Citius Altius Fortius
Madrid, 1959
 
tomo I, fascículo 1
páginas 89-90

Bibliografía

[ Miguel Piernavieja del Pozo ]
 

Acisclo Karag: Diccionario de los Deportes. Barcelona, Dalmau y Jover, 1958. Seis tomos en 4º (Sólo se ha publicado el tomo I, de LVIII + 1.467 páginas). Precio, 500 ptas.

Es obvio decir que aquí tenemos una obra monumental sobre el deporte, la primera de esta clase en lengua española. Acisclo Karag ha podido sorprender al gran público por la extensión de su empresa. A los que le conocemos, no. Su capacidad, su tenacidad, su paciencia para compilar datos minuciosos sobre cada aspecto del deporte nos son conocidas desde largos años de amistad y aficiones comunes. Su famoso archivo hípico –desgraciadamente perdido por las graves mutilaciones que sufrió durante nuestro Movimiento– era ya, hace veinticinco años, una labor gigantesca, faraónica, inverosímil como esfuerzo personal. Toda tarea de este tipo es, generalmente, el resultado, la suma de las aportaciones de muchos especialistas trabajando en equipo. La revisión de enciclopedias, diccionarios, libros especializados, &c., como fuentes generales y asequibles, ocupan muchas, muchísimas horas de trabajo diario. Viene luego la computación de datos, la verificación de hechos, cifras. nombres...

El tomo I, único publicado, ha merecido, desde su aparición, la Medalla de Oro al Mérito Deportivo, justamente otorgada por la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. Comprende las voces A, en sus diversas acepciones deportivas, hasta Carregadet, y va precedido de una serie de juicios críticos de sendos expertos en los diversos deportes, que tuvieron ocasión de estudiar los respectivos manuscritos. El elogio es unánime, y ésta es la mejor garantía de la obra si se tiene en cuenta la dificultad de escapar indemne al minucioso análisis propio de los especialistas.

No obstante, queremos señalar algunos pequeños deslices, inevitables en todo trabajo individual como el que nos ocupa. [90]

Ocasionalmente, el autor, para explicar o definir una voz nos remite a otra sinónima, que no aparece. Por ejemplo, amentum, remitida a amiento. Esta última, inexplicablemente, no figura. Si tenemos en cuenta que el amiento era la correilla con que los griegos lanzaban la jabalina y que era su complemento indispensable, habremos de admitir un fallo de interés para el estudioso de la historia deportiva. Antagonista, de limpia y pura tradición deportiva, sólo se define como vocablo automovilístico. Abandono, abandonar, sólo se explican como términos hípicos, faltando las acepciones correspondientes a los deportes de combate, como el boxeo, la lucha, &c. Lo mismo ocurre con abatir, sinónimo de derribar.

Echamos de menos una breve historia del atletismo, deporte fundamental si los hay, al estilo de la narrada en el baloncesto. Entre los pocos errores, señalamos el de Caestus, que no es sinónimo de pugilato, sino el guante antiguo; agón, definido como lucha [arte de luchar], cuando en realidad es juego (el ludus romano), competición, y no por extensión precisamente, como afirma Karag. Los griegos denominaban Olympiakoi agones (Juegos olímpicos) a sus fiestas de Olimpia, y agones eran todas y cada una de las pruebas o competiciones que figuraban en el programa. Y no sólo las competiciones atléticas o hípicas; también las musicales reciben el nombre de agones.

Pero éstos son lunares minúsculos que no llegan a empañar el brillo del conjunto. Por otra parte, la publicación de un apéndice puede subsanar estos inconvenientes y ausencias.

Un matiz podrá apreciar el lector curioso: la excepcional riqueza del vocabulario hípico, que supera a las otras especialidades. ¡Comprensible!

La edición es espléndida, a tono con el contenido. Una esmerada tipografía, en la buena tradición de los impresores barceloneses, hace comodísima la lectura del libro. Felicitemos a ambos, editores y autor, y felicitémonos los aficionados por la publicación de esta obra cumbre de nuestra bibliografía deportiva. Junto con la Gimnasia Educativa, de Agosti, es la más importante aportación de los últimos años. Su utilidad quedará demostrada sin disputa.

M. P.

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