La Hora, semanario de los estudiantes españoles
Madrid, 5 de noviembre de 1948
II época, número 1
página 8

Editorial
Una nueva época

El hecho político español más importante desde el final de nuestra guerra es, sin duda, la aparición de una nueva hornada de españoles. Nueva generación que en el terreno de la pura creación literaria ya ha iniciado su mensaje mientras día a día madura su formación profesional y política. Ningún tipo de acción política en España puede prescindir de este hecho. Muchos menos nosotros, arte y parte de esa nueva generación.

La vanguardia de una generación la forman sus escuadras universitarias y la nueva época de La Hora debe basarse en este supuesto. Su misión será dar rigor, amplitud y significación a este movimiento generacional –al punto de alcanzar la mayoría de edad– congregándonos, en torno a nuestra familiar bandera revolucionaria. Esto únicamente será posible si no se deja escapar este momento, único, en que coincide el despertar a la historia de una generación y su reconocerse a punto de salir otra vez a la intemperie, traicionada, huérfana de todo magisterio vivo.

La Revista, portavoz del Sindicato, llevará a cabo una dificilísima tarea: la de situar críticamente a la nueva generación en la circunstancia española. Este es el primer problema a abordar. Doce años de Frente de Juventudes han lanzado al ancho campo de la vida española miles de muchachos, educados en la más firme intransigencia, próximos a ahogarse en un ambiente ciertamente hostil, pero en apariencia dotados de un conocimiento casi perfecto de nuestros principios doctrinales, es preciso realizar desde algún sitio una labor de acomodación de ese entusiasmo a unas tareas concretas que vayan desde la acción revolucionaria en la calle y en la Universidad hasta la acción política de construcción de un nuevo orden, pasando por una tarea de creación de nuevos modos artísticos.

Se trata, pues, de realizar una delicada labor de discriminación abandonando toda interpretación gruesa. Lo primero que trae esta generación es su libertad e independencia hacia formas e instituciones actuales que considera caducas y fracasadas. Nada de caer en el mito del personalismo, ni en la beatería de los organismos. Aquí es imprescindible un marco amplio de reacción frente a parte de ese aparato burocrático fabuloso montado por el nuevo Estado, detrás del cual se ha escamoteado toda eficacia revolucionaria. Parece ser que nuestra generación podrá moverse durante algún tiempo todavía en el terreno de la colaboración generosa, pues aún queda fe en la posibilidad de una total rectificación. En ningún caso, sin embargo, se descartará la posibilidad de tomar la rebeldía y la emancipación como única salida. Todo esto debe tenerse en cuenta para comprender el sentido de nuestra página.

El segundo problema que debe solucionar nuestra Revista es nuestro deseo de asomarnos al exterior, educados al margen de toda circunstancia europea y mundial. La Revista, por tanto, tendrá especial empeño en servir una información exacta y todo lo extensa posible acerca de los movimientos actuales de todo tipo (políticos, sociales, científicos y artísticos) en el mundo.

Y entonces, instalada ya nuestra generación sobre una plataforma propia, gracias a una labor crítica realizada, y disponiendo de una información mundial exacta será llegado el momento de llevar a cabo una tarea de interpretación y valoración de toda esa circunstancia española y mundial con arreglo a la norma de edificar un nuevo orden. Es necesario insistir en este punto. Tal vez sea ésta la tarea más importante que podemos realizar. Vivimos sumergidos en un mundo político, social, económico, cultural, totalmente ajeno a nuestra concepción total de la vida y de la muerte. Mundo que, en lucha armada, nos derrotó. Pero solamente a los isidros se les ha podido ocurrir condenarlo en su totalidad. El problema está en saber aceptar esta realidad e incluso las soluciones que parten de todas esas manifestaciones espirituales y materiales puedan suponer, incorporándolas a un exacto sistema. No se trata, pues, de volverse de espaldas a Europa, inventándonos el maniqueo. Tampoco se trata de un gesto de papanatismo. Tenemos que salir con los ojos muy abiertos para saber incorporar todo cuanto de actual y vivo hay en esa cultura que perece frente al comunismo. Homenaje y reproche al mundo que nos derrotó.

Firmes creyentes en una subversión mundial que nos traerá un nuevo orden y de la cual es una manifestación el comunismo, tampoco se nos ocurrirá adoptar frente a él una postura de condenación total, que sería ciega y estéril.

Aceptado el hecho tremendo de nuestra derrota y de tres siglos de ausencia de la historia y de la cultura, convencidos de que a este mundo vivo no se incorpora uno con arqueología ni con discursos patrioteros queremos abrirnos a todo ese mundo que perece y que nace, seguros de poder incorporar todo mensaje eterno y nuevo a esa postura que mantiene la España eterna. Por tanto, será preciso dar una réplica inmediata, interpretar desde nuestra posición valorándolo todo ese conjunto de formas de vida que supone hoy el mundo europeo: su cine, su técnica, su política, su literatura, su economía...

Aún esto no es todo, no basta con una labor crítica una información conveniente y una interpretación de toda esa circunstancia. Nuestra generación tiene a su cargo la edificación de ese nuevo orden, que hemos de iniciar en y desde la Universidad, primera etapa a cubrir. Las tres dimensiones de nuestro Sindicato –la profesional, la cultural y la política– serán fielmente servidas.

Por último, será tarea nuestra dar los primeros resultados de una propia tarea de creación de formas y sistemas que vayan prefigurando en la teoría y en el pensamiento el nuevo orden, anticipación que debernos ofrecer sin intermediarios ni administradores, a las juventudes de Europa y de América.


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