Filosofía en español 
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Nuevo estimulante para la embriaguez [absinthe o ajenjo]

Como si no fuera bastante la prodigiosa fecundidad en la fabricación de vinos y bebidas alcohólicas y en la criminal adulteración con que se aumentan sus cualidades estimulantes, convirtiendo esos líquidos en verdaderos venenos causas eficientes de tantos crímenes, la moda acaba de inventar un nuevo licor, mucho más nocivo que todos los conocidos hasta el día. [157]

Este licor que ahora está en moda en Francia es el «absinthe» o ajenjo. Según leemos en un periódico extranjero, este licor con su color de esmeralda y sus efectos destructores, hace las delicias de los habitantes de París, donde hay establecimientos exclusivamente dedicados a suministrarlo, aparte de los muchísimos cafés en los que, como habrá visto todo el que haya recorrido los boulevares de esa Babilonia moderna, desde la Magdalena a la Bastilla, se ocupan todas las clases, entregándose desde las cinco a las seis de la tarde (hora que llaman del «absinthe») al placer de contemplar los movimientos fantásticos con que el fluido envenenador extiende sus tintas de esmeralda en el agua. Literatos, profesores, artistas, actores, músicos, comerciantes, tenderos y aun señoras, se entregan al placer de saborear ese dañoso licor.

En París se consume dos clases distintas de ajenjo, el común y el llamado suizo, el cual posee propiedades más nocivas y embriagadoras que el primero. Hace unos años el consumo de ajenjo común era tres veces mayor que el suizo; pero ahora las proporciones están invertidas, bebiéndose cuatro veces más ajenjo suizo que común.

Según los datos oficiales, Francia recibe anualmente de Suiza sobre 12 millones de litros de esta nociva composición además de la enorme cantidad que se fabrica en París y se vende como suizo.

El ajenjo genuino se destila de las hojas de ajenjo, raíz de angélica, cálamos aromático y otras plantas sometidas previamente a la inmersión en alcohol durante algunos días, añadiendo después una cantidad de aceite de anís, y algunas veces menta, piperita y yerba buena y otras plantas, teniendo muy especial cuidado de obtener el perfecto color que se requiere y dar al líquido la facultad de extenderse y modificar el tinte cuando se mezcla con el agua.

Si el licor resultante no llena estas condiciones, los fabricantes no vacilan en añadirle añil, hisopo, ortigas, recurriendo por [158] último al sulfato de cobre para obtener ese exacto tinte verde y al cloruro de antimonio para producir el blanco de leche que se precipita al caer en el agua. Inútil es decir que estas dos sustancias son venenos activos.

En París, como hemos dicho antes, hay sitios destinados exclusivamente para las reuniones de los bebedores de ajenjo, en el ejército se bebe de la peor calidad, y por lo tanto sus efectos son mucho más deletéreos. En consecuencia de esto, el gobierno nombró una comisión oficial facultativa con objeto de examinar esos efectos, y el resultado de este examen dio datos tan terribles que el gobierno prohibió absolutamente el uso de esa bebida en el ejército, así como en la marina francesa, en la que está absolutamente prohibida.

En España no ha alcanzado todavía tanta popularidad, pero como amenaza obtenerla, consideramos conveniente advertir a nuestros lectores los peligros a que les expone el uso de brebaje cuyos destructores efectos ha estudiado detenidamente el doctor Legrand, del cual hemos tomado los anteriores detalles.

¿Que se debe hacer, en vista de tan tristes resultados? Llegarse a los que se hallan en la pendiente de este abismo y mostrarles el precipicio en el cual caerán inevitablemente.