En este libro hace el señor Ingegnieros una serie de apreciaciones sobre lo que ha sido, lo que es y lo que, en su concepto debe ser la filosofía. El señor Ingegnieros manifiesta que su ideal filosofía está, con toda seguridad, destinada a informar la metafísica futura y enumera las notas que caracterizarán esta alta disciplina.
A juicio del autor, una de las causas más importantes de la inestabilidad filosófica y, sobre todo, de la crisis por la que ha atravesado la alta especulación en el siglo XIX, es la «hipocresía de los filósofos». Estos han carecido siempre de valor para confesar abiertamente sus opiniones, cuando han sido opuestas a las preocupaciones sociales y, después de inventar en el Renacimiento una cómoda duplicidad de verdades según que se destinaran al público o a los doctos, han llegado a un acomodo inmoral entre la verdad sinceramente profesada y la opinión común. En esta acusación envuelve al parecer a todos los filósofos incluso Kant.
Por lo demás, el señor Ingegnieros cree que la metafísica debe ocuparse de las cuestiones inexperienciales mientras la ciencia estudia lo experiencial. Y afirma que, como siempre existirá lo inexpenencial, siempre existirá también la metafísica.
¿Más cómo será esa metafísica? El señor Ingegnieros dice que, al contrario de las metafísicas aprioristas y de las místicas, la metafísica futura tendrá que basarse en sus hipótesis inexperienciales sobre lo experiencial, es decir sobre el material elaborado por la ciencia. Y anuncia que dicha metafísica aparecerá probablemente en el siglo XXI.
Entonces dispondrán los hombres de una filosofía sincera, impersonal y progresiva, como la ciencia.
M. I. R.