientes planos, numerosas instalaciones de todo el mundo. [89]

La conjugación de los códigos deportivo, municipal y humano ha dado lugar a esta obra, a todas luces recomendable. Prescindiendo del carácter técnico, al que no podemos oponer reparo, la lección del libro sirve a los más altos intereses del hombre. Como dice Diem, constructores y paisajistas deberán aportar lo mejor de que sean capaces para que su obra perdure en la memoria de la juventud. Hay que fomentar, en la construcción deportiva, una nobleza no inferior a la de la sala en que se interpreta a Beethoven, pues el auténtico deporte es un canto a la alegría y al espíritu.

M. P.

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Deporte
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