Filosofía en español 
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Nueva York: La C.I.A. no pleiteará contra la Asociación Nacional de Estudiantes

Las revelaciones de los directivos de esta a la revista «Ramparts» originaron el escándalo del «espionaje universitario»

Nueva York, 20. (Crónica de nuestro redactor.)

La C.I.A. ha declarado que no demandará a los estudiantes y miembros de la Asociación Nacional Estudiantil que dieron información a una revista de este país, revelando las conexiones de la organización de espionaje del Gobierno con grupos de estudiantes de todo el mundo. Por mucho tiempo este asunto dará imponente coletazo al levantar el velo del secreto que muestra como los procedimientos más criticados en otros países, se empleaban aquí en gran escala.

De revista confesional a publicación sensacionalista

La información fue posible gracias a una revista publicada en San Francisco, llamada «Ramparts» que estos días centra la atención nacional, por el volumen sensacionalista de sus revelaciones, dejando atrás al libro de Manchester. Sólo dice que el número de marzo en el cual publican esos reportajes referentes a la C.I.A., que aparecerá este jueves, está prácticamente agotado mucho antes de ponerse a la venta. La publicidad recibida al reconocer en la misma Casa Blanca la realidad de dicha información, ha despertado un máximo de curiosidad hacia dicha revista. Es muy posible que en algún periódico nacional se tuvieran pruebas también de la existencia de semejantes contactos entre la C.I.A. y los grupos de estudiantes, pero es más que probable también que se sintieran cohibidos para publicar información de tal naturaleza. Una revista basada primordialmente en el sensacionalismo, ha tirado de la manta en uno de los episodios más lamentables de la «pequeña historia», en un instante en que la imagen que este país da al exterior no es precisamente la más afortunada.

Lo más curioso es que la revista que ha publicado la información, con sede en San Francisco, comenzó como una publicación católica liberal. El dueño, y todavía principal accionista, trató de darle esa orientación. Se vendieron muy pocos números. Reorganizándola de arriba abajo, comenzaron a publicar reportajes bastante sensacionalistas, demostrando que la ideología no es elemento de difusión ante el negativo balance de las ventas. Cosa bastante común en nuestro mundo.

Siempre, contra…

Cada número de «Ramparts», colocado ahora en la izquierda liberal, trata de dar el escándalo con alguna revelación sensacional. De vez en cuando suena la flauta, como en la fábula, por casualidad.

Recientemente ha publicado un número con la portada de uno de los sargentos de las fuerzas especiales que están en el Vietnam, y una sola expresión «me marcho». El artículo contaba cómo se enseñaba a los boinas verdes, grupo de combatientes de este país, a torturar a los prisioneros del Vietcong. Esta publicación ha preconizado la retirada de las tropas norteamericanas del Vietnam, ha condenado al presidente Johnson por enviar tropas a la República Dominicana, ha pedido la admisión de la China comunista en las Naciones Unidas y cree que el asesinato del presidente Kennedy fue resultante de una conspiración. El número dedicado al asesinato de Kennedy, era tan fantasioso, que difícilmente podía tomárselo en serio, más que aquellos partidarios, y los hay a millones, del folletín. En este país puede suceder todo, como hemos dicho, incluso que sea cierto el informe Warren, en el que ya casi nadie cree.

San Francisco, la capital progresista

Para entenderlo mejor, hay que saber que San Francisco es la capital del país, en este instante, con mayor marejada de opinión izquierdista. Alrededor de North Beach, el barrio de los cafés, los cabarets, las libreras literarias y las camareras «topless», se reúnen los tipos más anárquicos y pintorescos del país entero. De la bahía de San Francisco han surgido, además de este escándalo de ahora en contra de la C.I.A. la parodia teatral de Macbeth, conocida por Macbird, que insinúa abiertamente la participación del presidente Johnson en el asesinato de Kennedy.

La Casa Blanca, claro, no ha hecho caso alguno de disparate semejante, y la comedia se está representando en Nueva York, con éxito seguro, pero sin que nada suceda. Lo gracioso es que los beatniks del área de San Francisco, que estuvieron en su apogeo en el año 1957, y que éste cronista trató en algunos desplazamientos a la ciudad del Pacífico, se han transformado ahora en la más protestante ala liberal del país.

Así se explica que el propietario de «Ramparts», comenzará su publicación como católico liberal, y la haya transformado en una nueva izquierda de continua protesta, ya que la circulación ha subido en pocos meses de ocho mil a doscientos mil ejemplares, explicando su éxito. Preguntado el director si este afán por poner al descubierto el revés de la CIA, le hace aparecer como partidario de la sociedad extremista de derechas, la John Birch Society, ha respondido que no es precisamente la derecha la que ha colocado al país en el mal camino. «Ni fue la derecha ni los militares los que nos han metido en el Vietnam. Fueron los Arthur Schlesinger y los John Kennedy, quienes lo hicieron.»

Otra vez la rivalidad Johnson-Kennedy

En cuanto al consejero del presidente Kennedy, señor Schlesinger, el último episodio del libro de Manchester, «La muerte de un presidente», ha motivado sus iras, al relatar que al cabo de 24 horas de ser asesinado Kennedy, había discutido la posibilidad de reemplazar a Johnson, presidente constitucional, por Robert Kennedy, en las elecciones de 1964. En todas estas menudencias de cocina casera en que se limita el libro, también cuenta la incomodidad de Johnson, y lo decimos de forma digerible, cuando en la primera reunión del Gobierno, llegó muy tarde, tomándolo el presidente como desaire. La verdad es que este cronista en la convención demócrata de 1960 en Los Ángeles, pudo ver la enemiga irreconciliable de los Kennedy contra los Johnson y viceversa. En aquella ocasión quien más llevaba la voz cantante contra Johnson era Robert, aunque John tampoco se mordía la lengua.

Conveniencias políticas obligaron a presentarse juntos en la elección, pensando que Johnson podía atraer a mucho votante del sur, en donde Kennedy no tenía eco alguno. Otra de las informaciones, del último número, de la revista de San Francisco que hoy nos ocupa cuenta la forma cómo el senador Robert Kennedy espera mimar a la izquierda del país, para seguir adelante en su plan de llegar a la Casa Blanca. Se nota en su actitud ante la ley para legalizar el aborto, prohibido en este país. El senador Kennedy se ha mostrado favorable a un cambio que lo permita en ciertas ocasiones diciendo, en una universidad, que habla como senador por encima de su creencia católica. Asimismo, se anuncian ya, para este año, una docena de libros referente al senador Kennedy. De ellos, sólo dos le son contrarios.

La política invade el teatro

Tal como estamos, otra publicación nacional anuncia un informe y estudio sobre las fuerzas ocultas que se mueven ahora para dar del presidente Johnson la peor de las imágenes. Ya hemos visto de qué manera se puede representar una comedia en que abiertamente se le calumnia. El teatro, y tal vez de ahí su último aburrimiento, se convierte en una arma política por falta de imaginación. Ya se anuncia en Broadway la última comedia de Peter Weiss, el autor de «Marat Sade». Se trata de una obra contra Portugal, y en favor del levantamiento nacional de Angola. Su representación, no hay duda, y más en este ámbito, enrarecerá el ambiente y opinión en contra de los territorios portugueses en África. Ángel ZUNIGA.

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Según «Daily Telegraph», la C. I. A. ha ayudado a las organizaciones ilegales de estudiantes españoles

También asociaciones canadienses han recibido apoyo del servicio norteamericano de Inteligencia, al parecer

Informaciones del corresponsal en Barcelona

Londres, 20. El «Daily Telegraph» ha publicado la siguiente información de su corresponsal en Barcelona:

«La Agencia Central de Inteligencia (C.I.A), ha hecho pagos, según se asegura hoy, a las «uniones libres y democráticas», ilegales, de los estudiantes españoles. Los únicos dos extranjeros asistentes a la sesión inaugural de la Unión del pasado marzo, como representantes de la Asociación Nacional de Estudiantes, y a la Conferencia Internacional de Estudiantes, manifestaron que habían recibido ayuda de la C. I. A.

El secretario de la Conferencia Internacional de Estudiantes, Wilfried Rutz, de origen suizo, manifestó: «Enviamos a través de personas de confianza cantidades a la «Unión Democrática» con instrucciones para dar a los estudiantes españoles y portugueses toda la ayuda necesaria para organizarse». EFE.

Revelaciones de la radio de Ottawa

Ottawa, 20. La «Canadian Broadcasting Corporation» ha manifestado que el sindicato canadiense de estudiantes probablemente ha recibido fondos del Departamento de Inteligencia Norteamericano.

«C.B.C.» señala que el sindicato había recibido 1.500 dólares en 1965 y 1.500 dólares en 1966 de la fundación para la juventud y temas estudiantiles, con sede en Nueva York.

La fundación fue identificada como uno de los contribuyentes a la asociación nacional de estudiantes de los Estados Unidos, que admitió la pasada semana que había recibido fondos de la «C.I.A.» durante los últimos 15 años.

El dinero entregado al sindicato de estudiantes de Canadá, según la «C.B.C.» ha sido destinado a varios seminarios de estudiantes.

Douglas Ward, presidente del sindicato, dijo que no tenía noticias de que ninguna partida de fondos del sindicato procediera de dicha organización de espionaje norteamericano concluye la «C.B.C». EFE-UPI.

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Fulbright pide una investigación especial

Nueva York, 20. El senador J. William Fulbright ha solicitado del Congreso que proceda a una investigación especial en torno a las actividades de la Agencia Central de Inteligencia con respecto a grupos de estudiantes y otros organismos.

La solicitud ha sido formulada por el senador en vista de la magnitud de tales actividades que, a su juicio, son mucho mayores que las que cabía imaginar.

Fulbright no está conforme con la actitud del presidente Johnson que ha nombrado un grupo de tres personas para revisar la política de la «CIA». Considera que no es oportuno que el grupo esté encabezado por el propio director de la «CIA» Richard M. Helms y ha señalado que el hecho es muy curioso, pudiéndose hacer ya diversas conjeturas sobre los resultados. EFE.

La agencia fue creada en 1947

Nueva York, 20. La Agencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency) fue establecida por el Congreso de los Estados Unidos en el año 1947, en virtud de la Ley de Seguridad Nacional con el propósito de coordinar las actividades secretas de diversos departamentos y agencias del Gobierno.

La ley dispone que la Agencia se encargue de la correlación y valoración, dentro del Gobierno federal, de todas las actividades secretas relativas a la seguridad del país. Sin embargo, la ley prohíbe a la Agencia ejercer toda dase de poderes policiales, jurídicos y funciones de seguridad internas o nacionales.

La ley incluye por otra parte una disposición que permite a la Agencia poner en práctica en beneficio de las agencias de inteligencia existentes, servicios adicionales de interés común, siempre y cuando el Consejo Nacional de Seguridad determine que los mismos pueden ser más eficaces si se centralizan a través de la «C.I.A.».

La Agencia responde directamente al Consejo y le facilita consejos y recomendaciones.

Todos los gastos de la «C.I.A.» deben ser autorizados por adelantado. Primero, un comité administrativo que incluye a varios de los más destacados funcionarios políticos de la Casa Blanca, revisa el presupuesto de la Agencia, luego, los funcionarios del Departamento del Presupuesto tienen autoridad para reducir o eliminar gastos.

El presupuesto de la «C.I.A.» se aproxima a los 500 millones de dólares anuales pero no figuran como parte oficial en el presupuesto general del presidente.

El director de la Agencia presenta periódicamente, informes a un grupo de destacados miembros de la comisión de asignaciones de la Cámara y el Senado.