Filosofía en español 
Filosofía en español


Suplemento al nº 30 de Cuadernos (mayo-junio 1958)

A la conciencia de América

Los firmantes, preocupados por el futuro inmediato de Nuestra América, como en expresión feliz la llamó José Martí, hemos creído oportunas algunas reflexiones que sometemos al juicio de la opinión pública. Ellas están inspiradas en la tradición más profunda de nuestros pueblos y en la reconquista creciente de la democracia civil, que las dictaduras totalitarias quisieron arrasar.

Se ha dicho por quienes o ignoran o no quieren reconocer la verdadera entraña de nuestra tierra, que es estéril para la democracia. La verdad está en el extremo opuesto. Nuestra América es tierra estéril para el despotismo. Espléndidas demostraciones de auténtica vocación republicana han dado, en los tres últimos años, Argentina, Colombia y Venezuela, en victoriosas jornadas heroicas. Los hombres libres de estos países han debido luchar inermes, muchas veces contra ejércitos dotados de las armas más temibles construidas en el infierno frío de nuestro tiempo. Nada ha podido detener, sin embargo, a la muchedumbre que dando el grito de libertad se ha agolpado en las plazas abiertas. Confundidos en una sola masa estudiantes, niños, mujeres, sacerdotes, obreros, campesinos, pobres, ricos, han luchado hombro a hombro con los oficiales y soldados del ejército que levantaron la bandera de la patria para que volviera a flotar por encima de la del dictador. Más afortunado, el Perú pasó sin violencia de la dictadura militar al régimen civil. Pero la lucha no ha terminado y lo estamos viendo en el desesperado batallar en Cuba. Queda mucho por afirmar y mucho por reconstruir, y aún están en pie algunas dictaduras cuyo derrumbamiento vendrá por inexorable ley del espíritu americano. Pero nadie puede desconocer el hecho de que nos movemos, ahora sí, en la dirección democrática que señala nuestra tradición. El ejército estuvo por largo tiempo engañado, y puesto al servicio, no de la ley civil, no de sus antecedentes libertadores, sino de turbias ambiciones personales. En ocasiones se le convirtió en instrumento de políticos diminutos que no hubieran salido a flote en el juego limpio de unas elecciones puras. Ahora, ese ejército despierta a la realidad de su misión tradicional. En nuestra América las armas que se vuelven contra el orden civil, contra las libertades, apuntan a fusilar la historia propia y marchan contra las voces de mando que les dieron los libertadores. La Iglesia católica ha visto claramente hasta donde hay un espíritu cristiano en los pueblos que rechazan a los dictadores, y hasta dónde la tiranía desconoce la dignidad del hombre, los derechos humanos, semillas de nuestra vida civil y fundamento de la sociedad cristiana.

Este despertar de nuestra democracia impone su preservación, no confiándola a la buena voluntad de los extraños, sino acorazándola de nuestra propia decisión. Para nosotros la democracia tiene como esencia de su esencia la fe en la libertad, la convicción íntima de la libre determinación de los pueblos, afirmada en nuestro suelo hace más de cien años con la guerra de independencia. Somos pueblos suficientemente desarrollados en su edad política. El devenir inmediato de los movimientos de recuperación civil ha de ser de tal naturaleza que en el futuro haga impenetrables nuestras repúblicas a regímenes como los que las envilecieron en los últimos años. No puede quedar el mañana de nuestros países a merced de las filosofías totalitarias europeas, de los armamentistas, de los que para invertir capitales buscan en las dictaduras camino fácil para lucrarse. La seguridad que podemos ofrecer a quien llegue a nuestra tierra sólo será la de los pueblos libres, responsables a través de sus leyes y sus cortes. Para la defensa del mundo libre sólo podemos responder con una afirmación de libertad y justicia.

Con el triunfo de los movimientos democráticos, la unión de nuestra América ha de entrar en una nueva era, más honorable para negociar en el hemisferio, más significativa para proyectar fuera de él el espíritu que nos guía. La nota culminante de esta nueva era será el estilo de un mundo que sabe hacer valer sus libertades. Ya no serán compromisos o componendas de los usurpadores de turno. No podemos seguir edificando la unidad americana sobre una simple base negativa y sistemática de rechazo al comunismo. Lo rechazamos, sí, pero queremos que aquella unidad, por todos aceptada y anhelada, parta de una afirmación efectiva y clara de nuestra propia y libre personalidad. Esta afirmación, surgida de íntimas convicciones, ha de expresarse por gobiernos representativos. Las plataformas de los partidos, los programas para la lucha que se inicia dentro de las nuevas circunstancias, tendrán que alinearse en un frente genuinamente nuestro. Hoy más que nunca los menos favorecidos económicamente están viendo que en primer término tienen que ir a la defensa de la libertad, y quienes han gozado de la fortuna comprenden que les ha llegado la hora de luchar por la justicia, para que quienes tienen menos se coloquen en un nivel común que supere el de los estados hechas a imagen y semejanza del privilegio y la discriminación. Hay que humanizar el capital, el ejército, el gobierno, la educación, no poniéndolos al servicio de bajos apetitos, sino donde la justicia lime las asperezas bestiales y la libertad despierte a los espíritus dormidos.

Ha sucedido en nuestro tiempo que al triunfar un movimiento liberador, las gentes del país y la opinión internacional se desentienden de él, no muestran interés por afirmar lo ya ganado, se desvanece el espíritu de cooperación, y queda la vía más o menos franca para las reacciones futuras. A las dictaduras tambaleantes les han llegado siempre refuerzos que se llaman providenciales, y a las democracias que tratan de buscar la tierra firme se las entrega a los azares del destino. Cada nueva república que resurge ahora recoge, como herencia del tirano en fuga, una economía arrasada, un tesoro arruinado, una sociedad desmoralizada por el abuso, el soborno y los negocios turbios. El resurgimiento obliga a levantar defensas invulnerables, a tomar decisiones nacionales vigorosas, a despertar la solidaridad internacional. Al despliegue ejemplar de las masas que desafiaron la violencia motorizada, ha de corresponderse nacionalmente colocando por encima de los partidos y de las ambiciones personales la imagen de la nueva patria y, en un plano más ambicioso, de la Nueva América unida en una aspiración libertadora. Así, esa América será factor operante en las asambleas internacionales, sólido bloque de una sociedad que tiene algo mejor que darle a sus gentes y que enseñarle al mundo.

Hemos llegado al punto de mostrar suficiente madurez política para no hacer de cada partido una amenaza de muerte frente a los adversarios. Ningún partido está autorizado para arrasar a los contrarios y ofrecer un pretexto de intervención a fuerzas extrañas al orden civil. Nuestra renovación democrática se basa en un espíritu de conciliación y convivencia entre los ciudadanos y los partidos, que deseche la barbarie sectaria de las tradiciones peores y proclame el respeto a los hombres y a las ideas. Tenemos hambre y sed de una paz efectiva. Contra la intransigencia y el exclusivismo, demos a la lucha política bases anchas y nuevas. La diferencia substancial entre democracia y totalitarismo está en el rigor de los totalitarios organizados en partidos únicos, que no toleran la libre discusión y no reconocen ni adversarios ni correligionarios, sino sumisos siervos y enemigos que deben destruirse. Nada de eso está en el espíritu vivo de Nuestra América.

Contra el retorno imposible, por una paz que no nazca del miedo sino de los derechos del hombre, unamos a los hombres libres de América. No es la primera vez que este sentimiento de solidaridad ha tenido que imponerse entre nosotros. Para llegar a la emancipación, desde el día en que se dio el grito de independencia hasta Ayacucho, nos movimos al común empeño en íntima fraternidad. Esa fraternidad se impone otra vez para emanciparnos de las dictaduras internas y de las que operan por control remoto, de la pobreza que todo lo dificulta, de los vicios de la política pequeña que corta las alas de la victoria. Las nuevas generaciones, unidas a todo lo largo de nuestra América, tienen una clara misión que cumplir: la segunda independencia, afirmada en la vigencia de las libertades.

Argentina
Jorge Luis Borges (Escritor) – José Bianco (Escritor) – Juan José Castro (Músico) – Carlos Alberto Erro (Escritor) – Alberto Gainza Paz (Director de La Prensa) – Juan Mantovani (Educador) – Fryda Schultz de Mantovani (Poeta) – Victoria Ocampo (Directora de Sur) – Roberto F. Giusti (Escritor) – Francisco Romero (Filósofo) – Sebastián Soler (Escritor) – Américo Ghioldi (Partido Socialista).

Colombia
Eduardo Santos (Ex-presidente de la República) – Darío Echandía (Ex-presidente de la República) – Eliseo Arango (Ex-ministro de Educación) – Germán Arciniegas (Escritor) – Jorge Bejarano (Higienista) – Gabriel Cano (Director de El Espectador) – Guillermo Cano (Director de El Independiente) – Belisario Betancourt (Prof. universitario) – Abdón Espinosa Valderrama (Periodista) – León de Greiff, (Poeta) – Roberto García Peña (Director de El Tiempo) – Fernando Gómez Martínez (Director de El Colombiano) – Antonio J. Lemos Guzmán (Ex-rector de la Universidad del Cauca) – Juan Lozano y Lozano (Escritor) – Carlos Lleras Restrepo (Ex-ministro de Hacienda) – Abel Naranjo Villegas (Ex-rector de la Universidad) – Agustín Nieto Caballero (Ex-rector de la Universidad) – Antonio Panesso (Periodista) – Jaime Posada (Director del Suplemento Literario) – Jorge Rojas (Poeta) – Enrique Santos (Periodista) – Hernando Téllez (Escritor) – Guillermo León Valencia (Candidato a la presidencia de la República) – Silvio Villegas (Director de La República) – Eduardo Zalamea Borda (Escritor) – Alberto Zalamea (Periodista).

Costa Rica
Abelardo Bonilla (Vice Presidente electo de la República) – Isaac Felipe Azofeifa (Prof. Universitario) – Joaquín García Monge (Director de Repertorio Americano) – Rodrigo Facio (Rector de la Universidad) – Carlos Monge Alfaro (Decano de la Facultad de Ciencias y Letras).

Cuba
Roberto Agramonte (Candidato a la Presidencia en 1952) – Manuel Bisbé (Presidente del Partido Ortodoxo) – Raúl Chibás (Representante en Estados Unidos del Movimiento 26 de Julio) – Roberto Esquenazi Mayo (Premio Nacional de Literatura 1951) – Mario Llerena (Rep. del Movimiento 26 de Julio) – Salvador Massip (Decano de Filosofía y Letras) – Felipe Pazos (Ex-presidente del Banco Nacional de Cuba) – Manuel Urrutia (Candidato a la presidencia de la República).

Chile
Julio Barranechea (Poeta) – Martha Brunet (Novelista) – Ramón Cortés (Escritor) – Guillermo Gandarillas (Profesor) – Amanda Labarca (Educadora) – Ricardo Latcham (Crítico) – Luis Merino (Escritor) – Raúl Silva Castro (Periodista) – René Silva Espejo (Periodista) – Radomiro Tomic (Dirigente político) – Manuel Vega (Académico).

El Salvador
Julio Enrique Avila (Excanciller de la República) – Luis Gallegos Valdés (Subdirector de Bellas Artes) – Serafín Quiteño (Periodista) – Alberto Rivas Bonilla (Secretario de la Academia de la Lengua) – N. Viera Altamirana (Director de El Diario de Hoy).

Ecuador
Galo Plaza (Ex-presidente de la República) – José Rafael Bustamente (Ex-presidente de la República) – Benjamín Carrión (Escritor) – Pío Jaramilla Alvarado (Escritor) – Alfredo Pérez Guerrero (Rector de la Universidad) – Alfredo Pareja Diezcanseco.

Guatemala
Carlos Martínez Durán (Rector de la Universidad) – Carlos Federico Mara (Profesor) – Alberto Mayor (Escritor) – David Vela (Director de El Imparcial) – Alberto Velásquez (Escritor).

México
Antonio Gómez Robledo (Dirigente político) – Isidro Fabela (Historiador) – A. Orfila Reynal (Director del Fondo de Cultura Económica) – Octavio Paz (Poeta) – Carlos Pellicer (Poeta) – Alfonso Reyes (Escritor) – Leopoldo Zea (Ensayista).

Perú
Victor Raúl Haya de la Torre (Fundador y jefe del APRA) – Raúl Porras Barrenechea (Líder del Frente Parlamentario Independiente) – Luis Alberto Sánchez (Escritor).

Venezuela
Rómulo Betancourt (Ex-presidente de la República) – Rómulo Gallegos (Ex-presidente de la República) – Jóvito Villalba (Jefe del partido URD) – Ignacio Luis Arcaya (Del partido URD) – Arturo Uslar Pietri (Ex-ministro de Educación, escritor).

República Dominicana
J. R. Roques Martínez (Representante de la Vanguardia Revolucionaria Dominicana) – Pedro J. Sánchez (Secretario general del Movimiento Nacional Dominicano Ortodoxo).

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