Cristiandad
Revista quincenal
año III, nº 63, páginas 379-380
Barcelona-Madrid, 1 de noviembre de 1946

Plura et unum

José María Vilaseca Marcet

Asamblea de «Pax Romana»
en Friburgo

Del 24 de agosto al 5 de septiembre se han reunido en Suiza 600 universitarios pertenecientes a 40 naciones del globo para conmemorar el XXV aniversario de la fundación del Secretariado internacional de las Federaciones de Estudiantes Católicos, «Pax Romana». Al mismo tiempo se celebró el XX Congreso Mundial de aquella entidad, se tuvo la Asamblea interfederal, una Semana de Estudios, un curso de verano organizado por la Universidad católica de Friburgo sobre «El concepto del Estado» y se celebrarán varias reuniones para tratar de la constitución de una rama de graduados dentro de la organización general de «Pax Romana».

Ya se comprende que la sola descripción, aun en estilo telegráfico, de unos días tan prietos de actividad, escapa del todo a la inexcusable limitación de esta crónica. Por eso nos contentaremos con destacar los hechos más notables, y en primer lugar la reunión de la Asamblea interfederal de «Pax Romana».

* * *

La Asamblea interfederal es el órgano que pudiéramos llamar legislativo de «Pax Romana»; se constituye con dos representantes oficialmente diputados por las Federaciones miembros de la entidad y delibera y resuelve sobre todas las cuestiones referentes a la vida de la misma.

El acto inaugural de la Asamblea tuvo lugar en el magnífico salón del Ayuntamiento de Friburgo el día 26 de agosto por la mañana. Presidió el Presidente internacional de «Pax Romana», Joaquín Ruiz Jiménez.

El primer acuerdo que se tomó fue el de celebrar el XX Congreso Mundial con motivo de la presente conmemoración de los XXV años de vida de la organización, por lo cual hubo que proceder inmediatamente al nombramiento de nuevo Presidente internacional, de acuerdo con lo que disponen los estatutos, elección que recayó en el señor Florinetti de Ginebra. A continuación se accedió a la solicitud de admisión de 17 nuevas Federaciones Nacionales de estudiantes, entre las que cabe destacar la de la Federación española de Congregaciones Marianas Universitarias, con lo cual son tres las entidades universitarias españolas que forman parte de «Pax Romana». Por último, se convocó la siguiente sesión en Estavayer-le-lac.

En este ambiente maravilloso de las pequeñas ciudades suizas –un poco «belén» navideño– continuaron las sesiones de la Asamblea. Estavayer está situado en la orilla del lago Neuchatel, uno de los mayores y más bellos de Suiza. El pueblecito conserva un sabor medioeval delicioso que subrayan destacando la iglesia de San Lorenzo (s. XIV) y el castillo de Chenaux (s. XIII). A su alrededor apiñadas un centenar de casas, en general modestas, habitación de pescadores y campesinos.

A este delicioso lugar que invita a la meditación y la paz, nos trasladamos unos 200 jóvenes, sacerdotes y seglares, dispuestos a laborar en común por el porvenir de «Pax Romana». Los puntos que debía discutir la Asamblea eran los de ayuda a los universitarios católicos necesitados, en colaboración o no con las demás organizaciones internacionales que integran el F. M. S. E. (Fondo mundial de socorro a los estudiantes) y la reforma de los Estatutos de «Pax Romana», aparte de la discusión y aprobación de la labor realizada desde la última Asamblea interfederal celebrada en Washington y del examen de cuentas y formulación del nuevo presupuesto.

Dentro del ideal católico común, los debates de la Asamblea dieron lugar a la expresión franca de los respectivos puntos de vista, fuertemente influenciados por las circunstancias nacionales del país que representaba cada delegación. Los esfuerzos de todos los delegados para comprender las peculiares condiciones de vida del catolicismo, en los más diversos países, fueron animados por sentimientos de caridad cristiana; de esta forma el trabajo señalado pudo irse desarrollando lentamente para culminar en acuerdos que puedan traducirse el día de mañana en magníficas realidades prácticas.

Fueron principalmente de gran emoción los informes en que los países europeos devastados por la guerra, y la ocupación, contaron la desgraciada y miserable situación de sus estudiantes: Alemania, Austria, Polonia, Yugoeslavia y Ucrania parecían competir en la descripción de sus terribles problemas nacionales.

El duro trabajo, a base de tres sesiones diarias, más las reuniones intermedias de las correspondientes comisiones nombradas para preparar los temas a discutir por la Asamblea, quedaba encerrado cada día en los dos arcos de un magno paréntesis que le daba elevación y espiritualidad. Por la mañana la meditación en tres grupos distintos, según la respectiva lengua, y seguidamente la Misa, a veces en rito oriental. Por la noche, terminada la jornada, las Completas solemnes, cantadas en un latín multiforme preñado de los diversísimos acentos idiomáticos de toda la cristiandad, dominados por un sólo y único salmodiar gregoriano. La unidad y catolicidad de nuestra Santa Madre la Iglesia hechas materialidad casi física.

* * *

El domingo, día 1º de septiembre, se dedicó a la celebración de las bodas de plata de «Pax Romana». Abrióse el día con un solemne Pontifical, celebrado por el Obispo-Visitador Apostólico, de Alemania, en la Catedral de San Nicolás de [380] Friburgo. Predicó la homilía Monseñor Charrière, Obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo y Presidente de honor de «Pax Romana».

Por la tarde tuvo lugar en el aula magna de la magnífica Universidad Católica de Friburgo, el acto conmemorativo del XXV aniversario de la fundación de «Pax Romana» el cual abrióse con la lectura en italiano de la carta que Monseñor Montini, substituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, dirigía, en nombre del Papa, a los miembros de «Pax Romana». La Asamblea quedó fuertemente impresionada por las augustas palabras vaticanas y subrayó particularmente las frases en que define con toda claridad la misión de «Pax Romana», al decir que debe tener «sobre todo, conciencia de que su profesión católica, tan profunda en los espíritus de sus socios como abierta en las manifestaciones de sus actividades, es razón de su existencia, carácter distintivo de su inconfundible fisonomía, fuerza inagotable de sus energías morales y guía segura de todo su esfuerzo intelectual». Como aquéllas que siguen a continuación: «Buscar en otros criterios el motivo de su vida, atenuar el trabajo lógico y práctico de un tal empeño, dudar de que él pueda victoriosa y útilmente sostener la confrontación con cualquier otra forma moderna de vida y de pensamiento, reducirlo a simple reconocimiento convencional de algunos vagos principios, más que hacer de ellos una afirmación completa, interior, viviente, de una verdad infalible y de una inefable caridad, no sería conforme a la idea inspiradora del movimiento, ni bastaría a merecerle la confianza de la Iglesia...»

El silencio con que los reunidos escucharon en pie las anteriores palabras y el cerrado y prolongado aplauso con que las rubricaron, garantizan que los miembros de «Pax Romana» comprendieron la sublime verdad de las mismas y están dispuestos a seguir los cauces que ellas señalan.

Después de un saludo del Presidente Florineti y de un resumen histórico leído por el Abate Gremaud, Secretario general de «Pax Romana», dijeron unas palabras en lengua nacional el representante de cada una de las naciones presentes al acto, en número total de 39. Allí oímos un sólo pensar expresado en los grandes idiomas de la humanidad y en otros más modestos: danés, lituano, polaco, holandés, sueco, maltés, un dialecto hindú, &c. Como españoles sentimos una profunda emoción al ver levantarse por diez veces los representantes de naciones diferentes para expresarse en nuestra lengua nacional.

Cerró el acto Monseñor Charrière, haciendo hincapié en las palabras del representante del Papa y glosándolas bellamente a base del pasaje evangélico de las tentaciones de Cristo en el desierto. Dijo que, cuando el tentador nos ofrezca la conquista de la humanidad a cambio de ceder en algo de la plena y absoluta profesión de nuestros principios cristianos, nuestro deber es alejarlo con un «vade retro» rotundo y viril.

En una época de tanto confusionismo y blandenguería, las recias consignas del Vaticano y su aceptación entusiasta por los estudiantes católicos de todo el mundo agrupados alrededor de «Pax Romana», nos hace augurar un brillante porvenir a las juveniles huestes católicas y a la entidad que las agrupa. Este es, a no dudarlo, el mejor fruto de las pasadas reuniones de Suiza.

José María Vilaseca Marcet


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