Las Dominicales del Libre Pensamiento
Madrid, domingo 4 de febrero de 1883
 
año I, número 1
página 2

[Fernando Lozano Montes]

Nicolás Salmerón

Cuando con el trascurso de los tiempos el Antiguo Régimen cuyos cimientos crujen, venga en ruinas, y sobre ellas se alce la República ibérica, con España y Portugal unidos, y ese continente que hemos levantado con nuestros hombros del fondo de los mares, enlazado a nosotros por los nobles vínculos de la fraternidad y la justicia, y no por los viles de amo y siervo, nos envíe sus vírgenes e inagotables riquezas, merced a lo cual pueda nuestro hermano, el hijo del cuarto estado, sentarse al banquete de la vida; España, esta patria querida, poseedora de tantos elementos históricos, de que la mayoría de las otras naciones carece, brillará con esplendor sin igual entre ellas.

Entonces, el genio de las artes, que nunca falta en los momentos de apogeo de los pueblos, enamorado de obra tan grande, dirigirá sus miradas al fondo de la Historia para encontrar los obreros que arrojaron sus cimientos; y sin duda verá destacarse entre todas, una extraordinaria figura que está aportando con sus brazos los más hondos y más firmes sillares; figura en la que se funden los rasgos de las más nobles razas que han sentado su planta en la tierra, y que por dicha nuestra han depositado en el suelo hispano, en sus tiempos de mayor apogeo, los frutos preciados de su civilización: la aria y la semítica.

No es extraño que entonces el artista, para dar satisfacción estética a su inspiración, erija en la plaza pública colosal estatua, en cuya frente cincele rayos del genio de los dos superiores representantes de ambas razas: del que hundiendo el pensamiento en la conciencia, supo sacar de ella torrentes de luz; del humano Sócrates, y del aquel otro que lanzando su espíritu a través del cielo azulado, buscó fuera la fuente de toda vida a Dios, y enlazó bajo él con amorosos lazos a todos los hombres: el divino Cristo.

Nadie, nadie puede negar a Nicolás Salmerón algo del semita y del griego, algo del filósofo y del profeta, fundido todo en apariencias externas, en aspecto, en actitudes, en movimientos, en palabras que traspiran grandeza: es una estatua viva que anda por el mundo.

Poco queda que hacer al artista futuro.

Demófilo

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Las Dominicales del Libre Pensamiento
Nicolás Salmerón Alonso
1880-1889
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