Filosofía en español 
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Editorial

Libertad y universalidad de la cultura

Después de dos guerras mundiales para asegurar la libertad, la cultura y la paz, nunca se vieron éstas tan amenazadas como ahora: Es un hecho que sin libertad los pueblos no pueden desarrollar su cultura ni defender la paz.

Nunca como ahora vivió el hombre tan bajo el signo del miedo: miedo a perder la vida y miedo a perder lo que la hace digna y agradable. Largos siglos de progreso y de conquistas civilizadoras están amenazados por los totalitarismos modernos. ¿Quién puede permanecer indiferente a esta trágica realidad?

Los propios hombres de ciencia tiemblan a la idea de que sus investigaciones y sus descubrimientos puedan servir a la obra de destrucción y no a la obra de creación, a la muerte y no a la vida. Precisamente cuando mayores podrían ser los avances humanos y más universales y venturosas las luces del espíritu es cuando más hay que temer la caída en la barbarie y en la noche.

Los seres humanos y los pueblos ansían como nunca vivir en paz y en comunicación espiritual, por encima de fronteras y de prejuicios morales y de razas; sin embargo las propagandas dirigidas los dividen y los enfrentan.

La humanidad ha levantado siempre la voz contra las empresas que, por razón de lucro o de conservación y reacción, han pretendido monopolizar, dirigir o controlar el pensamiento de los hombres, sus creaciones filosóficas, literarias, artísticas… ¿Qué decir cuando son los propios Estados los que pretenden reducir a los artífices de la Cultura, bajo pena de deportación y de muerte, a simples traductores o defensores de las tiranías? ¿No constituye esto el peor de los atentados?

Lo espantoso no es solo que se prive de la vida o de libertad –de toda libertad– a los hombres de ciencia, a los escritores y los poetas, a los artistas, sino que se aniquile en ellos o con ellos la obra que representan y se prive a los demás hombres de su conocimiento y disfrute. O que, en el mejor de los casos, tengan que adaptar su inspiración a unas reglas serviles y someter su obra al control policíaco. ¿No se piensa con horror en lo que hubiera sido de un Shakespeare, de un Cervantes, de un Goethe, de un Dostoiewski bajo uno de esos totalitarismos? El pensamiento dirigido y controlado es la agonía del pensamiento.

Se equivocan los que creen que la lejanía de las fronteras totalitarias y de los focos de conflicto los protege de su contaminación y de sus repercusiones y consecuencias. Que es posible gozar de bienestar y de creación libre y serena en un lugar mientras hay tiranía y esclavitud en otros. Y que es posible la paz en un continente cuando la guerra asola o amenaza con asolar a otros continentes. La historia demuestra que un tiro disparado en una ciudad danubiana o el ataque a un [4] puerto y un corredor estratégicos arrastran a todo el género humano a la catástrofe.

Por libertad y universalidad de la Cultura entendemos la supresión de los obstáculos ideológicos y sociales en la elaboración y el desarrollo del pensamiento, la libre investigación y el libre examen para todos, el pleno ejercicio del derecho de crítica, el intercambio cultural entre todos los hombres y todos los pueblos, el contraste y la variedad dentro de una integración humana –y humanista– de todos los valores y todas las expresiones. Comunidad de todos los hombres en la protección del hombre y de su espíritu.

No pretende otra cosa el Congreso por la Libertad de la Cultura. Fundóse éste en junio de 1950 en Berlín con asistencia de ciento dieciocho escritores, artistas, educadores y científicos pertenecientes a veinte países. Los catorce puntos de su Manifiesto sintetizan la aspiración y el deber de la inteligencia libre en nuestro dramático momento histórico; los principales de estos puntos dicen:

«Consideramos como una verdad evidente que la libertad de opinión es uno de los derechos inalienables del hombre.»

«La libertad de opinión es, ante todo, la libertad de cada cual a formarse una opinión y a expresarla, incluso y sobre todo cuando no se ajusta a la de los gobernantes. El hombre que no tiene derecho a decir no es un esclavo.»

«La paz y la libertad son inseparables. En todas partes y bajo todos los regímenes la aplastante mayoría del pueblo teme la guerra y la condena. El peligro de guerra crece en la medida en que un gobierno suprime las instituciones representativas y desposee a la mayoría de los medios de que dispone para imponer su voluntad de paz.»

«Ninguna doctrina política o económica puede pretender determinar por sí sola el sentido de la libertad. Las doctrinas y las ideologías deben ser juzgadas según la suma de libertad real que le reconocen al individuo.»

«No habrá estabilidad en el mundo mientras la humanidad siga dividida entre los que conservan la libertad y los que la han perdido.»

«Consideramos que la teoría y la práctica de los Estados totalitarios constituyen la peor amenaza que la humanidad ha conocido a lo largo de su historia.»

«La indiferencia y la neutralidad respecto de esta amenaza constituyen una traición a los valores esenciales de la humanidad y una abdicación del espíritu libre. El destino de la humanidad puede depender, durante varias generaciones, de la respuesta que demos a este desafío.»

«Dirigimos este Manifiesto a todos aquellos que están dispuestos a restaurar, a salvar y a desarrollar las libertades que le dan valor a la vida.»

¿Qué intelectual y qué hombre libre no se reconoce en estos sencillos –y eternos– enunciados? Han encontrado viva y legítima acogida en Europa, en Asia, en las Américas… El Congreso por la Libertad de la Cultura ha justificado y universalizado así su misión. Existen publicaciones en diversas lenguas que son, directa o indirectamente, sus órganos de expresión. Faltaba una en lengua española. Hela aquí.

Aspiran nuestros cuadernos a recoger y a traducir lo universal a nuestro idioma, pero asimismo y sobre todo a recoger y a canalizar las ricas y variadas expresiones del espíritu latinoamericano hacia lo universal. Es este un órgano de libre examen, de transmisión, de confrontación. Una tribuna abierta al pensamiento creador de las Américas y un medio de comunicación con la espiritualidad de los otros pueblos y continentes. El Nuevo Mundo tiene mucho que decir , y mucho que juzgar; nos ofrecemos nosotros a traducirlo y a reflejarlo.

Saludamos fraternalmente a todos los intelectuales y artistas libres y a todas las publicaciones democráticas de los pueblos latinoamericanos y esperamos de ellos aliento y beneplácito.

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