Filosofía en español 
Filosofía en español


Pereira

Es cosa bien sabida, que florecía en España como en toda la Europa la Filosofía Aristotélica en el siglo 15. Como no se hallaban obras más completas que la de Aristóteles, todos las buscaban, todos las seguían llegando ésta a tal extremo, que solo el haberlo dicho así Aristóteles bastaba para que todos bajasen la cabeza pasando casi a los peripatéticos la máxima Magister dixit de los pitagóricos y pitagoréos. Si alguno había que pensase de otro modo, no era seguido, antes bien se conciliaba la persecución universal. Así aunque Juan Pico de la Mirandula procuró suscitar la Filosofía Pitagórica; Justo Lipsio y Gaspar Sciopio estuvieron por la Eleática; Gemisto Pletoro y el Cardenal Besarion la Platónica, y así otros no lograron tener ni mucha fama, ni muchos secuaces. Es verdad, que todos estos ya proponían unos sistemas nada perfectos, ya se empeñaban en defenderlos de modo, que casi se olvidaban del Cristianismo. Tampoco lograron cosa alguna Cardano ni Campanella con los suyos, bien que si bien lo vemos, ¿que opinión podía lograr el primero con su libro de Subtilitate, una vanidad loca, que le hacía decir que tenía un demonio familiar como Sócrates, un capricho ridículo por la Astrología judiciaria, un juicio poco sólido y una credulidad en fin para todas las necedades y una incredulidad en materia de Religión? ¿Y quién no veía asimismo en Campanella mucho talento; pero poca solidez y poco juicio?

Sin embargo no faltó en España quien se atreviese a alzar la voz contra Aristóteles, aunque con el mismo éxito. Este fue Gómez Pereira, de quien apenas se hallan memorias. Sólo se sabe que fue hijo de Antonio Pereira, y de Margarita, y que nació a principio del siglo 16. Se aplicó a la Medicina, y su genio naturalmente travieso, le indujo a combatir las opiniones más recibidas, y en sostener paradojas. Se declaró contra la materia prima de Aristóteles, haciendo ver que era una cosa incomprehensible. Tampoco Galeno se libertó de sus tiros; pues le trató cruelmente sobre la doctrina de las calenturas. En el año de 1554 dio a luz su libro intitulado Antoniana Margarita, para honrar los nombres de sus padres, en donde fue el primero que sostuvo que los animales no tienen alma, sino que son unas meras máquinas, opinión que a pesar de varios Escritores Franceses, tomó y sostuvo Descartes y varios discípulos suyos con tanto tesón. Muy grande fue el alboroto que causó así entre los filósofos, como entre los médicos este libro y sus opiniones. Así lo persuade la Apología de sus opiniones, que publicó en folio en 1555. Hay también otra obra suya intitulada Nova veraque Medicina. No se sabe de cierto en que año murió.

Lo cierto es, que los doctos Españoles no hicieron caso de su opinión. Lejos de haber algunos tan encaprichados como el P. Mallebranche, que era inapeable de ella, y como otros varios Cartesianos, se rieron de ella y la despreciaron. Y en efecto: ¿quien que tenga mediano juicio puede suscribir a ella, cuando se ve cada día falsificada por la experiencia? Nunca han sido fáciles los Españoles en adoptar opiniones nuevas, llevados del espíritu de la novedad. Tampoco faltaron entre los nuestros quienes declamaron contra el método Escolástico, pues además de Luis Vives el mismo siglo 16, oyó condenar a Melchor Cano por bárbaros los términos de la escuela, y después de haber dicho, que no los entendía, añade. Me avergonzára de decir que no los entendía, si acaso los entendiesen sus inventores. En fin pasaremos a tratar de aquellos filósofos que lograron tener bastante partido.